6 de diciembre de 2018
CAMUFLANDO UNA FÁBRICA DE AVIONES
Descripción: Mantener oculta la conocida como “planta
2”, en la que trabajaban 30000 personas y que era capaz de fabricar 300 aviones
al mes, era una cuestión clave.
La Segunda Guerra Mundial movilizó a más de 100
millones de militares en un escenario de guerra global en el que las grandes
potencias destinaron grandes esfuerzos económicos y científicos al desarrollo
armamentístico.
Interior de la planta
Los primeros cazas a reacción, los misiles
balísticos, los grandes bombarderos, la bomba atómica de Hiroshima, la máquina
Enigma o la computadora Colossus son algunas de las aplicaciones de la
ingeniería que se aplicaron al esfuerzo bélico. El ingenio también fue otro de
los factores que se puso a prueba durante el conflicto y, por extraño que
pudiera parecer, magos, ilusionistas y especialistas en efectos especiales
también se sumaron al esfuerzo de la guerra y desarrollaron técnicas de
camuflaje que, hoy en día, nos siguen sorprendiendo.
Hace algunos meses dedicamos unos minutos a hablar
de uno de los magos más famosos del conflicto, Jasper Maskelyne, un personaje
sin el cual Montgomery no hubiese podido vencer a Rommel en la batalla del
Alamein y que fue capaz de hacer desaparecer el puerto de Alejandría evitando
que fuese bombardeado por la aviación alemana. Precisamente, el temor a los
bombardeos hizo que se desarrollasen técnicas de camuflaje capaces de ocultar
una fábrica de aviones con su pista de aterrizaje y sus grandes hangares de
ensamblado.
Antes del ataque a Pearl Harbor y, por tanto, la
entrada de Estados Unidos en el conflicto, las fábricas de armamento de Boeing
o Lockheed producían aviones a salvo de cualquier ataque porque se consideraba
el conflicto demasiado lejano al territorio estadounidense. El ataque japonés
cambió este punto de vista y la costa oeste de Estados Unidos pasó a estar en
alerta ante un eventual ataque, que nunca llegó a suceder más allá de una
pequeña escaramuza, que obligaba a proteger la maquinaria de producción de
aviones de guerra.
En el Condado de King, situado en el Estado de
Washington, se encontraba la Planta 2 de Boeing, también conocida como Air
Force Plant 17, donde se fabricaban las fortalezas volantes, es decir, los
bombarderos B-17 y B-29, que se producían a un ritmo de 362 unidades al mes. La
planta empleaba a unas 30000 personas que trabajaban en tres turnos de 8 horas
y ocupaba un complejo de 160000 metros cuadrados, un objetivo fácilmente
visible desde el aire y, lógicamente, un objetivo militar que el enemigo
atacaría a la mínima ocasión.
Con la idea de proteger la infraestructura, el
Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos junto a John S. Detlie, un
director de arte procedente de la industria del cine de Hollywood, trabajaron
en un decorado que transformase las instalaciones para que desde el aire
aparentase ser un barrio residencial y, por tanto, no quedase marcado como un
objetivo susceptible de ser bombardeado. Con una dotación presupuestaria
equivalente a 15 millones dólares actuales, se construyeron viviendas falsas de
madera, se utilizaron lonas, falsos árboles y pintura para “retocar” el techo
del hangar de la planta para que desde el aire pareciese una apacible zona
residencial con sus viviendas, sus jardines y sus calles.
Vista aerea de la fábrica de Boeing camuflada
Si bien nunca hubo un ataque al continente por
parte del Imperio de Japón, la Planta 2 de Boeing mantuvo parte de este
peculiar decorado, que se fue deteriorando con el tiempo, hasta su
desmantelación definitiva el año pasado, aunque, cuando la guerra terminó, la
compañía repartió parte del material entre sus empleados que lo utilizaron como
material de construcción para sus propias viviendas, dado que usaron vigas de
madera de gran calidad.
Estado de la planta antes de su camuflaje
El actual aeropuerto Bob Hope situado entre las
ciudades de Burbank y Los Ángeles, en el Estado de California, alojaba en 1941
la planta de producción de la Lockheed donde, por ejemplo, se fabricaba el caza
pesado P-38. Al estar situado en la costa oeste, también se consideró este
centro de producción una infraestructura crítica que debía protegerse y con tal
fin, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos ideó un sistema de
camuflaje basado en lonas que transformó la planta de producción en una
tranquila zona agrícola.
La incesante actividad de las cadenas de producción
quedó oculta tras una extensa red que transformó las pistas de aterrizaje en
campos de trigo, el aparcamiento de los operarios en un sembrado de alfalfa y
el edificio principal depósitos de trigo, granjas y sembrados.
Estado de la Planta 2 de Boeing con el camuflaje
vista desde el aire
Tras el trabajo, el Cuerpo de Ingenieros sobrevoló
la zona para tomar fotografías aéreas y, francamente, la ilusión funcionaba a
la perfección, aunque nunca fue puesto a prueba bajo un ataque real dado que el
continente americano nunca fue escenario de ningún bombardeo aéreo a gran
escala.
Existen muchas aplicaciones sorprendentes del
camuflaje realizadas durante la Segunda Guerra Mundial que demostraron que el
ingenio, afortunadamente, es más fuerte que la maquinaria de un ejército.
Fuente: https://www.lasegundaguerra.com