Por Gabriela
Dalla-Corte Caballero**
Introducción
La
difusión y transmisión de la noticia de la llegada del Plus Ultra a la ciudad
de Buenos Aires producida el 10 de febrero del año 1926, sirvió sin duda como
estrategia de unión entre España y la población española migrada a las antiguas
colonias americanas, en particular a la República Argentina. La prensa jugó un
papel central al dar a conocer la importancia de la labor desarrollada por el Comandante
Ramón Franco Bahamonde, precisamente el hermano menor del militar Francisco
Franco que una década después, en 1936, se convertiría en el jefe de facto del
Estado español.
La prensa fue también uno de los instrumentos utilizados en Cataluña para dar a conocer el vínculo americanista, y para sostener el valioso accionar de los catalanes migrados a Buenos Aires.
Este trabajo busca dar a conocer las fuentes históricas que son conservadas hoy día en la Biblioteca Nacional de Catalunya (BNC). Hablamos de una documentación que brinda nuevas ideas para comprender el papel ejercido por la población española residente en la Argentina, y que en este país de recepción celebraron la llegada del Plus Ultra y de sus cuatro tripulantes en los primeros meses del año 1926, liderados por Ramón Franco. Mercurio, la revista comercial iberoamericana nacida en Barcelona en el año 1901 tras la pérdida de las colonias de Puerto Rico y Cuba —convertido una década después, en abril de 1911, en el órgano de difusión de la Casa de América de Barcelona—, otorgó un lugar de privilegio a la “Crónica Argentina” que enviaba mensualmente desde Buenos Aires su corresponsal: el literato catalán Ricardo Monner Sans[1].
Editada
mensualmente por la revista Mercurio, la “Crónica Argentina” de Ricardo Monner
Sans, vinculó el Plus Ultra con las tres carabelas de Cristóbal Colón, un
aspecto simbólico que sirvió para identificar el sentido del cruce del océano
Atlántico así como del reforzamiento internacional entre ambos países. Franco
partió desde el puerto de Palos de Moguer, y el 10 de febrero acuatizó el Plus
Ultra en el histórico Río de la Plata. Trasladado al Arsenal de la capital argentina,
fue llevado desde allí a la Casa de Gobierno con el objetivo de entregar al
presidente Marcelo Torcuato de Alvear el mensaje de Alfonso XIII, rey de
España, quien estaba interesado en recuperar, recrear y sostener las relaciones
hispanoamericanas.
Esta “alada empresa”, tal como la definió Monner, entusiasmó a los propios migrantes españoles que habían optado por radicarse en Buenos Aires y convertirse en ciudadanos argentinos como él.
Este artículo aborda precisamente el aspecto representativo y de divulgación que ofrece la prensa catalana al utilizar las noticias de la prensa argentina ante la llegada del Plus Ultra a Buenos Aires. En calidad de cronista, Monner Sans solicitó a los diarios argentinos La Nación y La Prensa las copias de las fotografías que sacaron durante la llegada de Ramón Franco al puerto bonaerense, así como el contenido de todas las entrevistas que le hicieron durante los días que permaneció en la Argentina, para reenviar estos datos a Mercurio. Las fotografías y documentos permitieron a Monner Sans enviar a la ciudad de Barcelona un total de nueve textos fechados el 1, 11 y 17 de febrero, el 1 y 2 de marzo, el 1 de abril, el 1 de mayo, el 4 de junio, y el 1 de julio de 1926. Gran parte de estas cuartillas de la crónica argentina se publicaron cuando Ramón Franco y sus compañeros ya se encontraban de regreso en España ya que la edición de Mercurio salía a la luz un mes después de la recepción de las crónicas. No obstante, tanto para los responsables de esta Revista Comercial Iberoamericana barcelonesa, como para los lectores catalanes, fue de capital interés conocer la opinión dejada por el cronista catalán establecido desde joven en la República Argentina.
En su
tradicional crónica, Monner destacó siempre la diferencia entre estos dos
diarios matutinos de Buenos Aires que acostumbraban competir en la reforma de
los servicios, en el diseño de las secciones, en el uso de sus grandes
rotativos, y en la divulgación de las noticias. Sus lectores también eran
especiales: en el primer caso, el de La Prensa, su público estaba conformado
por la clase media y por el pueblo en general; en el segundo, el de La Nación,
se reunía, al descubierto, la clase alta. A esto se agregaban otras razones:
según Monner Sans, La Prensa, fundada por José C. Paz, era más nacionalista,
con menos influencia extranjera, y superaba a La Nación, fundada por Bartolomé
Mitre; a esto se sumaba La Razón de la tarde, diario que había sido fundado por
José Ángel Cortejarena.
Los tres periódicos utilizaban de manera vergonzante el calificativo de América Latina que habían inventado y difundido el Gobierno y los intelectuales franceses. Los fines no confesados olvidaban así el término América Hispana.
Por
ello para este cronista las fotografías y las entrevistas podían compensar a la
población catalana para “mantener viva la atención de todos sobre el vuelo
audaz del gallego que en vida ha logrado ya la inmortalidad”; Y como este catalán
y cronista afirmó en las páginas de Mercurio: “si Colón probó que el mar no
separa, antes bien, une, Franco demuestra que el aire no aleja, acerca”[2].
Los temas mencionados se abordan en este trabajo dedicado al papel ejercido por la Revista Comercial Iberoamericana de la ciudad de Barcelona. Se analiza también la presentación que hizo el literato catalán Monner Sans en las páginas de Mercurio sobre la llegada del Plus Ultra; los comentarios que escuchó en las calles de Buenos Aires ante la presencia del hidroavión del Ejército del Aire español; las reflexiones surgidas en las páginas de la prensa argentina, en particular en la revista Aviación; así como el contenido de las obras biográficas y literarias que dio a luz el propio líder de este viaje del Plus Ultra, Ramón Franco.
Pero la
llegada del Plus Ultra produjo un impacto emocional que se ve relejado en otras
producciones culturales. Una de ellas es la de las canciones populares,
especialmente el tango, que expresó con singular fuerza los sentimientos de las
multitudes ante el extraordinario suceso.
También
es de interés exponer las interpretaciones de las entidades españolas
establecidas en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile a la hora de recibir y
honrar a los tripulantes durante los primeros meses de 1926, documentos que hoy
día se conservan en la Biblioteca Nacional de Catalunya.
Pero ya
en España, los instantes de gloria se desvanecen. Los hechos históricos que se
van sucediendo afectan a Ramón Franco de manera a veces brutal: lo expresa en
sus diferentes publicaciones que relejan desencanto, enojo, indignación. Estos
escritos han sido consultados también en la Biblioteca Nacional de Catalunya, y
no debemos olvidar que el aviador buscó refugio en Barcelona durante los
difíciles momentos de oposición a Alfonso XIII y por la lucha revolucionaria
contra la Dictadura de Primo de Rivera.
El
catalán Ricardo Monner Sans observando al gallego Ramón Franco
El 1 de febrero de 1926 el catalán Ricardo Monner Sans envió por correo a la Revista Comercial Iberoamericana Mercurio de Barcelona, su crónica mensual titulada “De la Argentina. La llegada de Franco”. Adjuntando siempre la frase “desde mi rincón”, frase con la que aludía a la localidad de Adrogué del interior de la provincia de Buenos Aires, que fue el sitio apartado y modesto en el que eligió vivir[3], dedicó aproximadamente un año de trabajo para relatar la salida del avión Plus Ultra desde el puerto de Palos de Moguer, su llegada al arsenal de la capital de la República Argentina, y su regreso a España.
Así da
comienzo Monner Sans su relato sobre las peripecias de Ramón Franco, y del
hidroavión Plus Ultra del Ejército del Aire de España:
“La
magnitud del hecho acobarda al cronista, que si no puede substraerse al
universal entusiasmo y a las nerviosidad popular que lota en el ambiente y nos
envuelve a todos, adivina que cuando estas líneas lleguen a imprimirse el éxito
de la hazañosa empresa habrá pasado ya a la categoría de triunfo alcanzado por
los hijos de la inmortal nación española”.
Para
Monner Sans, Franco tuvo un magnífico recibimiento, digno de ser anotado, que
fue preparado por la población española radicada en Buenos Aires.
Imagen 1: Ramón Franco desembarcando en Buenos Aires en el Plus Ultra, en la Revista Comercial Iberoamericana Mercurio, Barcelona, 1926. Fuente: Biblioteca Nacional de Catalunya.
El Plus Ultra, según él, enorgullecía no sólo a los descendientes de Garay y de Mendoza, sino también a miles y miles de familias españolas que habían migrado para establecerse y trabajar en la Argentina. Este avión representaba también la transformación del progreso universal y de las comunicaciones lideradas por el telégrafo. Como él mismo reconociera en ese año 1926, si bien la información había sido lanzada a los cuatro vientos, y si bien todo el “viejo mundo” ya había tomado conocimiento del desembarco de Franco en Buenos Aires, la revista Mercurio debía reproducir estos hechos e incluir las fotografías cedidas por la prensa argentina. La Revista Comercial Iberoamericana de Barcelona reprodujo varias imágenes fotográficas, algunas de las cuales incluimos en este trabajo sobre la llegada del famoso avión a Buenos Aires.
Monner
Sans reconoció que la tarea asumida para escribir sobre esta “alada empresa” consistió
en hojear diarios locales e interpretarlos. Partió de un reconocimiento personal:
si bien a lo largo de su vida había podido presenciar diversos desbordes de
entusiasmos, el Plus Ultra en Buenos Aires fue la más grande explosión de
sentimientos nacionales expresada por la sociedad española radicada en la Argentina.
Según él, nunca había observado una unidad tan vibrante, ni un entusiasmo tan mayúsculo como el surgido entre las personas que asistieron a la llegada de Ramón Franco. El sobrepujado corazón de los españoles se unió al de los argentinos y al del resto de ciudadanos de otras naciones que demostraron su aprecio ante el “intrépido Aviador” al aplaudir el “éxito de la empresa”.
Ahora
bien: hasta aquí el viaje aéreo parecía representar la modernidad y la
internacionalización de los vínculos sociales. También generaba un noble
deporte competitivo en el periodismo argentino representado por los diarios La Nación
y La Prensa, los cuales mostraban un gran interés sobre el vuelo audaz del ya
inmortal gallego. A esto se sumaba el órgano de publicidad llamado El Diario
Español, el cual dedicó un buen número de páginas para unir así los aplausos de
la colectividad. Para Monner Sans el Plus Ultra significó un hermoso y
emocionante epílogo de la gran epopeya iniciada por las tres carabelas de
Cristóbal Colón, continuada por los inmortales descubridores que llevaron su
amor y su corazón español a los habitantes de las tierras americanas, y
concretada finalmente por un mar que dejó de ser tenebroso para quienes
completaron así la redondez del Universo.
La primera crónica dedicada al avión Plus Ultra, fechada el 1 de febrero y publicada el 4 de marzo de 1926, llega a su fin con los gritos del propio Monner Sans advirtiendo de que “dentro de cuatro o seis días se oirán en el puerto, en calles, en plazas, en paseos: ¡Viva Franco!, ¡Viva España!, ¡Viva la República Argentina![4].
