Antes
de Julio de 1936, la Aviación Militar y la Aeronáutica Naval constituían
servicios autónomos dependientes del Ejército y la Marina, y a su vez dependían
de la Dirección General de Aeronáutica, que se había creado en 1933 para todos
los aspectos técnicos, administrativos y de formación, correspondientes tanto a
la aviación militar como a la civil.
Los
componentes de la Aviación Militar y la Aeronáutica Naval se distribuían en la
geografía nacional de la siguiente manera:
AVIACIÓN
MILITAR
ESCUADRA
N° 1. Madrid.
- Grupo 11. Getafe (Aviones Hispano-Nieuport 52)
- Grupo 21. León (CASA-Breguet 19)
- Grupo 31. Getafe (Breguet 19)
- Unidad trimotor. Getafe (Junkers K.30)
ESCUADRA
N° 2. Sevilla
- Grupo 12. Sevilla (Hispano-Nieuport 52; una escuadrilla basada en Granada)
- Grupo 22. Sevilla (Breguet 19)
ESCUADRA
N° 3. Barcelona
- Grupo 13. Prat de Llobregat (Hispano-Nieuport 52)
- Grupo 23. Logroño (Breguet 19)
- Grupo Independiente de Hidros. Los Alcázares. (Dornier Wal)
FUERZAS
AÉREAS DE ÁFRICA
- Grupo 1. Breguet 19 distribuidos en Tetuán, Melilla y Larache y Cabo Juby (Sahara).
- Base de El Atalayón (Melilla)
- Hidroaviones Dornier Wal.
- Larache. Fokker F.VIIb3m
SERVICIOS
DE INSTRUCCIÓN
- Escuadra Y-1. Cuatro Vientos
- Escuadra Y-2. Los Alcázares
- Escuela de Observadores. Cuatro Vientos
- Escuela de Mecánicos. Cuatro vientos
- Escuela de Vuelo y Combate. Alcalá de Henares
- Escuela de Tiro y Bombardeo. Los Alcázares
Estas
unidades estaban estacionadas en los aeródromos de Cuatro Vientos, Getafe,
Alcalá de Henares, Barcelona, León Logroño, Tablada (Sevilla), Los Alcázares,
Tetuán, Nador, Larache y la base de El Atalayón.
AERONÁUTICA
NAVAL
ESCUADRILLA DE TORPEDEROS (San Javier)
- CASA-Vickers Vildebeest.
ESCUADRILLA
DE RECONOCIMIENTO
- Hidros Savoia-Marchetti S.62
ESCUADRILLA DE BOMBARDEO (San Javier)
- Dornier Wal
ESCUADRILLA
DE COMBATE Y ADIESTRAMIENTO (San javier)
- Hidros Savoia-Marchetti S.62, Hispano E-30, CASA-III, Dornier Wal y autogiros C.30.
La
Aeronáutica Naval (que a partir de 1933 pasó a denominarse oficialmente
Aviación Naval, aunque sus miembros siempre proclamaron con orgullo que venían
de la “Aeronáutica”) tenía sus aviones distribuidos en Barcelona, Marín, Cádiz
y Mahón.
Al
producirse la sublevación militar del 17-18 de julio de 1936, la aviación
conservó, inicialmente, su organización de preguerra, sin producirse tantos
cambios como en el ejército de Tierra o la Armada, ya que, exceptuando los
aeródromos de León, Logroño y Sevilla, Cádiz y Marín, en el resto de las bases
o no triunfó la rebelión o permanecieron al lado del gobierno de la II
República, debido a la intervención de sus jefes y oficiales, cuya actitud
gubernamental dio lugar a que las fuerzas bajo su mando conservaran las bases y
material.
Ante
el desarrollo de los hechos, en los días siguientes se produjo en el seno de la
aviación una serie de movimientos personales y de aviones hacia uno y otro
bando, que dieron lugar a una reorganización de las tres Escuadras/Regiones
Aéreas que componían las fuerzas aéreas de Aviación Militar, quedando
estructuradas de la siguiente manera:
Primera
Región, cuyo jefe era el Coronel Antonio Camacho Benítez. La Segunda Escuadra
aérea trasladó su cabecera a Los Alcázares en sustitución de Sevilla, en la que
Tablada había caído en manos del General sublevado Queipo de Llano, después de
que el Comandante Rafael Martínez Esteve, jefe de la misma, hubiera sido
destituido del mando de la misma en la tarde del 18 de Julio por decisión del
Capitán Antonio Rexach, trasladado desde Madrid para organizar desde Tablada el
bombardeo a los sublevados. Martínez Esteve, leal a la República, se había
negado a unirse al General sublevado Queipo de Llano y además había enviado
aviones para bombardear a las fuerzas rebeldes en África, sin embargo, se negó
a bombardear el centro de Sevilla, convencido, por su amplia experiencia como
piloto en la guerra en Marruecos, qué esta acción militar ordenada sería ineficaz y solo provocaría numerosas
bajas civiles y la destrucción del centro histórico de la capital andaluza, mientras
que los militares rebeldes permanecerían
intactos. Paradójicamente Rexach
nombraría Jefe provisional de la Base al Capitán Azaola, que estaba
secretamente comprometido con los sublevados. Martínez Esteve fue arrestado y
condenado a la pena máxima por el Tribunal militar de Sevilla, una vez derrotada
por las tropas nacionalistas, siendo conmutada después a 30 años de cadena
perpetua.
