21 de octubre de 2021

LAS VALQUIRIAS DE STALIN, EL TRUENO EN EL CIELO DE STALINGRADO

 

La escritora rusa Lyuba Vinogradova reconstruye en “Las brujas de la noche” la vida de Marina Raskova y el resto de mujeres pilotos

 

Por Clara Felis

 

Lilya Litvyak, Katya Budanova y Masha Kuznetsov en Stalingrado, otoño de 1942.

 

Ninguna de ellas superaba los 30 años. Su valentía, temeridad e inconsciencia, fruto de su juventud, acabaron por convertir a muchas de las pilotos que formaron parte de las fuerzas aéreas de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial en mártires de la Rodina (madre patria en ruso).

 

Morir por la causa no sólo estaba bien visto: era un final que muchas ansiaban tener para parecerse aún más a su líder, Marina Raskova. La primera mujer que recibió el título de Heroína de la URSS. Los hombres habían decidido la guerra, pero las mujeres no se quedaron en casa. "Quiero ser como Marina Raskova", escribían en la solicitud de ingreso de los clubes de aviación de la OSOAVIAJIM (Unión de Sociedades de Asistencia para la Defensa y Aviación-Construcción química de la URSS) todas aquellas que habían dejado atrás su pueblo, familia y amigos para volar hacia la capital, Moscú. Nuevo destino. Nuevas alas y un reto: Matar a todos los nazis que fuera posible.

 

Ansiaban parecerse a su musa, Marina Raskova, primera mujer que recibió el título de Heroína de la URSS

 

Sobre las vidas, misiones y estrategias de ataque que llevaron a cabo cada una de las pilotos soviéticas de aquel tiempo trata Las brujas de la noche (Pasado & Presente, 2016) de la escritora Lyuba Vinogradova (Moscú,1973). "Las que llegaron a los regimientos de Raskova eran mujeres excepcionales, valientes. Todas eran muy jóvenes, ni tenían miedo, ni miraban mucho al futuro. Miraban al presente", remarca la propia escritora sobre sus protagonistas.

 

Las chicas solo quieren ser pilotos

 

La pobreza, las aspiraciones a tener una vida mejor, la propaganda del régimen y el reconocimiento social, - ser piloto en la época era similar a ser político-, fueron los principales motivos para alistarse en el cuerpo de Raskova. Como le sucedió a Katia Budánova. Huérfana de padre, y con una madre incapaz de mantenerse por sí misma, la joven empezó a trabajar con nueve años para sacar a su familia adelante. De cuidar a niños en su aldea a trabajar en una fábrica de aeroplanos en Moscú.

 

La piloto Masha Dolina.

 

"Mi dulce Yak alado es una máquina espléndida a la que he ligado mi vida. Si morimos, será juntos"

 

Fue allí donde su antigua y grisácea vida cambió de rumbo. Aunque esta vez dirigía ella. Con el grado de instructora que obtuvo en la escuela de vuelo y su dominio del salto en paracaídas, la chica rural se convirtió oficialmente en piloto, con abrigo largo de cuero inclusive. "Desde luego que la propaganda tuvo un papel fundamental porque había gente muy idealista, sobre todo en las ciudades, pero durante la guerra, en la Unión Soviética se llamaba a la igualdad de género, a la igualdad de raza, a la igualdad de todo. Esto es lo que se vendía", matiza Vinogradova.

 

Alerta roja en el Kremlin

 

Aunque parezca contradictorio, para algunas la igualdad llegó con la guerra. El 30 de septiembre de 1941 Alemania comenzó su ofensiva contra Moscú. Ciudades como Kaluga o Viazma resistieron al enemigo, pero la actitud victoriosa de los soldados de Stalin en estas zonas se esfumó el 13 de octubre de ese mismo año. Las fuerzas alemanas habían cruzado el Volga y dos días más tarde tomarían Kalinin. Tan sólo les separaba de Moscú 150 kilómetros. Cundió el pánico y en el Kremlin saltaron todas las alarmas. Stalin, el hombre de hierro, se volvió de barro.

 

Veteranas del 46 regimiento de bombarderos “Guardias de la Noche” frente al teatro Bolshoi, Moscú.

 

"En Rusia la guerra era para todos. No había ni siquiera tiempo para ver quiénes eran mujeres o quiénes eran hombres"

 

Aquel día se produjo la firma del decreto Evacuación de Moscú, capital de la URSS en el que se establecía que el líder político abandonaría la ciudad al día siguiente o en los días posteriores. "Estamos en peligro. Abandonen la ciudad", repetían desde Radio Moscú el 16 de octubre de 1941. Esa noche, el 122º Grupo Aéreo había planificado una guerrilla urbana de resistencia. Se llenó el Teatro Bolshói de explosivos. Se creó una barricada con troncos para que el "enemigo alemán" no accediera a la ciudad y el gobierno empezó a repartir a sus conciudadanos harina, cereales, conservas y algo de abrigo y calzado.

 

La guerra había empezado.

 

"En Rusia la guerra era para todos. No había ni siquiera tiempo para ver quiénes eran mujeres o quiénes eran hombres, y se consiguió ganarla casi por casualidad. Con muchísima suerte", reflexiona la escritora.

