Por Manuel Aguilera Povedano[1]
Introducción
El
Juzgado de Instrucción Nº 28 de Barcelona abrió una investigación en 2013 sobre
los bombardeos italianos en Cataluña durante la Guerra Civil Española por
tratarse de “un crimen contra la humanidad”. Aunque los tribunales italianos no
colaboran con la investigación, en 2018 la causa sigue abierta[2].
La gran mayoría de aquellos ataques salió de la base aérea italiana de
Mallorca, la llamada Aviación Legionaria de Baleares, ubicada en el aeródromo
de Son Sant Joan (actual aeropuerto de Palma). Un contingente de 300 hombres
martilleó sin descanso las ciudades del Levante republicano, desde Gerona a
Murcia, siguiendo órdenes directas de Roma. El resultado fue la muerte de cerca
de 5.000 personas, 2.500 sólo en Barcelona[3].
Hasta
ahora creíamos que la creación de la base era una consecuencia de la ayuda
pedida a Italia por los militares sublevados en Mallorca durante el Desembarco
de Bayo. Sin embargo, gracias a un
documento inédito que hacemos público en este artículo, sabemos que fue una
propuesta oficial de uno de los principales emisarios de Franco en Roma, el Agregado
Militar a la Embajada: el Capitán Manuel Villegas Gardoqui. En la solicitud no
sólo se propone la defensa de la isla sino un plan de bombardeos masivos contra
la costa peninsular para acabar con la moral de la retaguardia enemiga.
Para
contrastar el contenido de este documento y contextualizar la historia hemos
usado principalmente documentos del archivo del Ministerio de Asuntos
Exteriores italiano (sobre todo el Ufficio Spagna), del Archivo General Militar
de Ávila (Hojas de Servicios), del Public Record Office –Foreign Office– (la
atención del Reino Unido sobre Baleares fue constante) y prensa de la época.
Asimismo, hemos revisado los principales trabajos científicos sobre la guerra
civil en Mallorca (Massot Muntaner, Martínez Bande y Negreira), sobre los bombardeos
en Levante (Solé/Villarroya, In-fiesta y Maluquer) y la amplia bibliografía
sobre la intervención italiana en la Guerra Civil Española: Coverdale, Heiberg,
Rovighi/Stefani, Mattioli, Quartararo, Saz, Rizo, Vaquero, Moradiellos, Rodrigo
y Viñas, entre otros.
Los
contactos con Mussolini
Varias
investigaciones han revelado los contactos de la derecha española con Mussolini
en la preparación del golpe del 18 de julio de 1936. Los trabajos más seguidos,
por ser los primeros y más completos, son los de John F. Coverdale e Ismael
Saz. Asimismo, hay publicaciones recientes imprescindibles como las de Morten
Heiberg, José Miguel Campo Rizo, Dimas Vaquero y Javier Rodrigo.
Desde
el fracasado golpe de Sanjurjo en 1932, el gobierno fascista italiano tomó la
decisión de apoyar a los opositores a la República, aunque siempre de manera
sutil. Sus intereses nunca fueron muy evidentes porque quería llevarse bien con
España y no aumentar el recelo de las potencias democráticas, sobre todo de
Francia, su “obsesión”[4].
En cualquier caso, falangistas, monárquicos y carlistas firmaron un pacto
secreto con Mussolini en 1934, recibieron su apoyo económico y esperaban su
ayuda político-militar cuando llegara el momento[5].
Ese
día fue el 17 de julio de 1936, pero la respuesta no fue la esperada. Ante la
noticia del golpe militar, el duce se mostró “tibio”[6].
