25 de septiembre de 2021

CARTAGENA: EL BOMBARDEO DE LAS CUATRO HORAS Y LOS PRIMEROS MESES DE GUERRA (1936).

 


 

La Guerra Civil española tuvo unos comienzos complejos, difíciles de analizar de forma global, puesto que como en toda contienda civil intervinieron elementos ajenos al ejército. En principio no hubo frentes definidos. La sublevación triunfó en diversas provincias y de la misma manera quedó sofocada en otras. Tal fue el caso de Cartagena, la principal Base Naval de la República que permaneció fiel al Gobierno.

 

La plaza fuerte de Cartagena quedó bajo las órdenes del Gobierno Republicano, y muchas poblaciones colectivizadas por el modelo anarcosindicalista (destacó La Aparecida, cuyos habitantes cambiaron el nombre del pueblo por “Caserío Francisco Ascaso”), a pesar de que el Alzamiento también tuvo adeptos, en el Arsenal, por ejemplo, donde la situación estuvo dudosa durante 36 horas y también en la cercana base de la Aeronáutica Naval, en Santiago de la Ribera. Finalmente, los oficiales sublevados fueron reducidos tras una encarnizada escaramuza dentro del arsenal de la marina, afuera decenas de cartageneros y cartageneras esperaban en las puertas a la espera de ver como terminaban los acontecimientos.

 

Objetivo de la maquinaria militar fascista, el puerto:

 

Razones

 

Cartagena posee un puerto natural extraordinario equipado, militar y mercantemente hablando, al completo, y fue el imán que atrajo las bombas de la aviación Nacional. En la Base Naval de Cartagena fondeaba lo mejor de la escuadra naval española. La marinería, anarcosindicalista y comunista en su mayoría, hicieron fracasar el golpe de estado que sus oficiales de a bordo llevaron a cabo, reduciéndolos en sus camarotes o directamente en sus puestos de mandos, muchos oficiales, respaldados por suboficiales, protagonizaron una encarnizada resistencia en cubierta y en el interior del arsenal. Una vez comenzadas las hostilidades empezó a haber tránsito de barcos de forma extensiva por todo el puerto, y se decidió dispersar los numerosos buques de la armada, de manera que no se acumularan en ningún punto del puerto varias de las unidades de guerra.



 

Así el acorazado Jaime I solía atracar en el dique de la Curra, al final, y más al principio del mismo dique el crucero Libertad. El crucero Méndez Núñez estaba en el club de Regatas, aunque algunas veces también atracaba en la Curra, mientras que el crucero Miguel de Cervantes amarraba frente al Hospital Naval, en el muelle Alfonso XII. La flota de destructores y submarinos se dispersaba por los muelles del Arsenal, dique de la Curra, muelles de la zona de Santa Lucía y no eran raras las veces que había destructores en el centro de la dársena, o incluso fuera de las aguas interiores.

 

Muchas unidades menores y auxiliares también iban ocupando distintos emplazamientos por los recovecos del puerto, dejando el muelle de Alfonso XII para la carga y descarga de buques mercantes.

 


 

Militarización

 

Batería de defensa naval de La Parajola (Roldán, Canteras)

 

En septiembre de 1936 fue militarizado todo el muelle y sus aledaños con cañones de defensa naval Vickers, un entramado de fortalezas que recorría la costa desde Mazarrón a Cabo de Palos, teniendo éstas defensas un alcance máximo de disparo de 20 kilómetros, cubriendo una amplia zona que va más allá de Águilas y La Manga del Mar Menor.

 

El mes de agosto fue un mes de mucha actividad mercantil con grandes barcos como el Ita que luego fue requisado en el Puerto de Mazarrón, el Recca italiano, el Aldecoa requisado también, el Campeche y el Elcano. La presencia militar también quedó reflejada en los registros de entrada, como el día 7 el destructor José Luis Díez, el 8 el submarino B-5, o el 24 que lo hicieron el destructor inglés Galatea, el submarino B-6 y el acorazado Jaime I. Todo tipo de cargas entraron y salieron, pero aún no había empezado a recibirse el material de guerra.

 

Infantería de marina desfilando por la ciudad de Cartagena.

 

En los meses de septiembre y octubre de 1938 sí se recibieron buques con material de guerra en el puerto de Cartagena, que como se ha indicado, entraban directamente a las instalaciones del Arsenal, para realizar las labores de descarga. También entraron otros buques de carga que no pasaron por la aduana.

 

Las recepciones de material de guerra del mes de octubre se dispararon con la llegada de varios vapores que trajeron aviones con destino a los talleres de montaje de la Base Aeronaval de Los Alcázares, completaban su carga tanques, material ligero y otras armas de todo tipo.

