Para el ocaso de la década de 1930, una nube negra y espesa de guerra acechaba en el horizonte europeo. Pese a que los gobiernos de Francia y el Reino Unido empleaban diplomáticos para apaciguar a Hitler con compromisos, cada nación empezó a reforzar su poderío militar como una forma de prevención contra las hostilidades.
Mosquito avión madera
Entre otras medidas, la fuerza
aérea de Gran Bretaña intensificó la producción de sus bombarderos con
tecnología de última generación. Estos enormes aviones estaban bien blindados y
habilitados para entregar a domicilio una orden de destrucción brutal; pero los
aviones de acero/aluminio a cuatro motores eran demasiado lentos y poco
maniobrables, resultando muy vulnerables ante los aviones de combate y el
armamento antiaéreo alemán.
Pese a la escasez en el
suministro de metal, la Real Fuerza Aérea (RAF) elaboró planes para incrementar
su flota aérea incluyendo una nueva variedad de bombardero que era mucho más
pequeño y rápido. En 1936, la RAF comisionó a una serie de compañías para que
presentaran sus diseños de un avión con las características señaladas, una
compañía llamada De Havilland respondió de una forma un tanto inesperada: un
bombardero construido casi por completo de madera. En un inicio al Ministerio
del Aire le pareció absurda la idea, y le sugirió a la compañía aérea que lugar
de eso utilizara sus recursos en la construcción de alas para los bombarderos
existentes. Pero el personal de De Havilland estaba convencido de que su idea
poco ortodoxa tenía cierto mérito.
Los diseñadores originales
concibieron un avión con fuselaje de madera armado con varias torretas y una
tripulación de seis hombres, todo esto impulsado por dos motores Rolls-Royce
Merlin. Una serie de cálculos pronto arrojó que un avión de este tipo no sería
particularmente rápido teniendo en cuenta todo su peso, por lo que los
ingenieros discutieron la adición de otros dos motores para igualar la
velocidad de los bombarderos existentes. Después de algunas consideraciones,
los creadores originales en De Havilland concluyeron que la mejor forma de
proteger a la aeronave no era erizándola con ametralladoras, sino haciéndola
tan rápida que nada de lo que volara en el cielo pudiera alcanzarla.
Fuselaje última etapa
La idea parecía razonable, por lo
que el equipo de diseño siguió jugando con su concepto de avión de madera –
pese a que no recibieron la aprobación de la RAF. Descartaron las torretas y
cuatros asientos para la tripulación, reducción que disminuyó de forma
significativa el peso estimado. También pusieron especial atención a la
aerodinámica de la nave, con el objetivo de dotarla de una superficie tan
resbaladiza como la de un avión de combate. Con el par de motores Merlin súper
cargados, se estimó que el diseño de madera contrachapada alcanzaría una
velocidad máxima de 400 millas por hora con una carga completa de bombas, superando
con facilidad a los aviones alemanes más veloces de la época.
Mosquito construcción
La RAF continúo mostrando
desconfianza pese a las impresionantes especificaciones; un bombardero ligero
de madera era un concepto profundamente contrario al pensamiento de la época.
Por fortuna, De Havilland se hizo con un aliado, el ministro del Aire
Británico, un hombre llamado Sir Wilfrid Freeman. Freeman conservaba una
amistad muy cercana con la familia propietaria de De Havilland desde la I
Guerra Mundial, y el hombre vio un enorme potencial en el nuevo diseño. Con su
persuasión, el Ministerio del Aire finalmente autorizó la construcción del
prototipo, especialmente por la observación de Freeman de que un aeroplano de
madera no requería los escasos suministros metálicos del país.
