12 de julio de 2020
EL MISTERIO DEL HÉROE ANÓNIMO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ENTERRADO EN UNA PEQUEÑA CIUDAD DE CÓRDOBA
Por Claudio Meunier Reus
Sargento de Vuelo León Switon, piloto de la Royal Air Force.
Recientemente Polonia rindió homenaje a sus héroes realizando un film sobre
los pilotos del Escuadrón 303 en la Batalla de Inglaterra, unidad en la que él
integró durante ese mismo período de guerra (Peter Sikora)
La información llegó desde la lejana Polonia, hoy tan
cercana a través de la tecnología y las comunicaciones. Un escueto mensaje
enviado por un colega historiador de aviación me informó sobre lo impensado: la
tumba de un piloto polaco que participó en la Batalla de Inglaterra podía estar
en nuestro país.
Su última morada era casi desconocida, aún para su único
bisnieto que, durante años, desde Polonia, intentó establecer el paradero de su
bisabuelo en la Argentina.
En el cementerio San José, que pertenece a la pequeña ciudad
de Toledo, ubicada a pocos kilómetros de Córdoba Capital, se puede visitar una
tumba entre las primeras erigidas en dicho camposanto. Las placas revelan dos
nombres: León Switon y León Wroblewicz, fallecidos en 1978 y 1981
respectivamente.
El nombre de León Switon también se encuentra grabado en el
monumento memorial dedicado a los aviadores de la Batalla de Inglaterra, a
orillas del Río Támesis, Londres, que miles de turistas visitan año a año.
Los primeros interrogantes se plantearon: ¿Era el mismo
piloto que voló en aquella terrible batalla?
Ante el hallazgo y el misterio, Víctor Toledo, intendente de
la ciudad cordobesa, puso a disposición el certificado de defunción de Switon.
El documento certificó que el hombre murió a los 62 años víctima de una
insuficiencia cardíaca, el 22 de diciembre de 1978, en el hospital de Río
Tercero. Su año de nacimiento coincidía con el del piloto.
En el cementerio comunal, la tumba está en perfecto estado.
Unas simples baldosas conforman la base de la sepultura, muy lejos de los
monumentos con placas conmemorativas a la batalla que existen en el Reino Unido
y señalan su paso por la guerra. Aquí, en Toledo, solo se encontró una placa
con su nombre grabado y debajo, otra placa con el nombre de León Wroblewicz,
cuyos familiares son los dueños de la parcela.
El Cabo Primero Leon Wroblewicz posa delante de un Havilland
DH 98 Mosquito del Escuadrón 305 (Archivo Flia Wroblewicz)
A 79 años de la Batalla de Inglaterra, se conoce por primera
vez que uno de los héroes nacionales de Polonia se encuentra sepultado en la
pequeña ciudad cordobesa.
Junto a la historiadora cordobesa Alicia Panero, comenzamos
a tejer redes de búsqueda que incluyeron visitas al cementerio, a la vieja casa
de Switon el Barrio Empalme de Córdoba, a la familia de Wroblewicz, y a
contactar a Bart, el bisnietode Switon.
¿Porque está allí León Switon? Las respuestas fueron
apareciendo en los Archivos nacionales británicos que guardan microfilmada su
impecable foja de servicio.
León Switon nació el 10 de octubre de 1915 en la localidad
de Osiek, Polonia. Recibido en una escuela de oficios como mecánico, se
interesó en la aviación, convirtiéndose en mecánico de aviones, y luego en
piloto civil, formado en el Aéro club polaco de Lodz. Entre marzo de 1937 y
febrero de 1938 trabajó como instructor.
Invitado por la Fuerza Aérea Polaca fue enviado a la escuela
central de Deblin para entrenar aviadores. Cuando se encontraba en la escuela
de Krosno, Alemania invadió Polonia. Switon escapó. Cruzó a Rumania, llegó a
Francia y allí se subió a un avión de transporte que lo llevó hasta Gran
Bretaña. Ni bien pisó suelo inglés, se presentó en la RAF para ofrecerse como
piloto de combate. Luego de un arduo entrenamiento calificó para volar el caza
más avanzado de su época, el Spitfire.
