Por
Enrique Gudín de la Lama (*)
LA COMANDANCIA DE MELILLA DESPUES DE ANNUAL
Lejos
de sus posiciones y sin posibilidad de un apoyo logístico eficaz, sus tropas – cinco
mil hombres – se encontraron en el collado de Annual a merced de las tropas de
Abd el–Krim. La reacción ante el acoso de éstas, fue una orden de repliegue
hacia Melilla que se inició con gran desorden. Cundió el pánico y la retirada
se convirtió en una huida aterrorizada. En un trágico “efecto dominó” fueron
cayendo todas las posiciones de la Comandancia de Melilla. El balance final fue
de diez mil muertos. Abd el–Krim no quiso atacar Melilla, de haberlo hecho, no
habría encontrado resistencia.
La
recuperación – la reconquista – del territorio perdido, posición a posición,
comenzó a los pocos días, con la amenaza de los moros todavía a las puertas de
la ciudad.
Se
enviaron a Melilla grandes contingentes de tropa, primero desde Tetuán y después
desde la península. Se pusieron en marcha nuevas unidades y también nuevos
medios. Uno de los cuales fue la aviación, que a lo largo de esos meses comenzó
a ser empleada de forma diferente a como lo había sido hasta entonces.
Las
operaciones de reconquista fueron lentas y arduas. Hasta mediados de septiembre
no se pudo romper un primer cerco de Melilla. Poco después se conseguía entrar
en Nador, a escasos kilómetros del sur de la ciudad, y mantener la posición de
Tizza al oeste.
Desde
el monte Gurugú, los rifeños estuvieron batiendo la ciudad con fuego de cañón
hasta comienzos de octubre, momento en que se recuperó su control. A mitad de
ese mes las tropas españolas llegaron a Zeluán y el 24 entraban en Monte Arruit.
El avance del ejército sobre esos dos lugares se vio acompañado por la conmoción
que produjo en los soldados y sus acompañantes – periodistas, sanitarios,
religiosos…– lo que contemplaban en el recorrido: “miles de cadáveres, regados
por el campo y en plena carretera, pudríanse al sol[1]”.
Izado de bandera en la Alcazaba de Zeluán, 14 de octubre de 1921 - AGA.
En
noviembre se había ampliado notablemente el sector que dominaba el ejército en
torno a Melilla. A lo largo de ese mes se fueron controlando la meseta de Iguerman,
Tifasor, Uixan, Ras–Medua y Tauriat–Hamet.
A
comienzos de diciembre se recuperaron Batel y Tistutin. La idea era conseguir pasar
el Kert por la parte de Tikermin antes de Navidad para así dar descanso a las
columnas y consolidar la retaguardia antes de lanzarse a tomar Dar Drius los primeros
días de enero de 1922[2].
Se
pretendía tener dominado todo el territorio desde Melilla hasta la línea del Kert
a comienzos de año 22. Desde las posiciones más allá del río –Drius, Tikermín–
se podía hacer presión sobre la cabila de Beni–Said.
LOS
SERVICIOS DE AVIACIÓN EN MARRUECOS
Hasta
el desastre de Annual había en Marruecos tres escuadrillas, con seis aparatos
cada una, en las comandancias de Larache, Tetuán y Melilla. En la retirada de
Annual, el aeródromo de Zeluán fue tomado por los moros y se perdió la 2ª Escuadrilla,
la de Melilla.
En
las primeras campañas de Marruecos, la aviación había sido considerada por los
jefes militares como una ayuda, un apoyo en determinados momentos, y poco más.
La jornada de Ras–Tikermín obligó a cambiar esa idea. Los aeroplanos actuaron
ese día como auténtica arma de combate[3].
Sin
embargo, hasta entonces, el uso que se le daba a los aeroplanos era en tareas
de reconocimiento, bombardeo del frente y cooperación con el ejército en las operaciones
de tierra.
Los
reconocimientos se hacían sobre un territorio previamente determinado ya fuese
por una simple necesidad de información –movimientos de población o de tropas
enemigas, nuevos campamentos o zocos, etc.–, o para la preparación de alguna
operación militar. Era posible que en los reconocimientos se hiciesen
fotografías y también podía suceder que algún jefe militar ocupase el puesto de
observador para inspeccionar directamente el territorio enemigo. El general
Sanjurjo se subió en bastantes ocasiones a los aeroplanos para reconocer
personalmente la situación del frente, las posiciones enemigas o, en el caso
del asedio a Monte Arruit, para ayudar a su abastecimiento[4].
Otras
veces el servicio era de bombardeo de un poblado, un aduar, un zoco, o una
trinchera fortificada.
La
cooperación en los combates de las columnas del ejército, consistía
principalmente en bombardear las posiciones a las que la artillería no podía
llegar por el motivo que fuese. También se colaboraba suministrando información
al puesto mando de los movimientos o concentraciones de tropas que podían
observarse desde el aire.
Monte
Arruit, octubre de 1921. Camión cargado con cadáveres - AGA.
Sanjurjo
dispuesto a hacer un reconocimiento a bordo de un Bristol F-2b pilotado por el Capitán
Martinez Merino - SHYCEA.
A
esos servicios habría que añadir los de apoyo y avituallamiento de las
posiciones: lanzamientos de agua, hielo en barras, munición, víveres y
medicinas[5].
Es
decir, la aviación era un elemento de apoyo del que se podía echar mano sobre
todo por su capacidad de tomar altura y desde ahí observar, bombardear o hacer
fotografías dentro de una relativa seguridad, lejos del alcance de las armas
rifeñas.
En
agosto de 1921 se dio un paso adelante cuando se usaron los aeroplanos para
abastecer Monte Arruit, con vuelos más arriesgados, al alcance de los fusiles moros.
NACIMIENTO
DEL GRUPO DE HAVILLAND ROLLS DE MELILLA
La
conmoción que produjo el desastre de Annual en la población española permitió
que se hiciese a través de la prensa una campaña de donativos para que cada
provincia regalara un aeroplano al Ejército. Además, el gobierno aprobó un crédito
extraordinario para la compra de aviones. A partir de septiembre de 1921 fueron
entregándose al ejército los distintos aparatos que se iban adquiriendo.
Se
crearon así en Marruecos, por imposición de las circunstancias, unas fuerzas aéreas
de cierta consideración y con posibilidades operativas reales.
