21 de julio de 2020

HÉROES ANÓNIMOS: PRECURSORES DE LA AVIACIÓN VENEZOLANA


Por Coronel aviador Luis H. Paredes

Se ha dicho mucho sobre la aviación venezolana, pero esta ha tenido protagonistas que se mantienen ocultos, yo diría que son héroes anónimos de nuestra historia.

“Antes de entrar de lleno a auscultar la Historia de la Aviación Militar Venezolana, creo un deber ineludible rendir culto a la memoria de dos personajes que aquí en Venezuela, al igual que los hermanos Wright de Norteamérica, Santos Dumont del Brasil, Chávez del Perú, y otros tantos, pensaron en la posibilidad de imitar el vuelo de las aves. Estos dos personajes que, tal vez por desidia, han permanecido ignorados, los traigo a colación con ribetes de precursores de la aviación venezolana, dejándole a la Aeronáutica civil el estudio detallado de los mismos.

Carlos Rivero Solar

El primero de ellos fue el falconiano Carlos Rivero Solar, oriundo del caserío ´’El Naranjillo’, pueblo elevado en la serranía de Coro, a menos de un kilómetro de Cabure, el cual, gracias a uno de sus hijos, pasará a la historia de la aviación como patrimonio no solo nacional sino universal.

Don Carlos Rivero Solar era la admiración de los lugareños, pues gracias a su ingenio, había ideado la manera de traer agua a la vecina montaña para mover un trapiche de su invención, e igualmente ideó la forma de descerezar el café economizando tiempo y mano de obra. Pero a la par de estas invenciones, hoy rudimentarias, Don Carlos venía trabajando en forma silenciosa y casi podríamos decir, misteriosa, en la construcción de dos grandes alas.

Un sábado del año 1868 se regó la noticia de que el siguiente día Don Carlos imitaría el vuelo de los pájaros, más precisamente el de los gavilanes, por ser el ave más conocida en aquella región. Don Rufino Monteverde tuvo una invitación con carácter de padrino, de acuerdo a informaciones suministradas por uno de los nietos de Don Carlos, llamado Lucio, quien lamentablemente no pudo explicarme el motivo de aquella invitación deferencial.

Llegó el domingo. Desde tempranas horas los parroquianos, situados frente a la casa de los Rivero, esperaban ansiosos la salida de Don Carlos. Diversas conjeturas llenaban el ambiente. La espera era interminable, hasta cuando, por fin, salió de su hogar el “Pájaro Serrano” rumbo hacia “La Soledad”, montaña situada al norte del caserío.

Don Carlos, portando sus grandes alas, marcho en compañía de sus admiradores hasta el pie de la montaña. Aquí se despidió de los presentes, y se enrumbo a la cima de la colina, a unos sesenta metros de altura. Un silencio absoluto reinaba abajo, dando la impresión de que todos los observadores se habían recogido en oración por el éxito del paisano. Al llegar a la cima, Don Carlos se sujetó las alas y se lanzó al vacío rompiendo el silencio con un grito estridente a manera de atención. Por breves segundos descendió lenta y airosamente. Pero luego perdió el dominio y se precipitó a tierra, yendo a caer en la copa de un bucare, de donde fue bajado todo maltratado y herido.

carlos
Ilustración del libro Historia de la Aviación Militar Venezolana

Para muchos, tal vez por la brevedad del vuelo, no tuvo trascendencia aquella hazaña como no la ha tenido hasta ahora; pero para nosotros, hombres del aire, ese ensayo reviste igual importancia que las pruebas similares efectuadas en otras latitudes del mundo, en especial en Europa.

Una serie de interrogantes que no han sabido despejar sus hijos, nos hace cavilar acerca de la inquietud de Don Carlos por el vuelo. ¿Se inspiraría acaso en la leyenda de Dédalo e Ícaro? ¿Conocía la experiencia de Simón el Mago? ¿Quiso acaso emular al benedictino ingles Olivier de Malmesbury? No lo sabemos; pero resulta difícil creerlo, por cuanto una prueba de su aislamiento con la civilización nos la dio el escritor falconiano Agustín García, al aseverar que “lo único que llegaba a Coro sin tropiezos era el rio”.

Así pues, tomando en cuenta el medio donde actuó, y la fecha de su ensayo, no cabe la menor duda que Don Carlos Rivero colocó a nuestra patria en el sitial donde se encuentran las naciones precursoras de la aviación. Lástima que no haya guardado como recuerdo de su hazaña aquellas alas que fueron su obsesión y que estuvieron a punto de haber sido motivo de holocausto en aras de su pasión. 

