Por
Amadeu Muria
El crucero por el Mediterráneo occidental
Avión Marcheti S 59 bis
En 1928, Ítalo Balbo, Subsecretario de aviación de Italia preparó una expedición aérea de hidroaviones por el Mediterráneo occidental, que sería seguida en 1929 por otra en el Mediterráneo oriental y con posterioridad por dos más Atlánticas, a Americano del Sur (Brasil, 1930) y América del Norte (EEUU, 1933), hasta entonces la conquista del aire se había hecho para vuelos individuales cada vez más largas distancias.
Era
un plan de vuelo sin precedentes, el dispositivo se preparó en Orbetello, donde
se concentraron cincuenta y un Savoia Marchetti S 59 bis, ocho S 55, de los
cuales dos para actividades de asistencia y seis para el transporte de
pasajeros, un trimotor Canto 22 para el transporte de pasajeros y S 62 para ser
pilotado por el General de Brigada de Pinedo, comandante del Crucero.
El
Savoia Marchetti S 59 bis era un hidro diseñado por el Ingeniero Marchetti, construido
por la compañía de hidroaviones Alta Italia de Sesto Calende, un biplano, con
hélice de 4 palas, casco central, flotadores laterales y una cola de monoplano.
El motor (Isotta Fraschini, de 500 CV) se colocaba entre las dos alas, mediante
un soporte de extracción fácil que facilitaba el cambio en caso de avería.
El
crucero debía comenzar siguiendo la ruta:
- Orbetello-Elmas (Cerdeña), 435 kilómetros;
- Elmas-Pollensa (Islas Baleares), 565 kilómetros;
- Pollensa-Los Alcázares (Cartagena), 428 kilómetros;
- Los Alcázares-Puerto de los Alfaques (San Carlos de la Rápida), 360 kilómetros;
- Puerto de los Alfaques-Berre (Marsella), 500 kilómetros,
- Berre-Orbetello, 530 kilómetros.
El
total de la travesía sumaba 2.818 kilómetros.
Había que prever la logística de aprovisionamiento de combustible, la atención al personal, el amerizaje de los hidros, el anclaje, el despegue y hacer frente a posibles fallos mecánicos. El proyecto, pues de atravesar el Mediterráneo occidental con una brigada de sesenta y un hidroaviones no sólo era nuevo sino arriesgado debido a las enormes dificultades a superar y la inexperiencia de una acción similar, pero el objetivo de Ítalo Balbo y Mussolini de hacer figurar Italia entre las potencias de primer orden, de demostrar el desarrollo de su industria aeronáutica y la capacidad militar de la Regia Aeronautica (la fuerza aérea italiana), hizo que Mussolini aprobara el Crucero concebido por el Subsecretario de Aviación, personalidad política relevante del fascismo, Ítalo Balbo.
La flota despegó de Orbetello, el día 26 de mayo de 1928, comandada por el General de Brigada De Pinedo, piloto de prestigio internacional (fue el primer piloto extranjero en aterrizar en los Estados Unidos después de haber cruzado el Atlántico). La brigada estaba subdividida en dos escuadrones, el mando del primer escuadrón lo asumió el Coronel Cassone y el del segundo el Teniente Coronel Lodi. Las sesenta y una unidades salieron con grupos reducidos a intervalos de tiempo regulares entre ellos, desde las seis y media a las siete y cuarto de la mañana. Este sistema de emprender el vuelo se repetiría cada etapa. Acompañaban los pilotos y altas autoridades militares italianas, invitados por el gobierno italiano, agregados de las alegaciones, en Italia, de Francia, España, Inglaterra y los Estados Unidos, también periodistas italianos, y los pilotos militares españoles Llorente y Taviel de Andrade. Hacia las diez, llegaron los primeros hidroplanos a Elmas (Cerdeña). En tres cuartos de hora, quedaron todos anclados en lugares señalados del puerto sin ningún incidente. Esta precisión matemática se cumplió en todas las etapas.