La
segunda y la tercera crónica de Monner Sans fueron enviadas a Barcelona los
días 11 y 17 de febrero de 1926, respectivamente, y fueron editadas
conjuntamente el 18 de marzo en las páginas de Mercurio. El cronista describió la
llegada de Ramón Franco a la ciudad, más que celebrar la importancia del avión
Plus Ultra. Resulta interesante encontrar en estas páginas la alusión al
personaje de “El tren expreso”, poema de Ramón de Campoamor, y la reproducción de
su frase: “a mí la admiración me quita el sueño”. Parodiándole, Monner afirmó
que no sólo sintió un nudo en la garganta, sino que también le costó utilizar la
pluma para escribir de manera ordenada y amena en el papel. No es casual esta afirmación
ya que Monner Sans decidió viajar a la capital y contemplar personalmente la llegada
de Franco. Voces enronquecidas y palmas amoratadas de tanto aplaudir
acompañaron la recepción de este aviador por parte de la muchedumbre. Una
muchedumbre que expresó públicamente la tensión nerviosa que generó la salida
del Plus Ultra con sus aeronautas desde Puerto de Palos de Moguer. La prensa
toda estalló de tal manera que Monner Sans decidió mencionar especialmente el tañido
de las campanas de todas las iglesias de la ciudad que anunciaron el Plus Ultra
salido de las costas españolas.
A esto
agregó:
“Ayer
al mediodía vibrante, sonora, armoniosa, cuando del hidroavión descendieron los
valientes muchachos. El momento es indescriptible. El entusiasmo delirante de
la multitud que la intensa alegría como el hondo dolor son contagiosos, supo
escoger los medios más expresivos para demostrar su admiración. Desde los
atronadores aplausos; el nervioso agitar al aire de los sombreros; los vítores
a cada uno de los viajeros, y a España y a la Argentina, y las estentóreas
frases aisladas de algún admirador de potentes pulmones, hasta el casto beso
estampado en las mejillas de los héroes por damas y damitas desbordantes de
alegría, de todo hubo”.
El
cronista decidió mencionar los agasajos que comenzaron en el Arsenal de Buenos
Aires. Describió paso a paso cómo el avión Plus Ultra atravesó el Atlántico
Sur, y cómo se desarrolló la rendida y deshecha llegada a Buenos Aires de su Comandante
junto a sus compañeros: Julio Ruiz de Alda Miqueleiz, Durán y el mecánico Rada.
Desde allí se trasladaron a la Casa de Gobierno donde los esperaban el
presidente Máximo Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928), miembro de la Unión
Cívica Radical (UCR), y todos sus ministros.
Este grupo político entregó a Ramón Franco un mensaje enviado por Alfonso XIII, mientras Monner se encargó de adquirir varios ejemplares de los tres diarios argentinos más importantes (La Razón de la noche anterior, y La Prensa y La Nación de ese mismo día), y enviarlos a la dirección de la revista Mercurio barcelonesa.
El rol
ejercido por la prensa
El Diario Español —periódico dirigido entonces por el hijo del compatriota escritor catalán Casimiro Prieto—, también se excedió con la esperanza de dar a conocer este hecho histórico ante los connacionales catalanes y españoles establecidos en el interior de la República Argentina. Sus páginas describieron el fantástico viaje y su feliz arribo a las orillas del mar Dulce que originariamente había sido descubierto por el piloto mayor Juan Díaz de Solís entre los años 1515 y 1516 por orden del rey Fernando el Católico.
Siguiendo
el famoso Tratado de Tordesillas firmado por las monarquías española y
portuguesa, esta expedición tomó posesión para España de los territorios del
Río de la Plata y del sur del Brasil.
Esos
periódicos eran, para Monner Sans, la más elocuente prueba de cómo había
vibrado el alma del pueblo argentino ante la llegada de los “alados viajeros”,
y en especial del pueblo español que había migrado a ese país. Pero
llamativamente, Monner Sans interpretó de manera personal la fase comercial de
este acontecimiento histórico: en los tres periódicos argentinos mencionados
estaban presentes todas las empresas que decidieron anunciarse, aprovechando
precisamente el viaje aéreo. Y optó por reproducir dos frases reveladoras de lo
que él denominó “vivacidad argentina, legítima heredera de la hispana”.
La primera hace referencia al juego de palabras que fue siempre la base de análisis y de trabajo docente de este catalán en el Colegio Nacional de Buenos Aires: durante una conversación entre dos personas registró la expresión del primero: “Sé franco, López. ¿Harías tú lo que este hombre?”. La contestación fue singular si observamos por escrito ya no el calificativo sino el apellido del personaje central de las reflexiones de Monner: “Si fuese Franco, sí”. La segunda: fue una frase que concluyó así su crónica mensual, afirmando que dicha frase la había escuchado entre la población migrante gallega: “no se hará nunca otro viaje más barato que éste, pues con un Franco vinieron de España, aquí, tres gallegos”[5].
Estos
temas son objeto de estudio en este artículo. Monner también optó por
disculparse ante la revista Mercurio, afirmando que seguir paso a paso a Ramón
Franco y a sus compañeros era una tarea superior a las fuerzas personales de
cualquier cronista. En especial porque las manifestaciones de entusiasmo
estallaban al presentarse los aviadores todos juntos, o separados cada uno de
ellos.
Sin
desear caer en la vulgaridad, adjuntó en sus cartas un buen número de
fotografías concedidas por los diarios argentinos, que según él, eran imágenes
más elocuentes que sus propias cuartillas. El viaje realizado por los cuatro españoles
pasaba a la historia como ejemplo de lo que puede impulsar la ciencia moderna.
Y así concluyó Monner su escrito fechado los días 11 y 17 de febrero de 1926, y
publicado en Barcelona un mes después:
“Una
férrea voluntad y de indomable valor, virtudes legendarias hijas de la nación
que si con Colón completó el universo, con Elcano demostró la redondez de la
tierra. ¡Salve España! Aquel fatídico Finis, en mal hora pronunciado, ahogado queda
ante el aplauso unánime de todos los pueblos de la tierra. El vuelo del Plus
Ultra agrega otra brillante página a su luminosa historia. Pongo punto final a
estas cuartillas con los gritos con que el pueblo argentino y los moradores
todos de esta metrópoli saludaron a los audaces voladores: ¡Viva la República
Argentina! ¡Viva España![6]”.
El 15
de abril de 1926 Mercurio reprodujo en su número 513 las dos crónicas de Monner
de los días 1 y 2 de marzo de ese año, las cuales incluyeron palabras que
seguramente no hubiesen podido ser publicadas en la propia República Argentina.
Como español, optó nuevamente por celebrar el viaje del hidroavión desde Palos
de Moguer que dignaba el triunfo de “las sienes de la matrona España”, gracias
a “los cuatro intrépidos viajeros que pisaron las calles de la ciudad fundada
por Garay”. El mundo entero (en particular los propios argentinos y los que
poblaban esa república) ansiaba seguir las diversas etapas del vuelo, y en
Buenos Aires se organizaron fiestas, veladas, agasajos, banquetes, homenajes y
actos interminables como reconocimiento. Apretones de manos, abrazos y ¡hasta
besos! acompañaron a los aviadores que soportaron estos actos entre
sorprendidos y satisfechos.
Esta
ciudad fue la última visitada por el Plus Ultra antes de regresar a España. En
honor a la verdad, Monner escribió que “los laureles más verdes y lozanos se
ofrecieron al jefe de la expedición Comandante Ramón Franco, espejo de hombres
modestos”, incluyendo a los no olvidados Capitán Julio Ruiz de Alda, Teniente
de navío Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada. Estos aviadores fueron compensados
por el Gobierno Federal con un traslado interno hacia el puerto de salida,
utilizando para ello el crucero Buenos Aires de guerra de la Armada Argentina,
que llevaba la bandera azul y blanca. Este acto según Monner podía ser visto
con las mismas palabras que podría utilizar la Madre Patria, que serían las
siguientes:
“Os los
devuelvo sanos y salvos, envueltos como amigos muy queridos, por nuestro
pabellón nacional, que ondeó placentero al ver que cuatro hijos de la invicta
España daban glorioso remate a empresa tan gigantesca”.
También optó por describir uno de sus recuerdos personales vinculado al banquete oficial que el presidente obsequió a los tripulantes del Plus Ultra. El primer magistrado de la Nación, Alvear, convocó a Franco a sentarse en la mesa presidida por todos los altos dignatarios del Estado.
Pero el
vuelo llegó a su fin, y el cronista decidió retener no tanto los ocasionales y
efervescentes discursos, sino una reflexión duradera sobre el provecho que
podían reportar a España los cuatro tripulantes del Plus Ultra que se
encontraban a bordo del crucero Buenos Aires.
La entrega oficial del Plus Ultra se produjo 29 días después de la llegada de este buque aéreo a la República Argentina. Durante ese mes, el Gobierno, las sociedades y asociaciones, el pueblo, los periodistas, rivalizaron para demostrar la trascendencia de este arribo a través de banquetes, homenajes, vítores y aplausos. Para Monner Sans, el Plus Ultra representaba la holgada ciencia española, y sus tripulantes se asemejaban a los descubridores de América emulados por Cortés, Pizarro, Magallanes y Elcano.
Ramón
Franco, Ruiz de Alda, Durán y el modesto e inteligente mecánico Rada, el “brazo
seguro y auxiliador del saber”, reavivaban este descubrimiento. En síntesis, los
aviadores representaban un “gigantesco libro de la historia, no española, sino
mundial”, y su recuerdo ya ofrecía una provechosa enseñanza para todos aquellos
que aún suponían que los peninsulares eran sólo idealistas, vivían de espaldas
al positivismo, y que, siguiendo el catolicismo, no podían borrar de sus
creencias la “voz milagro”.
Monner pidió a los lectores de Mercurio que comprendiesen el porqué de su decisión de no detallar los acontecimientos surgidos como agasajo colectivo y particular a los tripulantes. La razón no era otra que la publicación de sus crónicas un mes después de extinguida la celebración del Plus Ultra, es decir, el 15 de abril de 1926. Por ello decidió incluir en su informe una nota simpática que para él revelaba el entusiasmo de los argentinos y de los que moraban en el país. El periódico La Razón utilizó a Roda, dueño de un taller mecánico en España, y promocionó la suscripción y las donaciones particulares del público, para reconocer la labor del técnico y hacer real la creación de nuevos Plus Ultra en la Argentina. Monner confirmó que este diario entregó a Roda un cheque de 150.000 pesetas que este último llevó consigo a Palos de Moguer de España, “… no sin bendecir a la Providencia que le llevó a prestar sus servicios en el Plus Ultra, y a la Argentina, que de manera tan positiva le ha sabido demostrar su amistoso entusiasmo. Los que durante años y años hemos luchado porque fuese una verdad la confraternidad hispano-argentina, hoy, en plena senectud, démosle gracias al cielo por habernos permitido contemplar cómo la comprensión se abrió camino, cómo la sangre no se aguó, y cómo han demostrado hoy los argentinos con hechos más que con palabras, que a gala tienen ser descendientes directos de quienes poblaron y civilizaron este hemisferio; y así los pocos que quedamos de aquellos entusiastas precursores del hispano-argentinismo, latiendo de gozo el corazón, después de vitorear a los tripulantes del Plus Ultra, hemos gritado, con opaca voz ¡que hasta los años apagan sonidos! ¡Viva España! ¡Viva la República Argentina![7]”.
