30 de septiembre de 2021

AVIADORES ESPAÑOLES DISTINGUIDOS - JOSÉ CALDERÓN GAZTELU

 



Por Emilio Herrera Alonso

 

Nació: El 31 de mayo de 1904 en Pamplona, Navarra

Murió: El 14 de septiembre de 1938 en el Frente del Jarama, Madrid

Profesión: Aviador militar

Premios: Cruz Laureada de San Fernando

 

Miembro de una familia de tradición militar, de la que los tres hermanos resultaron muertos en campaña, José Calderón Gaztelu ingresó en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara, en 1922, siendo promovido a Teniente cuatro años más tarde; su primer destino fue el Regimiento de Minadores Zapadores N° 1, en el que permaneció prestando servicio hasta 1928, en que realizó el curso de observador de aeroplano, pasando destinado al grupo 21 de la 1ª escuadra, en el aeródromo de Cuatro Vientos. Un año más tarde realizaría en el murciano de Alcantarilla el de piloto, y ya como tal, fue destinado a Logroño, al aeródromo de Recajo, al grupo de Breguet XIX.

 

Con él tomó parte en las operaciones para reducir a los revolucionarios en octubre de 1934, y en aquel destino continuaba, ya ascendido a Capitán, al producirse el levantamiento de julio de 1936 en el que desde el mismo día 18 actuó intensamente, acudiendo a uno y otro frente, ya que el escaso número de aviones y de tripulaciones con que contaban inicialmente los alzados obligaba a éstas a multiplicarse para atender las necesidades de las varias columnas que operaban en los diversos frentes; en los de Guipúzcoa, Vizcaya, Somosierra y el Alto del León realizó misiones el Capitán Calderón.

 

De su valor dio pruebas el 10 de agosto, cuando, pilotando un trimotor Fokker F VII-B en misión de bombardeo del aeródromo de Lamiaco, en Bilbao, fue interceptado por un Bristol Bulldog, avión de caza enemigo que, pese a superar ampliamente al suyo en velocidad y armamento, no pudo evitar que rematara el servicio, realizando con gran precisión el bombardeo.

 

A principios de febrero de 1937 se dio la primera gran batalla en campo abierto de la guerra: el mando gubernamental, tratando de aliviar la situación de la capital de España, preparó una importante ofensiva al oeste del río Jarama; para ello, dispuso de una masa de maniobra de más de cincuenta mil hombres, bien equipados y poderosamente armados con carros, artillería y aviación, Simultáneamente, el General Mola, al frente de cuarenta mil hombres, intentaba cortar la carretera Madrid-Valencia, tratando de completar así el cerco de Madrid.

 

Iniciada la ofensiva por las fuerzas "nacionales" el día 6, llevaron éstas la iniciativa, avanzando con mala meteorología que impedía la actuación de la aviación, pero un cambio de tiempo que se produjo el 12 permitió a las fuerzas republicanas contraatacar en la Cuesta de la Reina, apoyadas por su importante masa de aviones; se produjeron varios combates aéreos en los que hubo derribos por ambas partes y en los que los republicanos se manifestaron superiores.

 

En la noche del 15, después de dos días en que la caza republicana había impedido el bombardeo de sus posiciones por la aviación "nacional", el Capitán Calderón, que se encontraba al mando del Grupo 2-G-22, reunió a los jefes de patrulla, y tras hacerles ver la importancia que para la moral de las tropas de tierra tenía la actuación del grupo, pronunció la frase que se ha hecho legendaria: “Mañana bombardearemos, caiga quien caiga”. Con esta consigna despegó el grupo el día 6, con Calderón a la cabeza de la formación, escoltada por una escasa fuerza de la aviación legionaria italiana, que al llegar a la línea de contacto del frente se retiró siguiendo las órdenes de su jefe, Faroni, dejando abandonadas a su suerte a los lentos trimotores que fueron atacados por más de treinta cazas, al tiempo que se abría ante ellos una densa barrera antiaérea. Calderón continuó su marcha hacia los objetivos asignados, bombardeando con serenidad y precisión el primero de ellos, bajo un fuego infernal, y al dirigirse a atacar el segundo, su aparato, cogido de frente por varios biplanos I.15 Chato, resultó incendiado y derribado, perdiendo entre sus restos la vida el Capitán Calderón que no abandonó los mandos de su avión consecuente con su arenga y reivindicando para la aviación "nacional" el dominio del aire. El resto de la unidad ignoró la desproporción de las fuerzas y cumplió todos sus objetivos, haciendo buena la consigna recibida.

 

En octubre de 1939 se abrió el expediente de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al Capitán Calderón, y en las declaraciones de los testigos resaltó su elevado espíritu militar y aeronáutico, su alto concepto del deber y su capacidad de sacrificio. Pero se tardó casi nueve años en resolver el expediente, ya que el acto de Calderón no se ajustaba a uno de los requisitos del artículo 58 del anacrónico Reglamento de la Orden: no era posible que regresara con el avión indemne aquel que había entregado su vida entre los restos calcinados de su aeronave.

 

Finalmente, pensándose quizá más en el espíritu que en la letra de la disposición, el 14 de enero de 1948 le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando al Comandante José Calderón Gaztelu, y en el decreto de concesión se decía:

 

“El alto espíritu militar, valiosas dotes de mando y gran muestra de sacrificio del Capitán Don José Calderón Gaztelu, quedan plenamente demostrados a través de su actuación durante la Gloriosa Campaña de Liberación Nacional; con sus servicios de guerra prestados en los frentes de Guipúzcoa, Bilbao, Somosierra, Alto de los Leones de Castilla, felicitado por su brillante actuación por el General Mola con ocasión del bombardeo de Ochandiano, distinguiéndose notablemente por su acometividad que culminó el día 16 de febrero de 1937 en el frente del Jarama, al ordenar a su formación “bombardear a toda costa” determinadas posiciones enemigas, no obstante las malas condiciones atmosféricas, el considerable número de baterías antiaéreas contrarias y la permanencia constante sobre el teatro de operaciones de una masa de cazas republicanos en número de cuarenta aproximadamente, consiguió bombardear el primer objetivo pese al ataque de treinta aviones enemigos, siendo alcanzado su aparato al dirigirse al segundo, de cuyas consecuencias resultó muerto. Habiendo conseguido su misión de bombardear las baterías enemigas, y con ello haber colaborado en el alto cometido de conseguir la supremacía aérea nacional”.

 

Fuente: https://dbe.rah.es