En
julio de 1941, un bombardero italiano que pretendía atacar Gibraltar soltó su
carga sobre las playas y viviendas de La Línea de la Concepción cuando el
pueblo preparaba sus fiestas. Vecinos y soldados sacaron juntos a las víctimas
de entre los escombros
Por
Israel Viana
España
había salido muy tocada de la Guerra Civil y se mantuvo neutral durante la
Segunda Guerra Mundial, a pesar de los intentos de Hitler de que el Caudillo se
uniera a las potencias del Eje. Eso no significó que centenares de miles de
españoles no sintieran el conflicto más devastador de la historia muy cerca de
sus casas. De hecho, muchos vecinos de las poblaciones cercanas a Gibraltar
cuentan que, cuando escuchaban las sirenas de las defensas antiaéreas y se
encendían los reflectores, salían corriendo a sus balcones para ver el
espectáculo de los aviones de reconocimiento de Mussolini sobrevolar la bahía.
Los
gaditanos, a pesar de ello, se sentían seguros en el resguardo de sus hogares o
en los montes más cercanos, a donde acudían a ver las luces sobre el cielo como
si de fuegos artificiales se tratara. La guerra no iba con ellos, era solo un
mal recuerdo que ya les había tocado sufrir poco antes en el conflicto español.
Ahora la vivían como meros espectadores. De hecho, a finales de septiembre de
1940, un corresponsal de ABC se trasladó hasta Algeciras, a menos de nueve
kilómetros de donde se producían los bombardeos de Philippe Pétain sobre los
británicos en la colonia, para contarlo de primera mano.
“El
ataque lleva ya dos horas de duración. Sobre esta localidad española caen con
frecuencia trozos de metralla, aunque hasta ahora no se ha producido ninguna
desgracia”, señalaba el día 24 de ese mes, para añadir en la jornada siguiente:
“Continúan
llegando aparatos sobre Gibraltar que arrojan constantemente un gran número de
bombas de manera incesante. Los aviones llegan en escuadrillas de cinco y, sin
haber terminado su descarga, llegan nuevas formaciones que mantienen el bombardeo
continuo. En la plaza se han originado muchos incendios. Uno de ellos, a juzgar
por la gran columna de humo, era de extraordinaria importancia”.
El
periodista, junto a decenas de miles de españoles en suelo español, estaba
siendo testigo de la venganza del Mariscal francés, tras el ataque a traición
ordenado por Winston Churchill sobre el puerto argelino de Mers el-Kebir en
junio de ese mismo año. Aquella ofensiva, en la que murieron 1.300 personas,
supuso el fin de la neutralidad de la Francia de Vichy y su entrada “indirecta”
en la guerra del lado de la Alemania Nazi. Pero los gaditanos, seguros de que
nada podía pasarles en territorio nacional, no se imaginaban que aquello fue una
especie de primer aviso de que no estaban a salvo del todo.
Gibraltar, iluminado durante los bombarderos de 1940
La
Velada
Menos
de un año después, durante las dos primeras semanas de julio de 1941, los
vecinos de La Línea de la Concepción se preparaban tranquilamente para la
fiesta de la Velada, con la que conmemoran el nacimiento de su localidad. Esta
llevaba cinco años sin poder celebrarse a causa de la Guerra Civil y las
penurias del año posterior. Estaban todos contentos, sin imaginarse que
Mussolini les iba a borrar la sonrisa y convertirlos en una víctima colateral
más de la Segunda Guerra Mundial.
Durante
la noche del 11 al 12 de julio de 1941, un Savoia-Marchetti SM 82 Marsupiale
despegaba de Cerdeña con tres bombas hacia la bahía de Algeciras, para soltarlas
sobre alguno de los mercantes o buques británicos anclados en la rada. El
objetivo de las potencias del Eje, a pesar de la neutralidad de España, seguía
siendo la conquista del estrecho de Gibraltar para convertir el Mediterráneo en
un gigantesco bastión contra los aliados. Pero algo salió mal en aquella
incursión, cuando los sistemas de detección acústica descubrieron al bombardeo
acercarse y comenzaron a sonar las sirenas.
“Poco
después soltaba las tres enormes bombas. Tal vez fue a causa del fuerte viento
de poniente o un trágico error de puntería, pero lo cierto es que ninguna cayó
sobre los mercantes ingleses, sino en La Línea de la Concepción. Dos de ellas
no hicieron explosión, quedando medio enterradas en las dunas de la playa de
Poniente, pero la tercera haría blanco en la esquina que forman las calles
Duque de Tetuán y López de Ayala, a la altura de los números 10 y 3,
respectivamente, según la numeración de entonces. La explosión afectó a tres
viviendas ocupadas por la familia Caballero, la familia Ruiz-Sánchez y la viuda
de Valdés y sus hijos”, detalla Juan José Molina en un artículo publicado
originalmente en “Andalucía ADN” y rescatado por Archive.org.