Buena
parte de los aparatos adquiridos fueron de Havilland DH.4 que llegaron a ser
pieza importante de ese entramado. Primero porque facilitaron cierta
homogenización del material, y después porque sus prestaciones resultaron ser
bastante buenas.
En
los días inmediatamente posteriores al desastre de Annual se envió a Melilla una
escuadrilla de cinco DH.4. La mandaba el Capitán Saenz de Buruaga y estaba compuesta
por tripulaciones y aparatos de Tetuán y Larache. Esos aparatos fueron los que
se dedicaron a tareas de reconocimiento y al abastecimiento de la columna Navarro
en Monte Arruit. Para ello tuvieron que realizar peligrosas maniobras de despegue
y aterrizaje en el campo de la Hípica de Melilla que llegó a encontrarse batido
por tiros de fusil[6].
Croquis
del DH.4 - (Aeroplano nº 5).
Habría
que esperar aún casi dos meses más para que se consiguiesen trasladar a Melilla
nuevos aparatos y tripulaciones. La escuadrilla de Buruaga tuvo que acometer
durante ese tiempo las numerosas misiones que exigían las operaciones de recuperación
del territorio perdido. En ese periodo de tiempo –desde comienzos de agosto
hasta el 14 de octubre de 1921– la escuadrilla realizó 230 salidas con un total
de 152 horas de vuelo, en las que se arrojaron 1992 bombas[7].
El
respiro le llegó a la escuadrilla de Buruaga ese 14 de octubre, cuando aterrizó
en Melilla una nueva escuadrilla mandada por el Capitán Luis Moreno Abella.
Desde
el final de verano se habían ido concentrando en Cuatro Vientos los miembros y
aparatos de las escuadrillas que iban a ser destinadas a Melilla. Al acabar
septiembre se le habían entregado ya al ejército algunos aparatos y con ellos
se dotó a la segunda escuadrilla que salió enseguida hacia África.
La
tercera escuadrilla Havilland salió hacia Nador a finales de octubre, su jefe era
el Capitán Joaquín González Gallarza[8]
y entre sus pilotos figuraba el que había sido jefe de la escuadrilla de Zeluán
en los días de Annual: Pío Fernández Mulero.
Después
de una accidentada expedición, los aparatos llegaron al aeródromo de Tauima a
comienzos de noviembre de 1921[9].
A
partir de ese momento y durante los meses siguientes –hasta casi la primavera de
1922–, el peso de las operaciones recayó en esas tres escuadrillas de DH.4: el grupo
de Havilland Rolls.
Durante
el año 22 se irían agregando al grupo de Melilla las escuadrillas de Bristol,
Martinsyde y Napier y la escuadrilla de hidros del Atalayón.
DH.4
en vuelo - SHYCEA.
SERVICIOS Y OPERACIONES DEL GRUPO DE HAVILLAND ROLLS
El
objetivo inmediato de la campaña de reconquista era conseguir dominar el
territorio que iba desde Melilla hasta el río Kert a finales de año. Dirigía
las operaciones Sanjurjo.
En
la segunda mitad de octubre se habían recuperado Zeluán y Monte Arruit,
enclaves donde habían resistido los soldados españoles en su retirada desde
Annual.
Las
imágenes de miles de cadáveres medio podridos de los soldados que habían sido
masacrados dos meses y medio antes, llegaron a la península y produjeron una
fuerte indignación entre los españoles.
A
comienzos de noviembre se tomó Taxuda y Tauriat Hamed a partir de donde se pudieron
recuperar Tazarut y Kaddur, próximas al río Kert.
El
11 de noviembre se ocupaba Yazanen y Tifasor. Para ese día, la orden de operaciones
le indicaba a la aviación: Tomará parte con todos sus aparatos dedicando la
mayor parte a batir aduares y enemigo que se halle fuera de la acción de la
artillería y un número menor a la misión más delicada de combatir con las
tropas de tierra delante de las guerrillas de ésta, pero no tan cerca que
puedan ser un peligro para las líneas propias, teniendo en cuenta los pilotos
la zona en que se bate la harka amiga que en nada se distingue por su vestuario
del que usa el enemigo.
Con
el mismo fin de evitar riesgos en el vuelo de los aparatos no será sin
necesidad por encima de las tropas sobre todo cuando los aparatos no hayan
lanzado todas sus bombas.
Por
razones técnicas del servicio y necesario reposo del personal se suspenderán
los vuelos desde las 12.30 a las 14 intensificándose en cambio durante el
repliegue[10].
Es
decir, la aviación era un complemento de la acción terrestre. Y además podía comportar
algunos riesgos ante los que había que estar prevenidos.
Otro
dato importante de esa operación fue que se usaron por primera vez las ametralladoras
montadas en los puestos de los observadores[11].
En
la guerra europea, los primeros de Havilland DH.4 iban armados con una ametralladora
Vickers sincronizada para el piloto y otra Lewis sobre anillo Scarff para el
observador[12].
Sin embargo, para las operaciones de Yazanen y Tifasor, las escuadrillas de
Melilla salieron armadas con ametralladoras Hotchkiss, que habían llegado a
Melilla en el mes de octubre[13].
Más adelante, fueron llegando otros modelos de ametralladoras y se estableció
qué modelo debía llevar cada aparato. Durante los tres años siguientes, la
distribución que se hizo fue la siguiente: las escuadrillas (1ª, 2ª y 3ª) de
Havilland Rolls iban armadas con ametralladoras Darne “de torreta”, distinguiendo
si eran de “izquierdas” o de “derechas”. La 1ª y 2ª escuadrillas Bristol
también montaban Darne.
La
3ª Bristol montó Hotchkiss hasta que causaron baja en julio de 1923
(probablemente fueron las primeras que se recibieron y que habían montado los
DH.4 en el invierno de 1921). Y la escuadrilla de caza, Martinsyde, llevaba
Vickers. Además de las ametralladoras, todos los aeroplanos llevaban como
dotación un mosquetón mauser.
Avión
sobrevolando Atlaten (1921) - las correas ondean bajo el plano del avión
indicando que las bombas ya han sido lanzadas - AGA.
Con
la operación sobre Yazanen y Tifasor se había conseguido que la harka de Abd el
Krim repasase el río Kert, pero no se había podido someter a los Guelaya que se
iban replegando hacia territorio todavía no ocupado por las tropas españolas.
El día 21 de noviembre se ocuparon los poblados de Ras Medua. Las tres
escuadrillas estuvieron en vuelo más de 30 horas y lanzaron, entre todos los
aparatos, 244 bombas[14].