 

El primer bombardeo: 18/10/1936. 

 

Tras unos intensos días de descarga de material de guerra tanto en los muelles del puerto como del Arsenal, el mando Nacional preparó una operación sobre Cartagena para cortar este enorme flujo de entrada o al menos dificultarlo, puesto que los efectivos usados fueron pocos. Así, sólo dos Junkers 52/3m de las escuadrillas de “Pedros” y “Pablos” iban a utilizarse en este bombardeo.

 

En el mes de octubre de 1936, aún no estaba formada en España como tal la Legión Cóndor, aunque diversos envíos de material y personal alemán operaban en la zona sublevada desde el primer mes de la guerra. Entre estas unidades aéreas se encontraban seis Junkers 52 con tripulaciones alemanas y que formaban dos patrullas: “Pedros” y “Pablos”. Estos trimotores ya habían actuado en diversas operaciones de bombardeo o de aprovisionamiento como en el caso del asediado Alcázar de Toledo, y además como parte del puente aéreo del paso del Estrecho realizado en el mes de agosto de 1936.

 

Los Junkers 52 fueron destacados a la base de Armilla, Granada, desde donde despegaron hacia las 4 de la mañana del domingo 18 de octubre de 1936. Tras un vuelo de unas 2 horas, estos Junkers localizaron el puerto aún de noche, y a su vez fueron localizados por las baterías antiaéreas de Cartagena que empezaron a dispararles. Los aviones dieron una sola pasada en ruta sur a norte, uno detrás del otro, y desde unos 1.500 metros de altura pudieron lanzar 10 bombas de 250 kilos contra los barcos anclados en el muelle, pero el reguero de bombas se introdujo en la ciudad y provocó el despertar de los cartageneros que dormían en sus casas; era las 6:15 horas.

 

El impacto de las potentes SC-250 destrozó numerosas edificaciones de las calles más céntricas de Cartagena y provocó el fallecimiento de 22 personas según el periódico Cartagena Nueva del día 20. También hubo numerosos heridos entre militares y población civil. Las ambulancias de la Cruz Roja de Cartagena tuvieron que actuar al máximo aquella madrugada, pero no debieron ser tantas las víctimas.

 


La confianza de los habitantes de Cartagena tanto en sus defensas antiaéreas, como en el hecho de vivir lejos de los frentes, es decir, en la retaguardia, se quebró drásticamente aquella madrugada de domingo. Desde algunos puntos de la ciudad las explosiones de las bombas se interpretaron como tracas de fiesta, pero nada más lejos de la realidad. El miedo a los bombardeos crecería en el futuro, pero curiosamente aquel domingo, muchos cartageneros “pasearon” por estas calles con la intención de descubrir lo que aquellas bombas habían provocado en su querida ciudad.

 

Para aquel domingo estaba prevista una manifestación y que curiosamente fue la causa del bombardeo estratégico del puerto de Cartagena con unas pocas bombas. Los aviones sufrieron el fuego antiaéreo de las piezas Vickers, pero pudieron regresar a su base de Armilla sin más contratiempos.

 

El segundo bombardeo: 20/10/1936.

 

Bastante inquietud creó en los cartageneros el hecho del primer bombardeo aéreo que se sufrió el domingo 18, pero hay que reconocer que no cambió sus vidas, pues la ciudadanía y las unidades militares no alteraron comportamientos.

 

Junker 53/3m

 

En el primer ataque se utilizaron dos Junkers con tripulaciones alemanas, pero existían dentro de la Aviación Nacional, doce Junkers iguales que formaban dos escuadrillas españolas al mando del Capitán Carrillo, la escuadrilla montó una misión de bombardeo para la madrugada del martes día 20.

 

Tres Ju.52 despegaron pasada la medianoche de Armilla y volaron siguiendo la ruta de la propia carretera, presentándose hacia las 3:35 horas sobre Cartagena. Era una noche muy oscura pero el objetivo de bombardear, probablemente la estación de Ferrocarriles, tenía que cumplirse. Pronto fueron localizados por las baterías de la antiaéreas que empezaron a hacer sobre ellos un nutrido fuego que complicó el bombardeo casi a oscuras. La carga era en esta ocasión de 6 bombas de 250 kilos en cada Junker, 18 en total. En una sola pasada lanzaron casi toda su carga.

 

Sin poder observar nada, los aviones pudieron aparecer más tarde, hacia las 4:00 horas, para ver el lugar donde habían bombardeado casi a ciegas. Esto llevó a alargar el tiempo de alarma y de nuevo los disparos de las piezas antiaéreas. De cualquier manera, los tres trimotores volvieron a su ruta de carreteras y hacia las 4:30 horas pasaron por la vertical de Totana. Uno de estos tres Junker se salió de la formación y volvió hacia Totana para lanzar a las 4:35 horas la carga que en su bodega aún quedaba. Sin más contratiempos los aviones regresaron a su base de Armilla en Granada.

