Por
Laís Oliveira
El
22 de junio se cumplen 78 años del inicio de la Gran Guerra Patria —nombre dado
por la historiografía soviética a la parte de la II Guerra Mundial focalizada
en el frente del este, que enfrentó a la URSS y a la Alemania nazi—. Este día
de 1941, Adolf Hitler puso en acción la Operación Barbarroja, su plan de
invasión de la Unión Soviética.
A
pocos días de esta importante fecha, la veterana de guerra Galina Brok-Beltsova
recibió al equipo de Sputnik en su casa en Schólkovo, una pequeña ciudad a las
afueras de Moscú, donde con mucho orgullo y nostalgia compartió con la nueva
generación lo vivido en aquellos días en el frente de batalla.
Galina Brok-Beltsova es una leyenda viva. Cuando empezó la guerra, en 1941, tenía solamente 16 años, pero la corta edad no le impidió defender su patria con uñas y dientes. En poco tiempo se unió a las intrépidas jóvenes soviéticas del grupo aéreo femenino creado por la Mayor Marina Raskova y, en 1944, partió hacia el frente, donde ejerció la función de navegante aérea y realizó más de tres decenas de vuelos para lanzar bombas sobre el enemigo. Actualmente, es la única sobreviviente del regimiento femenino de bombarderos Pe-2.
El
llamado del frente
"Trabajar
en la aviación no estaba en mis planes, yo soñaba con ser una geóloga de
exploración. (...) Y de repente llegó la guerra, teníamos que graduarnos de la
escuela y decidir qué hacer. Nosotros, los jóvenes deportistas, los mejores
alumnos, fuimos a la oficina de reclutamiento de manera voluntaria y pedimos
que nos aceptasen en el frente", recuerda la veterana.
"Los
mejores de los mejores fueron invitados a la aviación. Nos hicieron exámenes,
nos metieron en una centrifugadora, verificaron nuestra salud. Después de todas
las pruebas, a nosotros nos enviaron a la Escuela de Aviación de Moscú, que
preparaba a los meteorólogos y a los especialistas en comunicación",
detalla Brok-Beltsova.
Galina Brok, con su uniforme de la aviación soviética. Archivo personal de Galina Brok-Beltsova
Tras
concluir un curso acelerado de meteorología militar, Galina Brok (en aquel
entonces todavía no tenía el apellido de su futuro marido) fue una de las nueve
jóvenes elegidas, de un total de 400, para hacer un entrenamiento en las más
novedosas aeronaves de la época. Una vez concluida esa fase, se convertirían en
parte del 125° Regimiento de Bombarderos, una de las tres unidades aéreas
femeninas de la URSS.
"Entre
estas nueve muchachas estaba yo. Nos fuimos a los alrededores de Kúibishev, a
Sizran para un entrenamiento. De allá fuimos para Mari-El, en Yoshkar-Olá, y
concluimos nuestra instrucción en un novedoso avión: el bombardero en picado.
Durante un año, estudiamos y volamos en tres tipos de aeronaves: primero, el
TB-3, un bombardero pesado; después en el SB-2, un bombardero de alta
velocidad; y para concluir el programa de entrenamiento probamos el bombardero
en picado, el Pe-2", cuenta Galina a Sputnik.
El
23 de junio de 1944, Galina Brok realizó su primera misión de combate, cuyo
objetivo era diezmar a las tropas enemigas y destruir sus equipos en la región
de Riga (actual Letonia).
El avión de la Victoria
Mientras muchas unidades masculinas volaban en aeronaves consideradas más obsoletas, al 125° Regimiento de Bombarderos le fueron asignados los mejores aviones de este tipo que poseía el Ejército Rojo en aquel entonces, los recién desarrollados Petliakov Pe-2. Este bombardero era capaz de hacer un picado directamente hacia su objetivo, lo que aumentaba la precisión de su ataque y disminuía su tiempo de exposición al fuego antiaéreo.
"Era
un avión maravilloso, muy muy esperado, muy muy necesario y victorioso. La
guerra aérea contra el enemigo se ganó gracias a que [Vladímir] Petliakov creó
al comienzo del conflicto bélico este increíble avión, que resultó vencedor de
la parte aérea de la Gran Guerra Patria", recuerda con cariño la veterana
que, hasta el día de hoy, tiene miniaturas de la aeronave en su casa.