Los días previos y posteriores fueron de actividad más intensa con vuelos de
reconocimiento, fotografía y bombardeo.
Los
últimos días de noviembre se emplearon en vuelos de fotografía de algunos puentes
y en reconocimientos de la línea férrea de Monte Arruit al Batel[15],
que eran los siguientes objetivos del ejército.
El
día 15 de diciembre Sanjurjo sustituyó como Comandante General de Melilla al General
Cavalcanti.
Diciembre
había comenzado con mal tiempo, aun así, los aviones participaron en varias
acciones de cooperación para la ocupación de algunas posiciones o de bombardeo
y reconocimiento. Había que llegar a las posiciones del Kert a fin de año, así
que en cuanto lo permitía el tiempo atmosférico se intensificaban las
operaciones. Hubo especial actividad el día 5 con la ocupación de Muley–Rechid
y la posición de Zaio; y el 20 y 21 con la ocupación de Tauriat–Zag, Batel y
Tistutin.
En
esta última jornada de operaciones, las instrucciones que recibió la aviación fueron:
Dada
la hora de salida y la extrema movilidad de la vanguardia de la columna, los
aeroplanos apenas disponen de tiempo para lanzar bombas sobre Batel y Tistutin
por lo cual deben hacer recorridos de vuelo siguiendo el borde de los Ziatas
fijando su atención principalmente en los pasos de Fumel Crima, Ank el Yemel y
los demás que conducen hacia el Garet desde el Sur continuando después en
dirección a Chevica, Yasel para volver al Aeródromo por encima del Bu–Serit.
Lanzarán bombas sobre toda agrupación que encuentren en este recorrido
transmitiéndose de unos a otros, al llegar al aeródromo, cuantos informes
puedan interesar para los vuelos sucesivos[16].
Es
decir, la aviación continuaba siendo un apoyo y un medio de exploración y
reconocimiento al que se pedía soltura, flexibilidad y cierta capacidad de
iniciativa. Porque, además, para tener datos de cara a la operación del día
siguiente, el último párrafo decía:
Algunos
aparatos extenderán su reconocimiento hasta el Kert y la meseta de Tikermin, a
fin de precisar cualquier movimiento del enemigo por esa parte[17].
LA
ORDEN DE OPERACIONES SOBRE TIKERMÍN
Había
llegado el momento de volver a pasar el río Kert y establecer posiciones al
otro lado, en la orilla izquierda: los objetivos eran Tikermin y Drius.
Tikermin a los pies de Monte Mauro y Dar Drius al comienzo del llano que conducía
al Izzumar.
En
las campañas de Marruecos las fuerzas españolas utilizaban como unidad de maniobra
y combate la columna. Era un modelo que se había concebido en las guerras
napoleónicas y que seguía en funcionamiento desde entonces. Se trataba de un
conglomerado de pequeñas unidades, fuerzas y servicios, donde todos los escalones
estaban en el primer nivel. Era una forma rápida de organizar las fuerzas, de
carácter móvil, y sin dependencias regladas, que permitía la marcha, el combate
y la ocupación de forma óptima.
Normalmente
las operaciones tenían como objetivo ocupar una posición en la que había de
quedar un destacamento, una fuerza armada suficiente para defenderlo, que podía
ir desde una sección a un batallón o más.
La
operación comenzaba con una preparación artillera al amparo de la cual las vanguardias
tomaban la posición y la sostenían hasta que llegase el grueso de la columna.
El grueso de la columna ensanchaba el campo para que los ingenieros pudiesen
fortificar la posición y para que se pudiese hacer el suministro de municiones
y avituallamiento para las fuerzas que se iban a quedar. Terminadas esas tareas,
la columna se retiraba, protegida de nuevo por la artillería, hasta terreno propio.
Los
momentos más delicados eran los del asalto a la posición y, sobre todo, la retirada,
pues era entonces cuando aprovechaban los moros para hostigar con mayor crudeza
a las tropas españolas.
Detalle
de las abrazaderas y correajes de las bombas bajo el ala del DH.4 - SHYCEA.
La
operación sobre Tikermín tenía como objetivo ocupar la meseta de Tikermín y asegurar
su dominio dejando guarniciones en las posiciones de Ras Tikermín, Kalkul y
Tensalek; en Tikermín quedaría un batallón y dos baterías ligeras y en las otras
dos posiciones sendas compañías.
El
jefe de las tropas sería el General Berenguer, aunque el mando efectivo lo
llevó el General Sanjurjo pues, aunque acababa de ser nombrado Comandante
General de Melilla, era quien había dirigido hasta entonces las operaciones.
Las
fuerzas estaban distribuidas en dos columnas mandadas por los Coroneles Fernández
Pérez y Saro. En la columna del Coronel Fernández Pérez irían las fuerzas del
Tercio –una bandera mandada por Franco– que romperían el fuego. Además, las
fuerzas del Coronel Fernández Pérez encuadraban varios batallones de
infantería, columna de municionamiento y grupos de artillería necesarios para
el apoyo de la operación.
Los
primeros en comenzar el avance desde el campamento serían los autos blindados
que saldrían a las siete de la mañana seguidos del resto de las fuerzas. La artillería
debía emplazarse enseguida y comenzar un cañoneo preparatorio que permitiese a
la vanguardia el paso del río. Cruzarían simultáneamente el río, la caballería
por un vado hacia arriba y la infantería por el puente, tras los blindados.
Nada más cruzar tomarían la torreta del puente y el borde de la meseta. A
continuación, pasaría el puente a paso ligero el resto de la infantería y se
desplegaría en la orilla izquierda.
Soldados
de aviación preparados con bombas para aprovisionar un avión - Tauima 1921 - AGA.
Croquis
de la operación sobre Tikermin, tomado de Historia de las campañas de
Marruecos.
Croquis
de la operación del 11 de noviembre de 1921 sobre Yazanen y Tifasor, tomado de
Historia de las campañas de Marruecos.
La
orden de operaciones añadía que el ataque a las posiciones no debía hacerse sin
haber reunido antes suficiente número de fuerzas en esa orilla del Kert[18].
La
columna del Coronel Saro tenía la función de cubrir a la otra. Apoyando con su artillería
desde la otra parte del río mientras se realizaba el ataque; y desplegándose
con sus fuerzas durante las obras de fortificación y en el posterior repliegue
de la columna del Coronel Fernández Pérez.
