18 de agosto de 2021

LA DEFENSA AÉREA DEL REICH

 

 

Por Silvio Fernández Panadero

 

En este artículo vamos a aproximarnos con brevedad, sólo arañando la superficie, a un tema extraordinariamente complejo que requiere de un estudio en profundidad: la defensa aérea del Reich. Se ha alabado con justicia la defensa del espacio aéreo de gran Bretaña durante la Batalla de Inglaterra por parte de la RAF, que en este 2018 celebra su centenario. Pero para el gran público, a nuestro juicio, es casi desconocida la apresurada organización que tuvo que levantar la Luftwaffe para proteger al Reich, un ámbito cuya inmensidad aturde: ¡Alemania y los países y territorios ocupados o aliados; casi la totalidad de Europa!

 

Si las dimensiones del teatro de operaciones aéreo eran casi inconcebibles, la amenaza que dicho teatro había de afrontar no tenía parangón. La mayor talasocracia del mundo, el imperio británico, y la primera potencia industrial, los Estados Unidos, habían creado las fuerzas aéreas mayores del mundo sin posible rival, con la excepción de la Unión Soviética. Pero en el caso de los soviéticos, su aviación era básicamente una fuerza táctica de corto alcance. La evolución de las fuerzas aéreas británica y norteamericana siguió por otros derroteros.

 

 

Unidades de la Región aérea de Holanda. Línea de vuelo de Messerschmitt Me 110 al principio de la guerra. Dotaba a las Zerstörergeschwadern, o escuadras de destructores, de acuerdo con la denominación que recibían en la Luftwaffe los cazas pesados. Puede apreciarse en el morro la disposición de su armamento principal: cuatro ametralladoras de 7,92 mm y dos cañones de 20 mm. Una quinta ametralladora en posición trasera era manejada por el Bordfunker (operador de radio). La excelencia de su diseño posibilitó su conversión a caza nocturno. En monturas como esta los pilotos como Schnaufer, principal as de la caza nocturna con 121 derribos, alcanzaron la gloria.

La amenaza

 

En el seno de cada una de ellas había nacido, fruto del pensamiento de los tratadistas y creadores de la doctrina aeronáutica de entreguerras, unido al desarrollo de la aviación en la Gran Guerra y al acelerado avance tecnológico e industrial de la época, una fuerza aérea estratégica que además gozaba de prioridad absoluta para los respectivos altos mandos, frente a otras ramas del servicio como la aviación de caza. Éstas fuerzas de carácter estratégico eran el Comando de Bombaderos de la RAF, creado en fecha tan temprana como 1936, y la Octava Fuerza Aérea de los EEUU; ambas fuerzas operarían principalmente desde Gran Bretaña. En 1944, las unidades de Bombarderos norteamericanas que actuaban desde el Sur de Europa y el norte de África, ya agrupadas como Decimoquinta Fuerza Aérea de los EEUU, junto con la Octava Fuerza Aérea, quedaron subordinadas a una nueva estructura de mando: las Fuerzas Aéreas Estratégicas de los EEUU.

 

Formación de Boeing B 17 Fortalezas Volantes en acción sobre Danzig. Estos bombarderos, junto con los Consolidated B 24 Liberator dotaban a la Octava y a la Decimoquinta Fuerza Aérea, y realizaban de día el trabajo que el Comando de Bombarderos continuaba de noche. A pesar de su potente armamento defensivo que llegaba hasta la docena de ametralladoras pesadas de 12,7 mm, las pérdidas alcanzaron tal escala que tuvieron que suspender las operaciones tras las carnicerías sucesivas de Regensburg y Schweinfurt. No pudieron volver al corazón del Reich hasta disponer de la escolta de los cazas de largo alcance P 51 Mustang, cuando éstos por fin dispusieron de los motores británicos Merlin y pudieron prescindir de los Allison.

 

Nada parecido existía en ninguna parte del mundo. La Fuerza de Largo Alcance de la VVS soviética estaba en pañales desde cualquier faceta que queramos contemplar, sea el mero número, la técnica, la orgánica o la doctrina. Ni la Luftwaffe ni otras fuerzas aéreas habían desarrollado siquiera algo parecido. Cada una de estas fuerzas suponía más de una cincuentena de escuadrones operativos -el Bombarderos Comando pasó de los 54 escuadrones en Febrero de 1942 a 68 en plena “Batalla de Berlín”, esfuerzo continuado de seis meses contra el corazón del Reich que se saldó con una sangrienta derrota frente a la defensa aérea germana y la pérdida de más de 500 bombarderos, llegando a 95 escuadrones casi al final de la guerra, en Enero de 1945. Las cifras norteamericanas eran del mismo orden ¡Esto suponía una fuerza combinada de más de 4.000 bombarderos pesados!