Después de la sanjurjada, temía involucrarse en un fracaso y prefería
mantenerse a la expectativa. Varios emisarios españoles, incluso el rey Alfonso
XIII, que estaba en Roma, le rogaron la intervención inmediata, pero el
gobierno italiano no movió un dedo. Sólo aseguró que “no permitiría un régimen
soviético en España”. Los acontecimientos en los primeros días de guerra le
llevarían a cambiar de opinión. Las noticias eran que en la zona republicana
había una revolución obrera y ascendía el Partido Comunista. Además, otros
países sí se atrevían a implicarse:
corría el rumor (falso) de que el gobierno del Frente Popular francés
iba a enviar armas a la República. España se estaba convirtiendo en “el reñidero
de Europa” e Italia
se estaba quedando
al margen[7].
Franco
contactó directamente con Mussolini mediante el Agregado Militar del consulado
italiano en Tánger, Giuseppe Luccardi, y le pidió 12 aviones de transporte para
el ejército de África a la península. El
duce siguió sin reaccionar y Luccardi le avisó de que Hitler sí iba a enviar
aviones[8].
Aquello afectó al ego de Mussolini que temía perder influencia en España, así
que movió fichas. Como ha concluido recientemente Javier Rodrigo, “más que el
riesgo, casi propagandístico, de expansión comunista, lo que el duce podía
temer era la pérdida de hegemonía política”[9].
El
25 de julio de 1936 el ministro de Exteriores, el conde Galeazzo Ciano, yerno
de Mussolini, accedió a reunirse con el monárquico Antonio Goicoechea y le
prometió los aviones de Franco si se pagaban por adelantado. El dinero lo puso
el financiero mallorquín Juan March (un millón de libras esterlinas) y el 28 de
julio salieron 12 bombarderos
Savoia-Marchetti SM81 desde Cerdeña hacia Melilla[10].
Como vemos, el gobierno italiano había tardado 10 días en reaccionar. Ángel
Viñas ha revelado recientemente que hubo otra compra de material más ambiciosa
unos días antes. El empresario monárquico Pedro Sainz Rodríguez había firmado
un contrato por orden de Mola el 1 de julio de 1936 con la empresa italiana
SIAI por 39 millones de liras (339 millones de euros) para adquirir 15
bombarderos SM81, 33 cazas CR32, 3 cazas Macchi 41 y 5 hidroaviones, cuatro de
ellos para Baleares. También miles de proyectiles de bombardeo[11].
Había
otros agentes en Roma partidarios de los sublevados, como el Almirante Antonio
Magaz, el carlista Luis María Zunzunegui o el periodista de ABC Luis Bolín
(enviado oficial de Franco)[12].
Todos tuvieron su papel en la presión al gobierno italiano. Sin embargo,
creemos que hay una persona clave que apenas ha sido citada en las
publicaciones sobre el tema: Manuel
Villegas Gardoqui, Agregado Militar a la Embajada Española en Roma. Algunos lo confunden con el General Rafael
Villegas Montesinos, que se sublevó en Madrid con Fanjul y murió asesinado el
23 de agosto[13].
El único autor que da cierta importancia a Manuel Villegas es Morten Heiberg.
Dice de él que era “la opción más evidente” de los sublevados para tener los
primeros contactos con Mussolini. La hija de Luis de Zulueta, último embajador
republicano ante la Santa Sede, dice en sus memorias que Manuel Villegas
llevaba tiempo negociando la intervención italiana. Durante la guerra se
convirtió en el emisario oficial de Franco ante el duce así que en las
negociaciones previas debió tener cierto protagonismo. Heiberg dice que “en las
zonas abiertas al público de los archivos militares romanos no hay rastro de
los contactos de Villegas con los militares italianos”[14]. Sin embargo, sí hay evidencias de sus
contactos políticos en archivos diplomáticos italianos y en fondos militares
españoles.
