La Fuerza Aérea Italia (Regia Aeronáutica) que había nacido en seno de la Italia Fascista surgió con la idea de realizar increíbles proezas aéreas tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra. Sería precisamente durante la Segunda Guerra Mundial en 1940, cuando los intrépidos aviones italianos protagonizarían un vuelo tricontinental que acabaría con un bombardeo sobre Bahréin.
Plan
de Italia
Bahréin
había entrado en la Segunda Guerra Mundial el 3 de septiembre de 1939 junto al
bando de los Aliados debido a su posicionamiento dentro de la Commonwealth.
Situado en un saliente insular de la Península Arábiga sobre el Golfo Pérsico,
el Reino Unido mantenía un protectorado sobre este Hakimato al frente del Sheij
Haméd Ibn Isà al-Jalifa que autorizaba la extracción de su crudo a través de la
Compañía de Petróleo de Bahréin (Bahréin Petroleum Company, Bapco o BCP), cuyas
refinerías eran las de mejor calidad que poseía el Imperio Británico desde el
Próximo Oriente hasta Singapur.
El
Protectorado de Bahréin fue designado como objetivo por Benito Mussolini en el
otoño de 1940, más bien por su valor propagandístico que no estratégico. Ideada
la operación por el Capitán Paolo Moci, la posibilidad de realizar un bombardeo
a tan larga distancia evocaba el ideal fascista propio del arte futurista,
donde la aventura y el reto deportivo primaban sobre lo militar, aunque también
en caso de alcanzarse las refinerías petrolíferas del Golfo Pérsico, los daños
materiales para el Imperio Británico podían ser igualmente beneficiosos para
los italianos.
Un
total de cuatro aviones bombarderos Savoia SM-82 adscritos al 41º Grupo
Autónomo (Gruppo Autonomo) fueron los seleccionados para llevar el ataque sobre
Bahréin. El 13 de Octubre de 1940 estos aparatos aterrizaron en el Aeropuerto
de Gadurrà de la Isla de Rodas en las Islas del Dodecaneso, en donde los
aviadores recibieron las instrucciones del plan consistente en sobrevolar
Mesopotamia y el Oriente Medio para soltar las bombas sobre Bahréin y a
continuación variar el rumbo (con la intención de evitar la caza británica en
Palestina y Chipre) para tomar la ruta de Arabia hasta África para finalmente
aterrizar en la colonia italiana de Eritrea (aunque en caso de llevar viento en
proa de 30 kilómetros por hora no tendrían más remedio que aterrizar en el
Desierto Arábigo y morir de sed). Para facilitar dicha labor que implicaba un
recorrido de 4.200 kilómetros con aparatos de 3.000 kilogramos de peso, cada
bombardero albergó depósitos extra de combustible, una antena más potente para
establecer contacto con los mandos y un arsenal compuesto por 1,5 toneladas de
bombas incendiarias y entre 15/20 bombas fragmentarias de 25 kilogramos.
A las 17:10 horas de la tarde del 18 de Octubre de 1940, cuatro bombarderos Savoia SM-82 despegaron de la Isla Rodas rumbo a Bahréin. Tras dejar atrás las Islas del Dodecaneso y atravesar el Mar Mediterráneo, los aviones sobrevolaron Chipre y a continuación alcanzaron las costas de Líbano y Siria que al encontrarse bajo mando de la Francia de Vichy no les impidieron el paso. Salvo por el retraso de uno de los aparatos al mando del Teniente Coronel Fortunato Federici que en Siria se extravió del grueso principal, el resto de trimotores italianos apagaron la radio para mayor seguridad y se adentraron en Mesopotamia.
Transcurridas
15 horas de vuelo y después de haber surcado los desiertos del Oriente Medio,
la noche del 19 de Octubre de 1940 tres de los aviones Savoia SM-82 divisaron Bahréin
en el horizonte. Con una visibilidad excelente y con ausencia total de nubes,
las refinerías de la Bahréin Petroleum Company situadas junto al distrito de
Manama estaban totalmente desprotegida de cazas y baterías antiaéreas debido a
que nadie había imaginado que la aviación del Eje tuviera tanto radio acción.
