Portada del cómic 'La sombra del Cóndor', de Gerardo Balsa, en la que un caza alemán Heinkel 51 (el 2•2) es atacado por un Polikarpov I-15 (Chato) republicano.
La primera escuadrilla de cazas enviada por Hitler a Franco en agosto de 1936 tuvo como base un pequeño pueblo de Tierra de Pinares
POR ISIDORO MERINO
Hay
turistas y turistas. Cuando yo era pequeño, mi abuelo Arcadio me hablaba a
veces de aquellos seis turistas alemanes que en agosto de 1936 llegaron al
pueblo (Escalona del Prado, un pequeño municipio segoviano en el piedemonte de
la Sierra de Guadarrama). Contaba historias curiosas, como que una vez les
obligó a echarse cuerpo a tierra, cuando venían de correrse una juerga en un
pueblo vecino, por no responder al “¡Alto!, ¡quién vive!” durante una guardia
nocturna.
La
Guerra Civil acababa de empezar, y en el prado comunal de Escalona, situado en
el límite de la zona controlada por el bando nacional y muy cerca del frente de
Madrid, se había improvisado un aeródromo militar oculto entre pinares y campos
de labor. Aún se pueden ver los restos de la alambrada que delimitaba el
perímetro del campo de aviación y de los soportes metálicos de los cuatro
cañones Flak de 88 milímetros emplazados en los vértices. Hoy pastan allí las
ovejas y se celebran campeonatos de aeromodelismo.
Mi
tío Fabián Mardomingo, fallecido el año pasado y que por entonces era solo un
chaval, también se acordaba de aquellos arrogantes aviadores rubios —el Teniente
Herdwig Knüppel; el barón Maximilian-Otto Christoph Albrecht Ernst Wolf-Heinrich
von Houwald, con el grado de Teniente; los Alféreces Ekkehard Hefter y Gerhard
Klein, y los Tenientes Hannes Trautloft y Kraft Eberhardt — y de sus bonitos
biplanos monoplazas Heinkel 51 de color gris perla.
Uno
de aquellos aviones, el HE-51 2•2, pilotado en la ficción por el Teniente de la
Luftwaffe y aristócrata alemán Dieter Von Moltke, protagoniza la primera
entrega del cómic La sombra del cóndor. 1936. Bajo un cielo español, de Gerardo
Balsa. Fabián también decía que el párroco celebraba misa en uno de los aviones
(¿un Fokker F.VII trimotor que aparece en fotos de la época?), y que algunos de
los militares españoles de la guarnición del campo (su alojamiento y
manutención corría a cargo de los vecinos) se echaron novia entre las mozas del
pueblo: “Se casaron con las más guapas”, se quejaba.
Biplano
Heinkel HE-51 (2○4) pilotado por
Hannes Trautloft, de la sección (Kette) Eberhardt
en el aeródromo de Escalona del Prado en agosto de 1936.
Aquellos
aviadores alemanes, junto con sus seis cazas Heinkel-51 desmontados en cajas,
habían zarpado de incógnito en la medianoche del 31 de julio de 1936 desde
Hamburgo a bordo del barco Usaramo, que arribó al puerto de Cádiz en la
madrugada del 6 de agosto. Vestían ropa deportiva y se hacían pasar por
turistas de la Reisegesellschaft Union, la agencia oficial de viajes del
sindicato obrero nazi Kraft durch Freude (La Fuerza por la Alegría). La
expedición era clandestina, ya que Alemania aún mantenía oficialmente
relaciones diplomáticas con la República Española. La primera entrega de
aviones (entre ellos, los Junkers J-52 que permitieron a Franco crear un puente
aéreo para el transporte de tropas de la Legión desde África hasta la
Península), pilotos y baterías antiaéreas enviados en secreto por Hitler fue
bautizada como operación Unternehmen Feuerzauber (Fuego Mágico): la avanzadilla
de lo que pocos meses después (noviembre de 1936) constituiría la temible
Legión Cóndor.
Los cazadores del Guadarrama
La
Jagdstaffel (escuadrilla de cazas) alemana se desplegó en el aeródromo de
Tablada, cerca de Sevilla, donde los aviones fueron ensamblados y recibieron
los códigos 2•1 a 2•6. El 12 de agosto, la Kette (formación) Eberhardt despegó
para volar, vía Salamanca, hasta Escalona del Prado. En sus memorias, el Teniente
Wolf-Heinrich von Houwald cuenta la impresión que le produjo el diminuto
aeropuerto segoviano: “Llegamos a Salamanca, repostamos y despegamos hacia
Escalona, un aeródromo cerca de la sierra que, según nos dijeron, era
increíblemente pequeño y difícil de encontrar. Estaba tan cerca del frente que
era muy probable que nos enfrentáramos al enemigo. Sin embargo, despegamos
después de media hora y aterrizamos allí”.