Sin
embargo, una vez distribuida la orden de operaciones, el General Berenguer recibió
un telegrama urgente a medianoche del día 21 en el que se le comunicaba que
fuerzas de la policía indígena y un harca amiga estaban concentradas en Kadur,
cerca del objetivo, y que mandadas por el Capitán Cayuela tomarían parte en la
operación a las órdenes del jefe de Regulares[19].
LA
JORNADA DE RAS–TIKERMÍN
Asalto
y fortificación de las posiciones
Efectivamente,
el Capitán Cayuela, casi por su cuenta, consiguió tomar con sus hombres poco
antes del amanecer la posición de Tikermín, pero “a las siete y media
aproximadamente aumentó en número considerable el enemigo”[20]
que trató de arrojarlos de la posición.
La
intervención de la policía indígena se había adelantado al horario previsto. La
columna del Coronel Fernández Pérez aún no había cruzado el puente sobre el Kert
y la situación en Tikermin se iba haciendo cada vez más difícil. El número de enemigos
era netamente superior, las municiones comenzaban a escasear y no era posible
reponerlas. Sanjurjo incluso creía recordar llegando este escalón a agotar las
municiones, quedando en situación precaria, pues continuaron defendiéndose con
piedras[21].
El
aprieto se prolongó casi durante una hora, y difícilmente podían haber
aguantado otra hora más –que fue el tiempo que tardó en llegar la vanguardia
mandada por Franco– si no hubiesen aparecido a las ocho y veinte en el
horizonte varios aeroplanos volando a poca altura y haciendo fuego de
ametralladora sobre los asaltantes. Las sucesivas pasadas de los aviones
consiguieron mantener a raya a los asaltantes.
El
Capitán Arredonda, que mandaba otra de las “mías” que habían entrado en
Tikermín recordaba que “cuando tenía más de la mitad de su fuerza sin
municiones y el resto de ellas con muy escasos cartuchos, llegó la escuadrilla
de Aviación y dándose cuenta de las críticas circunstancias, al observar la
presencia de un numeroso grupo enemigo, emplazado a unos 150 metros de la
posición por el declarante ocupada y de otros más numerosos que se colocaron en
una trinchera a unos 500 o 600 metros, arrojó sobre ellos las bombas de que
disponían los aparatos y terminadas estas, continuaron en aquel lugar abatiendo
al enemigo con fuego de las ametralladoras, llegando para ello a descender a
distancias de 200 metros, en cuyo momento el declarante observaba que el
enemigo hacía sobre dichos aparatos intenso fuego por descargas, no obstante lo
cual, allí continuaron dichos aviadores hasta la llegada de la columna que hizo
mejorar la situación”[22].
Los
aviones que habían comenzado el ataque pertenecían a la segunda escuadrilla, la
del Capitán Moreno Abella.
Las
instrucciones que tenía la aviación para ese día decían que “los aparatos
volarán a lo largo del frente de combate, actuando sobre grupos que se hallen
fuera del alcance de las baterías o en situación cubierta contra el fuego de
éstas”[23].
Sin embargo, nada más llegar los aviadores se hicieron cargo de la situación,
bajaron a pocos metros de altura sobre el terreno, lanzaron las bombas,
hicieron fuego de ametralladora y consiguieron detener el ataque del enemigo
que, en grandes grupos, descendía por las cumbres de Monte Mauro y Meseta del
Bax con el propósito de envolver a las fuerzas de Cayuela.
La
aviación pudo contener esos ataques hasta las nueve y veinte, momento en que
llegó la vanguardia de la columna, la Bandera del Tercio mandada por Franco que,
por su parte, recordaba así la acción:
Cruzamos el Kert por el soberbio puente de piedra, obra de nuestros ingenieros, y llegamos a Calcul, ocupado por la Policía; allí queda, por orden superior, una compañía de legionarios en espera de la columna. Este es el lugar señalado para la concentración antes de dar el salto a Ras Tikermin, donde los policías y gente del pueblo se han establecido antes de amanecer.
Personal
del grupo de escuadrillas de Melilla a 30 de noviembre de 1921 (AHEA.
Documentación
de las Escuadrillas de Marruecos. Exp. A-5)
AERONÁUTICA
MILITAR AVIACIÓN
AERÓDROMO
fijo de Melilla (Nador)
Personal
afectado
Comandante
de Infantería don Guillermo Delgado, Jefe del Grupo de Escuadrillas.
PRIMERA
ESCUADRILLA
Capitán
D. Apolinar Sáenz de Buruaga Piloto y
jefe de la misma
Idem
D. Luis Manzaneque Feltrer Piloto
Teniente
D. Agustín Hidalgo de Quintana Piloto
Idem
D. Enrique Mateo Piloto
Sargento
D. Cándido Carpio Piloto
Capitán
D. José Carrillo Observador
Teniente
D. José Alonso Valdés Observador
Idem
D. Ricardo Bellod Observador
Idem
D. Carlos Sartorius Observador
Idem
D. Arturo González Gil Observador
Sargento
D. Manuel Martínez Mecánico
Cabo
Diego Martínez Mecánico
Soldado
Federico Parset Mecánico
Idem
Román Alzuru Mecánico
Idem
César Menéndez Mecánico
SEGUNDA
ESCUADRILLA
Capitán
D. Luis Moreno Abella Piloto
y jefe de la misma
Idem
D. Antonio Ferreiro Piloto
Idem
D. José Luis Ureta Piloto
Idem
D. Francisco Rodríguez Caula Piloto
Idem
D. Felipe Acedo Colunga Piloto
Sargento
D. Antonio Rodríguez Lanza
Tte.