Sin embargo, el novedoso aparato era de difícil maniobrabilidad y en aeródromos improvisados, cubiertos de nieve, controlarlo podía convertirse en una ardua —y a veces fatal— tarea.
"Con el Pe-2 esto pasaba a menudo. Tenía dos motores, doble cola y giraba al despegar. Era preciso regularlo para que los motores trabajaran simultáneamente, sin permitir que girara, porque si se salía de la trayectoria, colisionaría con un montón de nieve, volcaría a alta velocidad, es decir, daría una vuelta de 180 grados. Y el piloto terminaría bajo la aeronave de siete toneladas. Así murieron algunos muchachos", explica Brok-Beltsova.
"Nosotras,
las muchachas, todas terminamos el entrenamiento perfectamente. Éramos nueve
cuando llegamos. En cada avión volábamos tres: una operadora de navegación, una
piloto, y una artillera que también hacía las veces de operadora de
radiocomunicaciones. Todas nosotras, después de terminar el entrenamiento
fuimos a volar en el frente, sin una única pérdida", añade la exnavegante
aérea con mucho orgullo.
El desempeño impecable de estas jóvenes fue reconocido no solo dentro de la URSS. En Francia llegó a escribirse un libro en homenaje al regimiento femenino diurno de bombarderos. En la obra gala, la unidad de la cual Galina formaba parte recibió el apodo de “La Furia del Día”, debido a la manera implacable en que lucharon contra las tropas enemigas.
Galina Brok luce su traje militar. Archivo personal de Galina Brok-Beltsova
¿De quién es esta obligación?
Aunque el servicio militar es un ámbito tradicionalmente considerado masculino, Galina Brok-Beltsova asegura que, durante la guerra, el hecho de ser mujer poco importó. Según la veterana, todos los ciudadanos, independiente de su género o su edad, estaban dispuestos a atender la llamada de la patria.
"En aquel entonces, nosotros no pensamos cuál servicio era para quién, si era militar, si era obligatorio y necesario. ¡Guerra! ¡Bombardeaban Moscú! ¡Moscú estaba repleto de barricadas! Por todos los lados había carteles motivacionales: '¿Cómo has ayudado al frente?', '¿Qué has hecho por el frente?', 'La patria está en peligro. ¡Defiéndela!'. Un niño, sobre él vuelan bombas, su madre abrazándolo cerca de su pecho. '¡Ayúdalo!'. Por todos los lados había estos carteles que pedían ayuda", recuerda la veterana.
"Será que pensábamos: '¿Voy? ¿No voy? ¿De quién es esta obligación?' Todo el país salió en defensa de la patria, no solo hombres y mujeres, muchachas y muchachos. Niños y ancianos también trabajaban bajo el eslogan '¡Todo por el frente, todo por la victoria!'", subraya Brok-Beltsova.
Los vecinos construyen una barricada en el centro de Moscú durante la Gran Guerra Patria
Un amor que resistió la guerra
Durante su entrenamiento en el aeródromo de Yoshkar-Olá, Galina Brok conoció a Gueorgui Beltsov, el comandante de la escuadrilla que enseñaba a los pilotos a volar en las nuevas aeronaves. Beltsov estuvo directamente involucrado en el entrenamiento de Brok y los jóvenes crearon un fuerte lazo de amistad.
"Nos conocimos y nos separamos. Prometimos escribirnos. (...) Nos carteamos durante toda la guerra (...) un día recibí un sobre y dentro de él había una fotografía de un osito. Él estuvo en Moscú, compró este osito, sacó una foto y me la envió al frente. En la carta me escribió: 'Cuando nos encontremos, te regalaré el original'. Después del fin de la guerra, unos seis meses más tarde, nos encontramos, él me regaló este osito y me pidió matrimonio", cuenta Galina mientras nos muestra el osito y su foto, recuerdos que sigue guardando más de siete décadas después.
En contra de las expectativas de Gueorgui, Galina no aceptó su propuesta de matrimonio en aquel entonces, ya que todavía era muy joven y, entre otras cosas, deseaba estudiar. Unos meses más tarde, sin embargo, los dos terminaron casándose. La pareja tuvo tres hijos y vivieron juntos durante casi 60 años, hasta el día del fallecimiento en 2005 del mayor-general de la aviación.