27 de diciembre de 2019
UN GLOBO QUE NO SE INFLABA Y DOS TRIPULANTES EN BUSCA DE UNA HAZAÑA: CRUZAR EL RÍO DE LA PLATA EN UNA CANASTA
En
diciembre de 1907 la aventura de unir Buenos Aires con Colonia sería uno de los
puntapiés iniciales de la aviación en nuestro país. Jorge Newbery, un
millonario y la crónica de una locura que hizo historia
Por
Adrián Pignatelli
El
Pampero, en pleno proceso de inflado (Archivo General de la Nación)
Era
más que evidente la discusión a los gritos entre Aarón Martín Félix de
Anchorena Castellanos y el ingeniero francés Faberes. Vociferaban sin pudor. En
el descampado de la Sociedad Sportiva estaban junto al globo Pampero, un
gigante dormido que no terminaba de inflarse con el gas usado para el alumbrado
público, y las diferencias de criterio se hacían notar.
Los
comentarios de los curiosos que se agolparon ese miércoles de Navidad reconfirmaba
lo que la mayoría pensaba: volar en globo era una tremenda locura.
El
globo era propiedad del multimillonario argentino Anchorena Castellanos,
miembro de una familia de intachable alcurnia. Este hombre de 30 años,
secretario honorario en la embajada argentina en Francia, era un típico
exponente de aquella oligarquía cuya ostentación había hecho posible que en
Europa se hiciera popular la frase de “más rico que un argentino”.
En
aquel país, el aviador brasileño Alberto Santos Dumont le había contagiado el
fanatismo por el vuelo y Anchorena no tuvo mejor idea que comprarse un globo
aerostático, el aparato sensación del momento.
En
aquel país realizó siete vuelos en el globo que bautizó Pampero, una mole de
1200 metros cúbicos de capacidad que se distinguía por sus letras rojas sobre
fondo claro.
La
conquista del aire
A
fines de 1907 viajó a Buenos Aires y se propuso algo que hasta el momento nadie
había realizado: cruzar el Río de la Plata, uniendo las ciudades de Buenos
Aires y Colonia. La revista Caras y Caretas tituló “La conquista del aire”.
El
24 de diciembre de ese año Anchorena se instaló en el campo de la Sociedad
Sportiva, un verdadero centro deportivo en esa época. Allí se jugaron los
primeros partidos de fútbol, hasta con equipos extranjeros como el Southampton
Football Club. Y en ese predio tuvieron sus primeras sedes el Automóvil Club
Argentino y el Touring Club. Hoy es el Campo Argentino de Polo.
Por
la mañana, había comenzado el proceso de inflado del globo con gas y, como no
llegaba a inflarse lo suficiente, comenzaron las discusiones entre Aarón de
Anchorena y el ingeniero francés que había hecho venir especialmente de aquel
país. En la maniobra fueron asistidos por un grupo de soldados del Regimiento
de Granaderos.
En
la barquilla, ya están ubicados Newbery y Anchorena, a minutos de partir.
El
globo recién estuvo listo para el 25 por la mañana. Cercano al mediodía ya
estaba todo en orden para partir. Anchorena, a viva voz, preguntó si alguien
deseaba acompañarlo. La mayoría estaba convencida que el viaje era casi un
suicidio. Sin embargo, alguien se adelantó de inmediato: Jorge Alejandro
Newbery.
Hijo
de un odontólogo norteamericano, Newbery se había recibido de ingeniero
electricista en los Estados Unidos, y había tenido como maestro al mismísimo
Thomas Alva Edison. En el país fue profesor en la escuela técnica y promotor de
toda actividad deportiva. Desde 1900 era Director General de Instalaciones
Eléctricas, Mecánicas y Alumbrado de la municipalidad porteña, cargo que
conservaría hasta su muerte. Fue uno de los primeros ídolos que tuvo nuestro
país, que construyó su popularidad participando en carreras, competencias,
duelos por el honor y toda actividad que significase un riesgo seguro. Los
diarios lo definían como un “sportman”.
Aarón
de Anchorena no le iba en zaga. En 1901 había ganado la primera carrera de
autos, que se había corrido en el Hipódromo del Bajo Belgrano. Al año siguiente
hizo un viaje por la Patagonia y hasta propuso comprar la isla Victoria.
Conoció a Francisco P. Moreno y fue un activo promotor del sur argentino.
A
Colonia
A
las 11:45 el globo Pampero, comenzó a elevarse en dirección al este. Anchorena,
previsor, incorporó al operativo a su lancha Pampa, quien seguiría la
trayectoria del globo.
El
viaje demoró dos horas y cinco minutos. Al comienzo los vientos los favoreció,
pero, en un momento en que perdían peligrosamente altitud, debieron
desprenderse de lastre.
El
globo, en pleno vuelo (AGN)
Cuando
tocaron tierra, casi con lo justo, preguntaron a los lugareños dónde estaban,
ya que para aligerar el globo habían arrojado por la borda los elementos de
medición.
Habían
caído en terrenos que pertenecían a la estancia de Tomás Bell, a 30 kilómetros
de la costa en Conchillas, al norte de Colonia. Habían logrado la proeza.
Dos
destinos distintos
El
13 de enero de 1908 Anchorena y Newbery serían los socios fundadores del Aero
Club Argentino, que fue la primera institución aeronáutica del país. Pero sus
caminos se dividieron: la familia le insistió a Anchorena que dejase de volar,
hasta le adquirió una estancia en Uruguay para terminar de convencerlo.
Anchorena fallecería en esa estancia el 24 de febrero de 1965.
En
cambio, Newbery seguiría haciendo historia en la aviación local. No ya con el
Pampero, que desaparecería con su hermano Eduardo y el sargento Romero una
noche del 17 de octubre de 1908 y nunca más se sabría de ellos, sino con otros
globos, como el Huracán, con el que batiría varios récords de distancia y
permanencia en el aire. Tal fue la trascendencia de sus hazañas que un grupo de
fanáticos del fútbol, que habían fundado un club, le pidieron permiso para usar
el nombre de su globo. De esta manera, Jorge Newbery fue socio honorario del
Club Huracán.
El
1 de marzo de 1914, en Los Tamarindos, Mendoza, preparando el primer cruce en
avión de la cordillera de los Andes, Newbery se estrelló mientras realizaba un
vuelo de exhibición. Ya, para entonces, había escrito más de una página en la
aeronáutica argentina.
Fuente:
https://www.infobae.com