El 29
de abril de 1929 Mercurio reprodujo la crónica que Monner escribió el primer
día de ese mismo mes. Esta experiencia debía ser aprovechada por gobiernos y pueblos
para anudar tanto los lazos espirituales como los materiales que unían a España
con la Argentina. Como él mismo señalara, durante años se había dedicado a
defender, bregar y laborar en pro del hispanoamericanismo para dejar atrás el
concepto de América Latina, ya que se trataba de regiones descubiertas y colonizadas
por España.
El gran
acontecimiento reforzaba así la lógica e histórica América Hispana, con pueblos
que con amor debían defender el solar de la raza. Para el cronista, su tarea
durante todos esos años había sido pisar la prosaica tierra y narrar lo visto y
lo oído durante la redacción de la Crónica Argentina. Confirmó que “a todos
incumbe ahora la tarea de lograr que el hecho sea aprovechado en bien de la
Madre y de sus jóvenes y varoniles retoños”[8].
El 1 de
mayo de 1926 Monner envió su informe sobre los ecos periodísticos de la empresa
llevada adelante por el Plus Ultra, en especial el diario argentino La Razón
cuyo responsable optó por defender el alcance de la gesta de los tripulantes al
fomentar, aunque de manera indirecta, el mutuo provecho de las relaciones
literarias y económicas entre la Nueva España, la Madre Patria, y su joven y
progresista hija, la República Argentina. En ese primer período aeronáutico la
aventura peligrosa le daba un cierto tinte romántico e idealista, y el nuevo
medio de locomoción ya señalaba innumerables aplicaciones que la gente normal
no alcanzaba a imaginar.
Para
Monner, la aviación resolvería en el futuro —y con pasmosa celeridad—, los problemas
de intercambio comercial que universalmente convenía solucionar[9].
Fueron
momentos en que Monner decidió informar sobre las opiniones expresadas por los
marinos argentinos que acompañaron a Franco, Rada, Ruiz de Alda y Durán hacia
Palos de Moguer, y que habían regresado a la capital argentina gracias a su
nave de guerra llamada “Buenos Aires”. La llegada del crucero fue relatada por
Monner en su crónica fechada el 4 de junio de 1926 y publicada en Barcelona el
8 de julio de ese año. Según él, el Diario Español había reunido en la sede del
Club Español a los elementos más representativos de la colectividad hispana para
celebrar con un banquete el regreso del Comandante y de los oficiales del
crucero argentino “Buenos Aires”.
En el
ágape hicieron uso de la palabra el presidente de la Asociación Patriótica
Española, Luis Méndez Calzada, Federico García Sánchez, Gregorio Martínez
Sierra, María de Maeztu, el presidente del Club Español Fermín F. Calzada, y el
Comandante de la nave Buenos Aires Capitán de fragata Américo Fincatti. Lo más
llamativo para Monner fue el número de comensales que devolvieron con gentil
hidalguía la gran tarea que había asumido el Gobierno argentino durante la
recepción del Plus Ultra.
La
ayuda mutua, el reconocimiento mutuo, explicaba también el resultado del acontecimiento
social surgido entre argentinos y peninsulares.
Alfonso
Danvila, el exministro y consejero de la Embajada de España en la Argentina,
utilizó para ello el culto diplomático que venía realizando desde hacía quince
años. Su sólida y prudente obra, y su conocimiento profundo del ambiente
argentino, siempre habían sido en beneficio del intercambio comercial y
espiritual entre ambos países, en particular en momentos en que su gestión
resultaba muy delicada. Y esto explicaba su nueva designación, por decisión del
Gobierno español, en el cargo de ministro plenipotenciario ante la República
Oriental del Uruguay[10].
La hazaña del Coronel italiano De Pinedo al acuatizar su hidroavión Santa María en el Río de la Plata; la de Larre-Borges; o la de dos aviadores norteamericanos que acababan de fallecer trágicamente sobre el aeródromo argentino del Palomar. Todos ellos, según Monner, habían seguido el modelo de aviación implementado para el Plus Ultra, y la colectividad española retribuyó a la colectividad italiana su adhesión a los festejos de De Pinedo con los mismos argumentos con los que se celebró el vuelo de Ramón Franco. Los diarios bonaerenses se encargaron de mantener alerta la atención colectiva, mostrando lo sugestivo de las semejantes iniciativas sudamericanas y extranjeras. En palabras de Monner, la pujanza productiva de la Argentina, Brasil y Chile que en su momento había demostrado el propio Franco podía explicar su condición de ruta mercantil: “no hay duda que los espíritus perspicaces comprenden ya hasta dónde, internacional y comercialmente, tienen trascendencia tales empresas”[11].
La
crónica argentina de Monner llegó a la ciudad de Barcelona incluyendo la
información de las excursiones aéreas proyectadas por el Gobierno francés para
organizar el tránsito que lo uniría a la Argentina en forma permanente. Según
Monner se calculaba que este proyecto sería implantado a finales de ese mismo
año 1927, y agregó: “no estaría de más que España siguiese con atención este movimiento
euro-americano y tratara de obtener ventajas positivas del famoso “raid” del
Plus Ultra”.
Este
arreglo franco-argentino relativo al servicio militar también pretendía facilitar
el libre tránsito de los hijos de los franceses nacidos en la Argentina en las
tierras de sus padres, y el cronista optó por reproducir parte del convenio firmado,
según el cual los varones descendientes de ciudadanos franceses, nacidos en el
territorio de la República Argentina, serían considerados como si hubiesen
cumplido con las obligaciones establecidas por la ley militar argentina en
tiempo de paz, para lo cual debían presentar un documento oficial firmado por
las autoridades argentinas. De acuerdo a Monner, este convenio gozaba de un
gran alcance internacional, ya que se preveía un conflicto bélico europeo al reservar
la facultad francesa de exigir el servicio militar a los hijos de franceses
nacidos en el territorio argentino. En caso de guerra, las experiencias aéreas
iniciadas por Ramón Franco se unían a los recientes convenios firmados entre
franceses y argentinos, y a los proyectos norteamericanos e italianos. Su
crónica concluyó con esta frase:
“Creo
que es hora ya de que Europa se resigne a contemplar los hechos con visión más
positiva de los términos en que ellos se plantean. La lucha del criterio
americano el “jussoli” (la nacionalidad de las personas se dictamina por el
lugar del nacimiento) con la del “jus sanguinis” (la nacionalidad de los hijos
se determina por la nacional de los padres), habrá de resolverse observando las
condiciones en que se desenvuelven estos países de inmigración que logran
fusionar los elementos recibidos con los autóctonos. Mantener el concepto cerrado
del “jus sanguinis” es exponerse a una demostración tan categórica como dolorosa
para las naciones europeas; la de que sobren cien hijos de europeos radicados
en América, a veces hay uno, y no más, que opta por la nacionalidad de los
padres[12]”.
El 30 de marzo de 1927 Monner cumplió con su promesa de enviar a Barcelona su crónica argentina en la que insistió sobre el valor ya histórico del Plus Ultra. Su texto recordando los festejos organizados por las asociaciones españolas en honor a Ramón Franco salió publicado en Mercurio el 12 de mayo de ese año, mostrando así la similitud mantenida con las actividades desarrolladas por diversas colectividades extranjeras, en particular las italianas.
El entusiasmo generado por estas nuevas experiencias no tenía, sin embargo, la repercusión que oportunamente tuvo unir España con el Río de la Plata a través del vuelo del Plus Ultra. Monner decidió no ahondar más en este tema, “por temor de que fuesen mal interpretadas mis palabras”, ya que cualquier tema solicitaba ser tratado con alguna calma y ese era su objetivo personal que redactaría en su próxima crónica argentina[13].
Fue el
último dietario mensual que Monner escribió para Mercurio, fechado el 1 de
julio de 1926. La historia que venimos reconstruyendo en este artículo tuvo
como final el propio fallecimiento del catalán Ricardo Monner Sans[14]. Murió en Adrogué, Provincia de Buenos Aires, el 23 de abril de 1927, dejando
atrás su “Crónica Argentina” que se había editado mensualmente en la Revista
Comercial Iberoamericana Mercurio de Barcelona desde el año 1903. Tenía 74 años
de edad, habiendo vivido en la provincia de Buenos Aires la mitad de su
existencia. Los responsables de esta revista catalana recordaron que su casa
familiar fue la casa en la que vivieron o visitaron todos los catalanes que
llegaban a la Argentina por motivos turísticos, de negocio o de información.
Sus profundos conocimientos de la vida argentina le permitían describir
situaciones concretas y asegurar la consecución de proyectos creados por
personajes tales como Frederic Rahola i Trèmols, Rafael Vehils i Grau-Bolívar,
Pedro Poli de Marca, Tasis, Campamà, Josep Puigdollers i Macià…
Monner
era el “colaborador viviente” y el más antiguo de la Revista Comercial Iberoamericana
a través de su crónica que databa del año 1902. Antes de fallecer, Monner
publicó el primer tomo de Los Catalanes en la Argentina, impresa en Buenos
Aires en ese mismo año 1927 por la Imprenta y Casa Editorial Coni. Y durante el
sepelio participaron, o se adhirieron, el Ministerio de Justicia e Instrucción
Pública argentino, el Club Español, la Sociedad Patriótica Española, el Colegio
Nacional de Buenos Aires, El Ateneo Iberoamericano, el Diario Español de Buenos
Aires y el diario La Razón[15].