 

Las derrotas sufridas al comienzo de la guerra a manos de los agresivos Jagdflieger de la Luftwaffe, que diezmaron a varias fuerzas atacantes de pocos bombarderos bimotores mal armados y sin escolta lanzadas contra la “Bahía alemana” llevaron al Bombarderos Comando a atacar al Reich exclusivamente de noche. Los norteamericanos al llegar a Gran Bretaña en 1942 adoptaron una táctica radicalmente distinta. Despreciaron la experiencia británica, confiando en el armamento defensivo y en la resistencia estructural de sus bombarderos cuatrimotores, el B 17 “Fortalezas Volantes” y el B 24 “Liberator” para sacar partido de su entrenamiento en el Bombarderos de precisión y en la mira de Bombarderos “Norden” atacando a plena luz del día. Aprenderían por el camino más duro que no era buena idea en absoluto subestimar a la Luftwaffe, cosechando una terrible derrota en las incursiones contra el corazón industrial alemán, especialmente en Schweinfurt y Regensburg, lo que obligó a una parada en las operaciones.

 

Ambas tácticas combinadas, sin embargo, fueron aprobadas por el alto mando aliado, lo que condujo en la práctica a una estrategia que no había sido prevista de forma teórica. La práctica fue la que llevó al llamado Bombarderos “alrededor del reloj”: el Reich sería atacado sin descanso las 24 horas del día. De día por los norteamericanos; de noche por los británicos.

 

La defensa

 

Como en el limitado ámbito de este artículo no podemos siquiera aproximarnos al estudio de la compleja batalla aérea sobre Alemania, vamos a tratar con una serie de breves pinceladas algunos de los principales elementos de la defensa aérea del Reich en su vertiente tecnológicamente más avanzada, la nocturna, centrándonos en la lucha contra el Comando de Bombarderos británico.

 

Para la alerta aérea temprana, a los elementos clásicos como la red de puestos de observación terrestres y los anticuados fonolocalizadores, que detectaban las fuerzas de bombarderos en aproximación buscando la procedencia del sonido de los motores, se unieron los radares, cuyo desarrollo, muy poco conocido en general, había corrido parejo al de los británicos. El radar “Freya”, con un alcance de 180 millas, tenía una precisión de 1º a 60 nm, lo que equivalía a 1 nm de error, a lo que se sumaba un error de 1000 yardas (914 m) en alcance. Radares como el “Mammut” tenían alcances de 187 millas para objetivos a 26.000 pies. Si éstos volaban a una altura mayor el alcance de detección se ampliaría a su vez hasta 250 millas.

 

Para la interceptación bajo control desde tierra, conocida en sus siglas inglesas como GCI (Ground Controlled Interception) se empleaban otro tipo de radares. El más conocido de ellos, el “Giant Würzburg”, conseguía la asombrosa precisión de 1/10 de grado a 25 millas, e información de altura hasta 200 m. Pero las misiones de estos radares no se limitaban a la de GCI; también dirigían la acción de las baterías de la Flak (artillería antiaérea) y de reflectores.

 

Las baterías de reflectores tenían la misión de convertir la noche en día para las direcciones ópticas de tiro de la Flak. Eran de diferentes tamaños (60, 150 y 250 mm eran los más comunes; usándose los dos últimos en las baterías pesadas). El dedo de luz de un primer reflector tanteaba la oscuridad (guiado por radar conforme estos medios técnicos se fueron sumando a la defensa aérea). Cuando encontraba un blanco su luz era reforzada por un segundo reflector y súbitamente todos los focos de las proximidades se encendían y hacían converger sobre el bombardero sus haces de luz, formando cegadores conos de donde la infortunada tripulación atrapada, completamente cegada, tenía muy difícil la fuga hacia la protectora oscuridad.

 

La mayor pieza del arsenal antiaéreo alemán en entrar en producción y en servicio en grandes series: el Flak 40 de 128 mm de calibre. Esta pieza, en montaje simple como el que aquí vemos, o doble, llamado “Zwilling Flak”, era la estrella del arsenal y defendía los puntos neurálgicos del Reich. Dotaba además a las Flaktürme, inmensas estructuras de hormigón en cuya azotea se montaban, normalmente cuatro por torre.

 

Para salir de allí antes de que el fuego antiaéreo se cebara sobre ellos no quedaba otro remedio que ejecutar violentísimas maniobras combinadas con trepadas y picados, lo que ya es difícil para un bombardero, especialmente si éste porta aún su carga de bombas, intentando desasirse del mortal abrazo de la luz al tiempo que se dificultaba la puntería a los directores de tiro de la Flak.

 

La temida Flak se convirtió en el azote de las fuerzas aéreas aliadas. Durante la segunda guerra mundial las diferentes unidades antiaéreas de las fuerzas armadas alemanas se cobraron más de 36.000 aviones enemigos, a los que habría que sumar unos 50.000 derribos más a manos de las unidades de caza, 5.000 de los cuales pueden anotarse a la caza nocturna ¡Una carnicería pavorosa!

