Por
Miguel Ángel Segovia (*)
España
es un país con una gran historia que merece ser difundida y conocida por su
sociedad. Durante el transcurrir de los años, hemos tenido grandes hazañas y
épocas gloriosas. España llegó a ser un gran Imperio durante más de 200 años
gracias a su mentalidad naval, y a su potente Armada. Está por ver que los
Estados Unidos de América, logre y nos supere en esta gesta.
Desgraciadamente
durante nuestra historia reciente, también hemos tenido que lamentar
acaecimientos muy dolorosos y trágicos, cuyas huellas persisten hoy en día.
Seguramente
todos nuestros lectores conocen los funestos episodios de nuestra Guerra Civil
y sus consecuencias. Una de ellas, fue la perdida completa de la Aeronáutica
Naval al disgregarse su personal y material en ambos bandos. El devenir de los
acontecimientos de la Guerra Civil, originó la fusión de la Aeronáutica Militar
y la Aeronáutica Naval dando lugar a la creación de un nuevo Ejército. Nuestro
magnifico Ejército del Aire.
Quisiera
en este texto, explicar brevemente la historia de la Aeronáutica Naval.
Evidentemente, este tema daría incluso para publicar un libro, pero este no es
el objeto de presente texto. Ruego por tanto se me que permita ciertas
licencias en este artículo y que obligatoriamente me llevan a sintetizar algunos
hechos importantes y a obviar algunos otros de menor transcendencia.
Antes
de hablar de la Aeronáutica Naval, debo comenzar hablando de la Aeronáutica
Militar. Una y otra están ligadas en su origen y en su final.
El
día 2 de abril de 1910 se creó la Aviación Militar en España y cuya primera
base fue el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid). El 28 de febrero de 1913 se
cambió el nombre por el de Servicio de Aeronáutica Militar, con objeto de
fusionar e incorporar la Compañía de Aerostación con base en Guadalajara, y que
operaba de manera efectiva desde 1889. Este nuevo Servicio de Aeronáutica
Militar contaba, por tanto, con dos secciones operativas: por un lado, la
Aviación militar y por el otro la Aerostación Militar.
Desde
sus inicios esta nueva Arma del ejército español abrió sus puertas a los
oficiales de la Armada y formó a todos los aviadores militares con el mismo
material de la base de Cuatros Vientos. Una vez finalizado el curso de piloto,
la mayoría de los oficiales de la Armada quedaron en las filas de la
Aeronáutica Militar.
No
obstante, algunos otros Oficiales de la Armada consideraban que las tácticas
aeronavales que debían desarrollarse como apoyo a los buques de guerra, exigían
la necesidad de una aviación naval propia. Evidente este paso no fue fácil,
pues siempre en estos casos suele haber recelos y dificultades institucionales.
En este aspecto, esta época no iba a ser diferente a cualquier otra.
Durante los inicios de la I Guerra Mundial, el entonces Teniente de Navío Pedro M. Cardona y Prieto, oficial de gran talento y gran entusiasta de la Aviación Naval, viajó a numerosas ciudades relacionadas con la aeronáutica, visitando países como Suiza, Alemania, Bélgica y Francia. En todos estos lugares recopiló información y estudió los procedimientos de fabricación y el empleo de los medios aeronáuticos en guerra. A su regreso, y debido a que tenía un estatus de asesor personal del rey Alfonso XIII, le informó de sus trabajos y estudios. La consecuencia de estos informes no pudo ser otra que la aprobación de la creación de la Aviación Naval. Así el 15 de septiembre de 1917 por Real Decreto de S.M. el Rey Alfonso XIII nace la Aeronáutica Naval.
CC.
Pedro M. Cardona y Prieto. Fuente: Archivo Armada Española
En
abril de 1918 se eligió al por aquel entonces Capitán de Corbeta Cardona y
Prieto para impulsar esta nueva capacidad de la Armada, que con una gran
capacidad de trabajo se enfrentó a grandes retos. Una nueva especialidad en la
Armada, suponía disponer de una Escuela de formación, material y sobre todo de
profesores, alumnos y personal de apoyo.