El manifiesto apoyo de Monner Sans a favor del gallego Ramón Franco explica sin duda el título de su último libro publicado en la capital argentina en 1927 poco antes de producirse su fallecimiento. Los Catalanes en la Argentina fue el título que él mismo eligió para dar a conocer la diferencia de organización de la población migrante catalana en el país. La “Imprenta y Casa Editora Coni” se dedicó a difundir este libro que llegó a la ciudad condal con una dedicatoria dirigida al Excelentísimo Sr. Presidente de la Diputación Provincial de Barcelona. La definición y defensa de gallegos, vascos y catalanes como grupos sociales diferentes y contrarios al principio de “unidad hispana”, fue parte de este proceso de reconocimiento del Plus Ultra en Buenos Aires. Y “desde su rincón” se vinculó a todo aquel con el que sentía alguna relación intelectual, incluyendo su desempeño como periodista en los siguientes diarios: La Pampa; el Diario Mercantil; la Revista Nosotros; la Revista Estudios; la Revista Ciencias Políticas; la Revista F. Ameghino; El Sud Americano; la Revista Educación; La Unión; El Orden; El Censor; La Perla del Plata; El Nacional; El Hispano Americano; El Escolar Argentino; el famoso Almanaque escolar argentino; La Voz de la Iglesia; El Nacional; El Mensajero de Compañía de Jesús; la Revista Económica del Río de la Plata; El Cascabel; Tribuna; La voz de la Patria; La Ilustración Sudamericana; El Escolar Argentino; Los sucesos ilustrados; Buenos Aires ilustrado; el Almanaque Sudamericano; La Verdad; La Vasconia; Lectura selecta; Boletín del Instituto Americano; Ilustración Artística; Catalunya al Plata; El Legitimista Español; El Comercio Español del Río de la Plata; El Tiempo; El País; Excélsior; La voz de Junín; Almanaque Orzali; Almanaque de San Antonio; Almanaque dominicano; Almanaque artístico del siglo XX; El Diario; El eco de España; Ensayos y Rumbos; Revista Nacional; Cataluña; El noticiero español; Diario Nuevo; El gladiador; Revista Universidad; Gaceta Médica; El Plata Seráfico; la revista PBT dedicada al humor gráfico de corte político que había sido fundada por el poeta y humorista Eustaquio Pellicer en el año 1904; España; El Pueblo; Boletín de la Sociedad de San Vicente de Paúl; Éxitos Gráficos; Arte y Letras; La Argentina; Revista Esbozos; Letras Argentinas; Anales del Instituto de Artes Gráficas; Revista de Nuestra Historia; Acciò Catalana; Boletín del Monte Pío; Tribuna Universitaria; La Época; Revista Atenas; Ressurgiment; Anales Gráficos; Revista de Letras Argentinas; El Hogar; Plus Ultra; Revista Juvenilia; Mundo Argentino; Boletín de niños, pájaros y plantas; El Heraldo; Revista Belgrano; Tribuna Española; Diario Español; Revista Noel; Revista de enseñanza secundaria; Boletín del Centenario de Mitre; Acción Gallega; la revista Cantabria; Caras y Caretas, la revista fundada en el año 1898 por el natural de Burgos, Eustaquio Pellicer, y dirigida por José Sixto Álvarez (más conocido como Fray Mocho); y en particular en la Revista de Derecho, Historia y Letras editada entre 1898 y 1923 y dirigida por el rosarino Estanislao Severo Zeballos[16].
Podríamos
agregar, seguramente, otras contribuciones periodísticas de Monner. De la
futura investigación dependemos historiadoras e historiadores volcados al
reconocimiento de la diversidad y trascendencia de los escritos de Monner, en
particular los que elaboró durante los años de residencia en la República
Argentina, un país en el que decidió nacionalizarse el 18 de marzo de 1902
cuando tenía 48 años de edad[17].
Aviación,
revista del Centro de Aviación Civil de Buenos Aires
La revista mensual ilustrada Aviación, fundada por el Centro de Aviación Civil de Buenos Aires, en los dos números correspondientes a febrero y marzo de 1926 incluyó en su portada la única fotografía del Plus Ultra llegando a Buenos Aires. La fotografía se hizo desde el Curtiss piloteado por Juan A. Carrizo. En esta revista Aviación se promocionaron diversas empresas, entre ellas: Varela & Cía., dedicada a la importación y a la exportación; “La Provisora”, compañía argentina de seguros de incendios marítimos; la “Vickers Limited”, dedicada a materiales y accesorios para la aeronáutica; “Junkers”, encargada de producir aviones panmetálicos y motores de aviación; la nafta llamada “Energina”, de la “Anglo Mexian Petroleum Company Ltd.”; el Banco Hipotecario Nacional con sede en Buenos Ares; la “Juan José Drysdale y Cía.”, importadores de aceites y gasolina; la “Castrol Motor Oil” cuyo agente era la “Vickers Limited”, dedicada a lubrificar automóviles, aeroplanos y lanchas a nafta; así como la marca registrada sobre aviones y motores llamada “Curtiss”. José López Álvarez, representante comercial de estas empresas establecido en la ciudad de Resistencia del entonces Territorio Nacional del Chaco, también incorporó un mensaje publicitario de su empresa[18]. Reproducimos en este apartado la imagen del vuelo del Plus Ultra, saliendo el 22 de enero desde Palos de Moguer, y llegando a Buenos Aires el 10 de febrero del 1926 que hizo la revista porteña Aviación.
Imagen 2. In Memoriam: homenaje a Ricardo Monner Sans, en la Revista Mercurio en la que siempre escribió su “Crónica Argentina”, 1927. Fuente: Biblioteca Nacional de Catalunya.
Aviación
amplió la información de los cuatro tripulantes para brindar mayor conocimiento
biográfico a los lectores. Presentaron a Ramón Franco Bahamonde como Comandante
jefe del Plus Ultra. Nacido en El Ferrol el 2 de febrero de 1896, había
ingresado a la Academia de Infantería en 1912, de donde egresó dos años más
tarde con el grado de Alférez. Prestó servicios en varios regimientos
destacados en Marruecos, y en 1920 ingresó a la Aviación Militar. Su actuación
como piloto y como observador durante la guerra del Rif, le hicieron acreedor a
sus ascensos hasta el grado de Comandante. Y antes del Plus Ultra, efectuó el viaje
de ida y vuelta entre Larache, Marruecos, y las islas Canarias en el año 1924,
utilizando un hidroavión Dornier-Wal.
A
Franco le siguió Julio Ruiz de Alda Miqueleiz, Capitán y segundo piloto y
navegador del Plus Ultra. Nacido en Estella el día 7 de octubre de 1897, había
ingresado en la Academia de Artillería en 1919 de donde egresaría dos años
después con las más altas clasificaciones del grado de Alférez. En 1922 se
incorporó a la Aviación Militar, y participó en la campaña de Marruecos donde
obtuvo múltiples recompensas del Comando. También Juan Manuel Durán González,
el Alférez de navío y segundo navegador del Plus Ultra. Nacido en Jerez de la
Frontera el 9 de diciembre de 1899, ingresó a la Escuela Naval en 1915, de la que
egresó cinco años después con el grado de Guardiamarina. En 1921 ingresó a la
Aviación Naval Militar y allí se destacó por sus conocimientos técnicos. Sus
condiciones de aviador le permitieron participar en viajes realizados en Italia,
los Estados Unidos de América y en Cuba. En el momento en que se unió a Ramón
Franco para tripular el Plus Ultra, se desempeñaba como profesor de la Escuela
Naval de Aviación de la ciudad de Barcelona. Finalmente, el soldado Pablo Rada
Navarro, que nació en Caparroso el 2 de julio de 1902, y que fue destinado a
Melilla durante cinco años en virtud del servicio militar obligatorio
(1923-1928). Allí fue incorporado a la Base de Aviación Militar en calidad de
mecánico, y herido en dos oportunidades durante la campaña del Rif[19].
Imagen 4: El Plus Ultra y sus tripulantes, dibujados en el año 1926 en la Revista Argentina de Aeronáutica Aviación de Buenos Aires, Argentina. Fuente: Biblioteca Nacional de Catalunya.
La revista Aviación optó por unir dos números en uno, reproduciendo el informe que el 22 de julio de 1925 los Capitanes piloto-observadores Mariano Barberán y Ramón Franco presentaron al director de la Aeronáutica Militar española, manifestando la necesidad de llevar adelante el raid hacia la República Argentina. Por ello uno de los colaboradores de Aviación, de apellido Velandi, dibujó a los cuatro tripulantes, mientras los responsables de la revista mencionada reprodujeron también la fotografía del Plus Ultra en el fondeadero de Buenos Aires.
El mapa
del vuelo que elaboró Ramón Franco junto a sus tres tripulantes, sobre los
kilómetros y horas que utilizaron en el Plus Ultra para llegar al puerto de
Buenos Aires.
De Las
Palmas a Porto Praia: 1.300 km durante 8 horas; desde allí a Porto Praia, 1.745
km en 9 horas 50 minutos; de Porto Praia a Noronha, 2.305 km en 12 horas y 40 minutos;
de Noronha a Pernambuco unos 540 kilómetros en 3 horas y 38 minutos; de
Pernambuco a Río de Janeiro, 2.100 kilómetros en 12 horas y 15 minutos; de Río
de Janeiro a Montevideo 1.060 kilómetros en 12 horas y 5 minutos; y de
Montevideo a Buenos Aires, 220 kilómetros en 1 hora y 11 minutos. En síntesis,
un total de 10.270 kilómetros en 59 horas y 39 minutos, y una media de 172 kilómetros
por hora[20].
Canciones
y álbumes de firmas españolas en honor al Plus Ultra
En ese
año 1926 también se dieron a conocer diversos álbumes que incluyeron
fotografías y manuscritos en homenaje al Comandante Ramón Franco y a los héroes
del Plus Ultra. En este apartado mencionamos los álbumes diseñados por diversos
centros y asociaciones de españoles establecidos en Brasil, Chile, Uruguay y la
Argentina.
El 10 de febrero de 1926 los tripulantes fueron recibidos por el cónsul de España S. Moreno Rosales en Belén-Parà. Junto a él, las siguientes asociaciones españolas en esa localidad brasilera: la Unión Española de Imagen 5. “El vuelo”. Aviación, Revista Argentina de Aeronáutica, 1926. Biblioteca Nacional de Catalunya. Socorros Mutuos presidida por Ricardo Penzo; el Centro Galaico presidido por José Pérez; y la Liga Española de Repatriación y Beneficencia presidida de manera honoraria por Moreno Rosales y por Emilio Montero López. Reproducimos la página principal del “Mensaje de la Colonia Española de Belen-Pará (Brasil)” que quedó en manos del dibujante Víctor Pastallé. En dicha página fue mencionado Alfonso XIII como “soberano espiritual del grandioso imperio hispano”, agregando afirmaciones tales como que la admiración hacia los “bravos, generosos y laboriosos oficiales“ del Plus Ultra era una prueba de la “vitalidad inextinguible de la raza”. La Colonia Española de Belén-Parà, homenajeó la visita con una canción escrita por Joaquín Arques, llamada “El Raid del Plus Ultra, marcha española”.
La música quedó en manos del maestro Vicente Pastallé, un documento histórico que es conservado hoy día por la Biblioteca Nacional de Catalunya.
“El
Raid del Plus Ultra, marcha española
I.- Un
español valiente militar
logró
vencer volando sobre el mar
héroe
feliz, nuevo Colón
eres
hoy ya es la aviación
¡Viva!
Pudiste
al in al mundo conmover
y un
gallardón tener
a
Franco, España aclamará
y el
raudo viento como a ti
tu gran
honor tomando aquí
a otro
confín lo llevará.
II.-
Como aviador lograste al in vencer
y ya
podrás mil triunfos obtener.
Haz de
seguir sin vacilar
y como
ayer has de triunfar
¡Viva!
No hay
ya país que deje de admirar
al
aviador sin par
por eso
el eco desde aquí
esas
hazañas de valor
repetirá
diciendo iel
el raid
feliz del aviador
RECITADO.
Si
Colón en frágil leño navegó
y a
tierra que soñaba descubrió,
tú,
volando con arrojo sin igual,
tus
sueños también y tu ideal
conviertes
hoy en realidad.
Con
raro valor logran dominar
la
furia del viento, las olas del mar;
y como
la Patria su amor siempre fue,
la
Patria querida les premia su fe”[21].
La
Sociedad Española de Beneficencia de Río de Janeiro entregó a Franco un álbum fotográfico
sobre la capital brasilera en homenaje al Plus Ultra, y el director de la entidad,
José Vázquez Ferro, se hizo cargo de esta tarea con apoyo del Banco de España y
Brasil[22].