Navío D. Emilio Cadarso Observador
Teniente
D. Luis Arizón Observador
Idem
D. Vicente Barrón Observador
Idem
D. Luis Ruano Observador
Capitán
D. Luis Montalt Observador
Soldado
Matías González Mecánico
Idem
Gabriel Pons Mecánico
Idem
Benigno Marcos Mecánico
Idem
Luis Alonso Mecánico
Idem
Bonifacio Rodríguez Mecánico
Idem
Francisco de Juan Mecánico
TERCERA
ESCUADRILLA
Capitán
D. Joaquín González Gallarza Piloto
y jefe de la misma
Idem
D. Pío Fernández Mulero Piloto,
jefe de talleres
Idem
D. Antonio Gudin Piloto,
encargado de talleres
Teniente
D. Pedro García Orcasitas Piloto
Idem
D. Luis de Angulo Piloto
Capitán
D. Francisco Mata Manzanero Observador
Idem
D. Enrique Montero González Observador
Teniente
D. Eusebio Paredes Observador
Idem
D. Francisco Escribano Observador
Idem
D. Emilio Gascón Observador
Soldado
Francisco Laguna Mecánico
Idem
Leocadio Pérez Mecánico
Idem
Gervasio Apiñániz Mecánico
Idem
Nicomedes Churruca Mecánico
Idem
Miguel Comany Mecánico
Alférez
D. Antonio Delgado Jefe
del Destacamento
Soldado
Domingo Bosch Guitar Montador
Idem
Miguel Jayo Aranguren Montador
Soldado
Mariano Villén Sánchez Fotógrafo
Idem
Francisco Alonso Castillejo Fotógrafo
Llegan
noticias de que el fuego es muy grande y de que en Ras Tikermin las municiones
escasean.
Con
gemelos –continúa diciendo Franco– se distinguen los grupos enemigos, ocultos
en los espacios desenfilados de la posición. Varios aeroplanos, volando sobre
ellos, nos dejan escuchar el tableteo de sus ametralladoras. Se les ve trazar pequeños
círculos sobre las barrancadas, ametrallando a los grupos enemigos. Vuelan tan
bajo, que tememos que puedan alcanzarles los disparos; Otro aparato deja caer
bombas que levantan negras humaredas. Todo el fuego se concentra en el pequeño
espacio desenfilado delante de la posición. Hay que ir en seguida, sin esperar
la concentración de la columna.
Rápidamente
van los legionarios ocupando las alturas de los flancos y llegamos a Ras
Tikermin, adonde ha ido al galope la caballería. Relevamos a los jinetes, que encontramos
en la loma anterior a la posición, y entramos en la misma los primeros
legionarios[24].
Sin
embargo, los problemas continuaban. En su asalto, los jinetes de Alcántara habían
hecho fuego sobre las fuerzas de la policía indígena que se hallaban
defendiendo la posición. Y no sólo eso. Aunque la posición se había salvado,
los enemigos aún estaban próximos. Los ingenieros no podían llevar a cabo sus
tareas si antes no se conseguía alejar al enemigo que todavía rodeaba la
posición. Cuando las fuerzas del Tercio entraron en la posición, el Capitán
Arredonda le pidió a Franco que facilitase municiones a sus hombres para poder
alejar al enemigo. Tras dos horas de combate, se habían quedado sin cartuchos.
El comandante del Tercio se negó a dárselas y la policía indígena tuvo que
esperar a que llegase la columna de municiones para poder abastecer a sus
hombres. Mientras tanto tenía que contemplar cómo “las fuerzas del Tercio
recibieron fuego intenso del enemigo a tan corta distancia que en los primeros
150 o 200 metros vióse obligado a detenerse y entró en la posición el Comandante
Franco quien me pidió le apoyase con mis fuerzas por serle imposible continuar
el avance ante la proximidad del enemigo”[25].
En cuanto llegaron las municiones, el Capitán Arredonda se echó fuera de la
posición con sus hombres consiguiendo aliviar la situación del Tercio y
permitiendo que pudiesen trabajar con tranquilidad los ingenieros.
Mientras
tanto, la acción de los aeroplanos continuaba. A lo largo de la jornada fueron
entrando en combate las otras dos escuadrillas del grupo. En cuanto aparecía
una nueva escuadrilla en la zona de lucha, la escuadrilla que se encontraba
allí en ese momento regresaba al aeródromo para repostar y volver de nuevo al
frente.
Mediante
continuos relevos que duraron todo el día se logró que hubiese una escuadrilla
continuamente en vuelo sobre el enemigo[26].
En
cuanto a la forma en que se actuó aquel día, no hubo acuerdo previo entre los
pilotos, pues era la primera vez que se encontraban en esa situación. Los
aparatos, teniendo a la vista al resto de los miembros de la escuadrilla, se
dirigían hacia los distintos núcleos de combate y se lanzaban al ataque.
El
General Sanjurjo, en su declaración para el juicio contradictorio, recordaba al
respecto:
“En
los comienzos del combate, y en servicio de exploración, volando muy bajo y en
campo enemigo, practicaron amplios reconocimientos, de los que dieron cuenta por
medio de partes y croquis trazados a inmediación del cuartel general, los que permitieron
conocer el detalle de la situación de las concentraciones y dirigir a ello convenientemente
el fuego de artillería, así como la acertada distribución de las fuerzas en
todo el centro del combate y los puntos en que convenía acumular mayores
contingentes por la probabilidad de ataque. Este servicio de exploración en las
condiciones expuestas, continuó durante el desarrollo del combate,
contribuyendo poderosamente al éxito de la operación en este sentido.
Y
ponderaba además el General Sanjurjo: rasgo de valor digno de todo encomio, tanto
por la bravura demostrada por los aviadores volando tan bajo en campo enemigo,
y por lo tanto con grandes riesgos de aterrizar en él, como por la exposición en
que estuvieron, dado el nutrido fuego que le hizo el enemigo a corta distancia:
aparte de su abnegación en aquellos momentos, contribuyeron seguramente a
evitar un episodio sangriento o quizás a un momentáneo desplazamiento de
fuerzas[27].
El
repliegue
Los
trabajos de fortificación y adecentamiento de la posición no llevaron mucho tiempo,
en tres horas estaban hechos: reparar los parapetos de sacos terreros y disponer
las alambradas de manera que dificultasen el asalto. Los convoyes habían
llevado munición suficiente para unos cuantos días de combate y víveres para casi
una semana. Por lo demás, la posición de Tikermín, la mayor de las tres que se
iban a dejar ocupadas, no exigió mucho trabajo pues tenía un frente estrecho.
Una
vez terminados los trabajos, quedó guarnecida la posición de Tikermín por dos
compañías de fusiles, una de ametralladoras y una batería ligera. Las otras dos
posiciones, Kalkul y Tensalek fueron ocupadas por una compañía cada una, y estaba
previsto que en la torreta del puente quedase un destacamento del Tercio cuando
se hubiesen retirado todas las tropas.
Hacia
las dos de la tarde llegó el momento de comenzar el repliegue. La columna que
había participado en la operación había de retroceder hacia el campamento de
partida.