 

La artillería antiaérea pesada, de calibres de 88 mm o superior, de 105 mm o hasta 128 mm, se organizaba en baterías de cuatro piezas, aunque en las zonas más sensibles para la defensa del Reich las baterías podían convertirse en baterías reforzadas, Grossbatterien, de seis y hasta ocho piezas. Los cañones ligeros protegían a los pesados, y también a los posibles objetivos susceptibles de ser atacados por aviones a baja altura, así como las rutas de aproximación a éstos. Esas piezas, de 20 mm, 37 mm y a veces de 40 mm, se agrupaban en baterías a razón de 9 o 12 piezas por batería. Las baterías pesadas podían realizar fuego de precisión mediante sus direcciones de tiro, o bien efectuar fuego de barrera que las formaciones atacantes deberían atravesar. En las baterías ligeras desde cada pieza se efectuaba la puntería óptica.

 

A finales de 1943, para la defensa de la capital del Reich, tomada por objetivo principal por el Bombarderos Comando en plena pugna de la llamada “batalla de Berlín”, se habían concentrado unos 350 cañones de 88 mm o calibres superiores y 250 piezas ligeras, a los que habría que añadir 200 reflectores. Poco después, en Enero de 1944, sólo en territorio alemán se concentraban 6716 cañones pesados y 8484 piezas ligeras.

 

Formación en cuña de tres bombarderos Avro Lancaster, la joya del Comando de Bombarderos, pertenecientes al 44° Escuadrón; el primero en recibirlos. A pesar de sus excepcionales cualidades de vuelo y de su resistencia estructural -se decía que, si quedaba un cuarto de avión, ese cuarto volvería a casa- pagaron un elevado tributo a la defensa del Reich. Fueron derribados por centenares.


Al comienzo de la guerra la caza nocturna alemana era casi inexistente. Se limitaba a aviones muchas veces ya desfasados, que normalmente formaban el décimo escuadrón -Staffel- independiente en el seno de cada escuadra -Geschwader- de caza, ya que éstas se organizaban normalmente en tres Gruppen, compuestos a su vez por tres Staffeln, que se numeraban consecutivamente.

 

Cuando la guerra se endureció y la ominosa amenaza aérea se convirtió en un peligro muy real, se encomendó al General Kammhuber la organización de la defensa aérea. Kammhuber integró sus diferentes elementos de una forma tan eficaz que los cielos de Europa se convirtieron en una lotería de la muerte. Para las tripulaciones aliadas era muy difícil llegar al final de su turno de servicio, normalmente de 30 misiones, o 25 para los norteamericanos, sin haber perecido o acabado tras las alambradas de un campo de prisioneros. El coste para el Bombarderos Comando fue aterrador. 8.325 bombarderos perdidos, 47.268 tripulantes muertos en combate y otros 8.090 muertos en vuelos de entrenamiento o en vuelos que no eran frente al enemigo. A los que se añadieron unos 12.000 prisioneros.


Se decía -y era cierto- que el Lancaster podía cargar cualquier cosa. Fue, y sigue siendo, el único avión capaz de lanzar la mayor bomba de la historia: la “Grand Slam” de 22.000 libras. Aquí lo vemos cargando la “revientapresas', que era arrojada por el Lancaster en vuelo rasante a 18 metros de altura y a toda velocidad. La bomba rebotaba en el agua -se la animaba con un movimiento de rotación para aumentar el efecto-. Chocaba contra la presa y se hundía, para explotar a una profundidad predeterminada, cerca de su base. Tres presas, entre ellas las de Möhne y Eder, fueron testigos de su eficacia.

 

Kammhuber fue puesto al frente de una gran unidad de nueva creación que sería la base de la defensa aérea del Reich: el XII Fliegerkorps. Esta unidad con el tiempo se transformó en la aún más poderosa Luftwaffe Befehlshaber Mitte, que acabaría alcanzando el status superior, cambiando de nuevo su nombre a Luftflotte Reich. Las unidades aéreas pasaron de ser Nachtstaffeln a Nachtgruppen, y después a Nachtgeschwadern, equipadas con aviones de primera línea y apropiadamente equipados para la caza nocturna. El Messerschmitt 110 alcanzó la gloria como cazador nocturno, como también lo hicieron variantes de bombarderos como el Ju 88 y hubo modelos concebidos específicamente para dicho cometido, como el excelente He 219 Uhu, el mejor de todos ellos.


Messerschmitt Me 110 G-2. Realizó una gran carrera como caza nocturno. Su formidable armamento proel, que pudo compatibilizar se con la electrónica de nueva instalación (son bien visibles las antenas del radar de a bordo) pronto se reforzaría con más armamento tras el piloto, en la configuración Schräge Musik.


