5 de diciembre de 2019
EL PAPEL DE LAS PATENTES EN LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN
Por
Intan Hamdan-Livramento (*)
Este
artículo se basa en el Informe Mundial sobre la propiedad intelectual en 2015:
La innovación revolucionaria y el crecimiento económico
La
historia de cómo se consiguió hacer volar a una máquina más pesada que el aire
está repleta de narraciones de inventores intrépidos, temerarios y de cazadores
de sueños. Pero también está llena de relatos de ensayos meticulosos y
repetitivos, de cálculos complejos y del apoyo de las ciencias exactas. Los
gobiernos también fueron esenciales a la hora de favorecer el diseño de
aviones, en particular durante las dos guerras mundiales.
En
los primeros años de la aviación, cuando volar todavía era un sueño, a una
reducida pero creciente comunidad de aficionados le movía el reto de descubrir
"cómo volar". Durante este periodo, los soñadores de la aeronáutica
cooperaban abiertamente. Generalmente no solicitaban las patentes en aras de un
provecho económico (Foto: maodesign / DigitalVision Vectors).
La
forma en que nace el avión es un ejemplo muy revelador de cómo, en condiciones
económicas determinadas, pequeños o importantes avances tecnológicos y
científicos logrados por ilustres y atrevidos personajes condujeron a una
innovación verdaderamente revolucionaria, que ha transformado la forma en que
funciona el mundo en la actualidad.
Pero,
¿qué papel desempeñó el sistema de patentes en la evolución del avión?
La
respuesta: las patentes contribuyeron al desarrollo de esa maravilla de la
tecnología en los primeros años, cuando los vuelos comerciales se hicieron
realidad. Con todo, es difícil calibrar la importancia que tuvieron por sí
solas en la evolución de la industria en general, dada la crucial incidencia de
la intervención de los gobiernos en cuanto a impulsar los adelantos en el
sector de la aviación durante el periodo que va desde la Primera Guerra Mundial
hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Si bien los gobiernos siguen
apoyando a la industria aeroespacial, puede decirse que su influencia es menor
que en la primera mitad del siglo XX. Además, en la etapa de la posguerra, y
aún hoy, se encuentran pocos rastros de patentes que hayan bloqueado la
evolución tecnológica del avión.
Al
estudiar la evolución del avión se ponen de manifiesto tres etapas importantes:
la cooperación abierta en los primeros años, seguida de la aparición de una
nueva industria y, por último, los años de guerra. Cada una de estas etapas
creó un escenario y una dinámica de la innovación diferentes para los
inventores, las instituciones académicas, los gobiernos y el entorno económico.
Los
primeros aficionados forman una comunidad abierta
En
los primeros años de la aviación, cuando volar todavía era un sueño, a una
reducida pero creciente comunidad de aficionados le movía el reto de descubrir
"cómo volar." Los pioneros de la primera hora como Francis Wenham y
Lawrence Hargrave no tenían expectativa alguna de ganar dinero con sus
actividades, al menos en un principio.
Entonces,
los avances en la aviación eran predominantemente mecánicos y podían ser
imitados con relativa facilidad. Esto significaba que cualquiera que tuviera
interés en volar y los medios financieros para hacerlo podía pertenecer a la
comunidad aeronáutica.
Los
inventores aprendían de ensayos anteriores, adaptaban o cambiaban sus diseños
de aviones y los probaban para ver si funcionaban. La mayoría informaba de sus
constataciones a la comunidad y, por lo tanto, consolidaba la base de
conocimientos sobre la aviación.
En
la actualidad, la creciente complejidad en la producción de aviones hace que
los fabricantes dependan menos del sistema de patentes para obtener
rentabilidad a su inversión en innovación. La innovación se centra ahora en la
optimización de la integración de sofisticados subsistemas de tecnologías.
Fuente: Meyer et al (2016).
Estos
soñadores de la aviación cooperaban abiertamente para que cada uno aprendiera
de los ensayos del otro. Durante este periodo, surgieron revistas, exposiciones
y conferencias para compartir los últimos avances y conocimientos sobre la
aviación. Se crearon clubes y sociedades de navegación aérea por todo el mundo
(Alemania, Australia, China, Filipinas, Francia, Japón, Nueva Zelanda y Reino
Unido, por nombrar solo algunos).