La
maniobra era delicada, pues esos momentos solía aprovecharlos el enemigo para
lanzar sucesivas oleadas de ataques. El repliegue había que hacerlo de forma
escalonada, de manera que unas unidades fuesen protegiendo la retirada de las
otras. Las últimas unidades que abandonarían sus posiciones, lógicamente,
serían las de artillería que dejarían de batir el territorio enemigo una vez
que las últimas tropas propias hubiesen repasado el río Kert, cosa que sucedió
sobre las 6 de la tarde.
Por
otra parte, el territorio en el que se desarrollaba la operación, correspondía
a la kabila de Beni Said que tenía fama de ser especialmente enmarañada durante
los combates en retirada pues sabía aprovechar con gran pericia los accidentes del
terreno para protegerse de un fuego más intenso de la artillería. Ese fue otro motivo
por el que se consideró decisiva la actuación del grupo de Havilland Rolls.
Havilland
DH.4 -Cartagena- pilotado por Pío Fernández Mulero – SHYCEA.
Llegada
la hora, el fuego en las guerrillas de Infantería era intensísimo; los
objetivos batidos por Artillería y Aviación se encontraban totalmente cubiertos
de humo; destacábanse multitud de explosiones blancas de los proyectiles de
Artillería, entre las formadas por altas columnas de humo negro y denso de
trilita de las bombas de Aviación.
Todos
los aviones atacaban entrando y saliendo en vuelo rasante en aquella imponente
cortina de fuego, como si sus siluetas, puntos negros móviles sobre el enemigo,
sirvieran de inocente objetivo a nuestra Artillería mientras ellos, al volar,
dejaban caer fuerte y asombrosa cantidad de metralla. El Capitán Carrillo lanzó
un parte en el puesto de mando, diciendo: “hay mucho enemigo, tirad con
artillería al mismo punto, pero con fuego rápido”. En otro parte informó: “el
enemigo se corre por los barrancos de la derecha del frente y aparecen otros
núcleos numerosos por la izquierda”. Era preciso contener a este enemigo
valeroso y buen guerrero del momento de la retirada, que se echaba encima de
las guerrillas cuando al desplazarse para alcanzar al grueso de la columna disminuía
la densidad del fuego[28].
El
Capitán Fernández Mulero había sido jefe de la escuadrilla de Zeluán hasta el
desastre de Annual y había participado en acciones tan comprometidas como el
repliegue de Annual. El día de Ras Tikermin tuvo la oportunidad de participar en
el combate desde una triple perspectiva: como piloto de la tercera escuadrilla,
la de Gallarza, como jefe de talleres del grupo de escuadrillas, y, además, ese
día en concreto, como jefe de escuadrilla, pues Gallarza se encontraba enfermo[29].
Como
piloto participó con su avión en el combate desde el aire. En plena acción observó
cómo era derribado uno de los aparatos, así que cuando consumió su munición,
regresó al aeródromo, cogió un coche y se trasladó hasta donde estaba el aparato
para recuperarlo o, por lo menos, desmontar el armamento.
El
avión al que quería llegar era el “Murcia 3”, “María de la Fuensanta”, de la
segunda escuadrilla. Pilotado por el Capitán Ureta, llevaba al Teniente Arizón
como observador. Había recibido varios impactos en el radiador y en la hélice,
y tuvo que tomar tierra en las inmediaciones de Kalkul. El aeroplano se había
roto, pero los tripulantes no habían sufrido ninguna consecuencia.
Estando
allí, el Capitán Mulero pudo presenciar las maniobras de los aviones durante la
retirada. Había acabado de desmontar y ordenar el traslado al aeródromo del
“Murcia 3” cuando fue derribado el Capitán Ferreiro que consiguió aterrizar con
normalidad entre Kalkul y Tenmasalek.
La
retirada continuaba y también la acción de los aeroplanos. Casi al tiempo que aterrizaba
el Capitán Ferreiro con el “Salamanca 2”, el Capitán Mulero observaba cómo
“varios aviones bombardearon a escasa altura, unos 300 metros sobre el terreno,
llamándole la atención uno de ellos que volaba sobre la guerrilla a 100 metros
aproximadamente. Este avión pasó a los pocos minutos sobre la posición de Kalkul
normalmente y con el motor en marcha, parándose éste y viendo que el avión
viraba y tomaba tierra. Se trasladó inmediatamente en automóvil al lugar del suceso,
encontrando el avión con la hélice y el tren de aterrizaje rotos por haber
tomado tierra con el viento de costado[30]”.
Se
trataba del “H–39” de la primera escuadrilla. Pilotado por el Teniente Hidalgo de
Quintana era la tercera salida que había hecho. Después de arrojar todas las bombas
había emprendido un reconocimiento de los barrancos cercanos a las posiciones
ocupadas para recoger datos y llevárselos al Alto Mando. A la altura de Ras
Tikermin el aparato fue tocado por una fuerte descarga. El piloto recibió disparos
en el pecho, la pierna y el brazo. Aun así, consiguió ir dirigiendo el aparato
hacia las líneas propias. Sin embargo, la pérdida de sangre fue tan rápida que
perdió el conocimiento. El observador, Teniente Bellod, percibió una reacción
extraña del aparato y enseguida observó el desmayo del piloto. Tomó los mandos
y llevó el aparato sobre el río Kert. Consiguió hacerlo aterrizar en una
explanada cercana a la carretera de Kandussi a Segangan. El viento le entraba
de costado, y el aterrizaje fue abrupto. El “H–39” rompió el tren de aterrizaje
y la hélice.
Además
del Ccapitán Mulero y un destacamento del 14º ligero de Artillería, cuyo médico
atendió enseguida al Teniente herido, uno de los primeros en llegar al lugar del
accidente fue el General Sanjurjo. En ese momento se estaba retirando desde el
puesto de mando en Kalkul a la posición de Tazarut para dirigir desde allí la
retirada. Tanto él como el Coronel Despujols, su jefe de Estado Mayor,
destacaron la eficacia de todos los aviadores durante toda la operación y en la
retirada y la pericia de los pilotos que habían sido tocados para llevar los
aparatos dañados hacia territorio propio y no retrasar el repliegue. “La
retirada de nuestras tropas había comenzado a las 15.00 y únicamente tuvieron
que retrasarla los que ayudaron a desmontar el avión y cargarlo en camiones,
operación que se realizó con mucha rapidez”[31].