La
Segunda Región tuvo por jefe al Coronel Felipe Díaz Sandino, que cesó al ser
designado consejero de Defensa de Cataluña, siendo sustituido por el Teniente Coronel
Alfonso de los Reyes. En lo que respecta a la Aeronáutica Naval, quedaron bajo
el control gubernamental las bases principales, San Javier y Barcelona, ésta
última al mando de Luis Fernández Rivas.
Según
fue evolucionando la guerra, los efectivos humanos y materiales, así como la
organización territorial, se tuvieron que amoldar a las exigencias del
conflicto. En septiembre de 1936 se separó del Ministerio de la Guerra todo el
personal, material e infraestructuras concernientes a las aviaciones. En mayo
de 1937 se crea el Arma de Aviación (aglutinándose Aviación Militar y
Aeronáutica Naval), quedando adscrita al nuevo Ministerio de Marina y Aire,
cuyo titular es Indalecio Prieto. El Comandante Ángel Pastor es nombrado
Subsecretario de Aviación, siendo sustituido a los pocos meses por el Teniente Coronel
Antonio Camacho. Ignacio Hidalgo de Cisneros asumirían la jefatura de las
Fuerzas Aéreas de la República.
En
lo que se refiere a la distribución de las regiones aéreas, quedaron
configuradas en función del territorio gubernamental, y se distribuyeron de la
siguiente manera:
- Primera Región Aérea
- Segunda Región Aérea
- Tercera Región Aérea
- Cuarta Región Aérea
- Quinta Región Aérea
- Sexta Región Aérea
- Séptima Región Aérea
En
Noviembre de 1937, habiendo desaparecido la Sexta Región tras la campaña del
Norte se formaría la Octava Región Aérea (Cabecera: Baeza), a costa de la
Segunda Región, con el fin de apoyar al ejército de Andalucía.
Cada
Región Aérea estaba dividida en sectores que atendían a un número variable de
aeródromos –organizados a su vez en distintas categorías- cuyo número excedía
de los 400 campos.
Sin
embargo, el cambio más significativo se produjo a nivel del personal de
Aviación. En el primer bimestre de la guerra prácticamente se produjo la
delimitación de los bandos y la mayoría del personal de preguerra se encuadró
en uno de ellos. Hay que mencionar de forma destacada el hecho de que muchas
unidades de tropa de Aviación jugaron un meritorio papel al principio de la
guerra, cuando fueron destinadas a la sierra de Madrid para frenar el avance de
las columnas del ejército del General Mola, permaneciendo en sus puestos hasta
que fueron relevados por tropas del Ejército Popular, por lo que pasaron a los
destino de los aeródromos. Finalizando la guerra, contingentes de tropas y
alumnos-pilotos de Aviación también desempeñarían un puesto destacado en los
sucesos de la sublevación de Cartagena.
A
medida que se incrementaba la duración e intensidad de la guerra, la aviación
de la República, que todavía no había adquirido entidad propia, constató la
necesidad de completar las bajas de material y personal, sobre todo,
tripulantes de aparatos (pilotos, observadores, ametralladores, bombarderos)
así como la de aportar rápidamente contingentes humanos y material al frente.
Las primeras carencias se solucionaron con la compra de material aeronáutico en
el extranjero, convirtiéndose la Unión Soviética en el único país que, de forma
regular, vendió material bélico a la II República y, al mismo tiempo, aportó
personal técnico aeronáutico y tripulaciones. A este contingente humano se sumó
un escaso número de voluntarios y mercenarios de diferentes países.
Ante
esta situación, el gobierno de la II República convocó una serie de cursos
específicos de aviadores: pilotos, observadores, ametralladores, mecánicos,
armeros, etc., a fin de aportar personal especializado de origen nacional que
cubrieran las bajas de la guerra y en previsión de la futura salida de España
de los voluntarios internacionales. En el caso de los servicios y dependencias
auxiliares (tropa, mecánicos, armeros, radiotelegrafistas, etc.,) estas
convocatorias supusieron la ampliación de un acceso a Aviación para aquellos
jóvenes que se sentían atraídos por la Aviación y que, antes de la guerra, tan
sólo se podían contentar con las plazas que la aviación civil o miliar
convocaba para acceder a estos servicios, dado que los cursos de pilotos
estaban reservados para aquellos que pudieran disponer de una condición
económica saneada o fueran oficiales (tan sólo a finales de los años 20 se
abrió la posibilidad de que hicieran los cursos de aviación los suboficiales y
la tropa). En este sentido, las diversas convocatorias de personal volante que
hizo el gobierno de la República para paliar la falta de personal volante de la
Aviación no sólo constituyeron una verdadera revolución social para la España
de los años 30, sino que también fue un fenómeno cultural significativo porque
brindó la posibilidad de conocer otras regiones españolas y países a numerosos
jóvenes.