Muertos
y heridos
Todo
el pueblo sintió la sacudida y los tres edificios quedaron reducidos a
escombros. Además, la explosión destrozó el tendido eléctrico y La Línea se
quedó sin luz. El Ejército español envió lo más pronto que pudo una serie de
camiones para alumbrar la zona y comenzar rápidamente las labores de rescate de
las víctimas. Soldados, policías y vecinos, algunos de ellos familiares de los
que permanecían enterrados, estuvieron trabajando juntos a toda velocidad.
Poco
a poco fueron apareciendo las víctimas. En total, cinco muertos: Joaquina
Morilla, José Luis Valdés, Julia Rojas, Tomás Caballero y María Caballero.
También los numerosos heridos, algunos de ellos de gravedad, que tuvieron que
ser ingresados de urgencia en el Hospital Municipal. El resto fueron atendidos
allí mismo. La tragedia, sin embargo, pudo haber sido mucho mayor, puesto que
esa tercera bomba cayó dentro de un pozo que había en la intersección de las
calles.
Ningún
periódico español informó del suceso y ABC lo dio de una forma un tanto
confusa, seguramente por la acción de la censura. “Dos artilleros ingleses
huyen de Gibraltar y llegan a nado a la playa de la Línea”, podía leerse el 15
de julio de 1941, para luego dar cuenta de un bombardeo cercano a la localidad
gaditana, sin especificar el lugar exacto donde cayeron las bombas ni las
consecuencias: “A las 22:55 se sintieron motores de aparatos extraños en
Gibraltar. Los reflectores de la plaza inglesa entraron en acción, buscándolos
en todas direcciones, pero sin descubrirlos. Al mismo tiempo, las baterías
antiaéreas de la colonia y de los buques situados en el puerto y en la bahía
hicieron una verdadera barrera de metralla. Poco después se percibieron desde la
Línea cuatro grandes explosiones, al parecer de cuatro bombas que debieron caer
en la bahía, ignorándose de momento si han causado daños”.
Indemnización
de Mussolini
En
la localidad gaditana se decretó un día de luto y se aplazaron todos los actos
programados con motivo de la Velada. A la mañana siguiente se celebró el
sepelio de las víctimas en el cementerio de San José, con la presencia del
gobernador civil de Cádiz y todas las autoridades municipales. La comitiva
fúnebre fue acompañada por miles de vecinos aún consternados por lo sucedido.
Eso
no impidió que, durante las siguientes tres madrugadas, otros bombarderos
italianos siguieran realizando incursiones sobre la bahía. De hecho, en la
noche del martes al miércoles, los reflectores británicos localizaron de nuevo
al Savoia-Marchetti SM 82 y comenzaron a disparar contra él con las baterías.
El piloto reaccionó a tiempo y viró hacia la localidad de Campamento,
actualmente perteneciente al municipio gaditano de San Roque, y se deshizo allí
de su carga. En total, dos bombas que estallaron cerca de unas instalaciones de
polo y una tercera que se cayó en la ribera del río Cachó, esta vez sin causar
víctimas.
Días
después de estos sucesos, miembros del Ejército localizaron las dos bombas que
habían caído en la playa de Poniente y las identificaron como italianas. Las
autoridades españolas elevaron una protesta oficial ante los representantes de
Mussolini, pero no sirvió de mucho, puesto que estos alegaron que las
incursiones de sus bombardeos sobre la colonia británica habían sido
contestadas por fuego antiaéreo procedente de nuestro territorio.
Aun
así, con la derrota de las potencias del Eje, el gobierno italiano se vio
obligado a pagar una indemnización de 250 mil dólares por los daños causados
durante el conflicto a los vecinos de La Línea de la Concepción, así como a
otros vecinos de localidades cercanas. El Gobierno franquista sería el
encargado de hacer efectivo el pago, tanto a las familias de los fallecidos y
de las víctimas por los gastos médicos, como a todas aquellas personas que
hubieran perdido bienes. Sin embargo, nunca quedó muy claro si al final
recibieron el dinero, pues España aún debía amortizar parte de la deuda
contraída con Mussolini por la ayuda que este le prestó al bando nacional durante
la Guerra Civil.
Fuente:
https://www.abc.es