El monumento a los pilotos de la Batalla de Inglaterra a
orillas del Tamesis
¿Qué significó la Batalla de Inglaterra entre los hechos sobresalientes
de la Segunda Guerra Mundial? Al finalizar la invasión a Francia por parte de
Alemania, Adolf Hitler puso en marcha la siguiente etapa: invadir las islas
británicas, un hecho que marcaría el comienzo de la derrota en los siguientes
años de la guerra.
Los pilotos exiliados de los países ocupados de Europa
lograron reunirse para combatir en esta batalla decisiva. Checoslovacos,
polacos, franceses, belgas y también voluntarios provenientes de Norte América,
Canadá, Jamaica, Argentina, Rhodesia, Sudáfrica y Nueva Zelandia despertaron la
admiración mundial.
Los héroes resistieron, sobre Londres y el Canal de la
Mancha, combatiendo en una desventaja numérica notable a la Luftwaffe alemana.
La Fuerza de Hitler poseía 3600 cazas y bombarderos listos para arrasar las
islas mientras la RAF tenía para su defensa solo 871 aparatos de combate.
Cada piloto combatió en una desventaja de 7 a 1. Tanto que
el tiempo estimado de vida de cada aviador era solo de dos semanas. A pesar de
esta terrible estadística, combatieron con hidalguía y arrojo, incluso operando
desde aeroclubes luego de haber sido bombardeados los aeródromos militares de
la RAF.
Este núcleo de pilotos voluntarios logró imponerse a la
"guerra relámpago" ordenada por el Mariscal del Aire Hermann Göring,
conductor de la Fuerza Aérea Alemana. Enardecido por las bajas, Göring ordenó
el bombardeo masivo de las ciudades británicas: una "nueva modalidad"
que buscó ablandar la moral de la población. Pero ocurrió lo contrario: la
resistencia fue cada vez más fuerte.
Hitler, impresionado por las bajas de su aviación -1733
aviones perdidos-, ordenó el aplazamiento de la operación León Marino: la
invasión a las Islas Británicas. Gran Bretaña, entonces, respiró. Al concluir
la batalla el Primer Ministro Winston Churchill pronunció sus famosas palabras
sobre los valientes pilotos: "Nunca tantos, le debieron tanto a tan
pocos".
La desconocida tumba en Toledo que guarda los secretos de la
Segunda Guerra Mundial (Archivo Alicia Panero)
¿Y cuál fue el rol del héroe enterrado en Toledo?
León Switon fue enviado al Escuadrón 312 de cazas Spitfire
compuesto de voluntarios polacos y quedó en espera. Ante la gran cantidad de
pilotos muertos, se lo destinó en forma urgente al Escuadrón 54, unidad en la
que participaban dos famosos ases neozelandeses Al Deere y Colin Gray. Los
problemas no tardaron en llegar para el polaco que apenas entendía el inglés,
un verdadero escollo cuando la escuadrilla volaba con mal tiempo y debían
guiarse por la radio.
El piloto polaco participó en patrullas de combate contra
los cazas ME109 alemanes en el mes de agosto, uno de los momentos más duros en
la Batalla de Inglaterra. Luego de sobrevivir ese mes -superando así los 15
días de vida que marcaba la triste estadística-, abandonó el Escuadrón 54 y se
unió al Escuadrón de Spitfire 303 Ciudad de Varsovia, donde siguió volando en
misiones no operativas.
El 25 de septiembre de 1940 dejó ese último escuadrón por
problemas de salud. Uno de sus superiores descubrió su capacidad de instructor
y la RAF lo envió rápidamente a entrenar pilotos polacos en la Escuela de
Hucknall, de allí a la escuela de Montrose y finalmente a Canadá.
Luego, Switon regresó a Gran Bretaña para unirse a otra
escuela de vuelo. Se casó y tuvo dos hijos a quienes envió a la recién liberada
Polonia con la esperanza de reunirse con ellos, pero jamás los volvería a ver.