La
primera decisión que tomó el Capitán de Corbeta Cardona fue establecer
provisionalmente la escuela de Aviación Naval en Barcelona, en los terrenos del
entonces denominado Campo de la Volatería y que hoy ocupa el aeropuerto de El
Prat. La construcción de la Escuela en su ubicación prevista junto al Mar
Menor, en lo que hoy es la Base Aérea de San Javier, se retrasó mucho debido a
distintas dificultades administrativas. Por otro lado, se empezaron a
desarrollar los aeródromos y bases de aerostación en Mahón (Menorca), Marín
(Pontevedra) y Mar Chica (Melilla).
En 1920 se creaba el Negociado de Aviación Naval dentro del seno del Estado Mayor Central de la Armada. Desde este negociado, el Capitán de Corbeta Cardona para impulsar el desarrollo de esta nueva capacidad y con escasos créditos iníciales, se dispuso a la adquisición del material necesario. En poco tiempo se recibieron tres aviones Avro 504K, un modelo muy versátil capaz de operar con ruedas o flotadores y que tenía ciertas capacidades como bombardero. No obstante, su empleo consistió en el adiestramiento de los primeros aviadores navales. También se recibieron dos aviones de caza biplaza Martinsyde F.4. Buzzard para misiones de reconocimiento y bombardeo. Enseguida se planteó la necesidad de adquirir hidroaviones para operar desde la mar, y la elección recayó en un modelo italiano, el Macchi M-18, que ofrecía sobradas prestaciones como avión de reconocimiento a baja cota y bombardeo. En cuanto llegaron a España empezaron a operar desde el puerto de Barcelona.
Hidroavión
Macchi M.18. Fuente: Archivo Armada Española
Después
de una frenética actividad y de contratar a varios instructores extranjeros, a
principios de 1921 comenzaba el primer curso de la especialidad de piloto
naval. Además, y ante la necesidad de
dar adecuada respuesta militar a los desgraciados sucesos que han pasado a la
historia con el nombre del desastre de Annual, se aceleraba la preparación de
la Armada y de la Aeronáutica Naval, mediante la adquisición de un buque que
permitiera desplegar y dar apoyo logístico a los hidroaviones. Así, a finales de 1921 el Ministerio de
Marina recibía un vapor alemán entregado al Gobierno español como indemnización
por las pérdidas sufridas por nuestra marina mercante durante la Gran Guerra.
Este buque que inicialmente se llamó España N° 6, tras profundas
modificaciones, se renombró como Dédalo y quedó plenamente operativo en mayo de
1922. Cabe señalar que el Dédalo, además de ser el primer portaaeronaves de la
Armada, fue el primer buque de aquella época capaz de operar simultáneamente
aparatos pertenecientes a las especialidades de aviación y aerostación, ya que
podía emplear 2 dirigibles semirrígidos S.C.A., 2 globos cautivos Avorio
Prassone y hasta 20 hidroaviones del tipo Macchi M-18.
En esos primeros años también se potenció el material de la Aeronáutica Naval mediante la adquisición de cinco hidroaviones Felixstowe F.3A; la construcción bajo licencia de media docena de hidroaviones Savoia S-13, de origen italiano, en los talleres de la aeronáutica naval de Barcelona. Este método de adquisición de material mostraba ser un modelo mixto bastante eficiente. Por un lado, la compra en el extranjero aprovechando los bajos precios debido el exceso de aviones tras la I Guerra Mundial y, por otro lado, un apoyo a la industria nacional en determinados proyectos viables técnicamente.
Estación
Transportable de Aeronáutica Naval Dédalo. Fuente: Archivo Armada Española
Las
primeras acciones de combate de la Aeronáutica Naval ocurrieron en agosto de
1922 cuando el buque Dédalo desplegó en la costa de África para participar en
la Campaña de Marruecos. La primera campaña del Dédalo en Marruecos se saldó
con más de 125 vuelos de combate por piloto, y aunque su contribución a
alcanzar los objetivos de la misión fue modesta, demostró plenamente el
potencial de esta nueva capacidad al aprovechar la mar como espacio de maniobra
para sorpresa del adversario.
Durante
los años 1923 y 1924 la Aeronáutica Naval continuó consolidándose con nuevos
cursos de formación, adquisición de nuevo material, como el Supermarine Scarab
y el Macchi-24. Además, se continuó participando en distintas operaciones en el
norte de África.
