Con el inicio de la II Guerra Mundial, Bader
contactó a un antiguo conocido en el Ministerio del Aire y con el apoyo de su
antiguo jefe, logró reingresar en la RAF tras rendir una prueba de vuelo en
1939. Y fue así que el 27 de noviembre de ese mismo año, ocho después de su
accidente, Bader volvía a estar nuevamente tras los mandos de un modesto avión
Avro Tudor K-324. Casi enseguida pasó a pilotar un bombardero diurno Fairey
Battle, y luego un Miles Master, que eran el último escalón para que un piloto
inglés pudiera pilotar los Spitfire y los famosos Hurricane.
Para febrero de 1940 Bader tenía ya 29 años de
edad, mucho mayor que los pilotos novatos que le rodeaban y lo enviaron al 19°
Escuadrón de Caza, en Duxford. Dos meses más tarde fue nombrado Comandante de
la 222ª Escuadrilla de Caza.
En junio de 1940, Bader fue enviado, junto con su
escuadrilla, para efectuar la cobertura aérea durante la retirada de Dunkerque
de las tropas británicas ante el acoso de la Wehrmacht en Europa. En el curso
de una de las salidas, Douglas Bader alcanzó su primera victoria aérea, sobre
un Messerschmitt Bf 109 de la Luftwaffe. Aún en junio de 1940, fue nombrado jefe
de la 242ª Escuadrilla de Caza, una unidad canadiense que había quedado
seriamente afectada en los combates correspondientes a la batalla de Francia y
que en esos momentos estaba en un bajo estado de moral. Dicha moral no quedó
precisamente mejorada cuando, en el aeródromo de Coltishall, vieron bajar del
avión a su futuro comandante y comprobaron que carecía de ambas piernas. Sin
embargo, Bader despejó inmediatamente sus temores, ofreciéndoles una
demostración de acrobacia aérea de 30 minutos, que les impresionó
profundamente. Tras enfrentarse con algunos problemas de avituallamiento, Bader
pudo rápidamente declarar que su nueva escuadrilla, formada por 18 aparatos
Hawker Hurricane, estaba lista para el combate. Era el momento oportuno, puesto
que la decisiva batalla de Inglaterra estaba a punto de dar inicio.
Bristol Bulldog, en uno de estos aviones Douglas perdió sus piernas
Durante la batalla de Inglaterra, Douglas Bader estuvo preocupado por la posibilidad de ser derribado sobre el canal de la Mancha, debido a que, en caso de caer al agua, sus prótesis podían actuar como lastre haciéndole hundirse en el mar. Por ese motivo, para intentar ayudar a la flotabilidad de las mismas, decidió rellenarlas con pelotas de ping pong. No obstante, en la siguiente misión que efectuó oyó unos ruidos extraños, llegando a pensar que era atacado por un avión enemigo. Sin embargo, se trataba de la explosión de las pelotas de ping pong, afectadas por la altura.
Entre muchas cosas, fue el primero que puso en práctica la formación “cuatro dedos” en la RAF durante 1940.
Bader parecía invencible, pero, el 9 de agosto de
1941, tras haber obtenido otras dos nuevas victorias, topó en el aire con un
tercer Messerschmitt 109, viéndose obligado a saltar en paracaídas. Durante las
maniobras de extracción de la cabina de vuelo del avión alcanzado, perdió las
dos prótesis de sus piernas. Y al haber caído en territorio ocupado por los
alemanes, se convirtió en prisionero de guerra, siendo enviado a un hospital en
las cercanías de Saint-Omer, muy cerca del lugar en el que se encontraba la
tumba de su padre. Antes de ello, Adolf Galland, uno de los jefes de la
Luftwaffe, envió un vehículo para que le recogiese y le llevase a su base aérea
con la intención de poder charlar con él. En ese momento se puso en marcha una
de las menos conocidas y más increíbles operaciones de la II Guerra Mundial. Tras
ponerse de acuerdo alemanes y británicos, se dejó paso libre a un avión
británico con el fin de que lanzase en paracaídas un nuevo par de prótesis para
Douglas Bader. Se trató sin duda de la única ocasión en que los alemanes
autorizaron a un avión británico para que sobrevolase la Francia ocupada. La
operación fue un éxito, y Bader recibió su nuevo par de piernas.
Un soldado alemán muestra el paquete que contenía las prótesis
Una vez recuperada de nuevo su capacidad de movimiento tras serle reimplantadas las prótesis, y con la voluntad inflexible que le caracterizaba, rápidamente efectuó la primera de sus numerosas tentativas de evasión. Inició así un largo periplo de campo en campo y de evasión en evasión, hasta acabar recalando en la célebre fortaleza de Colditz, donde los alemanes que, aunque admiraban a este oficial fuera de lo común estaban cansados de sus tentativas de evasión, procediendo finalmente a la confiscación de sus prótesis, tras que Douglas rechazase hacer la promesa de no volver a efectuar ningún nuevo intento de fuga.
En la primavera de 1945, tras ser liberado por el
1º Ejército estadounidense, que acababa de conquistar Colditz, se dirigió
inmediatamente a París para solicitar un Spitfire y regresar al combate antes
del fin de la guerra. Sin embargo, no se le concedió la autorización, ya que ya
formaba parte de la Historia y de la leyenda y el alto mando no deseaba perder
a un hombre de esa envergadura. Fue ascendido a Group Captain, asumiendo el
mando de la Escuela de Cazas de Tangmere, siendo posteriormente nombrado jefe
del sector de Essex con el 11° Grupo de North Weald. El 15 de septiembre de
1945, condujo personalmente el desfile aéreo de la victoria, formado por 300
aviones, que sobrevoló la ciudad de Londres.
Douglas Bader subiendo a su Spitfire al final de la guerra para encabezar el desfile aéreo del Día de la Victoria
Imagen de Bader charlando con otros pilotos, y en la que se aprecia el peculiar dibujo del morro de su avión.
En los años setenta, Bader y el alemán Galland. Dos grandes pilotos y antiguos adversarios intercambiando dedicatorias.
Fuente: https://www.escuadron69.net