Por
Aldo Dudzevich
En
1950, solo en cuatro países volaban los primeros aviones a reacción de alta
tecnología. En Rusia, el MIG15, en los EEUU, el Sabre F86, en Suecia, el
Tunnan, y en la Argentina el Pulqui II.
“16
de junio de 1950 año del Libertador General San Martin, en la pista de la
Escuela Militar de Paracaidismo se vivía una situación especial. Una flecha
plateada brillaba en la pista un día luminoso de finales de otoño. Alrededor de
esta obra de arte de la ingeniería aeronáutica se escuchaban voces, murmullos
en castellano y también en alemán. Mientras un camión tanque lo alimentaba de
combustible un piloto se preparaba para vivir el momento histórico. El Capitán
Edmundo Weiss, aquel que tres años antes había sorprendido al mundo realizando
el primer vuelo del legendario Pulqui I, subía a la cabina presurizada del
flamante IA 33 “PULQUI II”.
Un
tenue silbido que fue subiendo de intensidad hasta convertirse en el rugido de
la potente turbina Rolls Royce NENE II, (la más poderosa del mundo en aquel
momento), lleno completamente la escena. Una larguísima estela de tierra se
levantaba detrás de la tobera que soplaba cuando el piloto “daba” motor y
provocaba el desplazamiento del avión. No se estaba ensayando un motor, hoy el
Pulqui II realizaría su primer vuelo llevando nuevamente a la Argentina a la
cresta de la ola de la historia aeronáutica mundial.
Nombres
como Kurt Tank, Reimar Horten, Norberto Morchio, Humberto Ricciardi y muchos
más se mencionarían mucho con respeto y veneración a partir de ese momento,
como el equipo argentino – alemán que desde tres años antes, bajo una orden del
entonces Director del Instituto Aerotécnico (Fabrica de Aviones), Brigadier
Juan Ignacio San Martin, daba comienzo al proyecto más importante de la
industria aeronáutica nacional que sorprendería al mundo.
Cuando
después del vuelo de 30 minutos, siendo aproximadamente las 16:30 horas, se
posó suavemente en la pista, en ese momento estallo el júbilo, la emoción
contenida y expresiones como “VIVA LA PATRIA o ARGENTINA, ARGENTINA” llenaron
un momento único e irrepetible. Había terminado su primer vuelo el avión de
combate, a reacción cuya denominación, PULQUI II, aun hoy, a 70 años de aquel
día histórico, suena a música en nuestros oídos. “VIVA LA PATRIA”.
Con
este texto lo recuerda hoy el arquitecto cordobés Juan Ignacio San Martín,
nieto del Brigadier San Martín, que me llega a través de Osvaldo Weiss, hijo de
aquel memorable piloto que además ostentaba el título de “el piloto de Perón”.
Al
finalizar la II Guerra Mundial, las potencias triunfantes se disputaron el
“robo de científicos alemanes”. Del área de proyectos aeronáuticos, un grupo
fue a los EEUU y dio luz al Sabre F86, otro a Rusia que creó el MIG15, otro en
Suecia, creó el Tunnan. Y el proyectista jefe, Ingeniero Kurt Tank, se
estableció en Córdoba y diseñó el Pulqui I y II.
En
el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Washington DC, exhibido en un lugar
de privilegio, nos sorprende un avión de época, que a la vista “es el Pulqui”.
Pero no. Se trata del primer Sabre F86. Los cuatro modelos son tan parecidos
que salvo por las insignias pintadas, un no especialista como yo, dirá que son
los mismos. Aunque, según explica Osvaldo Weiss, el Pulqui II tenía
características de diseño muy superiores a los otros tres competidores.
¿Qué
época no? ... aquella que competíamos con los EEUU y Rusia en industria
aeronáutica. Pensar que hoy, algunos dirigentes argentinos todavía repiten que
nosotros nos tenemos que “dedicar a la soja y las vacas y dejar que los
satélites y aviones los hagan otros”.
Aprovechando
la fecha me parece importante rescatar la figura injustamente olvidada del
Brigadier Mayor San Martin, quien fue designado en 1944 director del Instituto
Aerotécnico, que sobre la base de la Fábrica Militar de Aviones se había creado
en 1943.
Según
puede leerse en Wikipedia. “Desde ese cargo restableció la política de
producción y diseño de aviones argentinos, que había sido abandonada por el
Estado desde 1937. En 1946 realizó un viaje a Europa y contrató allí unos 750
obreros especialistas, dos equipos de diseñadores alemanes liderados por Kurt
Tank y Reimar Horten y uno italiano liderado por el italiano Cesare Pallavicini
respectivamente. Estos equipos, junto con ingenieros y técnicos argentinos,
serían los encargados de proyectar el caza bimotor Ñancu IA 30 y los aviones a
reacción Pulqui I y Pulqui II, el bimotor Justicialista del Aire, luego
rebautizado I.Ae. 35 Huanquero, alas volantes Horten, etc. Asimismo, San Martín
gestionó el ingreso al país de un importante grupo de profesores del
Politécnico de Turín, con los cuales se creó la Escuela de Ingeniería de la
Fuerza Aérea Argentina. Este personal académico también formó parte del
claustro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Córdoba. También se
fabricaron los aviones I.Ae. 22 "DL" de entrenamiento avanzado, el I.
Ae. 24 Calquín bombardeo liviano y de ataque, el I.Ae. 23 de entrenamiento
primario.
Completan
ese período el planeador de asalto I.Ae. 25 Mañque, el motor de aviación “El
Gaucho”, el cohete teledirigido AM-1 Tábano1 y aeronaves de instrucción
elemental y de uso civil: el Colibrí, el Chingolo, y el F.M.A. 20 Boyero. La
concreción de estos proyectos aeronáuticos motivó la formación de una
importante red de proveedores de partes de alta calidad, y como consecuencia,
la creación del parque industrial que fue la base del posterior desarrollo y
despegue industrial de Córdoba”.
Lamentablemente
hoy la página oficial de la Fuerza Aérea Argentina no hace ninguna mención a
este hecho histórico tan trascendente para los aviadores y para nuestro país.
El amor a la Patria se alimenta de reconocer nuestra historia y rescatar de
ella el ejemplo de sus grandes hombres como el Brigadier Mayor San Martin y
nuestro primer piloto de aviones a reacción argentinos, Capitán Edmundo Weiss.
Fuente:
http://diariofull.com.ar