2 de agosto de 2021

EL AERÓDROMO SECRETO DE LA LUFTWAFFE EN SEGOVIA

 

Portada del cómic 'La sombra del Cóndor', de Gerardo Balsa, en la que un caza alemán Heinkel 51 (el 2•2) es atacado por un Polikarpov I-15 (Chato) republicano.


La primera escuadrilla de cazas enviada por Hitler a Franco en agosto de 1936 tuvo como base un pequeño pueblo de Tierra de Pinares

 

POR ISIDORO MERINO

 

Plano del campo de aviación de Escalona con la ubicación de las pistas, los refugios y polvorines.

 

Hay turistas y turistas. Cuando yo era pequeño, mi abuelo Arcadio me hablaba a veces de aquellos seis turistas alemanes que en agosto de 1936 llegaron al pueblo (Escalona del Prado, un pequeño municipio segoviano en el piedemonte de la Sierra de Guadarrama). Contaba historias curiosas, como que una vez les obligó a echarse cuerpo a tierra, cuando venían de correrse una juerga en un pueblo vecino, por no responder al “¡Alto!, ¡quién vive!” durante una guardia nocturna.

 

La Guerra Civil acababa de empezar, y en el prado comunal de Escalona, situado en el límite de la zona controlada por el bando nacional y muy cerca del frente de Madrid, se había improvisado un aeródromo militar oculto entre pinares y campos de labor. Aún se pueden ver los restos de la alambrada que delimitaba el perímetro del campo de aviación y de los soportes metálicos de los cuatro cañones Flak de 88 milímetros emplazados en los vértices. Hoy pastan allí las ovejas y se celebran campeonatos de aeromodelismo.


Restos de la alambrada que delimitaba el aeródromo militar de Escalona del Prado (Segovia).


Mi tío Fabián Mardomingo, fallecido el año pasado y que por entonces era solo un chaval, también se acordaba de aquellos arrogantes aviadores rubios —el Teniente Herdwig Knüppel; el barón Maximilian-Otto Christoph Albrecht Ernst Wolf-Heinrich von Houwald, con el grado de Teniente; los Alféreces Ekkehard Hefter y Gerhard Klein, y los Tenientes Hannes Trautloft y Kraft Eberhardt — y de sus bonitos biplanos monoplazas Heinkel 51 de color gris perla.

 

Uno de aquellos aviones, el HE-51 2•2, pilotado en la ficción por el Teniente de la Luftwaffe y aristócrata alemán Dieter Von Moltke, protagoniza la primera entrega del cómic La sombra del cóndor. 1936. Bajo un cielo español, de Gerardo Balsa. Fabián también decía que el párroco celebraba misa en uno de los aviones (¿un Fokker F.VII trimotor que aparece en fotos de la época?), y que algunos de los militares españoles de la guarnición del campo (su alojamiento y manutención corría a cargo de los vecinos) se echaron novia entre las mozas del pueblo: “Se casaron con las más guapas”, se quejaba.


Biplano Heinkel HE-51 (2○4) pilotado por Hannes Trautloft, de la sección (Kette) Eberhardt en el aeródromo de Escalona del Prado en agosto de 1936.


Aquellos aviadores alemanes, junto con sus seis cazas Heinkel-51 desmontados en cajas, habían zarpado de incógnito en la medianoche del 31 de julio de 1936 desde Hamburgo a bordo del barco Usaramo, que arribó al puerto de Cádiz en la madrugada del 6 de agosto. Vestían ropa deportiva y se hacían pasar por turistas de la Reisegesellschaft Union, la agencia oficial de viajes del sindicato obrero nazi Kraft durch Freude (La Fuerza por la Alegría). La expedición era clandestina, ya que Alemania aún mantenía oficialmente relaciones diplomáticas con la República Española. La primera entrega de aviones (entre ellos, los Junkers J-52 que permitieron a Franco crear un puente aéreo para el transporte de tropas de la Legión desde África hasta la Península), pilotos y baterías antiaéreas enviados en secreto por Hitler fue bautizada como operación Unternehmen Feuerzauber (Fuego Mágico): la avanzadilla de lo que pocos meses después (noviembre de 1936) constituiría la temible Legión Cóndor.