Nada
más aparecer los tres bombarderos Savoia SM-82 sobre Bahréin, un soldado nativo
llamado Abd el-Aziz Abd al-Gaffar, fue el primero en dar la voz de la alarma,
aunque sólo para informar que iluminaran la zona al pensar equivocadamente que
se trataba de aviones británicos. Así fue como los Aliados encendieron las
luces de todo Bahréin y enfocaron a los pozos petrolíferos que accidentalmente
convirtieron en un blanco perfecto. Sin dudarlo un instante, los aviones
italianos descendieron hasta situarse a 1.000 metros del suelo y vaciar todo su
mortífero cargamento compuesto por 100 bombas de fragmentación e incendiarias
que impactaron sobre las refinerías. Lo que siguió a continuación fue una gran
devastación porque doce pozos petrolíferos fueron destruidos, varios depósitos
de combustible incendiados, un depósito de carbón chamuscado y algunas plantas
procesadoras pulverizadas, además de elevarse enormes columnas de humo negro
que oscurecieron el cielo.
Curiosamente
el cuarto bombardeo Savoia SM-82 al mando del Teniente Coronel Fortunato
Federici que se había separado en Siria de sus compañeros, no pudo encontrar Bahréin
al perderse sobre el Desierto Arábigo. Afortunadamente en cuanto localizó la
localidad de Dhahrán que albergaba a la refinería petrolífera de la Compañía
Aramco, propiedad de los Estados Unidos en Arabia Saudí, decidió arrojar sus
bombas por error creyendo que se trataba de una empresa inglesa (aunque los
norteamericanos constantemente violaban la neutralidad vendiendo ese mismo
crudo a los británicos). El resultado de esta breve acción fue la destrucción
de un colector de agua y numerosas tuberías, así como una queja diplomática de
Washington a Roma que finalmente no acabó en ninguna represalia.
Conclusión
El
viaje de regreso de los cuatro bombarderos Savoia SM-82 transcurrió sin
incidentes porque sobrevolaron Arabia Saudí y después el Mar Rojo hasta
aterrizar en el Aeródromo de Zula sobre Eritrea con tan sólo 150 litros de
combustible en sus depósitos. Una vez en tierra las tripulaciones fueron
recibidas como héroes, antes de volver a Italia (durante la ruta de ida
bombardearían Port Sudán en el Sudán Anglo-Egipcio), donde fueron condecorados
por el mismo Benito Mussolini. Incluso el protagonista e ideólogo del raid
sobre Bahréin, Paolo Moci, volvería a ser premiado con medallas en el año 2002
tras reconocerse su mérito en la acción.
Gran
Bretaña quedó totalmente sorprendida por el bombardeo efectuado por la Fuerza
Aérea Real Italiana sobre Bahréin, a pesar de que los daños no fueron muy
graves salvo por la destrucción de algunos pozos de petróleo. Fue entonces como
a partir de este inesperado ataque que jamás volvería a producirse, el Imperio
Británico fortificó inútilmente la plaza trasladando un escuadrón de cazas, dos
batallones de infantería y diversas baterías de cañones antiaéreos. Tan
delirante fue la psicosis generada que incluso las mismas autoridades de Bahréin
expulsaron al único residente italiano en el Hakimato, un misionero cristiano
acusado falsamente de espionaje, quién fue internado en la India hasta ser
liberado en Bombay al final de la Segunda Guerra Mundial.
El bombardero sobre Bahréin de 1940 apenas tuvo repercusión alguna en la Segunda Guerra Mundial porque no pasó a ser más que una mera anécdota. No obstante, y desde el punto de vista estrictamente militar, fue una de las acciones más audaces y valientes no sólo de este conflicto, sino también de la Historia de la Aviación.
Fuente:
https://www.eurasia1945.com