Llegados
a Santiago de Chile, los tripulantes fueron recibidos en La Moneda. Cientos y
cientos de firmas acompañaron el álbum en honor a Ramón Franco que hoy día se
conserva en la Biblioteca Nacional de Catalunya, como los de las autoridades de
Chile, de los directores generales de Aeronáutica, de la Escuela de Aviación,
de entidades periodísticas, del Círculo Español de Santiago o del Club Español
de Valparaíso, y del cónsul general de España en Chile, Mariano Fábregas
Sotelo. Todas estas entidades mostraron su interés en esta experiencia, y
reproducimos el mensaje que dejaron a Franco durante su regreso a Buenos Aires:
“Don Ramón Franco, Comandante de la armada aérea del Reyno de España, piloto del Plus Ultra en el gran vuelo transcontinental. El mensajero de la Raza, que siguiendo por el alto cielo la legendaria ruta de las carabelas colombinas.Le ha traído a la América española el saludo de la Madre Común, realizando un acto heroico que revive la proeza del marino visionario de Palos de Moguer. El piloto heroico que con su empresa de bravura y de fe le ha trazado a la civilización un nuevo camino de fraternidades buscándolo por entre los misterios del espacio, como lo hiciera antaño el penitente de La Rábida al afrontar las sirtes del ignorado mar. Porque ha probado con su hazaña el temple de una raza que se ha desangrado en los siglos combatiendo y soñando; porque, pareciéndole a su anhelo largas y recorridas las viejas rutas oceánicas, le ha conquistado a España la gloria a que fuera un hijo suyo quien señalara el nuevo camino trazándolo por entre las estrellas con la proa acerada de su avión; porque ha revivido el espíritu de sacrificio de aquellos conquistadores que dibujaron la arquitectura del Nuevo Mundo con la punta de sus espadas; y porque al precio de su heroica empresa le ha ganado a nuestra patria la gratitud de un continente y a su nombre la admiración de todos los pueblos que hablan la lengua de Cervantes"[23].
La “Casa
de Galicia”, con sede social en la calle Moreno 1332 de la ciudad de Buenos
Aires, también pidió a sus miembros que firmaran un álbum dedicado a Ramón Franco.
El álbum fue fechado el 2 de marzo de 1926, gracias a la labor ejercida por el
presidente Tirso Lorenzo quien designó a Franco como “presidente honorario”[24].
A esto
se suma el álbum de firmas que hicieron los miembros de la “Sociedad Española
de su Majestad”, del Ferrocarril Central Argentino (FCCA) establecido en la
ciudad de Las Rosas, Departamento Belgrano de la Provincia de Santa Fe. Este
homenaje lleva la fecha del 8 de marzo de 1926 bajo la presidencia de Policarpo
B. Requena. Fue un recuerdo de la alegría que produjo el feliz arribo de los aviadores
españoles en honor a la Madre Patria, y en él firmaron cientos de mujeres y
varones. El documento fue sellado en Las Rosas por el Comisario de Fomento y
por el Juzgado de Paz[25].
Comisión
de Homenaje de las Sociedades de la Provincia de Lugo: gracias al dibujante
Pastor Funcasta, podemos reproducir los primeros dibujos que se hicieron a nivel
personal sobre el Plus Ultra, identificando a Ramón Franco con las tres
carabelas de Cristóbal Colón. En este documento participaron con sus firmas los
miembros de las siguientes entidades: Centro Villalbés; Hijos del Partido de
Monforte; Centro Ribadeo y sus distritos; Mondoñedo y distritos; Asociación de
Chantada y su Partido; Centro Vivariense; Residentes Provincia de Lugo;
Monferroso y Antas de Ulla; Centro Monfortino; Hijos del Ayuntamiento de
Rioforta; Unidos de Sarriá; Juventud de Chantada y su Partido; Hijos de
Lorenzana; así como Hijos del Ayuntamiento Carballeda[26]. Este documento es conservado hoy día en la Biblioteca Nacional de Catalunya, y
nos permite observar nuevamente la unión o asociación entre las carabelas de
Cristóbal Colón y el Plus Ultra de Ramón Franco:
Imagen 7. Portada del manuscrito quemado llamado “Álbum de Homenaje a Ramón Franco”, firmado en el año 1926 en Santiago de Chile. Fuente: documento conservado hoy día en la Biblioteca Nacional de Catalunya.
Mencionamos las 103 láminas creadas por “La Cooperativa Fotográfica” establecida entonces en la calle San Juan, 542, de la ciudad de Buenos Aires, y reproducidas en el Álbum Gráfico que esta entidad hizo en homenaje a los héroes del Plus Ultra, y en especial al Comandante de Infantería Ramón Franco. Presidida por Modesto Sanjuán, esta pequeña empresa española incluyó en las primeras páginas la firma de los cuatro tripulantes junto a la imagen fotográfica de Alfonso XIII; y de los presidentes Marcelo Torcuato de Alvear (Argentina) y José Serrato (Uruguay).
Reproducimos
la fotografía del pueblo de Buenos Aires esperando la llegada del Plus Ultra en
la avenida de la costanera.
El
álbum también incluyó otras fotografías: el Plus Ultra llegando a las aguas del
Río de la Plata y a la cañonera Paraná; los aviadores militares argentinos que
salieron al encuentro del Plus Ultra; el avión sobrevolando el Yacht Club
argentino; la lancha que condujo a los cuatro aviadores; y fotos de Félix Ortiz
y San Pelayo, el presidente de la Asociación Patriótica Española que además se
encargó de la recepción y homenaje a los aviadores; la de Fermín Calzada, presidente
del Club Español; la de Ramón Cabezas, presidente del Banco Español del Río de
la Plata; Rafael Calzada, presidente de la Sociedad de Fomento de Villa Calzada;
y en particular los cuatro tripulantes[27].
Antes de cerrar este apartado, señalamos que durante ese año 1926 la llegada del Plus Ultra a la República Argentina generó diversos tangos. Comenzamos con la canción “Comandante Franco” de Pedro Numa Córdoba, con la música del uruguayo, violinista, director y compositor Francisco Canaro (alias Pirincho), de Ignacio Corsini y Francisco Pancho Spaventa. Reproducimos este texto donde la figura de Cristóbal Colón acompañó al Comandante Ramón Franco junto a sus tres compañeros de vuelo:
También
“Franco solo” (Franco Only) escrita por Juan Pulido, el español nacido en
Canarias y establecido en la ciudad de Buenos Aires. Este tango fue grabado con
el sistema de disco ortofónico, el más avanzado en la reproducción de sonido.
Eran grabaciones eléctricas de la “Víctor Talking Machine Company”, esta última
fundada en 1901 en los Estados Unidos, y que a finales de la década de 1920
cambió su nombre por el de “RCA Víctor” (Radio Corporation of America). Por su
calidad de empresa discográfica matriz, hoy día esta fusionada a la Sony Music Enterainment.
Pulido
fue acompañado por Juan Carlos Marambio Catán y Julio De Caro, el primero
cantor y compositor de tangos. Recordado hoy por haber colaborado en la redacción
de la letra de “El choclo”, y el segundo, uno de los violinistas, director de
orquesta y compositor de tango más reconocidos del país[28].
Además
de la música de Roberto Giménez titulada “Inmortal Plus Ultra: himno militar a
la Aviación española” —que se dio a conocer en 1926 y que se conserva en la Biblioteca
Nacional de Catalunya, mencionamos el conocido tango que cantó Carlos Gardel
llamado “La Gloria del Águila”, y que es recordado tanto como parte de la
historia de este joven y famoso cantor Gardel[29], como del propio Ramón Franco:
Comandante
Franco
“Comandante
Franco, es el gran valiente,
que en
avión Plus Ultra y en vuelo triunfal,
hoy nos
manda España, desde sus confines,
los
nobles heraldos, que con sus clarines,
traen a
la Argentina un saludo leal.
Recordemos
siempre a estos titanes
que de
Colón tienen su alma ancestral,
vibren
de entusiasmo nuestros corazones
y
gritemos todos, cual buenos varones.
¡¡Viva
Ramón Franco, el héroe inmortal!!
¡¡Viva
Ramón Franco, el héroe inmortal!!
La ruta
gloriosa quedará grabada
en
nuestra alma criolla, porque fue genial.
Comandante
Franco eres rey del aire,
conquistaste
entera nuestra Buenos Aires
y
uniste a dos pueblos en un solo ideal”.
Franco
solo (Franco Only)
“Gallego
valiente que mueves tus alas
Cruzando
los mares cual nuevo Colón
Ni los
vendavales, ni la desconfianza
Abaten
y alcanzan tu gran corazón
Descendiente
bravo de los Campeadores
De titanes
grandes de la España fiel
Que
llevas adentro de tu pecho inmenso
Dos
fuegos intensos, tu Dios y tu Rey.
Por las
alas de tu bella nave
Portadora
de misión de amor
Y cual
paloma de carne instalada
Cruza
los mares de América en pos.
Tu
coraje de valiente hispano
Al
impulsor de noble ambición
Tu
soplo a la tierra americana
Dijo
vamos, y el mundo esperó.
Galleguito
lindo de rizada planta
Escucha
los gritos de criollos saludos
Bienvenido
sea de la Hispania Tierra
Rabo de
la Terra, Flor de Juventud.
Pasaron
los días, y pasarán los años
Vendrán
nuevos hombres del mundo a asombrar
Tú
serás por siempre de argentinos bellos
Ídolo
Invariable del “Halcón del Mar”.
Y
pasaron las horas febriles
Y la
España brava, su rendición
Aquellos
días felices de gloria
Cuando
el mundo a sus plantas tembló.
Mientras
tanto la ciudad porteña
Así
esperando los días pasó
Y hasta
los pibes corriendo gritaban
Franco solo, el gallego llegó”.
La
Gloria del Águila
“El rey
del aire, tendió sus alas
y fue
radiando como el sol que al mundo baña,
con la
proeza de cuatro hispanos,
que son
un timbre más de gloria para España.
Salió
el `Plus Ultra´ con raudo vuelo,
mirando
al cielo rumbo a la ciudad del Plata.
El orbe
entero se ha estremecido
el
entusiasmo en todas partes se desata.
Desde
Palos, el águila vuela
y a
Colón, con su gran carabela,
nos
recuerda con tal emoción
la
hazaña que agita todo el corazón.
Franco
y Durán, Ruíz de Alda, los geniales,
los
tres con rada, son inmortales,
los
españoles van con razón cantando
al ver
al galardón de su nación.
Y
cantarán con todas las naciones
entrelazando
los corazones,
y en
tal clamor surge un tango argentino
que
dice a España, Madre Patria de mi amor.
Cruzó
Las Palmas y Porto Praia,
glorioso
llega en Fernando de Noronha,
prosigue
el vuelo y en Pernambuco
ya con
su raid al mundo da impresión más honda.
En Río
de Janeiro, Montevideo
suenan
campanas pregonando la victoria
y en
Buenos Aires, la hija querida,
al in
se cubren ahí los valientes ya de gloria.
Dos
países en un noble lazo,
con el
alma se dan un abrazo.