 

Los cazadores del Guadarrama

 

La Jagdstaffel (escuadrilla de cazas) alemana se desplegó en el aeródromo de Tablada, cerca de Sevilla, donde los aviones fueron ensamblados y recibieron los códigos 2•1 a 2•6. El 12 de agosto, la Kette (formación) Eberhardt despegó para volar, vía Salamanca, hasta Escalona del Prado. En sus memorias, el Teniente Wolf-Heinrich von Houwald cuenta la impresión que le produjo el diminuto aeropuerto segoviano: “Llegamos a Salamanca, repostamos y despegamos hacia Escalona, un aeródromo cerca de la sierra que, según nos dijeron, era increíblemente pequeño y difícil de encontrar. Estaba tan cerca del frente que era muy probable que nos enfrentáramos al enemigo. Sin embargo, despegamos después de media hora y aterrizamos allí”.

 

AQUELLOS AVIADORES DEPORTIVOS

 

“Así que ahí estaba, casándose con aquel aviador. Y a juzgar por las apariencias era todo lo que una chica podría desear: era joven y apuesto, y vestido con el uniforme gris azulado de las Fuerzas Aéreas Nacionalsocialistas, prometía ser la personificación del joven y gallardo varón ario. Pero cuando lo vi en la recepción de la boda me sentí decepcionado. Al igual que la mayoría de los miembros del partido, Johannes Buerckel tenía el aspecto y el aire de un hombre que se tomaba a sí mismo verdaderamente muy en serio.

 

Nos presentó Dagmarr. Johannes, fiel a su imagen, saludó uniendo los tacones con un seco golpe e inclinó la cabeza con un gesto austero antes de estrecharme la mano.

 

—Enhorabuena —le dije—. Eres un tipo con suerte. Le habría pedido que se casara conmigo, pero no creo que yo tenga tan buen aspecto como tú de uniforme.

 

Eché una mirada más de cerca al uniforme: en el bolsillo izquierdo de la chaqueta llevaba las insignias de deportista y piloto de las SA; por encima de esas dos condecoraciones estaba la omnipresente y “temible” insignia, la del partido, y en el brazo izquierdo llevaba el brazalete con la esvástica.

 

—Dagmarr me dijo que eras piloto de la Lufthansa, destacado temporalmente en el Ministerio de Aviación, pero no tenía ni idea… ¿Qué me dijiste que era, Dagmarr?

 

—Aviador deportivo.

 

—Eso es. Aviador deportivo. Bien, no tenía ni idea de que llevaran uniforme.

 

Por supuesto, no hacía falta ser detective para darse cuenta de que “aviador deportivo” era otro de los floridos eufemismos del Reich, y de que éste en concreto tenía que ver con la instrucción secreta de los pilotos de caza”.

 

Fragmento del primer capítulo de Violetas de marzo, de Philip Kerr. Traducción de Isabel Merino. (RBA)

 

Según el Teniente Erdwig Knüppel, “allí, en el perímetro norte de la sierra de Guadarrama, nos ubicamos junto a un grupo de reconocimiento —la escuadrilla Rambaud, formada por Luis Rambaud Goma, Joaquín García-Morato (uno de los dos grandes ases del aire en la Guerra Civil, al igual que el piloto republicano José María Bravo Fernández-Hermosa), Miguel García Pardo, Julio Salvador y Ramiro Pascual— con el que pronto establecimos una cálida amistad. Los aviones estaban a la intemperie, las piezas de recambio, la munición y el combustible y el aceite reposaban protegidos del sol camuflados bajo lonas al borde del bosque. En los momentos de reposo aprovechábamos para aprender español”.

 

Como los alemanes tenían orden de no participar en los combates aéreos, los Heinkel 51 fueron al principio pilotados por los aviadores españoles. El 18 de agosto, a los mandos del HE-51 2•2, el Capitán García Morato consigue una de sus primeras victorias al derribar un caza republicano. Sin embargo, dos de los aviones, el 2•5 de Ramiro Pascual y el 2•1 de Rambaud, sufrieron daños al capotar durante el aterrizaje. Ante las dificultades de los pilotos españoles para hacerse con los sensibles mandos de los Heinkel, los alemanes recibieron permiso para entrar en acción. El 25 de agosto de 1936, el pequeño grupo de cazas despegó bajo la dirección del Teniente Eberhardt para su primera misión con pilotos alemanes.

