9 de diciembre de 2019

“DIABLO ROJO”: LA MUERTE DE LA SUPERESTRELLA DE LOS CAZAS REPUBLICANOS ANTE LA LEGIÓN CÓNDOR EN LA GUERRA CIVIL


Herguido y un Nieuport 52 

Jesús García Herguido, popular y querido en el bando gubernamental por sus dotes para la aviación, fue derribado el 6 de enero de 1937 cerca de Barajas durante un combate contra un Heinkel teutón

Por Manuel P. Villatoro

Narran las crónicas de la época que el piloto republicano Jesús García Herguido, que acabó sus días encuadrado en la 2ª Patrulla de la escuadrilla al mando del soviético Pavel Richagov, era una verdadera estrella del bando gubernamental. Su contemporáneo Juan Maluquer, autor de “L'aviació a Catalunya els primers mesos de la Guerra Civil” le definió como un aviador extraordinario que siempre volaba muy bajo para animar, con sus gritos, a los milicianos que combatían en tierra contra las tropas nacionales. “Sus proezas aeronáuticas le dieron a conocerse al gran público”, explicó el historiador. Las mismas le valieron también el apodo de “Diablo Rojo” y un sin fin de entrevistas y reseñas en la prensa de la época. Era, en definitiva, una superestrella y un verdadero “as” de los cazas.

Pero toda aquella fama no evitó que cayera presa de un derribado aeroplano de la Legión Cóndor durante un combate en el frente de Madrid. La tragedia para las Fuerzas Aéreas de la República Española arribó el 6 de enero de 1937, como bien explicó su conocido compañero Andrés García Lacalle, al mando de la Escuadra de Caza, en “Mitos y verdades: la aviación de caza en la Guerra Española”: “En la otra escuadrilla rusa se mató o fue derribado mi amigo y compañero Jesús García Herguido, quien se acababa de incorporar llamado por mí”. En esta obra, el comandante señaló además que la catástrofe se produjo después de que acabara con un Heinkel nazi. “Como el avión de Herguido iba tan pegado al Heinkel, no le dio tiempo de sacarlo del pronunciado picado y se estrelló a continuación”.

Primeros años

Pero vayamos por partes. En el libro “Ases de la República. Pilotos de la aviación republicana en la Guerra Civil española”, se explica que Herguido vino al mundo en Velilla de Medinaceli (Soria) el 18 de enero de 1904. Desde el principio de su vida estuvo ligado a los motores y a los engranajes, aunque no de aviones, pues ejerció como mecánico en una empresa de coches y, poco después, en otra de ferrocarriles de Alcázar de San Juan. En 1925, cuando sumaba ya más de veinte veranos a sus espaldas, ingresó en la Escuela de Mecánicos de Aviación Militar de Cuatro Vientos, ubicada en Madrid. El año siguiente obtuvo su esperado título. Acababa de dar sus primeros pasos en el mundo de los combates en los cielos, aunque todavía le quedaba mucho por recorrer.


Allá por 1928 acometió la que sería su gran aventura lejos de los campos de batalla. En la época de los grandes “raids” de personajes como Ramón Franco, Herguido formó parte de la comitiva de tres Breguet XIX que viajaron hasta Jerusalén el 28 de mayo. Solo arribó a su destino uno de los aeroplanos: aquel en el que viajaba nuestro protagonista, entonces Cabo mecánico, junto al Capitán Luis Roa. Poco después emprendieron el regreso hacia España, a donde arribaron con el deber cumplido el 11 de junio. Así explicó el inicio de esta gesta aérea el diario ABC en su edición del 19 de mayo de 1928 bajo el titular “Salida de tres aeroplanos para Jerusalén”:

“En el aeródromo de Cuatro Vientos se elevaron ayer por la mañana tres aparatos que van a Jerusalén. en varias etapas, para sumarse a la peregrinación española que, presidida por el obispo de Madrid-Alcalá, ha salido de Madrid con el fin de visitar los Santos Lugares, y que actualmente se halla en camino. Como jefe de la escuadrilla figura el Comandante D. Luis Riaño, que vuela en uno de los aparatos, del que es piloto el Capitán D. Juan Aboal; el segundo avión es conducido por el Capitán D. Luis Roa, que lleva como mecánico a Luis García Erguido, y el tercer aparato ya pilotado por el Teniente D. Jesús Montesinos, con el mecánico Faustino Pérez. Se trata de tres aviones de serie, conseguidos en Getafe y con motor fabricado en Barcelona, sexquiplanos y del tipo Breguet”.

Tras este viaje, Herguido obtuvo el título de piloto militar en 1930. A partir de entonces, y hasta que empezó la guerra, estuvo destinado en Barcelona, donde ascendió a Sargento. Como se explica en “Ases de la República”, durante el comienzo de las hostilidades se hallaba en el aeródromo de El Prat de Llobregat. Desde allí, y a lomos de un Breguet XIX, llevó a cabo varios bombardeos sobre cuarteles sublevados en la Ciudad Condal. También se destacó en misiones de escolta. A la postre, eso sí, pasó a luchar en un Nieuport 52, los aparatos que, por entonces, formaban la columna vertebral del ejército gubernamental.