Llegada en Pollensa
El día 27 a las diez de la mañana, llegaron los primeros hidroplanos de la expedición al puerto de Pollença, al frente el S62 del General Pinedo, más tarde dos hidroplanos, seguidos de tres agrupaciones, minutos después se vieron en diferentes trayectos otras escuadrillas que fueron llegando hasta completar el número de sesenta y cuatro hidros (parece ser que algunos hidroaviones españoles se habían reunido los italianos). Al llegar los aviones, la población que se había volcado para recibirlos irrumpió en un multitudinario aplauso. La tripulación y las autoridades militares italianas al tocar puerto fueron saludadas por las primeras autoridades civiles y militares de Mallorca. Fuerzas de la guardia civil protegían los aviadores de la gente, que deseaba acercarse a los tripulantes. Una orquesta interpretó los himnos italiano y de España.
La
etapa a Los Alcázares
El 28, pasadas las doce de la mañana, llegaron a los Alcázares los primeros nueve aparatos de la brigada italiana, poco después fueron acercándose en grupos escalonados el resto de aviones, hasta sesenta y un aparatos. Con la brigada italiana, iban desde Pollença tres aparatos españoles, entre ellos, el del Comandante Llorente, el cual tuvo que amerizar en Sóller, por falta de combustible; una vez aprovisionado, se presentó, también, en Los Alcázares.
Habían
salido de Pollença a las seis de la mañana con buen tiempo, al llegar a Ibiza
se transformó en un fuerte levante que dificultó el trayecto y el amerizaje en
Los Alcázares. En el aeródromo, los esperaban las autoridades de Murcia, el General
Sanjurjo, Castro Girona y el Coronel Kindelán. Una barca gasolinera llevó a
tierra el marqués De Pinedo, que fue saludado por dichos personajes. Desde el
puerto, De Pinedo contó los aparatos y observó que había uno menos, entonces
volvió a embarcarse con la gasolinera para pasar revista in situ, y
efectivamente faltaba el hidroavión donde iba Ítalo Balbo, y el General
Seríalno, que había amerizado a unas millas del puerto. A continuación, fueron
recogidos y trasladados a tierra.
El
General Balbo en sus intervenciones quiso remarcar la dificultad que
representaba el Crucero, por el número de aparatos que constituía la brigada,
dificultad de mover un número tan considerable de hidroaviones, sin que se
produjera ningún accidente, de mantener la formación en el vuelo y al amerizaje
donde era más factible la posibilidad de incidencias; por otra parte, mostraba
que el hecho del Crucero era una novedad en la historia de la aeronáutica, y
demostraba la capacidad de organización y de preparación de la aviación de su
país; eso sí, con falsa humildad y con mucha diplomacia, afirmaba Balbo que el Crucero
era un acto de amistad de la aviación italiana con las valerosas aviaciones
española y francesa sin ningún otro propósito ni intención; la participación
como invitados de los agregados militares navales de los Estados Unidos.
Para
recoger a De Pinedo y a Ítalo Balbo, que debían trasladarse a Madrid para
entrevistarse con el dictador Primo de Rivera, aterrizaba en los Alcázares un Junkers
trimotor de la Unión Aérea Española tripulado por los pilotos José Ansaldo y el
piloto mecánico Mario Álvarez, que llevaban de pasajero el embajador de Italia
en España.
La estancia en este fin de etapa fue más larga que los demás, pues había que esperar el regreso del Comandante De Pinedo de su viaje a Madrid, mientras que Ítalo Balbo viajaría hasta Barcelona y de allí en coche en San Carlos de la Rápida donde se reuniría con la expedición.
La estancia en la Rápida o El gran corazón de
un pequeño pueblo
En
Los Alcázares, el 31 de madrugada comenzó el tráfico, la animación era
extraordinaria, la salida estaba anunciada para las cinco y hasta las cuatro no
debían iniciarse los preparativos para el despegue de los aparatos, mucho de
los pilotos embarcaban antes de tiempo en lanchas para ser trasladados a bordo
de sus hidroaviones, que eran anclados llenando el Mar Menor; a las cuatro y
media, se presentó el marqués De Pinedo acompañado por los pilotos españoles
Gallarza y Kindelán.