Es la
madre que va a visitar los hijos
que
viven en otro hogar”.
Después
del Plus Ultra: algunos escritos de Ramón Franco
En 1926
el Comandante de Aviación, Ramón Franco, fue el autor del libro De Palos al
Plata publicado en Buenos Aires junto a su compañero de viaje, el pionero de la
aviación Julio Ruiz de Alda Miqueleiz. Este denso libro de casi 300 páginas
comienza con la explicación del propio Franco sobre el gran proyecto iniciado
dos años antes, en 1924, para llevar a la práctica la génesis del raid aéreo
que dio a conocer el valor de la aviación española fuera de las fronteras peninsulares.
Y ese espacio fuera de las fronteras no era otro que el territorio de habla
castellana del continente descubierto por Colón, la República Argentina.
Gracias a ese libro podemos saber que Ramón Franco recibió cartas y telegramas de
compañeros que querían viajar con él: Rada, que era entonces el mecánico de su “hidro
de batalla”, y en especial Ruiz de Alda. con quien decidió hacer un vuelo desde
Pisa a Barcelona de 800 kilómetros de extensión, de ahí a Los Alcázares (550
km), y desde allí a Melilla con todos los aparatos necesarios para viajar.
De
regreso a Madrid decidió relatar que también iba con ellos un periodista
corresponsal de “La Prensa” argentina llamado Emilio Herrero:
“Se nos
enganchó Emilio Herrero, corresponsal de La Prensa argentina, y se empeñó en
que lo lleváramos de Melilla a Palos para poder hacer las dos crónicas del
vuelo. Le contestamos que de ninguna manera le llevaríamos y que no se
molestara, porque, desde luego, no iba. A última hora, y después de presentarnos
una autorización de la Comandancia General de Melilla, nos apiadamos de él y le
permitimos que viniera, con la condición de entrar en el avión un par de horas
antes que nosotros y estar escondido en su interior hasta que estuviéramos en
pleno vuelo"[30].
Experiencias
de este tipo explican el momento en que Ramón Franco decide viajar hacia Buenos
Aires junto a Rada, Alda y Durán, todos ellos fumadores incorregibles que hasta
podían generar un incendio en el avión. De acuerdo a Franco, la única seguridad
fue contar con el barco alemán llamado DTC Arthus que no los abandonó durante
todo el viaje hasta Buenos Aires, siempre en comunicación con los cuatro
viajeros. Y en Pernambuco, el Estado en cuya capital, Recife, los recibió el
gobernador, bailaron por primera vez la “machicha brasileña”, y pudieron tomar
las primeras copas de champaña en las tierras americanas…. Hablamos de viajes
cuyas cartas de vuelo fueron construidas por Ruiz y Franco, e incluidas en el
libro.
Allí
fueron recibidos también por periodistas y noticieros que los obligaron a
esconderse en las habitaciones del hotel, un hecho que les llamó mucho la
atención ya que allí sólo vivían unas sesenta familias españolas. La colonia
española de Pernambuco costeó una hermosa placa de oro que Franco y el cónsul
español en Pernambuco sujetaron en la proa del avión, así como un grueso
medallón conmemorativo.
Durante
ese viaje recibieron telegramas de Huelva, Palos, Canarias, Cabo Verde,
Fernando Noronha, y del propio monarca español, cartas que fueron leyendo en el
viaje hacia Río de Janeiro. Por ello el libro publicado en 1926 incluye la
llamativa frase de que si esto ocurre en Pernambuco….
“¿Qué
sucederá en Río, Montevideo y Buenos Aires? Empezamos a arrepentirnos de haber
acometido una empresa en la que salimos preparados para volar, y no hemos
previsto en el equipo una armadura metálica para poder resistir los afectos y
la simpatía que despierta España en estos países”[31].
En Río de Janeiro fueron recibidos y agasajados por más de un millón de personas. En Petrópolis se encontraron con el presidente de la República del Brasil, Bernardes, quien los nombró “huéspedes oficiales”. Estos aviadores le entregaron la carta que para él les había dado el rey, pidiéndole al Brasil que asistiera a la Exposición Iberoamericana de Sevilla que se organizaría tres años después, en 1929. La estadía en esta capital les demostró que la libertad que habían gozado al anunciar su salida desde Palos a Buenos Aires ya se había perdido para siempre.
Políticos,
fotógrafos, periodistas, gente que trabajaba en los hoteles, las comisiones de
homenaje aturdían su propio trabajo. Durante una noche salieron a la terraza
del hotel y vieron con gran sorpresa que en la Avenida de Río Branco había “una
multitud de varios miles de personas que parecía que esperaban la venida del
Mesías”. Y durante esos días, Rada se perdió en medio de las fiestas. La
policía se encargó de llevarlo al hotel, y el propio Ramón Franco decidió
nombrar a un policía para que no le permitiera salir fuera del hotel. Lo único
que se les ocurrió a los autores de este libro fue escribir “Brasil, no eres
hijo de España, pero merecías serlo por tu hidalguía caballeresca”[32].
Este
grupo de aviadores fue acompañado ilegalmente por el periodista argentino que
viajó con ellos hacia Montevideo, y que mencionamos más arriba. Esta travesía
fue incorporada en el plano de la etapa que hizo Franco e incluyó en el libro,
mostrando la isla de Alcatraces, la Laja de Santos, la isla Queimada Grande, la
isla de Santa Catalina, Florianópolis, el cabo de Santa Marta Grande, y la
Laguna dos Patos cerca del Río Grande del Sur. Fue el momento en que desde el
Plus Ultra detectaron la gran diferencia del sur respecto al norte del Brasil,
el primero rico en ganadería.
En
costas uruguayas observaron la Punta del Palmar, la laguna de los Difuntos, el
Cabo Polonia, el Cabo de Santa Marta, la laguna de Roche, Punta del Este,
Puerto de Maldonado, y en esta última fueron acompañados por el avión Martín
Syde tripulado por el jefe de la Aeronáutica militar, el Teniente Coronel
Berisso.
Anclado
el Plus Ultra, Franco y sus compañeros fueron embarcados en una canoa para
dirigirse al crucero Montevideo. Al entrar a la capital fueron recibidos por
una banda de música que les hizo escuchar la “Marcha Real Española “cantada por
casi mil policías a caballo que frenaron a su vez a los casi 200.000 habitantes
movilizados, y por el propio presidente del país, el ingeniero montevideano
José Serrato.
Para defender el Plus Ultra e impedir que cayese en poder del público, Rada pasó toda la noche durmiendo en su interior. Y desde Montevideo a Buenos Aires, el Plus Ultra acuatizó en Punta Espinillo, pasó por el puerto de La Plata, y llegó a la ciudad de Buenos Aires. Los aviadores cumplieron con la promesa que habían hecho al salir de Palos de Moguer: dieron una vuelta sobre el Monumento oficial levantado en honor a Cristóbal Colón.
En pleno mediodía, a las 12.23 horas, descendieron sobre las aguas del antepuerto, se dirigieron a la cañonera Paraná, y fueron recibidos por el ministro de Marina y por el intendente de Buenos Aires, Martín Noel. Y en el Arsenal, recinto de la marina, pasaron los primeros momentos de estancia en la ciudad. Los marineros les abrieron paso para poder introducirse al menos en las oficinas. Franco temía la muchedumbre que amenazaba destrozar el hidroavión por el delirio popular que rodeaba los coches, y como escribieron en su libro: “Los vítores a España, a la Argentina y a nosotros se repetían continuamente”[33].
Entre
el clamor de millares de personas, llegaron a la Casa Rosada a través de la
Avenida de Mayo. Alvear los recibió. Las bandas ejecutaron el Himno argentino y
la Marcha Real española. A Alvear le dio la carta del Rey Alfonso XII, y fue la
primera vez que Franco mantuvo con el rey su primera conversación telegráfica
gracias al “Italcable“ desde Málaga. Franco relató detalladamente su
experiencia.
Fue ese el verdadero destino diseñado por el Rey Alfonso XIII. Y en todas las ciudades se hicieron ceremonias religiosas, pero el peor momento fue el que se vivió en Buenos Aires durante el anuncio del Tedéum: allí a Franco la “concurrencia delirante” le estropeó una mano a Franco, y a Rada le dislocaron un brazo. Para aquél, el ambiente parecía una plaza de toros. Pero al presidente argentino le entregaron la copa enviada por la Sociedad Colombina de Huelva brindando en ella con vino español[34].
En Buenos Aires fueron recibidos por muchísimas asociaciones españolas. Según Franco, no pudieron encontrarse con todas porque superaban las trescientas. De Chile llegaron varios aviones para acompañar su vuelo y atravesar la cordillera. A su regreso, se enteraron que algunas calles llevaban sus nombres. La Federación de Sociedades Italianas de la Argentina, presidida por Guido Bufarini, les entregó una medalla de oro en testimonio de admiración y entusiasmo. Y en el medio de esta experiencia, el Plus Ultra fue anclado en la dársena Norte del puerto de Bueno Aires, y fue entregado a la Argentina por el pedido que hicieron algunos miembros de la colonia española radicados en la capital. Expidieron telegramas al Rey solicitando que concluya el raid en esa ciudad. Franco mientras tanto envió al rey la propuesta de hacer una travesía de los Andes por la región de los lagos y de Río Negro. Pero Alda fue el encargado de avisar a Franco de que el Plus Ultra se quedaba en Buenos Aires, porque ellos tenían que volver, pero no en vuelo, y la decisión había sido tomada por la Liga Patriótica[35].
Durante
esos días volvieron a Montevideo. El Plus Ultra llevaba a Franco, Durán, Rada y
dos pasajeros más, y con la ausencia de Ruiz de Alda. En la capital uruguaya
reconocieron que fueron mejor recibidos por una Comisión de Homenaje de ese
pequeño país, que el que había sido el de Buenos Aires. Regresaron a esta
ciudad otra vez, y fueron recibidos nuevamente por el cañonero “Paraná”. Allí
se encontraron con Ruiz de Alda que no había tomado parte.
Viajaron a Rosario y a Córdoba, capitales del interior de las de mayor importancia. A Rosario llegaron en aviones concedidos por el director de la Aviación Civil, el Teniente Coronel Torres. En el aeródromo de Rosario fueron recibidos por las autoridades y llevados a la estación. Con los automóviles a toda marcha pasaron por las calles principales de la ciudad sin tener problema alguno. Por la noche decidieron viajar hacia Córdoba y descansaron en el tren.
Franco
fue tomado como amuleto o fetiche de la buena suerte: la gente le fue
arrancando los botones del uniforme cientos de veces. En el Arsenal se celebró
la ceremonia de entrega del Plus Ultra. Con el pretexto de dar unas
instrucciones a los oficiales de la Aviación Argentina que se iban a hacer
cargo de él, fueron a bordo del Plus Ultra para dar la última despedida al “fiel
compañero”. Fue en los muelles del Arsenal donde dejaron atrás al raid. Sus
miradas quedaron fijas en el Plus Ultra que llegó a Buenos Aires. Por ello el
Club Español dio una fiesta y la partida se fijó para el día 11. Ese mismo día
debía hacerse la ceremonia de entrega del Plus Ultra.
