Por Miguel
Ángel Pérez Oca
¿Recibió
su merecido castigo el asesino de las 300 víctimas del bombardeo del 25 de mayo
de 1938 en Alicante? Pues, no.
Tras
la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, una vez extirpado el fascismo del
Estado italiano, De Prato permaneció en el Ejército del Aire de la República
Italiana y alcanzó el grado de General de Brigada. ¿Cómo es posible que un
Estado democrático ampare bajo su bandera a un criminal de guerra? Se
preguntarán ustedes. Pues así es la vida.
Nos
horrorizamos cuando leemos que Jack el Destripador asesinó y descuartizó a 9
mujeres en Londres, pero si el asesino lleva uniforme militar y lo hace en un
acto deliberado contra la población civil, puede acabar cubierto de medallas y
distinciones como una persona honorable; aunque en nuestro Mercado quedasen
muchas más mujeres descuartizadas que las víctimas del inglés.
Cuando,
hace ya once años, escribí mi libro 25 de mayo, la tragedia olvidada, tuve
acceso a los archivos de la Aviación Militar Italiana, donde pude leer el parte
oficial del bombardeo del 25 de mayo de 1938. En él se dice que la acción se
había llevado a cabo por dos formaciones: La primera a 4.000 metros de altura,
con cuatro aparatos Savoia 79 “Sparviero” de la 19ª escuadrilla al mando del Capitán
Zigiotti, y la segunda, a 4.200 metros, con tres aparatos de la 10ª escuadrilla
al mando del Capitán De Prato.
Salieron
de Mallorca a las 08.10 horas y regresaron a las 10.50 horas. Total de
explosivos lanzados sobre Alicante: 56 bombas de 100 kg, 8 de 20 kg y 20 de 15
kg (las pequeñas eran incendiarias, destinadas a provocar fuegos en edificios).
Nada
pudimos averiguar de los Capitanes Zigiotti y De Prato hasta que hace unos
meses mi hermano Eusebio, con su habitual tenacidad investigadora, pudo
localizar a De Prato, gracias a un libro autobiográfico que este criminal de
guerra con ínfulas literarias publicó en Italia con el título “Tullio de Prato,
un piloto contadino”. Ahora ya es fácil localizarlo. Basta con entrar en Google
y poner el título del inefable librito. Por fin, como en las buenas novelas
policiacas, habíamos encontrado al asesino. O al menos, a uno de ellos.
Pero
lo más escandaloso de la biografía de De Prato es el final. Veamos:
Tulio
de Prato nació en Pola en 1908. En 1928 era Subteniente piloto en la Aviación
Fascista Italiana. De marzo a mayo de 1937, ya Teniente, viene a España como
voluntario de la Aviación Legionaria que Mussolini había puesto a disposición
de Franco.
El
26 de abril de 1937 participa, como copiloto navegante, en el bombardeo de
Guernika, en uno de los tres aviones italianos que participaron junto a la
Legión Cóndor en esa terrible agresión contra la población civil.
Regresa
a Italia, donde es ascendido a Capitán. Vuelve a España en octubre de 1937 y
está en Mallorca hasta junio de 1938, participando en marzo en los sangrientos
bombardeos de Barcelona, ya como jefe de escuadrilla. El 25 de mayo de 1938
perpetra con su escuadrilla y la del capitán Ziguiotti nuestro terrible
bombardeo del Mercado, causando más de 300 víctimas mortales entre una
población de ancianos, mujeres y niños. En 1939, ya en la II Guerra Mundial,
participa como piloto de caza en la invasión de Albania, y después en Libia,
donde es derribado en combate y herido de gravedad, siendo ascendido a
Comandante por méritos de guerra.
En
1942 es piloto de pruebas en la fábrica militar Caproni-Reggiane, donde le
sorprende la caída de Mussolini. Abandona el servicio y se refugia en una
granja de su propiedad; aunque, según cuenta en su libro, los alemanes fueron a
buscarle para que regresara a la fábrica. El 23 de junio de 1944, cuenta De
Prato que asistió “horrorizado” a una matanza de 32 civiles italianos por parte
de soldados alemanes. No deja de ser paradójico que un tipo que cargaba a sus
espaldas cientos de asesinatos, se horrorizase ante 32 muertes más o menos. Y
ahora viene lo bueno: en abril de 1947, el Estado democrático de la República
Italiana lo asciende a Teniente Coronel, en lugar de juzgarlo como criminal de
guerra o, al menos, depurarlo y destituirlo de sus cargos militares.
En
1958 asciende a Coronel y en 1960 es nombrado General de Brigada.
Murió
el 24 de diciembre de 1981 en Coriano (Rímini) a la edad de 73 años,
considerado por todos como un honorable militar retirado, héroe de guerra y
pionero de la aviación italiana. Tenía tres medallas al valor militar “por la
afirmación de los ideales fascistas” y la Cruz de Hierro alemana.
¿No
se escandalizan ustedes? Debe haber tantos casos como el del General De Prato
que ya no nos conmueven demasiado, ¿verdad? Pues mi parecer es que no debemos
consentir estas injusticias, y que los criminales, aunque sea a título póstumo,
deben pagar por sus crímenes.
Por
tal motivo, de acuerdo con mis compañeros de la Comisión Cívica de Alicante
para la recuperación de la Memoria Histórica, vamos a solicitar a nuestros
actuales ediles que dirijan una reclamación a la República Italiana, exigiendo
que Italia pida perdón al pueblo alicantino por todos los bombardeos
terroristas con los que sus aviones con base en Son San Juan (Mallorca)
castigaron a nuestra ciudad, entre 1936 y 1939, causando más de 500 muertos.
Es
lo menos que un Estado democrático puede hacer después de haber amparado a
criminales de guerra bajo su bandera.
¿No
les parece?
Fuente:
https://www.grupotortuga.com