En el puerto había el comandante Franco (hermano del dictador) comentando con
otros pilotos el vuelo del avión español Jesús del Gran Poder, pilotado por los
Capitanes Jiménez e Iglesias que entonces se dirigía a Bombay; Franco afirmaba
que la falta de noticias era una buena noticia y que confiaba en que la
travesía sería exitosa, no podía saber, aunque el avión, debido a un fallo
mecánico, sólo llegaría a Basora (Irak). A las cinco de la mañana, se produjo
el despegue de los primeros aviones rumbo al Puerto de los Alfaques, un total
de cincuenta y seis, dado que cinco habían sufrido averías, y permanecieron por
el momento en Los Alcázares, los aparatos sobrevolaron en formación Valencia y
Castellón ya las diez de la mañana llegaban al puerto de San Carlos de la Rápida.
Por
otra parte, el tráfico en la población pesquera arrancó más de mañana, desde
las dos de la madrugada fueron llegando carros cargados de gente, coches,
camiones, motos y bicicletas; ansioso mundo de presenciar un evento único, el
amerizaje de la brigada de hidroaviones italianos en la bahía de los Alfaques.
La guardia civil encargada de mantener el orden designó varios descampados para
aparcamiento de los vehículos, se movilizó la Cruz Roja de Tortosa para atender
posibles asistencias médicas, la asociación de prensa de la misma ciudad
estableció en el edificio de aduanas de San Carlos todo lo necesario para
facilitar el trabajo de los corresponsales extranjeros, ningún preparativo no
faltó en esta población. La prensa comarcal elevó la cifra de asistentes a
60.000, no lo hemos podido contrastar con otras fuentes periodísticas, sí
parece factible que algún periodista pudiera contar los coches, pues afirman
que hay acudieron 1.000, y aventuran que si se pudieran contar el total de
vehículos podrían subir de 3.000; al menos la respuesta del territorio fue
masiva, se concentraron miles de personas que se establecieron en la playa y en
diferentes puntos del Montsià y Montsianell para contemplar el espectáculo.
Durante todo el día, el tráfico no paró, la compañía Esquerré, que tenía
servicio de automóviles de Tortosa en la Rápida, hizo circular diez autocares
en servicio permanente durante toda la jornada. El Ferrocarril de la Cava
también puso trenes especiales para cubrir el trayecto. al menos la respuesta
del territorio fue masiva, se concentraron miles de personas que se
establecieron en la playa y en diferentes puntos del Montsià y Montsianell para
contemplar el espectáculo. Durante todo el día, el tráfico no paró, la compañía
Esquerré, que tenía servicio de automóviles de Tortosa en la Rápida, hizo
circular diez autocares en servicio permanente durante toda la jornada. El
Ferrocarril de la Cava también puso trenes especiales para cubrir el trayecto.
al menos la respuesta del territorio fue masiva, se concentraron miles de
personas que se establecieron en la playa y en diferentes puntos del Montsià y
Montsianell para contemplar el espectáculo. Durante todo el día, el tráfico no
paró, la compañía Esquerré, que tenía servicio de automóviles de Tortosa en la Rápida,
hizo circular diez autocares en servicio permanente durante toda la jornada. El
Ferrocarril de la Cava también puso trenes especiales para cubrir el trayecto.
En
el puerto de los Alfaques, se encontraban fondeados el barco español Dédalo, y
dos contratorpederos italianos, el Sauro y el Francesco. Todos los balcones de
la población eran adornados con colgaduras y en una mayoría ondeaban juntas la
bandera de Italia y la de España. A las ocho de la mañana, llegaron el Capitán General
y el gobernador civil en coche, seguido por otro automóvil con el alcalde de
Tortosa Bau y el comandante de Somatenes; más tarde se presentaría el obispo de
la Diócesis. El Capitán General pasó revista al somatén armado de San Carlos.