Una
persona en particular, el francés Octave Chanute, favoreció la colaboración de
esta comunidad a través de la publicación de Progress in Flying Machines
(1894). Su obra recopilaba todos los ensayos conocidos relacionados con la
aviación y sus resultados. Su publicación contribuyó a una amplia divulgación
de los conocimientos sobre la aviación. El Sr. Chanute también mantuvo
correspondencia de manera regular con otros inventores, intercambiando ideas y
reflexiones sobre experimentos de aviación. Wilbur y Orville Wright figuraban
entre los que se comunicaban con Chanute.
Durante
los primeros años de la aviación, solo unos pocos inventores presentaron
solicitudes de patentes para sus aeronaves. Pero no parece que su motivación
para solicitar derechos exclusivos de patentes estuviera relacionada con
razones monetarias, sino con el deseo de reforzar su reputación o de compartir
su trabajo con el público. Muy pocos pudieron sacar beneficio de sus
invenciones patentadas. Otto Lilienthal, un renombrado pionero de la aviación
alemana, solo vendió siete de sus planeadores patentados a compradores
interesados.
Los
primeros años: surge una nueva industria
A
medida que la idea de volar comenzó a tornarse real, decayó la naturaleza
colaborativa que existía entre los aficionados a la aviación. Los hermanos
Wright, por ejemplo, se retiraron de esa comunidad abierta cuando se dieron
cuenta de que su invención podía funcionar y tenía potencial comercial
En
1903, los hermanos Wright presentaron una solicitud de patente ante la Oficina
de Patentes y Marcas de los Estados Unidos de América por su sistema de viraje
mediante el alabeo y su estructura de timón. Posteriormente, en 1906, les fue
concedida la patente No. 821,393 de los Estados Unidos de América. Chanute se
mostró consternado por esta decisión y criticó a los hermanos por haber sacado
provecho de la comunidad abierta para luego negarse a compartir sus
conocimientos con ella. Para colmo, se habían basado en el diseño del avión de
Chanute.
Mientras
tanto, aplicando los principios más avanzados de la aerodinámica a la
construcción de fuselajes, Hugo Junkers creó en Alemania un avión más estable,
fiable y eficiente. En 1910, solicitó una patente sobre ese diseño en la
Oficina Alemana de Patentes. Su obra pionera sirvió para fundamentar la
construcción de aviones en años posteriores.
En
ese periodo, el número de patentes relacionadas con la aviación presentadas en
todo el mundo aumentó considerablemente. Los inventores de Francia, de
Alemania, del Reino Unido y de los Estados Unidos de América presentaron
solicitudes de patente a un ritmo sin precedentes (véase la figura 2). Es más,
el número de patentes presentadas fuera del país de origen del inventor también
aumentó, lo que indica que tenían la intención de comercializar sus invenciones
más allá de su propio territorio (véase la figura 3).
El
aumento de las solicitudes de patente coincidió con un aumento de la inversión
en el sector, tanto por parte de fuentes privadas como públicas, a medida que
los inversores comenzaron a reconocer el verdadero potencial del transporte
aéreo. También coincidió con un aumento del número de empresas creadas. Los
hermanos Wright (1908), Gabriel Voisin (1910) y Glenn Curtiss (1916) fundaron sus
propias empresas para rentabilizar su esfuerzo. Entre 1903 y 1913, se
presentaron aproximadamente 200 prototipos de aviones, pero muy pocos entraron
en producción. La mayoría de ellos se vendieron para uso gubernamental.