BALANCE
Todas
las unidades terrestres consiguieron regresar a pernoctar a sus posiciones de
partida, desde donde sus jefes redactaron y firmaron los correspondientes
partes de novedades.
El
General Berenguer enviaba un telegrama al Comandante General desde Hianen, su
cuartel general, a las 21:45:
“...
participo a V.E. que, en cumplimiento de la orden general del 20, se ha
efectuado el paso del río Kert, ocupándose en su orilla izquierda las
posiciones de Ras Tikermin, Calcul y Tensalek por las fuerzas a mis órdenes.
El
enemigo no ofreció resistencia al paso del río y ocupación de las citadas
posiciones, al parecer sorprendido por nuestro avance, reaccionando después y oponiéndose
enérgicamente a la fortificación de las mismas, con mayor ímpetu por la mañana
en Ras Tikermín y por la tarde en Tensalek, siendo batido en toda la línea y
quedando quebrantado, pues hostilizó ligeramente nuestro repliegue, no obstante
terminar la entrada de las columnas en el campamento de Hianen a las 21...”[32].
Sin
embargo, la jornada de Tikermin fue dura. Hubo 90 bajas, 11 muertos. La unidad
que salió peor parada fue el Tercio, con ocho muertos de los que dos eran
oficiales y 50 bajas en total. Las tropas indígenas también salieron
malparadas. Los regulares tuvieron 3 bajas entre sus oficiales, y entre
suboficiales y tropa indígena, 13 bajas más.
Uno
de los oficiales heridos era el Teniente de Regulares Ricardo Burguete Reparaz,
que participó con el segundo Tabor en la toma de Tensalek al otro lado del vado,
en el mantenimiento de esa posición y en la retirada de ella. Su Teniente Coronel
– Núñez de Prado– lo cita como distinguido en el parte que envía al Coronel
Saro[33].
También participó como Teniente de Artillería del Regimiento Mixto de Melilla,
Alfonso Carrillo Durán, hermano de José volaba ese día como observador de la
primera escuadrilla[34].
En
el parte de Aviación del día 22 de diciembre se decía: “En el día de hoy se han
hecho 29 vuelos, permaneciendo en el aire 20 horas, 52 minutos (falta de cronometrar
el avión del Teniente Hidalgo). Se han arrojado 219 bombas y se ha hecho fuego
de ametralladora”[35].
Ras–Tikermin
mostró que el papel de la aviación en las operaciones militares podía ser más
determinante de lo que había sido hasta entonces. La fiabilidad de los aparatos
y la pericia de los pilotos permitía mayor precisión en las acciones de ataque
y bombardeo a tierra. Y también el arrojo de los pilotos, que causó la
admiración del resto de las fuerzas combatientes.
[...]Ya
han concluido para siempre las diferencias de criterio: el que no vuela bajo en
misión de cooperación al combate de Infantería no cumple con su deber.
Esta
es la magnífica moral que supo implantar aquella oficialidad, impulsada por el Coronel
Soriano, en constante y honrada emulación para dar prestigio inmaculado a la
Aviación española. Inmortalicemos un nombre: Ras Tikermin[36].
Aun
así, a la vista de los derribos del día 22 de diciembre en Ras Tikermin, el General
Echagüe se vio en la obligación de llamar a la prudencia a sus hombres:
“Es
de todo punto necesario oponerse por todos los medios a que los méritos de la
Aviación se establezcan sobre la cifra de muertos y de heridos. La valentía de los
aviadores está, desde luego, sentada [...] Pero hay que huir de que, en el
momento en que la intervención de la aviación en la campaña empieza a tomar
serias proporciones, el servicio sea invadido por el ambiente que
desgraciadamente ha dominado nuestro Ejército: el de medir la magnitud del
mérito y de la utilidad prestada por todo el riesgo y el daño que en el
servicio se corre y se cosecha [...] La aviación no debe seguir un camino por
el que se multiplicarían las víctimas, se producirían héroes y se perdería
material en abundancia con grave perjuicio del real valor de su acción en la
campaña, que es su objetivo primordial, sino que aquél se conseguiría, y cada día
en mayor escala, si todo el personal volante se somete con perfecta disciplina
de que debe dar ejemplo a
las
órdenes y consejos de sus jefes jerárquicos [...] para obtener en cada caso el máximo
rendimiento”[37].
Traslucen
estas palabras dos preocupaciones que albergaba el General a la vista de los
acontecimientos no sólo de la última semana, sino del último semestre. El afán
de protagonismo había sido en buena medida una de las causas del desastre de
Annual y no quería que se adueñase de sus hombres. Además, la aviación se había
mostrado como instrumento eficaz en las operaciones militares. Sería
contraproducente desbaratar tan buenas perspectivas por un exceso de
individualismo.
El
sólo hecho de que se incoase el expediente para la Laureada es ya de por sí
significativo. El ir y venir de la historia y de los reglamentos impidieron que
el expediente llegase a buen puerto[38],
de todas formas, sirva para corroborar el cambio sustancial que había dado la
aviación en esa jornada el dictamen de un militar tan experimentado como
Sanjurjo:
“La
bravura de los aviadores, su gran espíritu bien claramente demostrado por los
resultados obtenidos en este combate donde tan valiosos servicios prestaron como
elementos de exploración y como arma combatiente y por las bajas de aparatos
que experimentaron [...] que considera el 2º grupo de escuadrillas de Aviación
comprendido en las condiciones a que hace referencia el artículo 75 del reglamento
de la Real y Militar Orden de San Fernando”[39].
(*) Doctor en Historia Contemporánea
FUENTES
—Archivo
Histórico del Ejercito del Aire (AHEA)
—Instituto
de Historia y Cultura Militar (IHCM) Sección África
BIBLIOGRAFÍA
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de las campañas de Marruecos, tomos III y IV. Servicio Histórico Militar.
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COLUNGA, Felipe. El alma de la aviación española. Espasa–Calpe. Madrid, 1928.
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—AZAOLA,
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“Canario”. “Guerra en Marruecos” en Aeroplano núm 3, Instituto de Historia y
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—GOMÁ
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—LÁZARO
ÁVILA, Carlos. La forja de la Aeronáutica Militar: Marruecos (1909–1927) en Las
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—SUÁREZ
FERNÁNDEZ, Luis. Francisco Franco y su tiempo. Fundación Nacional Francisco
Franco, Madrid, 1984.
—WARLETA
CARRILLO, José. “El cuarteto de Havilland: Rolls/Escuela/Hispano/Napier”, en
Aeroplano núm. 5. Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas. Madrid, 1987.