A
las ocho y media, sobrevolaron el puerto cinco hidroplanos de la Aeronáutica
Española que iban a recibir los italianos, poco después otro hidro amerizó
cerca del Dédalo; los cinco anteriores volvieron a las nueve y cuarto, y
también se colocaron junto al portaaviones; comunicaron al comandante del
Dédalo que la brigada estaba a punto de llegar. A minutos de diez, el Dédalo
transmitió al suelo que los hidros eran a la vista y, a las diez en punto, el
público pudo vislumbrar los hidroplanos; primero un grupo de tres, después una
escuadrilla de siete, seguida de otra también de siete, posteriormente el
hidroavión del marqués De Pinedo, más tarde una de once, seguida de una de
nuevo, de una de dos y una de ocho, formando la última escuadrilla llegaron
seis aparatos más; a las once en punto, llegó el hidro trimotor; ya las doce, llegaban
tres de los cinco hidros que habían quedado averiados en Cartagena; es decir,
sólo dos unidades no pudieron seguir toda la Crucero. Cincuenta y ocho
aeronaves fueron ancladas en los puntos señalados con boyas, en forma de
semicírculo a lo largo de cuatro kilómetros en la bahía de los Alfacs, todo un
espectáculo. Sólo se produjo un leve incidente, el hidro pilotado por el Comandante
Barba, en empapar demasiado cerca de tierra, encalló, con la ayuda del servicio
del puerto desencallarlo sin que se produjera ninguna avería en el aparato.
Entre
tripulantes y pasajeros, la brigada transportaba 180 personas, entre ellas, los
agregados de las embajadas ya mencionadas, once periodistas italianos y uno del
Daily Express, el jefe de Estado Mayor General Armani, los Coroneles Pellegrini
y Cassarie, los Tenientes Coroneles Coppola, Collalto, Lodi, Turilli y Marini;
los Capitanes de Corbeta Mangeri, Catalanno y Varoli; los Comandantes
Marininchi, Mecossi y Ouascani, y el agregado militar de la Embajada Italiana
en Madrid Comandante Longo; recordemos que el subsecretario de la aviación
Italiana, Ítalo Balbo, tenía que llegar en coche procedente de Barcelona, lo hizo por la tarde
hacia las siete.
Al
tocar tierra, el marqués De Pinedo fue recibido y saludado por las autoridades
como cada etapa. No faltó la banda de música que interpretó el himno nacional
de Italia, entre otras composiciones. Al mediodía, el Ayuntamiento de San
Carlos ofreció un banquete en el local de la Unión Patriótica a los miembros de
la expedición y demás autoridades que acudieron a San Carlos a recibir la
brigada. A las seis de la tarde, cuando aún no habían digerido la comida
celebraron otra comida. Al atardecer, se lanzaron fuegos artificiales. Los
aviadores italianos fueron alojados en las casas de los vecinos de San Carlos,
donde todo el mundo se desvivía para hacer agradable la estancia a sus
respectivos huéspedes, hasta el punto de que esa noche muchos pescadores
durmieron al raso en su barca, en ceder sus camas a los huéspedes italianos.
Los periodistas hicieron noche en el edificio de la aduana donde tenían las
barcas en seco para pasar la noche al raso en homenaje a los huéspedes alados,
y añade: Nos trataron como personas que realmente llovieron del cielo ..!
España no podría haber sido más expansiva, saludando a los invitados, hacia los
que ha utilizado la más exquisita y espontánea amabilidad.
Solamente
A las siete de la mañana del primero de junio, despegaban los aeroplanos para dirigirse a cielo francés, en Berre (Marsella) donde llegaban a las diez y media, era la quinta y penúltima etapa del Crucero, los franceses los dieron también una cálida bienvenida. La última era la vuelta al punto de partida en Orbetello. El mismo periodista nos cuenta, que a las siete de la mañana la sirena de unos de los contratorpederos dio la orden de salida, el cielo eestaba nublado y caían gotas de agua; al este, una raya roja como de fuego anunciaba la salida del sol, los aviones que despegaron en pocos minutos tomaron la rígida formación de combate que mantuvieron hasta Marsella, la etapa como las otras sin problemas, dice que fue una de las más perfectas, visto desde la disciplina de vuelo y la regularidad de las evoluciones.