 

La igualdad de sexos en el frente

 

Se necesitaban manos, armas y disposición. Daba igual el sexo o la condición social. Lo importante era luchar y proteger a la patria y a su líder. A ellos mismos. Las seleccionadas por Raskova para combatir tuvieron que someterse a un control exhaustivo de sus diarios y documentos personales, así como a duras pruebas de resistencia física y psicológica. Se despertaban antes de que amaneciera con el grito de alerta "¡Pódium!" (¡Arriba!). Nada más lo escuchaban, saltaban automáticamente de la cama se ponían en fila y comenzaban su marcha. "¡Vista a la derecha! ¡Firmes! ¡Media vuelta!", repetían una y otra y otra vez. Las que resistieron, vencieron. Fue el 8 de diciembre de 1941 cuando se consolidó el 586º Regimiento femenino de caza. Iban a ser pilotos de guerra, a pesar de que desconocieran la magnitud y riesgo de la misma. Al fin y al cabo, eran niñas pequeñas vestidas con grandes uniformes de hombre.

 

Marina Raskova, heroína de la URSS y posible agente de la NKVD.


Marina Raskova se estrelló en la orilla del Volga cuando se dirigía con sus bombarderos hacia Stalingrado

 

Galia Dokutóvich se autoconfesaba de esta manera en una carta. "Aunque la guerra ha hecho mella en mí por fuera, en el interior es poco lo que ha cambiado. Sigo siendo la misma niña de siempre. Quizá la mayoría de los de la retaguardia piense que aquí, en el frente, ocurren a diario actos heroicos extraordinarios. ¡Tonterías! Todo es muy mundano: Lo normal de una guerra. Tal vez nos hemos acabado por acostumbrar a todo: al mal tiempo, a los reflectores, a las baterías antiaéreas y a noches tan oscuras que no se ven ni el cielo ni las estrellas".

 

Los fantasmas de la guerra comenzaron a planear de manera habitual a partir de la Batalla de Stalingrado (1942-1943). El hastío, la incomunicación con la familia y la escasa alimentación que recibían desanimaron a muchas de las pilotos. Katia Budánova se pasó más de un año sin saber de los suyos, hasta que el 7 de octubre de 1942 una misiva procedente de su casa le confirmaba que su madre seguía con vida, que todo estaba en orden.

 

Nos hemos acabado por acostumbrar a todo: al mal tiempo, a los reflectores, a las baterías antiaéreas...

 

Pero su melancolía nunca superó sus ganas de venganza. Como le dijo ella misma a su hermana Valia por carta. "Mi vida pertenece ahora a la lucha contra los bárbaros fascistas. Quiero que sepas que no me da miedo la muerte, pero tampoco la busco: si tengo que morir, pienso vender cara la vida. Mi dulce Yak alado es una máquina espléndida a la que he ligado mi vida de forma inextricable. Si morimos, será juntos y sólo convertidos en héroes. ¡Cuídate! Que tu amor a la Patria sea cada vez más intenso y mayor tu pericia por su causa. No me olvides".

 

Raskova: la muerte de la belleza rusa callada

 

El 4 de enero de 1943 todo se desmoronó. "La belleza rusa callada y discreta", como había calificado el corresponsal de guerra, Konstantín Símonov, a Marina Raskova, enmudeció para siempre. Un fallo de cálculo y la densa niebla que encontró mientras se dirigía con sus bombarderos hacia Stalingrado, hicieron que la heroína de la Unión Soviética se estrellara contra la orilla diestra del Volga. El Pravda, periódico oficial del Partido Comunista, escribía aquel día un editorial titulado “Moscú asiste al funeral de Raskova” en el que se ensalzaba la labor y la "gloriosa trayectoria" de una de las "mujeres más notables de nuestro tiempo".

 

¿Era Raskova realmente una espía de la NKVD? ¿Cómo logró hacerse con el puesto de navegante si casi no tenía experiencia en este oficio?

 

Al funeral, un asunto de Estado, asistieron "Representantes del Gobierno soviético, comisarios del pueblo, héroes del Trabajo Socialista, héroes de la Unión Soviética y el resto de las gentes más destacadas de la URSS se encuentran hoy al lado del féretro de Raskova. Las manecillas del reloj se aproximan a las tres. La guardia de honor forma ante el secretario del partido en Moscú, A. S. Sherbakov; el Mariscal S. M. Budionni, y V. P. Pronin, presidente del concejo municipal moscovita".

 

Su muerte dejó numerosas cuestiones sin resolver. ¿Era Raskova realmente una espía de la NKVD? ¿Cómo logró hacerse con el puesto de navegante si casi no tenía experiencia en este oficio? ¿Actuó de alguna manera en la época de represión del régimen soviético?

 

"Es cierto que ella formaba parte de la NKVD, pero lo más probable es que su misión fuera informar sobre temas de aviación, que era donde tenía los contactos. Ella vigilaba, anotaba y lo comunicaba, aunque sí que es verdad que durante un tiempo en el que trabaja para la NKVD se produce una represión brutal con los pilotos. Es posible que jugara un papel en este proceso, pero obviamente nunca vamos a poder encontrar fuentes documentales que lo demuestren", concluye Viogradova.

 

Fuente: https://www.elmundo.es