Pedro Coll Font

 Orígenes de la Aviación Venezolana II

“El otro personaje que con mayor beneplácito podemos sumar a la lista de precursores venezolanos, es el Ingeniero Pedro Coll Font, nativo de Cumaná, quien en el año 1883 pidió permiso al gobierno para lanzarse en un aparato de su invención desde la colina de ‘El Calvario’ situada al oeste de Caracas, con motivo de la fecha centenaria del Natalicio de Libertador, prueba que no realizó por fallas a última hora en el funcionamiento del aparato.

Tres meses después el diario “El Siglo”, en su edición N° 678 de fecha 18 de octubre, informa del ensayo que hizo el Ing. Coll en presencia de personas que ocupaban altos cargos en la política, quienes quedaron satisfechos y aplaudieron el mecanismo destinado a la navegación aérea. Días después, el Dr. Nicanor Borges, encargado de la Presidencia de la República, dispuso que se expendiera al inventor Coll la patente que había solicitado y que se eximiera de la contribución establecida por Ley de privilegios.

Al mes siguiente, el mismo diario en su edición N° 696 de fecha 9 de noviembre, publicó el siguiente editorial: ‘Hoy volvemos a ocuparnos de la misma interesante materia, haciendo una ligera explicación del aparato que ha inventado y patentado nuestro estimado compatriota Pedro Coll Font ante el gobierno de la república, y en el cual, según el voto de hombres notables en ciencias y dignos de toda responsabilidad, el señor Coll Font ha logrado vencer las mayores dificultades, situando la interesante cuestión en un terreno de fácil y tangible realización. El señor Coll Font, tomando como motivo del estudio del vuelo de los pájaros, ha llegado a una conclusión definitiva, que basada en la observación y en la experiencia, le ha permitido establecer una clasificación de los distintos vuelos que obedecen con rigor a reglas precisas e invariables’.

Entre las diversas maneras de volar que tienen los pájaros, el señor Coll ha desechado como inútiles para el hombre, aquellas que pudieran imitarse por la acción mecánica de un motor artificial y cuyos principios son perseguidos hoy por los científicos europeos dados a establecer investigaciones, habiéndose decidido exclusivamente por imitar el vuelos de los pájaros que avanzan y se elevan marchando en todas direcciones, cerniéndose en la atmósfera por esfuerzos pequeñísimos, los solo indispensables para la fácil y sencilla variación de las distancias entre las verticales de gravedad del aparato y el centro de las diversas presiones que el aire ejerza sobre las superficies que de él está formado.

Según esas circunstancias que concurren a formar el principio en que se basa tan importante invento, el dicho señor ha logrado que su aparato flote en el espacio, merced a la acción continua de la atmósfera sobre las superficies que lo constituyen, acción que es constante e inextinguible en donde quiera que exista aire respirable, y que propulsión o fuerza aceleratriz que determina los movimientos en favor o en contra de las corrientes aéreas sea exclusivamente engendrada por la acción permanente de la gravedad del mismo aparato.

No obstante, a lo anteriormente expuesto, creo que hubo cierto escepticismo por parte del gobierno en ayudar a este compatriota, como bien lo deja entrever el siguiente artículo publicado en el diario “La República” en su edición N° 213 de fecha 6 de octubre de 1986, intitulado “Navegación Aérea”. Hoy llama la atención del mundo civilizado, lo que había descubierto un compatriota nuestro en 1883; con la circunstancia notable que los principios en que se apoyaba el descubrimiento por el cual se obtuvo patente en Venezuela en aquel año del ochenta y tres, son más claros, definidos y detallados que los que publica “Le Monde de Paris”.

Más adelante, en el año 1914, en carta de Coll Font para “El Universal”, este corrobora el escepticismo del gobierno para su invento al declarar: “no podré olvidar nunca que, en esa pintoresca y querida Caracas, donde tan cruelmente fue abatida mi alma, encontró mi invento su “vía dolorosa y su calvario”. Ahí fue donde Judas de implacable deslealtad, lo entregó a manos de los fariseos para aniquilar traidoramente el fruto de tantos esfuerzos y en que fundada mis más legitimas esperanzas.

En esta forma, breve si se quiere, por cuanto se sale del terreno militar, he querido, interpretando el sentir de los hombres de la Fuerza Aérea, tributar un homenaje de admiración a estos dos personajes a quienes con verdadera justicia les cabe el título de precursores de la Aviación Venezolana (Historia de la Aviación Venezolana, Coronel Aviador. Luis H. Paredes).

Fuente: https://www.vtactual.com