19 de julio de 2020
INTRÉPIDOS PIONEROS DE LA AVIACIÓN MEXICANA
Del campo de Balbuena se alzó
hasta el firmamento un pájaro de acero con rumbo a Nueva York.
Liviano como el aire, más rápido
que el viento, perdiéndose en las nubes a todos dijo adiós.
Corrido a Francisco Sarabia /
Felipe Valdéz Leal
Originalmente, la palabra pionero
provenía del francés pionnier o soldado de a pie o peón, empleada en el siglo
XII. Más tarde cambió el significado por: descubridor, iniciador o creador a
partir, quizá, del anglicismo pioneer surgido en el siglo XIX. Reconocemos al
pionero como una persona que realiza por primera vez alguna acción determinada,
o que trasciende los límites conocidos en un ámbito dado. En el caso de la
aviación, son reconocidos en México como pioneros: Alberto Braniff, Manuel
Lebrija y Martín Mendía entre otros, quienes vencieron el reto de elevarse por
los aires montados en aeronaves de rústica manufactura. Una segunda generación
de pilotos precursores la forman un trío de hombres intrépidos: Francisco
Sarabia, Emilio Carranza y Pablo Sidar.
FRANCISCO SARABIA TINOCO
Pionero de la aviación comercial
mexicana, Sarabia nació en Ciudad Lerdo, Durango el 3 de julio de 1900. Una vez
descubierta su vocación, realizó sus estudios como piloto en la Chicago
Aeronautical School. Obtuvo su licencia de piloto comercial N° 114 el 18 de
agosto de 1933, otorgada por el Departamento de Comunicaciones Aéreas de la
SCOP. Con gran entusiasmo desarrolló su profesión de diversas maneras:
instructor de vuelo, piloto del servicio postal estadounidense, creador de un
circo aéreo y de una escuela de pilotos; y lo más importante, formó la empresa
“Transportes Aéreos de Chiapas” con la cual dio salida a productos regionales
como el café, maderas preciosas, caucho natural, entre otros, del sureste
mexicano cuya accidentada orografía no permitía el uso del transporte
terrestre.
En los años veinte y treinta del
siglo pasado, la aviación logró unir a las naciones a través de los “vuelos de
buena voluntad”, que representaban auténticas hazañas de los pilotos, vistos
como héroes, ya que la aviación mostraba un incipiente desarrollo. Sarabia no
se sustrajo a esta moda y realizó el 24 de mayo de 1939 un viaje de la Ciudad
de México a Nueva York en un tiempo récord de ¡10 horas 43 minutos!, superando
el realizado por la piloto Amelia Earhart, cuatro años atrás, por tres horas y
29 minutos menos. De regreso a México, Sarabia despegó de Washington el 7 de
junio de 1939 en el avión llamado “Conquistador del Cielo”, minutos después un
motor falló deteniendo su accionar, y cayó a las aguas del río Potomac
falleciendo así este notable piloto.
Francisco Sarabia al frente de su
avión. Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia.
En el zócalo de la capital se le
rindió un sentido homenaje, y se le otorgó la categoría de héroe nacional.
Numerosas personas desfilaron frente a su ataúd en la capilla ardiente que se
instaló en la sede de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Sus
restos fueron depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres el 11 de junio
de 1939, ubicada en el panteón de Dolores en la capital del país. A 80 años de
su fallecimiento, el nombre de este piloto aviador es recordado en avenidas,
parques, escuelas, sindicatos, aeropuertos, instituciones públicas…Para
perpetuar su memoria fue inaugurado en 2013 el Museo-Monumento Francisco
Sarabia en Ciudad Lerdo, avalado en 2015 por la FAI (Federation Aeronautique
Internationale).
EMILIO CARRANZA RODRÍGUEZ
Carranza fue pionero de los
vuelos a larga distancia, así logró el vuelo nacional más largo que realizó de
la capital del país hasta Ciudad Juárez, Chihuahua
Perteneciente a una familia
distinguida de la Villa Ramos Arizpe, Coahuila, Emilio nació el 9 de diciembre
de 1905; fue sobrino nieto del presidente Venustiano Carranza. Su afición por
los aviones se dio al visitar seguido el campo de aviación de Balbuena, donde
se ubicaba la Escuela Militar de Aviación a la cual ingresó. Con sólo 20 años
de edad se graduó como Teniente piloto aviador de la Fuerza Aérea Mexicana el
14 de enero de 1926. Emilio participó en la lucha contra la rebelión
delahuertista y en la Guerra del Yaqui, en Sonora, por lo cual fue ascendido a Capitán.
Carranza fue pionero de los vuelos a larga distancia, que hacía simplemente por
vivir su sueño de ser piloto, así logró el vuelo nacional más largo -registrado
el 2 de septiembre de 1927- que realizó de la capital del país hasta Ciudad
Juárez, Chihuahua.