En acción

El 4 de agosto, nuestro protagonista combatió por primera vez contra un aeroplano del bando nacional. La lucha fue entre el Nieuport 52 de Herguido y un Breguet XIX a los mandos de un piloto nacional que había despegado de Zaragoza. En “Ases de la República” se recoge el parte oficial de aquella lucha: “A última hora de esta tarde cuatro aviones fascistas […] intentaron atacar […] las avanzadas de La Zaida. Un avión de caza de las fuerzas de la República, pilotado por el oficial señor Herguido, que en aquellos momentos regresaba a su base, entabló combate. […] derribando a uno de ellos envuelto en llamas”. El “Diablo Rojo”, al ver que el resto de enemigos huían, los persiguió “hasta que los perdió de vista”. A la vuelta, ametralló (de paso) varias concentraciones de tropas contrarias.

Durante ese día, Herguido cometió una travesura (o “una de las suyas”, como solía decir Foyer, también aviador y uno de sus “camaradas”). Tal y como se explica en la mencionada obra, el “Diablo Rojo” ametralló el aeródromo alzado de Huesca, aterrizó luego con su aparato... ¡y saludó con el puño en alto a sus enemigos antes salir de allí de nuevo!. Su correría fue descrita, poco después, en un parte oficial de Barcelona: “Sigue el avance hacia Huesca. Un avión leal llegó a aterrizar en el campo enemigo. Volvió a despegar sin ser hostilizado”. Con este currículum (en el que figuraban multitud de bombardeos a posiciones nacionales) no parece raro que se ganara a pulso su apodo y que la prensa le dedicara un hueco privilegiado.

El Diablo Rojo
El Diablo Rojo

A través de sus amigos y la prensa es posible realizar un retrato robot de nuestro protagonista, como bien explica Lluis Corominas en su amplio y documentado dossier “El Hispano-Nieuport 52 en la Guerra Civil española”.

El aviador Rodolfo Robles, por ejemplo, dejó escrito de él que “había sido uno de los primeros, desde el 19 de julio, en luchar contra la rebelión desde el aire en Barcelona”. Sin embargo, es Maluques el que se deshace en elogios hacia él. Este piloto se topó en Sariñena (Huesca) con Herguido y pronto descubrió con sorpresa que solía volar a menos de veinte metros de las trincheras republicanas para animar a los milicianos. “¡Adelante, adelante!”, gritaba una y otra vez. También incidió en que su maniobra favorita era cargar, en picado, contra las masas de infantería enemiga. No tardó en hacer otro tanto con bombas de 12 kilos, como harían luego los Stuka germanos en la misma contienda.

En el día a día, curiosamente, solía estar rodeado de niño. Al menos, según desveló el propio Maluques:

“Sus proezas aeronáuticas le dieron a conocerse al gran público, pues frecuentemente los diarios y revistas publicaban artículos explicando sus vuelos y anécdotas de su vida en el campamento. Cuando se le veía por el aeródromo con unos pantalones caqui como única vestimenta que se confundían con el moreno de su piel quemada por el sol, llevando un gran sombrero jipi en el cual lucía con orgullo su estrella de alférez, hubiera sido difícil al verlo, reconocer al mismo que con el caza Nieuport se había ganado el sobrenombre de “Diablo Rojo”. El gran amor por los niños era una de las características de Herguido. En el aeródromo siempre estaba rodeado de chavales, pues continuamente había gran número de ellos que no sabíamos de dónde venían; tanto podía ser de Albalatillo como del mismo Sariñena”.

Abatido

El propio Maluques señaló que, “meses después”, Herguido fue trasladado al frente de Madrid. En noviembre de 1936 el “Diablo Rojo” lucía los galones de Teniente. Ya en la capital, fue integrado en la 2ª Patrulla de la escuadrilla de cazas dirigida por el ruso Pavel Richagov. Una unidad cuyo caballo de batalla eran los míticos Polikarpov I-15, aparatos monoplazas apodados como “Chatos” por su escaso morro y que, a pesar de su apariencia rechoncha, era veloces para la época y capaces de derribar a los Heinkel germanos que habían llegado junto a la Legión Cóndor. A la larga, estos aeroplanos fueron los más numerosos que volaron los pilotos republicanos (unas 450 unidades en total). Curiosamente, se convirtieron pronto en la imagen de las fuerzas aéreas gubernamentales por su característica silueta.

Nieuport 52
Nieuport 52

El 17 de diciembre, Herguido fue herido en la pierna durante un combate aéreo, pero logró aterrizar sin problemas y regresar al frente. Según se narra en “Ases de la República”, el 6 de enero de 1937 recibió órdenes de despegar de Madrid y enfrentarse a los Heinkel enviados por la Legión Cóndor germana, “el nombre dado a la fuerza de intervención mayoritariamente aérea que la Alemania nazi envió en ayuda del General Franco» (según determina Álvaro Valcarce en “Lucha de sangre”). Herguido cayó derribado, como explicó Lacalle en sus memorias (en las que parece haber diferencias en cuanto a la fecha del combate):

“En la otra escuadrilla rusa se mató o fue abatido dos o tres días después que Ferran Roig, mi amigo y compañero Jesús García Herguido, el cual se había incorporado llamado por mí. Debía ser aproximadamente el 11 o 12 de noviembre, según me informó el comisario. Herguido derribó un Heinkel, que se estrelló prácticamente en el mismo campo de Barajas; pero como que el avión de Herguido iba muy pegado al Heinkel, no le dio tiempo a hacerlo salir del pronunciado picado y se estrelló a continuación”.

El aparato al que se enfrentaba era un Heinkel He 51, uno de los primeros biplanos que los alemanes enviaron a nuestro país y que se convirtieron en la base de la “Legión Cóndor”.

Fuente: https://www.abc.es