AQUELLOS
AVIADORES DEPORTIVOS
“Así
que ahí estaba, casándose con aquel aviador. Y a juzgar por las apariencias era
todo lo que una chica podría desear: era joven y apuesto, y vestido con el
uniforme gris azulado de las Fuerzas Aéreas Nacionalsocialistas, prometía ser
la personificación del joven y gallardo varón ario. Pero cuando lo vi en la
recepción de la boda me sentí decepcionado. Al igual que la mayoría de los
miembros del partido, Johannes Buerckel tenía el aspecto y el aire de un hombre
que se tomaba a sí mismo verdaderamente muy en serio.
Nos
presentó Dagmarr. Johannes, fiel a su imagen, saludó uniendo los tacones con un
seco golpe e inclinó la cabeza con un gesto austero antes de estrecharme la
mano.
—Enhorabuena
—le dije—. Eres un tipo con suerte. Le habría pedido que se casara conmigo,
pero no creo que yo tenga tan buen aspecto como tú de uniforme.
Eché
una mirada más de cerca al uniforme: en el bolsillo izquierdo de la chaqueta
llevaba las insignias de deportista y piloto de las SA; por encima de esas dos
condecoraciones estaba la omnipresente y “temible” insignia, la del partido, y
en el brazo izquierdo llevaba el brazalete con la esvástica.
—Dagmarr
me dijo que eras piloto de la Lufthansa, destacado temporalmente en el Ministerio
de Aviación, pero no tenía ni idea… ¿Qué me dijiste que era, Dagmarr?
—Aviador
deportivo.
—Eso
es. Aviador deportivo. Bien, no tenía ni idea de que llevaran uniforme.
Por
supuesto, no hacía falta ser detective para darse cuenta de que “aviador deportivo”
era otro de los floridos eufemismos del Reich, y de que éste en concreto tenía
que ver con la instrucción secreta de los pilotos de caza”.
Fragmento
del primer capítulo de Violetas de marzo, de Philip Kerr. Traducción de Isabel
Merino. (RBA)
Según
el Teniente Erdwig Knüppel, “allí, en el perímetro norte de la sierra de
Guadarrama, nos ubicamos junto a un grupo de reconocimiento —la escuadrilla
Rambaud, formada por Luis Rambaud Goma, Joaquín García-Morato (uno de los dos
grandes ases del aire en la Guerra Civil, al igual que el piloto republicano
José María Bravo Fernández-Hermosa), Miguel García Pardo, Julio Salvador y
Ramiro Pascual— con el que pronto establecimos una cálida amistad. Los aviones
estaban a la intemperie, las piezas de recambio, la munición y el combustible y
el aceite reposaban protegidos del sol camuflados bajo lonas al borde del
bosque. En los momentos de reposo aprovechábamos para aprender español”.
Como
los alemanes tenían orden de no participar en los combates aéreos, los Heinkel
51 fueron al principio pilotados por los aviadores españoles. El 18 de agosto,
a los mandos del HE-51 2•2, el Capitán García Morato consigue una de sus
primeras victorias al derribar un caza republicano. Sin embargo, dos de los
aviones, el 2•5 de Ramiro Pascual y el 2•1 de Rambaud, sufrieron daños al
capotar durante el aterrizaje. Ante las dificultades de los pilotos españoles
para hacerse con los sensibles mandos de los Heinkel, los alemanes recibieron
permiso para entrar en acción. El 25 de agosto de 1936, el pequeño grupo de
cazas despegó bajo la dirección del Teniente Eberhardt para su primera misión
con pilotos alemanes.