 

El tercer bombardeo: 27/10/1936.

 

Base aérea de Los Alcázares (1935, Mar Menor).

 

Tan solo una semana después, la aviación nacional constatando que el tráfico de material bélico en el puerto de Cartagena continuaba, y que el objetivo a batir eran los talleres de la Base Aeronaval de Los Alcázares, donde se montaban los cazas republicanos I-15, I-16 y los bombarderos SB-2, volvió a operar con una formación importante de ocho aviones sobre el puerto de Cartagena, y la citada base a orillas del Mar Menor. Sería una misión doble y coordinada entre las unidades nazis alemanas e italianas fascistas.

 

La misión organizada cuidadosamente utilizaría tres Savoia S.81 de la Aviazione Fascista del Tercio, que fueron trasladados el mismo martes 27 desde Tablada en Sevilla, a Armilla en Granada.  En Armilla se encontraban los Junkers alemanes que para esta misión usarían a cinco de sus “Pedros” y “Pablos”, para machacar el puerto de Cartagena.

 

La doble formación de ocho aviones fue despegando y se dirigió a sus objetivos con los italianos delante, que despegaron a las 19:35 horas y sobrevolando Sierra Nevada, estaban sobre Cartagena hacia las 21:15 horas. En el momento en el que las baterías antiaéreas les disparaban, el S.81 de Altomare sufrió problemas en un motor, pero se mantuvo en formación con sus puntos y atacó con bombas incendiarias la base de Los Alcázares. Minutos más tarde, eran los Ju 52 los que llegaban a Cartagena y sufrían el acoso de la defensa antiaérea, lanzando sus bombas en la trayectoria este-oeste.

 

Estado en el que quedó un tren de pasajeros de La Unión-Cartagena que se encontraba en la estación de Ferrocarriles. Varias personas fallecieron durante el bombardeo.

 

Los destrozos en la base de Los Alcázares fueron escasos, alcanzando las bombas la zona de vuelo y sólo alguna cayó cerca de los talleres. El pueblo, muy cerca de la base, no sufrió ningún impacto de bomba, aunque hubo algunas víctimas en la base. En Cartagena murieron en el muelle marineros, y los destructores y cruceros que estaban dentro del puerto no sufrieron ningún impacto directo, la estación de ferrocarriles fue blanco también de la aviación fascista.

 

Las baterías de la DCA (defensa antiaérea) dispararon contra las formaciones varias veces, al pasar los italianos en dirección a su objetivo en el Mar Menor, al llegar los alemanes y al volver todas las formaciones. Por tanto, la alarma duró desde las 21:15 hasta las 23:00 horas. A pesar de que la respuesta de las distintas piezas antiaéreas fue tremenda, ningún avión fue alcanzado y esa noche pudieron llegar a sus bases, los alemanes a Armilla, mientras que los Savoia volvieron directamente a Tablada.

 

El mes de Noviembre, bombardeo de las 4 horas.

 

Tres bombardeos en el mes de octubre de 1936 no frenaron en Cartagena el ritmo frenético del puerto tanto en materia de cargas y descargas de mercancías como en lo tocante al material de guerra. Tampoco los cartageneros se marcharon de la ciudad en masa, aunque muchos suponían y con acierto, que lo de los bombardeos iría en aumento, en cantidad y “calidad”.

 

Algunos sí se habían marchado al extenso Campo de Cartagena, otros a Mazarrón o al Mar Menor, pero casi todo el mundo permaneció en sus casas, y por supuesto en sus trabajos. Las autoridades habían hecho una valoración prioritaria en lo tocante a la necesidad de los refugios, pero muchos comenzaron a abrir o acondicionar cuevas y grutas en los montes y cabezos que jalonan la orografía cartagenera. El puerto comenzó noviembre con su actividad habitual en estas fechas bélicas y ello se ve en el cuadro de lo que podemos denominar visitas especiales con material de guerra.

 

El día 23 de noviembre de 1936, uno de los Heinkel 70 nazis de la escuadrilla de reconocimiento de largo alcance, despegaba de Sevilla tripulado por el Teniente Balthasar para reconocer el puerto de Cartagena, emplazamientos en la ciudad, las instalaciones del puerto y del Arsenal, la Escuadra, baterías antiaéreas, fuertes y otros objetivos, todos ellos fueron desde las 15:15 horas, fotografiados con detalle. La DCA le disparó sin alcanzarle y las sirenas lo presentaron como el primer bombardeo diurno. Según el Gobierno Republicano, se supo que se estaba preparando un ataque mucho más duro y cruento que el del anterior mes.