Después
de tres horas, minutos pasadas las diez, se presentaban sobre Marsella para
saludar Francia y los 150.000 compatriotas que vivían, posteriormente al saludo
aéreo la brigada tocó agua en el lago de Berre. Como en anteriores etapas hubo
una primera recibida en el desembarcadero con una banda interpretando la Marcha
Real y la Marsellesa. Cinco autocares y veinte coches condujeron pilotos y
pasajeros en un albergue en Marsella, cruzaron diferentes barrios, en uno de
ellos solo vivían 15.000 italianos, el cortejo estuvo flanqueado en la ciudad
por numerosos italianos e italianas; la recibida diplomática se produjo en el
palacete del mando de marina donde había un retrato de Mussolini y otro de Ítalo
Balbo, tomó la palabra el Vicealmirante Veri en nombre del ministro de Marina
de Francia; las frases más aplaudidas se produjeron al recordar que Italia y
Francia habían luchado juntas a la Gran Guerra. Fue el banquete de rigor y
Balbo estuvo prácticamente asaltado por los franceses en solicitud de
autógrafos.
Tomó
la palabra Balbo subrayando que, para la evolución de la aeronáutica, el tiempo
de las largas travesías con un avión solo tenían que dejar paso a travesías
colectivas con escuadrones de aviones, programa que él mismo cumplió haciendo
tres cruceros más, con hemos dicho al principio, dos Atlánticos, las que dieron
un prestigio irrefutable a la Regia Aeronautica y al mismo Balbo. El día 2 de
Junio, se acababa la última etapa, y el Crucero, con un éxito absoluto, cuando
llegaron al punto de partida, Orbetello. No comentaremos la explotación propagandística
que hizo Mussolini y el fascismo italiano.
La
historia muestra a menudo paradojas amargas. Los dos aviadores que con tanta
perfección habían diseñado y dirigido el Crucero Mediterráneo Occidental,
cuando llegó la hora de la siguiente, en 1829, la del Mediterráneo oriental
fueron mostrando cada vez más sus diferencias, hasta el punto, que ya nombrado Ítalo
Balbo ministro de aviación, de Pinedo que se sentía menospreciado por el
ministro abandonó la Regia Aeronautica y se trasladó a los Estados Unidos,
desconociendo el futuro trágico que le esperaba. Ambos murieron en sendas
catástrofes aéreas, posiblemente evitables.
De
Pinedo había preparado en 1933 un vuelo de Nueva York a Bagdad con un avión
Bellanca de la Bellanca Aircraft Corporation of America, fundada en 1927 por
Giuseppe Mario Bellanca pionero de la aviación italiana. El 2 de Septiembre, despegó
desde el Floyd Bennet Field en Brooklyn, al intentar tomar altura, el Bellanca
aunque a pocos metros de altura aterriza, mientras rueda por la pista hace un
movimiento de desequilibrio y cambia la trayectoria para estrellarse, después
se incendia, con el piloto dentro del aparato, sobrecargado de combustible para
el largo trayecto.
El
28 de Junio de 1940, Ítalo Balbo,
gobernador de Libia desde hacía siete años,
pilotaba un Savoia Marchetti SM79 Sparviero procedente de Derna, se dirigía a
aterrizar en el aeropuerto de Tobruk; la artillería antiaérea italiana lo atacó
al confundirlo con un avión británico. Mussolini había declarado la guerra a
Gran Bretaña dieciocho días antes.
Pasados diez años de la acogida a la brigada italiana, y en el contexto de la Guerra Civil Española, San Carlos del Valle y otras poblaciones del territorio eran bombardeadas por la aviación italiana, y Tortosa sencillamente masacrada.
Fuente:
https://www.historia.org