La política impuesta al finalizar la guerra fue un trago
amargo para los aviadores de los países ocupados. Luego de combatir en la
Batalla de Inglaterra y sobrevivir a otros cuatros años a combates aéreos por
la liberación de sus países -como Checoslovaquia y Polonia-, vieron con
frustración cómo sus esfuerzos se habían vuelto inútiles cuando sus tierras,
sus hogares y calles pasaron al control de la Unión Soviética liderada por
Josef Stalin. En la Conferencia de Yalta, Churchill, Stalin y el presidente
americano Franklin D. Roosevelt repartieron como una torta en porciones los
nuevos territorios de Europa.
Los pilotos polacos clamaron ante el primer ministro
Churchill con una nueva frase: "Nunca tantos, hemos sido traicionado
tanto, por tan pocos".
La situación era clara, significaba que los pilotos jamás
podrían volver a sus tierras pues allí eran considerados traidores por el nuevo
estado que regía sobre Polonia. Muchos de ellos, convencidos de que nada
sucedería, volvieron a sus países para ser encarcelados durante décadas
soportando vejaciones similares a las impuestas por Alemania en los años de la
invasión.
Pilotos de la RAF corren hacia sus Spitfire ante un despegue
de emergencia haciendo frente al enemigo. La imagen corresponde a una toma del
épico film La Batalla de Inglaterra rodado durante 1968 (archivo Claudio
Meunier Reus)
El 9 de noviembre de 1948, León Switon de 33 años desembarco
del buque a vapor Entre Ríos proveniente de Southampton en el Puerto de Buenos
Aires.
Dejó asentado ante las autoridades de inmigración que su
profesión era la de aviador, traía tan solo unas valijas. Se perdió caminando
entre el gentío del puerto de Buenos Aires, como uno más entre tantos buscó el
anonimato.
Un largo viaje a través de la Argentina lo llevó a Córdoba.
Cerca de Toledo armo un pequeño hangar y con un avión civil comenzó a ganarse
la vida como piloto fumigador.
Switon admiró las extensas llanuras argentinas, la
vegetación, la montaña, los ríos. Ni en sus sueños más ambiciosos había podido
imaginar lo que era la Argentina. Sonrió por primera vez en muchos años y sus
manos, acostumbradas a llevar con brutalidad y rapidez los comandos de un
Spitfire durante la Batalla de Inglaterra, se relajaron por primera vez en años
al pilotear su avión.
Pero una pregunta sigue sin respuesta: ¿por qué Switon está
enterrado junto a un hombre de apellido Wroblewicz?
La familia Wroblewicz tiene parte de la respuesta porque la
historia parece repetirse con León Wroblewicz. Él fue otro de los polacos en la
RAF que eligió la Argentina como su nueva tierra de esperanzas y anhelos. El
hombre era mecánico de cazas bombarderos Mosquito en el Escuadrón 305. Su foja
de guerra lo destaca como una persona muy capaz en el esfuerzo por ganar la
guerra.
Janusz, su hijo, le contó a la historiadora Panero que León
Switon había vivido cerca de ellos en Córdoba. Recordó las visitas y las
reuniones entre ellos, pero que nunca los escuchó hablar delante de otros sobre
las atrocidades de la guerra.
Al morir Switon, su camarada Wroblewicz quiso que fuera
enterrado en la parcela familiar. Tres años más tarde el dueño de la parcela,
sería sepultado junto a su compañero.
Bart, bisnieto de León Switon, buscó durante años saber qué
había sido de la vida de su bisabuelo y su desconocida historia en Córdoba. El
joven aun atesora las pocas cartas que León envió a su familia y que lograron
cruzar a Polonia a través del muro de hierro erigido por el régimen comunista.
Con la noticia del hallazgo de la tumba de Switon, Bart no
ocultó su emoción: "Finalmente sé dónde descansa en paz", dijo. Y solo pidió, para conservar viva la memoria,
que a esa placa sencilla con el nombre de su bisabuelo le graben cinco
palabras: "Con amor, tu bisnieto Bart".
Fuente: https://www.infobae.com