 

EL MISTERIOSO BOMBARDEO DE CANTALEJO

 

El 17 de julio de 1937, a las siete de la tarde, un grupo de aviones Tupolev SB-2 Katiuska dejó caer sus bombas sobre el municipio segoviano de Cantalejo, situado junto a las hoces del río Duratón, cerca de Sepúlveda. Las bombas causaron 12 muertos, entre ellos ocho niños, y cuatro heridos. Las razones del ataque a esta población de la retaguardia, cuya única industria era la fabricación de trillos y cedazos, siguen siendo un misterio, aunque lo más probable es que se tratase de un error: la tripulación rusa de los Katiuska debió de confundirse de objetivo. Escalona del Prado está a solo 19 kilómetros de Cantalejo, ambos al suroeste de Aranda de Duero (Burgos) y en un entorno similar de campos de labor, navas y pinares. Lo parece confirmar el parte oficial de guerra publicado al día siguiente en la edición madrileña y republicana del diario ABC: "A las ocho fue bombardeado por seis aparatos rápidos de gran bombardeo un aeródromo al norte de Segovia, donde había varios aparatos. La misma escuadrilla realizó idéntico ataque sobre otros aeródromos al sur de dicha capital. También fue bombardeada la estación del ferrocarril en Segovia, ocasionando grandes desperfectos. (…) A las diecinueve se bombardeó un aeródromo situado al suroeste de Aranda de Duero…".

 

Al principio, los Heinkel 51 tuvieron éxito contra la anticuada y heterogénea, aunque superior en número (la mayoría de los oficiales del Ejército del Aire permaneció leal a la República), flota de Breguet, Loira, Dewoitine, Potez y Vickers Vildebeest republicanos.

 

El 25 de agosto, Trautloft y Eberhardt derribaron dos bombarderos ligeros Breguet XIX. Al día siguiente, Knüppel derribó otro Breguet XIX. Al finalizar agosto, los Jäger (cazadores) del Guadarrama, como se autodenominaban los pilotos alemanes en Escalona, totalizaban nueve derribos (cuatro Breguet XIX, cuatro Potez y un Nieuport). Pero no todo fueron victorias. El 30 de agosto de 1936, Hannes Trautloft, quien llegaría a convertirse en un as de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial, fue alcanzado por un Dewoitine D-372 cuando volaba con ropa de tenis, aunque consiguió saltar en paracaídas y ser rescatado, convirtiéndose en el primer piloto alemán derribado por la aviación republicana. En sus memorias (Piloto de caza en España) escribe: “muy por debajo de mí, vi con tristeza a mi buen y viejo He-51 con el número 4 estrellarse contra el suelo y elevarse una gran lengua de fuego”.


Prado y pinares de Escalona (Segovia) donde tenían su base los Heinkel HE-51.

 

El escenario cambió drásticamente en octubre con la llegada a Cartagena de los cargueros soviéticos Komsomol y Rostok con los primeros bombarderos rápidos Tupolev SB-2 Katiuska y los maniobrables cazas Polikarpov I-15 Chato enviados por Stalin. Los ya obsoletos Heinkel 51, incapaces de competir con ellos en el cielo, fueron relegados a operaciones de apoyo aéreo directo ametrallando en cadena y a baja cota las posiciones y columnas republicanas. A pesar de ello, los franquistas volverían a tener pronto superioridad en el aire con los nuevos aviones enviados por los nazis y los fascistas italianos, sobre todo gracias al caza Messerschmitt Bf-109, que se convertiría en el arma aérea más eficaz de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. 

 

Fin de partida



 

¿Y qué fue de los seis turistas segovianos? Tras una breve estancia en Ávila, las incursiones de los aviones gubernamentales obligaron al gobierno de Burgos a desplegar en Vitoria el pequeño grupo de He-51, que en septiembre sufriría su primera baja mortal: el 28 de septiembre, el Alférez Ekkehard Hefter se estrelló en una esquina de la plaza de España de Vitoria durante una demostración aérea, llevándose consigo a dos paisanos. Según Hannes Trautloft, la causa fue un fallo en el motor, aunque otros testigos del accidente, como el periodista británico George Steer, señalan que los pilotos alemanes alojados en el Hotel Frontón de Vitoria acostumbraban a beber en exceso antes de conducir sus aparatos.

 

Kraft Eberhardt, jefe de la escuadrilla, cayó el 13 de noviembre de 1936 en la madrileña Casa de Campo; Gerhard Klein fue alcanzado por fuego antiaéreo el 18 de enero de 1938 en el frente de Teruel; Herwig Knüppel fue derribado el 19 mayo de 1940 cerca de Lille (Francia); Heinrich von Houwald murió el 24 de julio de 1940 durante la Batalla de Inglaterra, y Hannes Trautloft (1912-1995) sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial convertido en as del aire, con más de 60 aviones enemigos derribados. Tras la contienda, se incorporó a las fuerzas aéreas de la República Federal Alemana.

 

 

Fuente: http://www.alicantevivo.org