2 de diciembre de 2018
SKYLAB 4, EL PRIMER MOTÍN DE LA ERA ESPACIAL
La tripulación que protagonizó los hechos
El 28 de diciembre de 1973 los técnicos de la NASA
que hacían el seguimiento de la misión Skylab 4 se quedaron estupefactos cuando
los astronautas que estaban en el espacio desconectaron su radio,
interrumpiendo la comunicación con ellos y permaneciendo aislados
voluntariamente durante un día entero sin atender las órdenes de reconectarse.
Fue el primer motín de la era espacial.
Skylab era el nombre de la estación estadounidense
diseñada para realizar misiones permanentes fuera de nuestro planeta, aunque en
una órbita baja. La Unión Soviética fue la pionera en 1971 con la Saliut 1 y
EEUU respondió en 1973 con la Skylab, derivada del Programa Apolo: una
estructura de 75 toneladas que impulsó el cohete Saturno V (por cierto,
provocándole daños importantes durante el lanzamiento).
La estación espacial Skylab
La estación acogió tres misiones sucesivas ese
mismo año: la misión SL-2, o Skylab 2, tres hombres que constituyeron la
primera tripulación de la Skylab en mayo, se encargó de reparar los
desperfectos, permaneciendo 28 días; la sustituyó la SL-3, Skylab 3, el 28 de
julio con otros tres astronautas que se quedaron algo más, casi 60 días,
efectuando diversos experimentos científicos y observaciones; por último, el 16
de noviembre despegó del Centro Espacial Kennedy el tercer relevo.
Estaba formado también por tres personas: el
comandante Gerald Carr, el piloto William Pogue y el piloto científico William
Gibson. Siguiendo su protocolo habitual, la NASA tenía una tripulación de
reserva preparada y una tripulación de apoyo, pero la gran sorpresa de la
misión SL-4 fue al abordar la estación y encontrarse con tres individuos
esperándoles con sus uniformes allá arriba. Tras el primer susto, llegaron las
sonrisas; eran muñecos que habían dejado sus predecesores en tono de guasa.
Uno de los muñecos dejados por la misión
predecesora
Quizá hubiera sido preferible que se tratase de
gente real, habida cuenta que el tiempo que debían pasar en el espacio iba a
ser considerablemente superior al de las demás misiones, estableciendo un
récord. Y eso incluía a los soviéticos y su Programa Saliut, que tras poner en
órbita la estación homónima mantuvieron 23 días a sus astronautas, sólo que
murieron durante el regreso y después las tres siguientes misiones fallaron, de
manera que nadie volvió a entrar en la Saliut hasta junio de 1974.
Parte del problema de la misión SL-4 estaba en sus
integrantes. En las dos misiones anteriores las tripulaciones incluían a algún
veterano con experiencia en el espacio, pero en ésta todos eran novatos, algo
que se demostró inadecuado habida cuenta que iban a tener que estar casi tres
meses a 440 kilómetros de altitud.
Emblema de la misión SL-4
Para
empezar, Carl y Pogue sufrieron del llamado mal del espacio, una profunda
desorientación parecida al mareo, aunque más fuerte, resultante de la ausencia
de gravedad y, por tanto, de las referencias de los sentidos para mantener el
equilibrio. Suelen padecerla los bisoños, pero si bien el mal del espacio se
disipa en pocos días, a ellos les duró 20 y optaron por mantenerlo en secreto
ante los controladores para evitar que les apartasen en misiones futuras.
Eso provocó retraso en el planning de trabajo, la
shopping list, como la llamaban en broma, que además se reveló agotador. Aparte
de las observaciones solares y terrestres, lo que implicaba sacar decenas de
miles de fotografías, del estudio del cometa Kohoutek y de la realización de 1214
órbitas alrededor de la Tierra, que cubrirían un total de 55.500.000 km
recorridos, estaba el continuo mantenimiento que requería la estación: antenas,
giroscopios y demás, que obligaban a los astronautas a salir al exterior con
sus trajes presurizados.