Tras algunos contratiempos debido
a la falta de equipo y a que los bombarderos alemanes azolaban los edificios de
De Havilland, finalmente el prototipo del Mosquito fue transportado a la ciudad
de Hatfield para una prueba el 25 de noviembre de 1940. Su construcción final
era un marco de madera forrado con contrachapado, con las secciones unidas con
pegamento y atornilladas para una mejor resistencia. Emplearon madera balsa
ecuatoriana intercalada con el abedul canadiense, un tipo particularmente
fuerte y ligero de madera. El metal solo fue requerido en algunas partes,
incluyendo la carcasa del motor y algunos controles de la interfaz. Las
secciones de madera fueron cubiertas de tela y el prototipo fue pintado de
amarillo brillante para desalentar a las tripulaciones aéreas británicas de
disparar contra el avión ultra secreto. Una serie de pruebas en los meses
posteriores confirmó que el Mosquito era una máquina ágil y muy veloz, capaz de
ejecutar acrobacias impresionantes y alcanzar velocidades de hasta 392 mph.
Pruebas adicionales también revelaron que la aeronave podía soportar con
facilidad cargas cuatro veces más pesadas que para las que había sido diseñada.
Las posturas oficiales hacia el
Mosquito cambiaron rápidamente después de que se observara al prototipo en
acción. La RAF ordenó una serie de aeronaves con configuraciones variadas,
entre los que se incluían bombarderos, cazas pesados y aviones de
reconocimiento fotográfico. De Havilland requirió a todo mundo: carpinteros,
fabricantes de pianos, constructores de cabinas y a cualquiera que supiera
trabajar con la madera y que nunca antes hubiera hecho una contribución al
esfuerzo de guerra británico. Los módulos para ensamble se construyeron en
lugares como fábricas de muebles, y después eran enviados a la planta de De
Havilland para su ensamble en grandes moldes de concreto. Para acelerar la
producción, los ingenieros desarrollaron una técnica donde el pegamento secaba
mucho más rápido con la ayuda de microondas.
El inimaginable avión de madera
rápidamente se estableció como uno de los aviones más útiles de la Real Fuerza
Aérea. Las variedades de bombarderos podían arrojar una carga útil comparable
con fortalezas volantes, pero consumían menos combustible, ponían menos vidas
en riesgo y cruzaban por sobre el objetivo a aproximadamente el doble de la
velocidad que los bombarderos más grandes. El Mosquito también resultó
eficiente en carreras de baja altitud, donde escuadrones de Mosquitos volaban
casi a ras de suelo liberando sus artefactos con toda precisión para después
escapar a toda velocidad dejando atrás a interceptores alemanes que los
buscaban desesperadamente.
Mosquito de Havilland
La versión pesada del caza
demostró ser tan rápida como letal, derribando escoltas de bombarderos alemanes
y derribando al menos 500 cohetes alemanes V-1. Algunos cazas iban equipados
con un cañón de 57 mm y cohetes para hundir submarinos en el océano. Una
variedad de caza nocturno iba equipada con un radar secreto británico, que le
permitía al Mosquito localizar al objetivo en la oscuridad.
Cuando la inteligencia británica
se enteró de que Hermann Göring, el comandante de la Luftwaffe alemana, debía
encabezar un desfile nazi en Berlín el 31 de enero de 1943, empezaron a tramar
un plan para desmoralizar al enemigo. Göring se había jactado desde hacía mucho
tiempo de que la capital alemana estaba a salvo de los bombarderos aliados,
pero esa mañana hizo el ridículo cuando un escuadrón de Mosquitos liberó una
lluvia de bombas en el evento. Otro escuadrón de Mosquito fue a interrumpir una
segunda reunión en Berlín esa misma tarde. En otra ocasión, pilotos británicos
hicieron bombardeos a muy baja altitud en la sede de la Gestapo, destruyendo
archivos importantes y liberando a numerosos prisioneros. Debido a las
atrevidas incursiones, el Mosquito llegó a ser conocido cariñosamente como la
“Maravilla de Madera” y el “Terror de Madera”. El mismo Hermann Göring le
guardaba un alto estima al Mosquito.