[1] PRIETO, Indalecio. Convulsiones de España T I p. 21. Indalecio Prieto acompañaba como periodista a la columna que entró en Zeluán.
[2] IHCM. Africa. Leg. 265. Telegrama oficial cifrado del Alto Comisario a Comandante Gral de Melilla. 14–12–1921.
[3] El general Sanjurjo
usa en dos ocasiones la expresión “arma de combate” para referirse a la
actuación de los aeroplanos en su declaración para la concesión de la Laureada
al grupo de Escuadrillas por su actuación en Tikermín. Comandancia General de
Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923.
[4] IHCM. Africa. Leg.
265. Aviación. Diario de operaciones, 1921. El día 6 de agosto se recoge lo
siguiente: “Ocho vuelos: seis de aprovisionamiento a Monte Arruit, cuatro de
ellos por los pilotos capitanes Buruaga, Manzaneque y Tenientes Mate y Hidalgo
llevando como observadores al General Sanjurjo y tenientes....”.
[5] Carlos Lázaro Avila.
Ob. Cit. Pág. 180–181. Donde se añade en nota a pie de página que cuando
Kindelán fue nombrado Jefe de las Fuerzas aéreas de Marruecos (27–VIII–1922),
limitó, por razones de efectividad, las acciones de apoyo a posiciones cuya
situación era extremadamente grave. Cita también esa expresión Felipe Acedo
Colunga. El alma de la aviación militar española. Espasa–Calpe. Madrid. 1928.
Pág 31.
[6] IHCM. Africa. Leg. 266. Diario de operaciones de la escuadrilla expedicionaria. 1921.
[7] El Comandante Jefe
Aymat ponderaba con satisfacción lo realizado esos dos meses al comunicar al
Comandante General de Melilla que ha llegado la escuadrilla mandada por Moreno
Abella: “[...] Estas cifras, tan frías como elocuentes, miden el esfuerzo
realizado obscuramente, en difíciles condiciones recibiendo muchas veces los
impactos del fuego enemigo, digna continuación de la labor que hizo
abasteciendo Monte Arruit”. IHCM. Africa. Leg. 266
[8] AHEA. Documentación
de las Escuadrillas de Marruecos. Exp. A–5.
[9] IHCM. Africa. Leg. 266. Diario de operaciones de la escuadrilla expedicionaria. 1921.
[10] IHCM. Africa. Leg. 1.
Carp. 24. Operaciones de contrataque. Orden de operaciones sobre Yazanen.
[11] GOMÁ ORDUÑA, José.
Historia de la Aeronáutica... p. 149.
[12] WARLETA CARRILLO,
José. “El cuarteto de Havilland: Rolls/Escuela/Hispano/Napier”, en Aeroplano
núm. 5. Madrid, 1987.
[13] IHCM. Africa. Leg. 3.
Carp. 9.
[14] AHEA. Documentación
de las Escuadrillas de Marruecos. Exp. A–5. IHCM.
Africa. Leg. 266. Diario
de operaciones de la escuadrilla expedicionaria. 1921.
[15] AHEA. Documentación
de las Escuadrillas de Marruecos. Exp. A–5.
[16] IHCM. Africa. Leg. 1.
Carp. 24. Operaciones de contrataque. Orden de operaciones sobre
Tistutin–Batel.
[17] Ibid.
[18] IHCM. Africa.Leg.
265. Carp 38.
[19] IHCM. Africa.Leg. 265. Carp 38.
[20] Comandancia General
de Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923. Declaraciones del
Capitán Cayuela.
[21] Comandancia General de Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923. Declaraciones del gGeneral Sanjurjo.
[22] Comandancia General
de Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923. Declaraciones del
Capitán Arredonda.
[23] IHCM. Africa. Leg. 265. Carp 38.
[24] FRANCO, Comandante.
Diario de una Bandera. 1922. XV–Ras
Tikermin.
[25] IHCM. Africa. Leg. 265. Carp 38. Oficio del Capitán Arredonda a su Coronel
Jefe.
[26] GOMÁ ORDUÑA, José. Historia de la Aeronáutica... pp. 150–154
[27] Comandancia General de Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923. Declaraciones del General Sanjurjo.
[28] GOMÁ ORDUÑA, José.
Historia de la Aeronáutica... pp. 150–154
[29] IHCM. Africa. Leg 4. Recompensas 1922–26. Expediente para la Medalla Militar de D. Pío Fernández Mulero. Declaración de D. Joaquín González Gallarza.
[30] IHCM. África. Leg 34.
Alta Comisaría de España en Marruecos. Orden General del 25 de Agosto de 1922.
Tetuan. En la que se recoge la instrucción del juicio contradictorio a favor de
los Tenientes Agustin Hidalgo de Quintana y Ricardo Bellod Keller por los
hechos del 22 de diciembre de 1921 en Ras Tikermin. Declaraciones del Capitán
Fernández Mulero.
[31] Alta Comisaría de España en Marruecos. Orden General del 25 de Agosto de 1922. Declaraciones del Coronel Despujols.
[32] IHCM. Africa. Leg
265. carp. 38.
[33] Burguete, Núñez de
Prado y Carrillo llegarían a ser nombres importantes en la aviación española.
Quizá lo que presenciaron ese día sobre el río Kert les animó a decidirse por
la aviación. En concreto Burguete se apuntó al curso de pilotos en cuanto le
dieron el alta en el hospital.
[34] Alta Comisaría de
España en Marruecos. Orden General del 25 de Agosto de 1922. Declaraciones del
Teniente Carrillo Durán.
[35] IHCM. África. Leg
265. carp. 38.
[36] GOMÁ ORDUÑA, José. Historia de la Aeronáutica... pp. 150–154.
[37] Telegrama del general Echagüe a las
escuadrillas de Melilla (26–XII–1921) Citado por ACEDO COLUNGA, Felipe. El
alma... Pág. 31–33.
[38] Nos referimos a la
llegada de Primo de Rivera con su peculiar política militar y al propio
reglamento de la orden de San Fernando que, era especialmente restrictivo en
cuestiones aeronáuticas donde se suponía que, aparte del número de bajas
necesario, era imprescindible volver con el aparato al aeródromo.
[39] Comandancia General
de Melilla. Orden general del día 24 de abril de 1923. Declaraciones del General
Sanjurjo.
Fuente: https://publicaciones.defensa.gob.es