Carranza obtuvo un nuevo récord
de distancia al recorrer tres mil kilómetros desde San Diego, California hasta
la Ciudad de México, que lo convirtió, ante los ojos de los mexicanos, en un
héroe nacional. El vuelo que lo hizo pasar a la historia se dio el 11 de junio
de 1928 cuando a bordo del avión México-Excélsior se dirigió hacia Washington
D. C. en un viaje para corresponder al gesto de buena voluntad que tuvo Charles
Lindbergh, con quien hizo amistad, al visitar la capital mexicana un año antes.
Si bien tuvo que hacer una escala forzosa en Mooresville, North Carolina, a 300
millas de Washington, fue recibido el 12 de junio por las autoridades locales
con todos los honores.
Emilio Carranza junto a pilotos
de Washington D. C., a su llegada a la capital de los Estados Unidos de
Norteamérica. Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología
e Historia.
El regreso a México resultó
trágico. Estando en Nueva York recibió un telegrama del General Joaquín Amaro,
secretario de Guerra y Marina requiriendo su presencia inmediata “sin excusa ni
pretexto o la calidad de tu hombría quedará en duda.” Herido en su orgullo,
Carranza emprendió el vuelo de regreso a pesar de la terrible tormenta que
hacía estragos en la casi nula visibilidad debido a la cual estrelló su avión
en el bosque Pine Barrens en Long Island el 13 de julio de 1928. Carranza tuvo
varios homenajes, desde un monumento en el bosque Wharton en Burlington, Nueva
Jersey, hasta la ubicación de sus restos en el panteón de la Personas Ilustres,
al igual que Sarabia. El gobierno de México, aparte de realizarle un monumento
en el entonces Puerto Aéreo Central de la capital del país, instituyó desde
1951 la “Medalla Emilio Carranza” para reconocer al personal Técnico
Aeronáutico destacado por sus méritos en bien de la aviación, evento coordinado
por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
PABLO L. SIDAR ESCOBAR
Oriundo de Zaragoza, España,
Pablo nació en 1897 y a los 23 años de edad ingresó a la Fuerza Aérea Mexicana.
Participó en varias campañas históricas: contra las fuerzas de Adolfo de la
Huerta, el conflicto con los indios Yaqui, la Guerra Cristera y las rebeliones
de los generales Arnulfo Gómez y José Gonzalo Escobar. En su corta carrera de
aviador militar, el Coronel Sidar, se hizo acreedor a las siguientes
condecoraciones: medalla al Mérito Aeronáutico de Primera Clase por el vuelo
realizado en un avión Douglas M-02 llamado “Ejército Mexicano” por Centro,
Sudamérica y el Caribe; en el extranjero obtuvo el Cóndor de los Andes de
Bolivia, la Gran Cruz de Boyaca de Colombia, premio al Mérito Militar de
Ecuador y la Cruz Distinguida de Aviación de Perú, entre otros.
Pablo tuvo un espíritu audaz y
alocado que lo llevó a ganarse el apodo de “el loco” debido a las temerarias
acrobacias aéreas que solía realizar. Se dice que la letra L de su nombre
significaba: “loco”. Sidar planeó en 1929 un viaje de buena voluntad, para
acercar los corazones de los pueblos hermanos de México y la Argentina. Le fue
comisionado un avión Emsco con motor Wasp C bautizado como Morelos. El viaje
pretendía volar 40 horas sin escala para recorrer ocho mil kilómetros; levantó
el vuelo el 11 de mayo de 1930 en la localidad de Cerro Loco, Oaxaca, junto con
su copiloto el talentoso Teniente Carlos Rovirosa. Nunca llegaron a su destino
final, Buenos Aires, Argentina, pues tras una furiosa tormenta su avión se
estrelló sobre el puerto costarricense de Limón, en el Caribe perdiendo ambos
la vida. Este dramático suceso impidió la boda de Pablo con Artemisa Elías
Calles, una de las hijas del entonces ex presidente Plutarco Elías Calles.
Gran multitud rindió homenaje en
el cortejo fúnebre de Pablo L. Sidar en el zócalo capitalino. Reproducción
Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El cadáver del coronel Pablo
Larriva Sidar Puras, fue repatriado a México, y después de un impresionante
cortejo fúnebre celebrado el 24 de mayo en el zócalo de la capital, el
presidente Pascual Ortiz Rubio dispuso que los restos del piloto fueran
depositados, al igual que Sarabia y Carranza, en la Rotonda de las Personas
Ilustres. Sarabia, Carranza y Sidar son recordados en la nomenclatura de
algunas calles relativamente cercanas al Aeropuerto Internacional Benito Juárez
de la Ciudad de México.
Sarabia, Carranza y Sidar
comparten el espacio dedicado a la Rotonda de las Personas Ilustres en el
panteón de Dolores de la Ciudad de México. Reproducción Autorizada por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Fuente: https://elmirador.sct.gob.mx