EL
MISTERIOSO BOMBARDEO DE CANTALEJO
El
17 de julio de 1937, a las siete de la tarde, un grupo de aviones Tupolev SB-2
Katiuska dejó caer sus bombas sobre el municipio segoviano de Cantalejo,
situado junto a las hoces del río Duratón, cerca de Sepúlveda. Las bombas
causaron 12 muertos, entre ellos ocho niños, y cuatro heridos. Las razones del
ataque a esta población de la retaguardia, cuya única industria era la
fabricación de trillos y cedazos, siguen siendo un misterio, aunque lo más
probable es que se tratase de un error: la tripulación rusa de los Katiuska
debió de confundirse de objetivo. Escalona del Prado está a solo 19 kilómetros
de Cantalejo, ambos al suroeste de Aranda de Duero (Burgos) y en un entorno
similar de campos de labor, navas y pinares. Lo parece confirmar el parte
oficial de guerra publicado al día siguiente en la edición madrileña y
republicana del diario ABC: "A las ocho fue bombardeado por seis aparatos
rápidos de gran bombardeo un aeródromo al norte de Segovia, donde había varios
aparatos. La misma escuadrilla realizó idéntico ataque sobre otros aeródromos
al sur de dicha capital. También fue bombardeada la estación del ferrocarril en
Segovia, ocasionando grandes desperfectos. (…) A las diecinueve se bombardeó un
aeródromo situado al suroeste de Aranda de Duero…".
Al
principio, los Heinkel 51 tuvieron éxito contra la anticuada y heterogénea,
aunque superior en número (la mayoría de los oficiales del Ejército del Aire
permaneció leal a la República), flota de Breguet, Loira, Dewoitine, Potez y
Vickers Vildebeest republicanos.
El
25 de agosto, Trautloft y Eberhardt derribaron dos bombarderos ligeros Breguet
XIX. Al día siguiente, Knüppel derribó otro Breguet XIX. Al finalizar agosto,
los Jäger (cazadores) del Guadarrama, como se autodenominaban los pilotos
alemanes en Escalona, totalizaban nueve derribos (cuatro Breguet XIX, cuatro
Potez y un Nieuport). Pero no todo fueron victorias. El 30 de agosto de 1936,
Hannes Trautloft, quien llegaría a convertirse en un as de la Luftwaffe durante
la Segunda Guerra Mundial, fue alcanzado por un Dewoitine D-372 cuando volaba
con ropa de tenis, aunque consiguió saltar en paracaídas y ser rescatado,
convirtiéndose en el primer piloto alemán derribado por la aviación
republicana. En sus memorias (Piloto de caza en España) escribe: “muy por
debajo de mí, vi con tristeza a mi buen y viejo He-51 con el número 4 estrellarse
contra el suelo y elevarse una gran lengua de fuego”.
El escenario cambió drásticamente en octubre con la llegada a Cartagena de los cargueros soviéticos Komsomol y Rostok con los primeros bombarderos rápidos Tupolev SB-2 Katiuska y los maniobrables cazas Polikarpov I-15 Chato enviados por Stalin. Los ya obsoletos Heinkel 51, incapaces de competir con ellos en el cielo, fueron relegados a operaciones de apoyo aéreo directo ametrallando en cadena y a baja cota las posiciones y columnas republicanas. A pesar de ello, los franquistas volverían a tener pronto superioridad en el aire con los nuevos aviones enviados por los nazis y los fascistas italianos, sobre todo gracias al caza Messerschmitt Bf-109, que se convertiría en el arma aérea más eficaz de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial.
Fin
de partida
¿Y
qué fue de los seis turistas segovianos? Tras una breve estancia en Ávila, las
incursiones de los aviones gubernamentales obligaron al gobierno de Burgos a
desplegar en Vitoria el pequeño grupo de He-51, que en septiembre sufriría su
primera baja mortal: el 28 de septiembre, el Alférez Ekkehard Hefter se
estrelló en una esquina de la plaza de España de Vitoria durante una
demostración aérea, llevándose consigo a dos paisanos. Según Hannes Trautloft,
la causa fue un fallo en el motor, aunque otros testigos del accidente, como el
periodista británico George Steer, señalan que los pilotos alemanes alojados en
el Hotel Frontón de Vitoria acostumbraban a beber en exceso antes de conducir
sus aparatos.
Kraft
Eberhardt, jefe de la escuadrilla, cayó el 13 de noviembre de 1936 en la madrileña
Casa de Campo; Gerhard Klein fue alcanzado por fuego antiaéreo el 18 de enero
de 1938 en el frente de Teruel; Herwig Knüppel fue derribado el 19 mayo de 1940
cerca de Lille (Francia); Heinrich von Houwald murió el 24 de julio de 1940
durante la Batalla de Inglaterra, y Hannes Trautloft (1912-1995) sobrevivió a
la Segunda Guerra Mundial convertido en as del aire, con más de 60 aviones
enemigos derribados. Tras la contienda, se incorporó a las fuerzas aéreas de la
República Federal Alemana.
Fuente:
http://www.alicantevivo.org