“En 1940 podía volar al menos
hasta Glasgow en la mayoría de mis aviones, pero ahora me pone furioso ver al
Mosquito. Me pongo verde y amarillo de envidia. Los británicos, que pueden
permitirse el aluminio mejor que nosotros, ensamblan un hermoso avión de madera
que cada fábrica de pianos allí está construyendo, y le dan una velocidad que
hasta ahora no hace más que aumentar. ¿Qué piensas de eso?”.
Bombardeo Amiens Francia
Quizá el ataque más audaz del
Mosquito fue la Operación Jericó, una empresa audaz y un tanto desesperada que
tenía la intención de liberar a los prisioneros condenados de la guerra. El 18
de febrero de 1944, un escuadrón formado por diecinueve Mosquito bombarderos
escoltados por cazas lanzó un ataque relámpago a la prisión de Amiens durante
la ocupación nazi de Francia. Las fuerzas aliadas se enteraron que ciento veinte
miembros capturados de la resistencia francesa iban a ser ejecutados al día
siguiente, y tramaron el audaz plan con la esperanza de que algunos de los 717
prisioneros pudieran escapar.
Justo después del medio día la
primera ola de Mosquito pudo verse desde la prisión, y el piloto Maxie Sparks
se zambulló en un mar de fuego antiaéreo. La nave resistió una serie de rondas
de los defensores antes de que la primera bomba golpeara uno de los muros de la
prisión como se tenía previsto. El Mosquito dio la vuelta para una segunda
ronda, y Cecil Dunlop liberó otra descarga que abrió un segundo agujero mucho
más grande en la pared exterior. En medio del humo y el caos, algunos
prisioneros huyeron mientras la segunda ola de Mosquito llegaba y se dirigía a
las guaridas nazis. Aunque 102 prisioneros perdieron la vida, 258 lograron
escapar, entre ellos 79 de los que habían sido programados para ejecución.
Algunos historiadores han especulado que los desembarcos del Día D que tuvieron
lugar unos meses más tarde podrían no haber tenido el mismo éxito sin la ayuda
de los prisioneros de la resistencia francesa que fueron liberados en Amiens.
Bombardeo Amiens Francia
Durante varios años los
económicos bombarderos Mosquito fueron los amos y señores del cielo en términos
de velocidad y versatilidad. Finalmente, los alemanes desarrollaron un puñado
de aviones de combate que eran ligeramente más veloces que los Mosquito, pero
en la mayoría de las ocasiones los Mosquito ya estaban regresando a casa cuando
los interceptores llegaban al lugar, y la pequeña ventaja de velocidad no fue
suficiente para cerrar la brecha en un plazo razonable. Hacia el fin de la
guerra Alemania desarrolló un avión de propulsión a chorro con la velocidad
suficiente como para atrapar al Terror de Madera, pero su actuación llegó
demasiado tarde como para representar una diferencia. El Mosquito también jugó
en los campos de guerra del Pacífico, pero se limitó su uso debido a que la
madera y el pegamento no resultaban muy eficientes en el clima húmedo. Algunos
aviones literalmente se despegaron debido al calor y la humedad, un problema
que pudo haber resultado en algunos accidentes.
Para el momento en que la guerra
llegó a su fin, el Mosquito demostró ser capaz, y en muchos aspectos
extraordinario. Este avión – construido principalmente por carpinteros
utilizando materiales comunes – voló en más de 28000 misiones para el Comando
de Bombarderos, y solo 193 de ellos se perdieron durante la guerra. Un Mosquito
apodado F for Freddie tiene el record de más bombardeos ejecutados por un solo
avión en la II Guerra Mundial, tras haber completado 213 vuelos de combate. El
último Mosquito se construyó en 1950, y la Maravilla de Madera siguió siendo el
avión más rápido en el Comando de Bombarderos hasta 1951.
Por desgracia, las estructuras de
madera no resistían el paso del tiempo tan bien como la guerra, actualmente
solo se conservan unos treinta de ejemplares y ninguno es aeronavegable.
Fuente: https://marcianosmx.com