Los
centros de formación aeronáutica se situaron lejos del frente, en el Levante
español (Murcia), aunque en los meses finales de la guerra también se abrió una
pequeña escuela de capacitación preliminar en Sabadell con su centro anexo de
San Sadurní de Anoia. En las primeras fases del conflicto, también se tuvo que
recurrir a enviar pequeños contingentes de alumnos-pilotos a Francia, donde el
gobierno republicano español pagó la formación elemental de aviadores que luego
completarían su formación militar en las escuelas de Murcia, pero, sin duda
alguna, los cursos de alumnos que han despertado más interés, sin duda por el
exotismo del viaje, fueron los cursos que el gobierno de Madrid sufragó para
las diferentes promociones de pilotos y observadores que, atravesando mares y
tierra europeas, se desplazaron a la URSS para recibir formación aeronáutica en
los centros de Járkov (actual Ucrania) y Kirovabad (actual Azerbaiyán). Al igual
que en el caso de los alumnos provenientes de Francia, los aviadores
procedentes de las escuelas de la URSS tuvieron una formación complementaria en
levante, de cuyos centros aeronáuticos también salieron un contingente de
pilotos bien preparados que, desgraciadamente, no dispusieron de aviones con lo
que salir a combatir.
En
virtud del Decreto de formación del Arma de Aviación de la República, se
crearon las siguientes unidades:
FUERZAS
AÉREAS DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA (FARE)
ESTADO
MAYOR DE LAS FUERZAS AÉREAS
ESCUADRILLA DE TRANSPORTE DE ESTADO MAYOR
- (Caudron, Lockheed, Avia, Spartan, Northrop, DH. 89, Monospar, Stinson, etc.)
ESCUADRA
11 (Caza)
- Grupo 21 (Polikarpov I-16 “Moscas”) que agruparon a un total de 7 escuadrillas.
- Grupo 26 (Polikarpov I-15 “Chato”) que agruparon a un total de 4 escuadrillas.
- Escuadrilla de Caza Nocturna (Polikarpov I-15 “Chato”)
Grupo
Independiente 28
- (Grumman GE.23 “Delfín”) con dos escuadrillas.
ESCUADRA
5 (Bombardeo)
- Grupo 24 (anteriormente Grupo 12, Tupolev SB-2 “Katiuska”) con 4 escuadrillas.
- Grupo 30 (anteriormente Grupos 20 y 25, con Polikarpov RZ “Natacha”) con cuatro escuadrillas.
- Escuadrilla de Bombardeo Nocturno (Polikarpov R-5 “Rasante”)
ESCUADRA
7
Esta
Escuadra se disolvió en 1938 y los efectivos del Grupo 72 pasaron al 71.
- Grupo 71 (Dewoitine, Letov, Gordou, Aero, Vichers, etc.)
- Grupo 72 (Vultee, Northrop, Potez, Bloch y Fokker) agrupados en dos escuadrillas.
ESCUELAS
DE VUELO (Complejo de Murcia)
ESCUELAS
DE MECÁNICOS (Godella)
ESCUELAS
DE ARMEROS
SERVICIOS
DE AVIACIÓN Y FABRICACIÓN (SAF)
Aunque
siempre que se habla de aviación, se les da más protagonismo al personal de vuelo
(pilotos, observadores, ametralladores, bombarderos) queremos resaltar el hecho
de que estos aviadores no hubieran podido cumplir sus misiones sin la
importante aportación –laboriosa, oculta, callada- de todos los miembros del
llamado “escalón de tierra” (mecánicos, armeros, conductores, personal de
guardia) y de los demás servicios auxiliares, que en el frente o en
retaguardia, también cumplieron con su deber en la defensa de la Aviación de la
República que, a lo largo de la guerra fue bautizada con el nombre de “La
Gloriosa”, aunque algunos de sus miembros más veteranos, en función del
desarrollo de la guerra, no utilizaron un epíteto tan altisonante y prefirieron
llamarla “Aviación Sufrida y Heroica”.
Las
consecuencias de la guerra civil española son bien conocidas por todos. Para
todos los miembros de la Aviación de la República, la posguerra fue sinónimo de
cárcel, exilio, padecimientos y, en ocasiones, muerte. Pero, por encima de
todo, las experiencias que vivieron a lo largo del conflicto crearon entre los
aviadores republicanos unos vínculos inquebrantables que se iban a afianzar con
el paso de los años, dando lugar a una hermandad que ha perdurado en el tiempo
y en la que tan sólo la ley de vida ha podido hacer mella.
Fuente:
http://www.adar.es