La técnica de la caza nocturna era una tarea extraordinariamente compleja y difícil. El cielo nocturno era escenario de un mortífero juego del escondite, en el que pilotos y artilleros de ambos bandos trataban de encontrar a los aviones enemigos al ver su silueta delatada por la luz de la luna o por los diferentes contrastes de visibilidad, a veces causados por incendios o reflectores desde tierra con fantasmagóricos efectos al ser la luz reflejada o tamizada por las nubes. No menos peligrosa era la delatora visión de los tubos de escape incandescentes con las llamas brotando de ellos.

 

El radar se sumó a la cacería y permitió la interceptación controlada desde tierra. Comenzó a organizarse la defensa en “cajas” dispuestas como barrera defensiva en lo que iba a ser conocido como “línea Kammhuber”. Cada caja tenía asignada un caza o un puñado de cazas, junto con radares para el GCI. Se aprovechaban así los alemanes de la forma de actuar del Bombarderos Comando en la primera época de la guerra, con la llegada de bombarderos sobre el objetivo de forma dispersa durante la mayor parte de la noche. Pocos cazas podían realizar varias interceptaciones durante la noche. El GCI conducía al interceptor, que había estado orbitando previamente sobre un radiofaro en posición de espera, hacia las inmediaciones del objetivo. A partir de ahí la tripulación del caza buscaba al bombardero con la vista, y, cuando estuvieron disponibles, con su propio radar aerotransportado, para volver a su posición de espera una vez acabada la interceptación.

 

La versatilidad del bombardero Ju 88, el bombardero maravilloso, fue sencillamente asombrosa. Su nueva carrera como caza nocturno resultó difícilmente superable. Su envolvente de vuelo, unida a su autonomía propia de un bombardero, y a su tamaño, idóneo para albergar armamento y electrónica, lo convirtieron en ideal para tal cometido.

 

El ataque se ejecutaba con una potente batería de cañones de 20 mm o 30 mm. Aunque la disposición era normalmente la convencional, con las armas en el morro o bajo la panza del avión apuntando al frente, pronto empezaron a situarse también parejas de cañones tras la cabina del avión que apuntaban hacia arriba y con una inclinación de unos 30º hacia delante, configuración conocida como “Schräge Musik”, término coloquial en alemán para la música de jazz. Dicha configuración permitía aproximarse al bombardero sin ser visto, por debajo y desde atrás, fuera del alcance de su torreta caudal con montaje de ametralladoras doble o cuádruple, para destrozarlo impunemente volando “en formación” con él.

 

La tarea se volvió más ardua al adoptar los británicos la táctica del “Bombarderos stream”, o corriente de bombarderos. Los bombarderos pasaban ahora sobre el objetivo concentrados, en muy poco tiempo, y llegaban hacia el objetivo de forma concentrada también. Esto suponía que muchas cajas del sistema defensivo quedaban ociosas mientras que las que quedaban en el camino de la formación atacante -ya no llegaban aviones sueltos desde muchas direcciones diferentes- se veían saturadas por los múltiples objetivos que aparecían súbitamente.


La torreta caudal cuádruple del Lancaster. Una instalación defensiva extremadamente peligrosa para un caza nocturno germano en aproximación. Fue una de las razones para desarrollar en los cazas la instalación “Schräge Musik”. Así podía el caza interceptor acercarse manteniendo una posición más baja, fuera de la vista del artillero y por debajo del máximo ángulo de depresión para sus armas. Después ametrallaría a placer al bombardero, manteniéndose a rumbo con su malhadada presa

 

Los radares aerotransportados como el Lichtenstein fueron complementados por otros como el SN 2 (FuG 220). Aunque ¿no será mejor que el propio enemigo te guíe hasta él, en lugar de molestarte en buscarlo? Los bombarderos habían comenzado también a llevar radares: el H2S para navegación y bombardeo y el “Mónica”, que exploraba hacia atrás, para detectar la aproximación de cazas enemigos. Los alemanes, tras un concienzudo trabajo de inteligencia sobre los restos de los aviones enemigos derribados desarrollaron el “Flensburg”, localizador concebido para guiarse por medio de las emisiones del “Mónica”, y el “Naxos”, que hacía lo propio con el H2S. Los propios radares aliados se habían convertido de pronto para ellos en una trampa mortal.

 

Esperamos que con este pequeño trabajo se haya despertado el interés del lector por la batalla aérea desarrollada a través de todo un continente durante el sombrío periodo de la segunda guerra mundial. Debemos incidir de nuevo en la magnitud de los combates y en que abarcaron todo un continente, frente al ámbito mucho más reducido, si bien más conocido, de la Batalla de Inglaterra, que ya tratamos en un artículo anterior.

 

Fuente: https://www.hispaviacion.es