Años
después Franco publicó otros dos libros: uno correspondiente al año 1931, ya
iniciada la Segunda República española, que llevó por título “Madrid bajo las
bombas”; y posteriormente, aunque sin fecha, la obra llamada “Decíamos Ayer en
la ciudad de Barcelona” por Tipografía Maucci.
En esta segunda obra, Ramón Franco explicó su transformación personal: escrita en febrero de 1931, en medio del destierro que sufrió por su oposición a Alfonso XIII y por la lucha revolucionaria contra la Dictadura de Primo de Rivera, demostró la decisión de Franco de publicarlo al desatarse la Revolución española. Para Ramón Franco la instauración de la República era parte de la conspiración en la que él participaba y lideraba desde finales de 1929.
Sus
obras acompañaron así la huida del monarca que representaba un régimen de
raíces seculares. Para Franco, la revolución española era la base de
organización, más justiciera, más humana y más fraternal. Y el ser humano podía
encontrar obreros que no se vendían por millones, mientras los caballeros,
militares de alta graduación, oficiales, la Iglesia misma, podían someterse por
un puñado de pesetas.
Ramón
Franco dedicó en su Madrid bajo las bombas un reconocimiento a los mártires de
la libertad. La Revolución ganaría y daría libertad a través de indiscutibles personajes
como Ángel Ossorio y Gallardo. En ese libro publicado en febrero de 1931, el
primer capítulo fue dedicado al raid “De Palos al Plata” mostrando los detalles
técnicos del vuelo e indicando que el lugar de redacción fue la ciudad de París
a la que definió como lugar de exilio. En Buenos Aires vivió a los cientos de
policías cuya misión era “protegerle del cariño de las gentes”. Con ironía,
Franco señaló que todo había cambiado:
“¡Después
también he seguido rodeado de policías! Y en estos momentos, que estoy emigrado
en el país de la Libertad, ocho esbirros me hacen la vida imposible, pero no
para protegerme, sino para que descanse tranquilo el embajador de nuestra
medieval monarquía, monseñor Quiñones de León[36]”.
Después
de un mes de estancia en Buenos Aires, y por orden del Ministerio de Marina,
Franco preparó el avión para regresar a España. Se le ordenó la entrega del
Plus Ultra al Gobierno argentino, y la gentileza fue ponerlos en un crucero de
la Marina de Guerra. El barco Buenos Aires salió sin el Plus Ultra, que quedó
guardado en un museo de la Armada. Llamativamente, si el deseo era que el
Gobierno argentino mantuviese relaciones directas con España, dicho deseo no se
cumplió. Las autoridades argentinas firmaron la concesión del monopolio de sus
líneas aéreas con Europa a otra compañía no española. Ramón Franco, triste
siempre por la ausencia de su Plus Ultra, se quejó ante el Embajador de España
en la Argentina, pero fue detenido en la fortaleza-castillo de Badajoz. Su
detención se produjo durante el mes de abril de 1927. Fue liberado durante la
celebración del primer año de la llegada del Plus Ultra al Río de la Plata, y
del regreso de los tripulantes a España[37].
"Madrid
bajo las bombas" describe el vuelo a Norteamérica que Franco había relatado en
su libro “Águilas y garras” publicado en Madrid en 1929[38]. No hay duda alguna de que dos años después el objetivo de este personaje era defenderse
de la campaña de calumnias lanzadas contra su honor. Su conspiración iba contra
esa dictadura liderada por Alfonso XIII y Primo de Rivera, y fue uno de los motivos
por los cuales fue encarcelado:
“El día
10 de octubre de 1930, la vigilancia sobre mi casa y sobre mi persona llegó a
ser estrechísima. Llegué a adquirir la convicción de que mi detención era cosa
de pocas horas, y, en consecuencia, me propuse desaparecer. Este día llegó a
Madrid mi hermano, entonces General jefe de la Academia General Militar de
Zaragoza, y me reuní con él para cenar. Me dijo que el jefe del Gobierno lo
había llamado para prevenirle sobre mi conducta y decirle que si había nuevos
cargos contra mí, me detendrían"[39].
Al día
siguiente, el 11 de octubre de 1930, Ramón fue acusado de organizar reuniones
clandestinas, de contrabandear armas, de fabricar explosivos, y de divulgar
propaganda revolucionaria. Fue incluso incomunicado. Encarcelado en Prisiones
Militares, desde allí decidió fugarse.
"Empecé
los trabajos para ello. Poco a poco fui introduciendo en la prisión sierras,
limas, cuerdas y toda clase de herramientas. Más tarde logré poseer pistolas y
bombas de mano. En las celdas podía haber registros comprometedores; me hice
entonces con una llave de la capilla, y deposité todas aquellas ofrendas debajo
del altar de la Virgen[40]”.
Ramón Franco se puso de acuerdo con Pablo Rada para que este último dispusiese un coche preparado en la puerta del cuartel para huir. Su mujer fue a visitarlo, y así viene en su Madrid bajo las bombas el apartado titulado “Mi evasión”. En ella señala que “por Prisiones ha pasado lo mejor de nuestro Ejército. En su testimonio confío”, y por ello optó por reproducir en este libro la carta que escribió en la prisión para que la leyese el General Dámaso Berenguer:
“No he
perdido ningún territorio ni he producido por ineptitud la muerte de 10.000
españoles. Confié en sus palabras cuando vino a restablecer la Constitución en
todas sus partes.
No fue
esto lo que hizo, sino solamente salvar a la Monarquía, haciendo caso omiso del
sentir popular, hoy más oprimido que nunca. Los que de corazón somos liberales
sentimos sonrojo al ver la libertad escarnecida y pisoteada. Me habéis encerrado
en una jaula de hierro, sin pensar que los gorriones mueren dentro de las
jaulas, y pensando en su ofuscación que era de la misma naturaleza que usted,
que vivió encantado en una jaula de oro. Por salir en defensa de la libertad
ciudadana me tuvisteis aprisionado, pero nunca amordazado.
Mi
pensamiento vuela más alto que toda la gloria que para España ganó el Plus
Ultra. Poco a poco el pájaro rebelde, con su pico, ha quebrado los barrotes de
hierro, y todo el orín de los mismos lo ha lanzado al viento para que sirva de
ejemplo al país, que está anhelando romper sus cadenas. Hoy soy yunque y usted
martillo; día vendrá en que usted sea yunque y yo martillo pilón. Mientras
tanto, no olvide que a la libertad
he
entregado mi vida y que sólo a ella he de servir. Si para ello tuviera que
ponerme frente a mis amigos de hoy, también lo haría, cumpliendo un penoso
deber. Salgo de Prisiones por la puerta grande, que es la del sacrificio por un
ideal. Creo que en estos momentos mi papel se desarrollará en el Extranjero.
Allí
intento ir. Si caigo, no importa; mi nombre pasará al martirologio de la libertad.
¿No envidia usted mi camino recto, cuando el suyo se aparta cada día más de la
senda liberal?
Deseo
que siga usted cosechando desaciertos en su tortuoso camino de gobernar. Que
Dios guarde su vida.
Ramón Franco.
Cavernas militares, 26 de noviembre de 1930[41]”.
“Vísperas
revolucionarias” acompañan el libro en calidad de apartado dedicado este último
a Pablo Rada, el joven que lo ayudó a salir de la prisión. Con su esposa huyó a
París, y con ironía señaló que la Nueva España debía seguir el modelo de la Francia
Republicana, ya que la primera sólo gozaba de hipocresía religiosa. Este texto escrito
en París fue firmado en marzo de 1931, y así acaba “Madrid bajo las bombas”:
“Nuestros
gastos militares actuales: Ejército, Marina, Guardia civil, Casa militar del
Rey, acción en Marruecos, son cinco veces mayores que nuestro exiguo
presupuesto de Instrucción Pública, del cual una gran parte queda distribuida
entre asociaciones religiosas. Mientras subsistan estas cifras, España no
saldrá de su estado actual de apatía y barbarie.
Hagamos,
por medio de la instrucción, una España digna de sus más sobresalientes
individualidades, de sus más selectos obreros intelectuales, de sus artífices
manuales; que todos los españoles, hasta en el agro más apartado, reciban el cotidiano
pan del espíritu, y evitemos las dos terribles plagas del analfabetismo y la
superstición, que son la mayor vergüenza para la actual Monarquía española[42]”.
Reflexiones
finales
Proclamada
la Segunda República, “Madrid bajo las bombas” dejó de venderse de manera
clandestina, sino a plena luz. Fue directamente en contra de la banca, del
clero y de la milicia. Pero poco después, precisamente al año siguiente y en
Barcelona, Ramón Franco Bahamonde publicó su obra “Decíamos Ayer”, en la que
reprodujo parte de la primera obra, “Madrid bajo las bombas”, pero con la intención
de criticarse a sí mismo y a todos aquellos que habían aprovechado la
Revolución para trepar. Si bien la obra salió sin año de edición, él mismo
preguntó: “¿no es verdad, lector amigo, que estas frases escritas hace poco más
de un año, están en plena actualidad?[43]”.
En 1932
salió a la luz el libro en el que Ramón describió su experiencia personal en “Villa
Cisneros”[44], una penitenciaría que tenía gran actuación durante la Segunda Guerra Mundial[45]. Y poco después, el que publicó en Barcelona el 14 de enero de 1932, con un
prólogo bastante crítico contra el nuevo Gobierno que recogía, según él, las
mismas características de la monarquía del viejo tiempo. El nuevo Estado
también conservaba las mismas fuerzas de represión, y por ello “los hombres que
más trabajaron por el advenimiento de la República, por su sinceridad y
honradez, son hoy incompatibles con ésta”[46].
Ramón
fue el menor de los hermanos de apellido Franco Bahamonde. Su biografía convertida
en novela fue obra del poeta, político y dramaturgo José María Pemán, que de
acuerdo a Ramón Garriga Alemany, editó su primera edición en el año 1935 con el
título De Madrid a Oviedo pasando por las Azores[47]. Años después fue el propio Garriga Alemany quien organizó un libro más definitivo
en diversos apartados: “el origen de Ramón Franco y las razones de una familia
deshecha; la carrera militar y su formación en la aviación; las relaciones con
Ruiz de Alda y la organización de los grandes preparativos del viaje a América;
la visita a las capitales de Brasil, Argentina, Uruguay y Chile; y a partir de
allí, ya de regreso a España, el despliegue político de Ramón, su
enfrentamiento con su hermano Francisco Franco Bahamonde —este último convertido
en generalísimo y caudillo—, el momento en que Barcelona es bombardeada, y finalmente,
un enigma que sigue sin aclararse: muerto trágicamente en octubre del año 1938
en un accidente aéreo cuando cumplía una misión de guerra civil.
Sigue
presente la duda de si este aviador falleció por la caída del hidroavión, o si
fue de orden técnico o resultado de un sabotaje contra su persona. Leído el
libro de Garriga, también es posible preguntarse hoy día por qué en América
Latina se recuerda mucho más la historia del Plus Ultra, mientras en España se identifica
a Ramón con su hermano Francisco Franco, olvidando su destacada actuación en la
caída de la monarquía y el establecimiento del régimen republicano[48].
