2 de diciembre de 2018
BOMBAS SÍSMICAS
Grand
Slam
El ingeniero Barnes Wallis diseñó una bomba cargada
con 9 toneladas de explosivo que lanzada desde un avión se incrustaba varios
metros bajo tierra, causando un movimiento de tierra similar o superior a la
fuerza de un seísmo en sus puntos más altos de la escala de Ritcher.
La bomba tenía forma de punzón y giraba como una
bala cuando se precipitaba desde el aire para penetrar en los más profundo del
suelo a la velocidad del sonido. La bomba, por su tamaño y peso, no podía ser
lanzada por ningún avión, por lo que el Gobierno no puso empeño en seguir con
el desarrollo hasta años después.
En 1943, el Gobierno británico recapacita, la bomba
se reinventa haciéndola menos pesada. El primer objetivo fue un puerto de
submarinos en la costa francesa, que contaba con unas defensas de muros de 6
metros de hormigón reforzado.
El 5 de agosto de 1944, atacaron el puerto. A 960
km/h., las bombas dejaron cráteres de 2,60 metros sobre los muelles y las ondas
de choque causaron otros aún mayores. Todo un éxito, por lo que se siguió
investigando, perfeccionando la bomba terremoto y creando una con 9,9 toneladas
de explosivo y 7,8 metros, a la que llamarían la bomba "Grand Slam".
Se lanzó sobre un viaducto ferroviario nazi, una
estructura sobre la que habían caído ya 3000 toneladas de explosivo sin tan si
quiera rasgarla. La "Grand Slam" lo hizo pedazos sin tan si quiera
tocar el puente. En total se utilizó 41 veces durante la guerra causando daños
increíbles en cada ocasión.
Viaducto de Bielefeld tras un ataque con Tallboy
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el ingeniero
civil Wallis diseño la "bomba sísmica", un arma que no actuaba por
onda expansiva directa sino mediante una onda de choque sísmica generada cuando
explosionaba unos metros bajo tierra. En principio esta idea no interesó
demasiado y Wallis se dedicó a diseñar las "bombas saltarinas", que
destruyeron las presas del Rhin en 1943.
La primera bomba sísmica diseñada por Wallis y
aparecida en marzo de 1944, fue apodada "Tallboy". Era una versión
reducida de la bomba de 10 toneladas, pesaba 5400 kg. y medía 6 metros de
longitud y 965 mm. de diámetro.
La resistente envuelta de acero de esta siniestra
munición solo podía obtenerse en dos fundiciones británicas. A diferencia de
las bombas pesadas convencionales estaba diseñada especialmente para, después
de ser lanzada a unos 6600 m de altitud, rebasar la velocidad del sonido,
penetrar 80 m en el suelo y provocar un cráter de 80 m de profundidad y 100 m
de diámetro. Una de las "Tallboy" empleadas contra el acorazado
"Tirpitz" entró por el castillo del acorazado y atravesó la cubierta
acorazada superior como si fuera una lata de sardinas.
Tripulación de un Lancaster, del 617º Escuadrón de
la RAF antes de despegar con una "Grand Slam"
La máxima expresión de las bombas sísmicas fue la
"Grand Slam", parecida a la "Tallboy", pero de 7 metros de
longitud y 9500 kg. de peso, de los que 6900 kg. eran de explosivo.
La "Grand Slam" fue la mayor bomba de la
guerra y solo el Lancaster era capaz de emplearla. Lanzada desde 12000 m, podía
penetrar 40 m en el terreno y provocaba tal deflagración que todos los
edificios y construcciones circundantes quedaban reducidos a escombros.
Fuente: https://www.lasegundaguerra.com