En
esta etapa, también se intensificó el uso del sistema de patentes para obtener
una rentabilidad con carácter exclusivo de las inversiones; se trataba, en
primer lugar, de evitar que otros se aprovecharan sin costo alguno de una
innovación y, en segundo lugar, de ayudar a las empresas a preservar su
competitividad. Tanto los hermanos Wright como Junkers ganaron litigios contra
varios de sus rivales, especialmente en sus mercados nacionales. Por ejemplo,
en Alemania, Junkers hizo valer sus derechos de patente contra constructores de
aviones rivales tales como Claude Dornier, Willy Messerschmitt y Adolf
Rohrbach. Por su lado, en los Estados Unidos de América, los hermanos Wright
pleitearon con éxito contra Glenn Curtiss y otros. Las compañías de aviación utilizaron
sus derechos de patente concediendo licencias sobre sus tecnologías para
generar fuentes adicionales de ingreso. Algunos contratos de concesión de
licencias en materia de tecnología de la aviación suponían retribuciones de
millones de dólares de los EEUU.
Los
años de guerra y más allá
Las
importantes patentes que poseían los hermanos Wright en los Estados Unidos de
América y Hugo Junkers en Alemania captaron la atención de sus respectivos
gobiernos durante las guerras mundiales.
Esto
puede explicarse por dos factores. En primer lugar, el avión se consideraba un
arma estratégica: el bando que creara la mejor arma podía ganar la guerra. Por
lo tanto, desarrollar rápidamente esas máquinas se convirtió en una prioridad
absoluta. En segundo lugar, las diferencias entre las empresas que fabricaban
aviones, tanto dentro como fuera de cada país, en cuanto a superioridad
tecnológica significaban que los recursos para producir los mejores aviones se
concentraban en manos de unos pocos. Eso tenía que cambiar, puesto que la
guerra exigía una rápida producción y despliegue de miles de aviones de guerra.
Figura
2: El número de solicitudes de patente se incrementó de forma significativa
cuando la posibilidad de viajar en avión se hizo real.
Figura
3: Para proteger sus invenciones en el extranjero, los inventores empezaron a
presentar solicitudes de patente para sus invenciones en muchos países.
Nota:
La diferencia entre el total de solicitudes y la primera presentación refleja
el número de patentes que se presentaron posteriormente en otras
jurisdicciones.
En
los Estados Unidos de América, algunos argumentaron que la amplitud del alcance
de los derechos de patentes concedidos a los hermanos Wright había frenado el
desarrollo de los aviones en el país. La utilización de aviones de diseño
europeo por parte del Gobierno de los Estados Unidos de América en la Primera
Guerra Mundial permite suponer que así fue. Para remediar esa situación, en
1917 el Gobierno de los Estados Unidos de América estableció la Manufacturers’
Aircraft Association (MAA), una asociación comercial que alentaba a sus
miembros a conceder licencias cruzadas de sus tecnologías aeronáuticas mediante
un consorcio de patentes en apoyo al esfuerzo bélico de su país. En Alemania se
produjeron hechos parecidos. También en 1917 se creó la Asociación de
Fabricantes Alemanes de Aeronaves para propiciar el intercambio entre los
diferentes inventores nacionales de todas las patentes importantes en el campo
de la aviación. Sin embargo, la Asociación no funcionó como estaba previsto
porque Junkers se mostró reacio a compartir sus patentes con otros fabricantes
de aviones. De todos modos, durante la Segunda Guerra Mundial, Junkers se vio
forzado por el gobierno nazi a contribuir con sus patentes a la Asociación.
La
iniciativa gubernamental como motor del desarrollo de los aviones
La
importante inversión realizada por los gobiernos de ambos bandos para aumentar
la producción de aviones de guerra supuso un gran impulso para el desarrollo de
los aviones. Inventores como Junkers, Dornier y Messerschmitt se vieron
obligados a colaborar para producir los mejores aviones de guerra diseñados en
Alemania. En los Estados Unidos de América se asignaron fondos para establecer
instituciones públicas de investigación, como la National Advisory Community of
Aeronautics (NACA). En Alemania, organizaciones similares se encargaron de
recopilar los últimos adelantos aeronáuticos y los difundieron en publicaciones
como la Technische Berichte der Flugzeugmeisterei. Todos esos esfuerzos tenían
por objeto acelerar los progresos de los investigadores y los fabricantes de la
industria de la aviación.
El
papel que ha desempeñado el sistema de patentes ha ido evolucionando en
respuesta a un entorno político cambiante y a realidades económicas y
tecnológicas que han condicionado el desarrollo de los aviones a lo largo de
los años.