Fotografía del Sol tomada desde la Skylab el 19 de
diciembre
Todo esto, precedido de la necesidad de trasladar a
la estación los miles de artículos que llevaban en la nave Apolo en que habían
llegado, impulsada por el cohete Saturno IB, algo que debían llevar a cabo
siguiendo un estricto calendario en el que fueron retrasándose.
Cuando en la Tierra descubrieron el problema médico,
a causa de un micrófono abierto, y ante la falta de rendimiento, los
controladores reaccionaron sin la más mínima empatía, reconviniéndoles,
castigándoles, por ejemplo, a hacer EVA, es decir, paseos espaciales, y rebajando
los descansos para que cumplieran los plazos establecidos. No tuvieron en
cuenta cómo afectaba sobre la psicología permanecer tanto tiempo en el espacio,
sin gravedad, con el stress propio de esas condiciones.
Gibson durante un EVA
Se dio la circunstancia de que la tripulación de la
misión anterior había concluido su trabajo antes de tiempo y solicitado más, lo
que provocó que la NASA subiera sus expectativas en exceso. Ahora bien, ya
dijimos que la SL-3 estaba formada por veteranos y uno de ellos incluso había
pisado la Luna, algo muy diferente en este caso. Con el tiempo se vería lo
importante que resultaba eso, pero entonces aún no había experiencia con
estancias tan prolongadas.
Así, ambas partes empezaron a distanciarse y la
tripulación a ocultar los problemas que se presentaban. Por fin, tras 6 semanas
de misión y viendo que se hacían oídos sordos a sus peticiones de más tiempo de
descanso, de liberarse del asfixiante control de cada hora de su horario y de
dejar las molestas sanciones, se desató el motín. O huelga, o plante, como se
prefiera llamar.
Gibson, a los mandos del telescopio de la estación
Es curioso que eligieran el Día de los Inocentes
para cortar el Air-to-Ground Voice Channel, el canal de comunicaciones con
Houston, que sólo sabía que seguían vivos gracias a los registros de sus
electrocardiogramas. Durante 24 horas permanecieron incomunicados, sin
responder a las frenéticas llamadas; descansando, en una palabra, pues al
parecer pasaron la mayor parte del tiempo simplemente mirando a la Tierra por
la escotilla. Cuando volvieron a conectarse se originó una fuerte discusión,
pese a que de cara al exterior se minimizó el incidente.
El caso es que aún quedaba un mes de misión, por lo
que se les rebajó la carga de trabajo; sorprendentemente, tras los 84 días
previstos la tripulación no sólo recuperó el tiempo perdido, sino que cumplió
sobradamente el cronograma, algo muy significativo. La NASA tomó buena nota de
este singular episodio para analizarlo y sacar conclusiones desde el punto de
vista médico, psicológico y laboral, ya que cada jornada a bordo de la Skylab
costaba 22,4 millones de dólares al cambio actual y estaba claro que se imponía
una replanificación de las misiones para evitar que se repitiera algo similar.
Algo especialmente importante en los últimos tiempos, en los que está sobre el
tapete la posibilidad de viajes muchísimo más largos -años- con Marte como
objetivo.
Carr y Gibson fotografiados el 1 de febrero de
1974, una semana antes de regresar a la Tierra
Aquella fue la última misión estadounidense a la
Skylab, que siguió orbitando vacía hasta que en 1979 se descompuso. Los trabajos
para el transbordador espacial, que haría su vuelo inaugural en 1981- centraron
la atención de la NASA y los astronautas norteamericanos sólo volvieron a pisar
una estación espacial, la rusa MIR, en 1994. De hecho, el récord de Carl, Pogue
y Gibson se mantuvo inalcanzable hasta que lo batieron los cosmonautas de la
misión soviética Saliut 6 EO-1 con 96 días. Más tarde, en 1995, el
estadunidense Norman Thagard permanecería 114 días a bordo de la MIR.
En cuanto a los tres amotinados, tal como se temían,
ninguno volvió al espacio; pero fue más bien porque esa década la NASA sólo
programó otro viaje al ver reducido su presupuesto, llegando luego una nueva
generación que les desplazó. Irónicamente, el primer motín de la era espacial
había resultado positivo para la ciencia.
Fuente: https://www.labrujulaverde.com