Finalmente,
el 8 de septiembre de 1925, llegó la plena justificación de la creación de la
Aeronáutica Naval durante el desembarco de Alhucemas. Este glorioso día para
las Fuerzas Armadas Españolas, constituyó un importante hito a nivel mundial,
pues de manera conjunta se realizó el primer desembarco de infantería apoyado
por fuerzas navales y sus unidades aéreas. Evidentemente este desembarco sirvió
como caso práctico para otros desembarcos durante la II Guerra Mundial, como
por ejemplo el famoso desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944.
El
Dédalo y los distintos tipos de hidroaviones desarrollaron una intensa acción
ofensiva durante el desembarco, bombardeando las posiciones enemigas y
debilitando sus defensas tanto en las inmediatas playas como en las alturas
circundantes, contribuyendo de manera significativa al éxito del desembarco.
El
final de la guerra en África en 1926, proporcionó la oportunidad de concentrar
los esfuerzos en reorganizar la Aeronáutica Naval que, tras abandonar parte de
sus instalaciones de Barcelona, se ubicó definitivamente en la nueva base de
San Javier. Además, se continuó con la actualización del material adquiriéndose
modernos hidroaviones Dornier Do-J Wall. Estos fueron construidos por la
empresa nacional Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA) en su factoría de
Cádiz, origen de la potente industria aeronáutica nacional.
Por
tanto, a fínales de los años 20, podemos afirmar que la Aeronáutica Naval
española era una de las más importante de su entorno. Poseía instalaciones de
construcción con prestigio, bases aeronavales distribuidas en puntos clave de
la península y sus tripulaciones estaban muy bien adiestradas.
La llegada de la República en 1931 supuso el agrupamiento de la aviación civil, militar y naval dentro de un nuevo organismo conocido como Dirección General de la Aeronáutica. En esos años tuvo lugar otro de los hitos de la aeronáutica militar como fue la toma del autogiro Cierva el 7 de marzo del 1934 en el Dédalo, la primera toma de una aeronave de ala rotatoria a bordo de un buque en el mundo.
Autogiro
“la Cierva” sobre la cubierta del Dédalo. Fuente: Archivo Armada Española.
Así
llegamos al inicio de la Guerra Civil en 1936, momento en el que la Aeronáutica
Naval continúa a un gran nivel, tanto por la experiencia de los pilotos navales
como por el número de aviones, si bien es cierto que el Dédalo estaba
inoperativo y que algún otro material de vuelo rayaba en la obsolescencia. La Armada Española operaba en ese momento
doce escuadrillas que, en total, contaban con cerca de un centenar de aviones,
algunos de ellos los más modernos de la época como los torpederos CASA Vickers
Vildebeest.
Como
se ha mencionado al principio, con el estallido de la Guerra Civil los dos
bandos unificaron bajo un mismo mando la Aviación militar y la Aeronáutica
Naval. Finalizada la contienda, el 7 de octubre de 1939 se creaba el Ejército
del Aire, desapareciendo de este modo la Aeronáutica Naval después de 22 años
de servicio a España.
Desde
su creación hasta su disolución en 1939, el personal de la Armada mostró su
capacidad para liderar el desarrollo de la Aviación Naval, superando infinidad
de problemas financieros, tecnológicos y operativos. En esos años la Aeronáutica Naval consiguió
formar casi un millar de hombres, que se titularon en las distintas ramas de
esta especialidad naval. Estos
oficiales, suboficiales y marineros fueron unos pocos valientes marinos que
decidieron desafiar las dificultades y la carencia de medios para impulsar un
sueño: el de disponer de Aviación Naval en España.
En
1954 se creó el Arma Aérea de la Armada, legitima heredera de aquella Aviación Naval de 1917. Pero evidentemente
eso ya es otra historia…
(*) Capitán de Corbeta de la Armada Española Controlador Táctico de Aviones en la Mar (CTAM) Al margen de mi vocación militar y de marino, desde el punto de vista de controlador aéreo lo que más me gusta es pertenecer a ese grupo selecto de personas que hacen algo diferente, y con tanta responsabilidad, en un mundo tan apasionante como es el mundo de la aviación.
Fuente:
www.hispaviacion.es