 

En la memoria colectiva de los cartageneros se dice que uno de los aviadores era de aquí, teoría utilizada en muchas zonas del frente y que en éste caso puede ser cierto, los historiadores no han querido profundizar más para no comprometer a ningún descendiente actual, según dicen diferentes fuentes.

 

Refugio de la Calle Gisbert, en pleno centro, actual museo municipal y centro de interpretación de los bombardeos.

 

Queipo de Llano, desde su emisora de Radio en Sevilla, predijo los acontecimientos amenazando a la población civil y diciendo textualmente: “Cartageneros os acordaréis de mi nombre, será tan duro el castigo que acabaréis corriendo como conejos hacia vuestras madrigueras”, haciendo referencia a las cuevas que la población empezaba a adecuar para protegerse de los continuos bombardeos. Hecho únicamente conocido por el bando fascista gracias a la quinta columna, o franquistas que vivían entre la población aportando información al bando nacional y realizando actos de sabotaje en la ciudad.

 

Comienza el bombardeo.

 

La distancia a recorrer en el vuelo era de unos 300 kilómetros, a realizar en unas 2 horas. Los primeros aviones llegarían aún de día y señalarían con bengalas la trayectoria del ataque y los objetivos. El plan de vuelo incluiría una altura media de 4.000 metros, aunque estaba previsto que, para los pequeños objetivos, se descendiera hasta los 2.000 o 2.500 metros en el momento de la suelta de las bombas. La carga, unos 1.250 kilos por cada Junker, sería variada, llevando en las primeras oleadas las SC-250, bombas tremendas de 250 kilos. Las últimas oleadas lanzarían gran número de bombas incendiarias de 1 kilo. La ruta seguida fue la costa mediterránea desde Almería hasta Cartagena.

 

La misión estaba preparada a conciencia por los mandos de la Legión Cóndor, cuyo comandante era en esta primera época el General Sperrle, y su jefe de estado mayor, el Coronel von Richthofen. Se pretendía que la operación fuera un duro golpe contra la retaguardia republicana y una tarjeta de presentación de la ayuda alemana, suficiente para contrarrestar los envíos rusos que en esas fechas entraban masivamente a España en su mayor parte por Cartagena. En primer lugar, actuaría el 2.º/K.88 con objetivos como el muelle comercial, el Arsenal y la estación del FF.CC. El marcado de la trayectoria final se hizo con bengalas desde la zona de La Aljorra, zona bombardeada. Más tarde se actuaría con el objetivo de alcanzar los cuarteles militares, fuertes, la escuadra naval, y provocar incendios ya completamente de noche.

 

Las bombas no pararon de caer desde las 17:30 horas hasta las 21:30 horas de la noche, hecho recordado tras 70 años como el bombardeo de las 4 horas.

 

Al final de la jornada, y contando los bombardeos de las pasadas semanas, el rastro del rencor y odio de las bombas de la aviación fascista dejaron cerca de 90 muertos y cientos de heridos. Decenas de casas inhabitables, otras tantas destruidas, calles destrozadas, familias sepultadas. Una bomba cayó justo en el hospital de la muralla de Mar, dejando más muertos de los heridos que ya se encontraban en su interior. También en Barrio Peral y en el Hospital de Los Pinos se sucedieron diversos incendios. La casa republicana del barrio de San Antón fue totalmente destrozada por una tremenda bomba de 250 kilos. Otra bomba alcanzó de pleno en la Plaza del Ayuntamiento haciendo esquina con la Calle Bodegones, a una familia entera de un conocido dirigente del sindicato anarcosindicalista CNT/AIT, matándolos a todos, mujer e hijos, en el acto.

 

Edificios arrasados por el bombardeo de las 4 horas de la aviación nazi alemana e italiana fascista, fotografía tomada en la Calle del Carmen, junto a las Puertas de Murcia.

 

Entre todos debemos dar eco de éstos y otros hechos sucedidos en la guerra, muchas veces desconocidos para la mayoría, para que entre todos consigamos hacer frente al futuro conociendo el pasado y evitando la pura barbarie.

 

Debemos romper los muros de nuestra memoria colectiva, muros que algunos desde un punto ideológico concreto, varado a la derecha, intentan imponer. Rompamos pues el silencio y hagamos frente al futuro teniendo en nuestras manos la verdad histórica.

 

Abrimos pues, éste espacio histórico en el que se expondrán diferentes temas relacionados con la memoria colectiva de Murcia y del sureste peninsular.

 

 

Fuente: https://indysureste.wordpress.com