Al
final de la Segunda Guerra Mundial, el ecosistema de innovación en la aviación
experimentó otro cambio en su dinámica que, en gran medida continúa vigente en
la actualidad. Se produjeron varios cambios. En primer lugar, en marcado
contraste con los años iniciales, el ecosistema empezó a contar con una notable
presencia gubernamental, aunque podría decirse que menor que durante la guerra.
En segundo lugar, la industria experimentó una considerable consolidación con
la aparición de dos competidores mundiales principales, Boeing y Airbus,
encaminados a dominar la aviación mundial. En tercer lugar, si bien el número
de solicitudes de patente relacionadas con la tecnología aeronáutica se
incrementó (aunque todavía sin alcanzar el número total de solicitudes de
patente presentadas durante los años iniciales), los fabricantes de aviones
comenzaron a confiar en otros métodos para obtener rentabilidad de sus
inversiones.
Con
el tiempo, a medida que los aviones se volvieron más complejos, también se hizo
más complejo el ecosistema de la innovación en la industria. Las cadenas de
suministro se han vuelto cada vez más intrincadas y coordinar de manera óptima
y rentable la integración de muchas tecnologías diferentes es cada vez más
importante. Se necesita por lo tanto establecer una estrecha colaboración con
una serie de proveedores de tecnología que, por lo general, deben firmar
contratos exclusivos a largo plazo que se ajusten a las especificaciones y
normas del fabricante del avión. Esto explica por qué, después de 1945, la mera
complejidad y especialización de las tecnologías empleadas –lo que significa
que no pueden copiarse fácilmente– ha sido suficiente para permitir a los fabricantes
de aviones recuperar la mayor parte, si no toda, su inversión en innovación.
Cuando
volar empezó a hacerse realidad, la cooperación entre los entusiastas de la
primera hora dio paso a la competencia, lo cual se tradujo en un incremento
significativo del número de solicitudes de patente presentadas en todo el mundo
(foto: yuelan / iStock / Getty Images Plus).
Conclusiones
El
papel que ha desempeñado el sistema de patentes ha ido evolucionando en
respuesta a un entorno político cambiante y a realidades económicas y
tecnológicas que han condicionado el desarrollo de los aviones a lo largo de
los años. En los primeros años, unos pocos inventores buscaban derechos de
patente para sus invenciones y, cuando lo hacían, les movían por lo general
razones de carácter no monetario. Eso puede explicarse, en parte, porque las
invenciones en materia de aviación que se realizaban no tenían ninguna
aplicación en el mundo real.
Sin
embargo, a medida que el transporte aéreo se fue convirtiendo en una realidad,
los inventores recurrieron al sistema de patentes para rentabilizar sus
inversiones. Los titulares de patentes hicieron valer sus derechos para
mantener su competitividad y comenzaron a conceder licencias sobre sus
tecnologías para crear nuevas fuentes de ingresos. En los primeros años, el
número de patentes relacionadas con la aviación creció, coincidiendo con el
incremento en el número de compañías aeronáuticas fundadas.
El
estado de emergencia durante las guerras mundiales incidió una vez más en el
papel que desempeñaba el sistema de patentes para los fabricantes de aviones.
Se alentó a los inventores a que se unieran a los consorcios de patentes con el
fin de acelerar el desarrollo y la utilización de los aviones. La importante
inversión gubernamental en el desarrollo de los aviones de guerra dio lugar a
adelantos tecnológicos en esta esfera que desde entonces se han transferido a
la aviación comercial.
Hoy
en día, la industria parece depender menos del sistema de patentes que en sus
inicios. Esto se explica, en gran medida, por el carácter cada vez más
especializado del sistema de innovación aeronáutica, que tiene como prioridad
la optimización de la integración de complejos subsistemas de tecnologías tan
diversas como los nuevos materiales ligeros o los sofisticados sistemas
electrónicos y de software, en la búsqueda de un transporte aéreo más
asequible, ecológico y eficiente.
(*)
División de Economía y Estadística, OMPI
Fuente:
https://www.wipo.int