Más de
una década después, en 1981, salió a la luz el libro que redactó el gallego
José Antonio Silva y que se publicó en Barcelona. Este libro se basó en la
entrevista que Silva hizo a la viuda de Ramón Franco, Carmen Díaz Guisasola,
mujer que vivió la muerte de Ramón[49]. Y en el año 2009 se dio a conocer la obra de José María Zavala en la que se
historió la experiencia de Franco en calidad de republicano, habiendo recibido
el 11 de abril de 1926 la condecoración de la Medalla de la Aviación Militar
que le había entregado el rey Alfonso XIII como sinónimo a la “llave de
gentilhombre”[50].
Gracias
al Plus Ultra (del latín, “Más allá”[51]),
el periodismo argentino fue creciendo día a día a ojos vistas. La circulación
de La Prensa, La Nación y La Razón fue asombrosa, ya que dio a conocer el perfil
político, social y económico asumido por cada uno de ellos. Los diarios
incluyeron importantes anuncios que fueron la fuente segura de los
comerciantes. Por ello en 1926 fue editado el primer número del primer año de
la Revista PLUS ULTRA editada en la ciudad de Barcelona, publicación cuya
redacción y administración quedaron establecidos en la calle Enrique Granados,
26, de la ciudad condal[52].
Julio
Ruiz de Alda Miqueleiz (1897-1936), es recordado como uno de los miembros más
destacados de la extrema derecha, y fundador con José Antonio Primo de Rivera y
Alfonso García Valdecasas del movimiento fascista Falange Española (FE). Su
formación tuvo lugar en la Academia de Artillería de Segovia, en el Regimiento
de Montaña con base en Vitoria, en el Regimiento Mixto con base en Tetuán, y en
la Escuela aérea de Getafe donde le concedieron el título de piloto. En 1926
acompaña a Ramón Franco en el hidroavión Plus Ultra en el cruce del Océano
Atlántico Sur, un trayecto de más de 10.000 kilómetros entre Palos de la Frontera
(Huelva) y la ciudad de Buenos Aires. Gracias a esta tarea asumida, recibió la
Medalla al Mérito Aéreo, y el Rey Alfonso XIII lo nombró gentilhombre de Cámara
con ejercicio, y miembro del Consejo Superior de Aviación. En Roma recibió de
Benito Mussolini la Encomienda de San Gregorio el Magno, ese mismo año fue
detenido por los republicanos en la Cárcel Modelo de Madrid. Julio Ruiz de Alda
Miqueleiz fue fusilado por los milicianos anarquistas en uno de los patios de
la cárcel el 22 de agosto de 1936[53].
Con una
personalidad tan dispar, hoy día se recuerda a Ramón Franco como personaje
aventurero, viajero, conspirador, hermano de Francisco Franco, líder del viaje del
Plus Ultra hacia el Río de la Plata, miembro de la masonería contra Alfonso
XIII, líder de la proclamación de la II República, y lo más llamativo, elegido
diputado en las listas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Sin embargo,
estallada la guerra civil, y fusilado uno de sus compañeros de viaje, se une a
las fuerzas rebeldes lideradas por su hermano mayor, Francisco Franco. Tras su súbito
fallecimiento el 28 de octubre de 1939, Ramón fue ascendido a Coronel a título
póstumo en febrero de 1940, ya acabada la guerra civil española.
* Este trabajo forma parte del proyecto I+D+i “Donde la política no alcanza. El reto de diplomáticos, cónsules y agentes culturales en la renovación de las relaciones entre España e Iberoamérica” (HAR2014-59250-R), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad en la convocatoria del 2014.
** Universitat
de Barcelona
[1] DALLA-CORTE
CABALLERO, Gabriela (2013). La crónica argentina de Ricardo Monner Sans.
Periodismo, Política y Cultura en la revista Mercurio de Barcelona. Barcelona:
Reial Acadèmia de Bones Lletres (prólogo de Borja de Riquer i Permanyer).
[2] MONNER SANS, Ricardo, “Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 509, 4 de marzo de 1926, p. 53.
[3] MONNER SANS, Ricardo
(1914), “Desde mi rincón”, Revista de Derecho, Historia y Letras, Imprenta,
Litografía y Encuadernación de la Casa de Jacobo Peuser, Buenos Aires, Tomo
XLIX, pp. 425-436.
[4] MONNER SANS, Ricardo, “Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 509, 4 de marzo de 1926, p. 53.
[5] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina: de la Argentina, la llegada de Franco”, Mercurio, Nº 510,
18 de marzo de 1926, pp. 63-68.
[6] Ibídem.
[7] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 513, 15 de abril de 1926, pp. 90-92.
[8] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 514, 29 de abril de 1926, pp. 97-98.
[9] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 517, 10 de junio de 1926, pp. 142-143.
[10] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 519, 8 de julio de 1926, pp. 157-158.
[11] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 539, 14 de abril de 1927, p. 95.
[12] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 539, 14 de abril de 1927, p. 95.
[13] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 541, 12 de mayo de 1927, pp. 111-112.
[14] MONNER SANS, Ricardo,
“Crónica Argentina”, Mercurio, Nº 521, 5 de agosto de 1926, p. 186.
[15] “In memoriam. Don
Ricardo Monner Sans ha muerto”, Mercurio, N.º 544, 23 de junio de 1927, pp.
152-153.
[16] FERNÁNDEZ, Sandra y
NAVARRO, Fernando (coord.) (2011), Scribere est agere. Estanislao Zeballos en
la vorágine de la modernidad argentina. Rosario: La Quinta pata & camino
ediciones.
[17] Documento de
nacionalización de Ricardo Monner Sans, cedido por su nieto, el abogado que
lleva el mismo nombre que su abuelo. Agradezco a Ricardo Monner Sans, nieto, la
consulta de este documento sellado por la Dirección General del Archivo General
del Poder Judicial de la Nación fechada el 16 de marzo del 2012.
[18] “Homenaje a los
héroes del Plus Ultra. Memorial del Comandante Franco. Resumen del histórico
vuelo. Descripción del hidroavión, motores y estación radiotelegráfica”,
Aviación, Revista Argentina de Aeronáutica, Buenos Aires, n.º 47-48, febrero-marzo
de 1926, pp. 1-41.
[19] “Homenaje a la aeronáutica
española”, Aviación, Revista Argentina de Aeronáutica, Buenos Aires, Nº 47-48,
febrero-marzo de 1926, pp. 1-9.
[20] “El vuelo”, Aviación, Revista Argentina de Aeronáutica,
Buenos Aires, n.º 47-48, febrero-marzo de 1926, p. 42.
[21] Álbum homenaje a
Ramón Franco de la Colonia Española de Belén-Parà (1926). Brasil: Belén-Para.
[22] Homenagem do Banco de
Espanha e Brasil aos intrépidos aviadores Franco e Ruiz (1926). Brasil: Río de
Janeiro.
[23] Álbum de Homenaje a
Ramón Franco (1926). Chile, Santiago de Chile (manuscrito, documento conservado
hoy día en la Biblioteca Nacional de Catalunya).
[24] Álbum homenaje de la
Casa de Galicia de Buenos Aires a Ramón Franco (1926). Buenos Aires, Argentina
(manuscrito, (documento conservado hoy día en la Biblioteca Nacional de Catalunya).
[25] Álbum de Homenaje a
Ramón Franco (1926). Buenos Aires: Asociación Española de Socorros Mutuos de
Las Rosas, Ferrocarril Central Argentino (F.C.C.A.), Provincia de Santa Fe,
República Argentina documento conservado hoy día en la Biblioteca Nacional de
Catalunya).
[26] Álbum de Homenaje al
Comandante Ramón Franco (1926). Buenos Aires: Comisión de Homenaje de las
Sociedades de la Provincia de Lugo.
[27] Don Ramón Franco
Comandante de Infantería. Álbum gráfico Homenaje a los héroes del Plus Ultra
(1926). Buenos Aires: La Cooperativa Fotográfica.
[28] GOBELLO, José (2002).
Mujeres y hombres que hicieron el tango. Buenos Aires. Centro Editor de Cultura
Argentina.
[29] HORVATH, Ricardo (2006), Esos malditos tangos:
apuntes para la otra historia. Buenos Aires: Biblos, pp. 98-99.
[30] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón y RUIZ DE ALDA, J. (1926), De Palos al Plata. Madrid: Espasa-Calpe, p.
80.
[31] Ibídem, p. 174.
[32] Ibídem, p. 199, p.
206.
[33] Ibídem, p. 243.
[34] Ibídem, pp. 248-251.
[35] Ibídem, p. 257-260.
[36] FRANCO BAHAMONDE, Ramón
(1931). Madrid bajo las bombas. Madrid: Zeus, Sociedad Anónima Editorial p. 26.
[37] ZAVALA, José María
(2009). Franco, el republicano: la vida secreta de Ramón Franco, el hermano
maldito del Caudillo. Barcelona, Áltera, pp. 302 y 348.
[38] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón (1929). Águilas y garras. Madrid: Compañía Ibero-Americana de
Publicaciones (S.A.). Librería Fernando Fe.
[39] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón (1931). Madrid bajo las bombas. Madrid: Zeus, Sociedad Anónima Editorial
p. 117.
[40] Ibídem, pp. 123-124.
[41] Ibídem, pp. 140-141.
[42] Ibídem, pp. 260-261.
[43] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón (193?). Decíamos Ayer. Barcelona: Tipografía Maucci, p. 15.
[44] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón (1932). Unos días con los confinados en Villa Cisneros. Afirmación de
solidaridad universal. Madrid: Tierra.
[45] PÉREZ GARCÍA,
Guadalupe (2002). “La colonia penitenciaria de Villa Cisneros. Deportaciones y
fugas durante la Segunda República”, Historia y Comunicación Social, Vol. 7,
pp. 169-186.
[46] FRANCO BAHAMONDE,
Ramón (193?). Decíamos Ayer. Barcelona: Tipografía Maucci, p. 18.
[47] PEMÁN, José María
(1935 [1964]), De Madrid a Oviedo pasando por las Azores. Barcelona: Rialp.
[48] GARRIGA ALEMANY,
Ramón (1978). Ramón Franco, el hermano maldito. Apogeo y decadencia de una
familia. Barcelona. Editorial Planeta.
[49] DÍAZ, Carmen (Vda. de
Franco) (1981). Mi vida con Ramón Franco: contada a José Antonio Silva.
Barcelona: Planeta.
[50] ZAVALA, José María
(2009). Franco, el republicano: la vida secreta de Ramón Franco, el hermano
maldito del Caudillo. Barcelona, Áltera, p. 348.
[51] 51 SANZ, Carlos,
Concepto histórico-geográfico de la creación, mundo, otro mundo, nuevo mundo y
Plus Ultra. Palencia, Talleres Industrias Gráficas “Diario Día”, Palencia, 1969
(separata, La Caridad, Año XXVIII, Núm. 223, septiembre-octubre, 1969).
[52] Plus Ultra, semanario
de batalla, Barcelona, Año I, núm. 1, p. 1.
[53] ZAVALA, José María
(2009). Franco, el republicano: la vida secreta de Ramón Franco, el hermano
maldito del Caudillo. Barcelona, Áltera, p. 302.