La
situación en la Embajada
La
Embajada Española ante la Santa Sede pasó rápido a manos de los sublevados por
la huida de su titular, Luis de Zulueta. Sin embargo, la Embajada ante el
gobierno italiano dio más problemas. El embajador Manuel Aguirre de Cárcer
envió un telegrama de adhesión al gobierno republicano el 22 de julio. Los
militares de la sede estaban con los sublevados así que cuando se enteraron del
telegrama decidieron tomar la embajada por la fuerza. El Agregado Militar,
Manuel Villegas, y el Agregado Naval, Rafael Estrada, entraron en el despacho
de Aguirre pistola en mano y le obligaron a dimitir. El 27 de julio el
embajador comunicó a Madrid que no podía entrar en la embajada y el gobierno
respondió dando de baja a los dos militares[15].
Intentó arreglar la situación nombrando nuevo embajador a José María Aguinaga,
pero ya era tarde.
Roma
era tierra hostil para cualquier representante del Frente Popular. Tanto
Aguirre como Aguinaga se tuvieron que marchar de Italia y dejar la Embajada en
manos de Villegas y Estrada. La sede se convirtió entonces en una oficina de
reclutamiento para el ejército sublevado[16].
La
Hoja de Servicios de Villegas le arroga el éxito del golpe en la Embajada[17]:
En
el mes de julio de 1936, al empezar el glorioso movimiento nacional, hizo
pública adhesión al
mismo, por lo
que el Frente
Popular lo destituyó
de su cargo de Agregado Militar a la Embajada de
España en Roma, según orden del 29 de julio de 1936 publicada en la Gaceta de
Madrid Nº2/2, a pesar de lo cual continuó
actuando a favor
del movimiento desde
su puesto, consiguiendo,
en unión a
elementos adeptos, apoderarse
de la Embajada,
después de expulsar
de la misma al representante de la misma del Gobierno del Frente Popular
y al que días después fue designado para sustituirle, y contribuyendo con su
actitud y gestiones a que no quedara en Italia en el mes de agosto ningún
representante diplomático ni consular del Frente Popular acreditado ante las
autoridades italianas.
Emisarios
de Mallorca
Mallorca
estaba en manos de los sublevados desde el principio y se había quedado aislada
en la retaguardia republicana junto a la isla de Ibiza. Aviones procedentes de
Barcelona lanzaban sus primeras bombas y la isla no tenía manera de defenderse
porque carecía de aviación y baterías antiaéreas. El 1 de agosto dos submarinos
republicanos tomaron la isla de Cabrera. El día 9 la columna procedente de
Barcelona del Capitán de aviación Alberto Bayo desembarcó en Ibiza. La
guarnición de Mallorca se preparaba para un desembarco republicano en el este
de la isla, así que dispuso tres columnas motorizadas para la defensa. Contaba con casi 3.000 hombres bien armados
con artillería[18]. Sin embargo, sin aviación ni armada, no había
victoria posible. Necesitaban
urgentemente aviones y el mejor sitio para obtenerlos era Italia.
El
2 de agosto (un día después de caer Cabrera) los sublevados en Mallorca
enviaron sus propios emisarios a Roma: el Capitán de artillería Miquel Tomás y
el civil Martín Pou Rosselló. Su periplo comenzó muy mal. No les hicieron caso
y llegaron a detenerlos[19].
Los pocos que les ayudaron fueron Pedro Sainz Rodríguez y Manuel Villegas
Gardoqui. Intervinieron por ellos y consiguieron el sí de Italia, pero en las
mismas condiciones: pago por adelantado
de tres millones de liras. Los emisarios
mallorquines enviaron el siguiente telegrama al líder de Falange en la isla,
Alfonso de Zayas[20]:
Marqués
de Zayas. Calle de Ribera. Palma de Mallorca. Encauzadas gestiones impresiones
excelentes. Habla Tonet también telegrafiado. Imprescindible sin
contemplaciones depositar alrededor tres millones liras consulado italiano.
Construid urgentemente hangares disimulados o subterráneos treinta metros luz
para cuatro aparatos. Preparad campo San Juan y otros, interior condiciones
inmejorables. Imprescindible máxima reserva evitar complicación internacional
impediría asunto. Energía inexorable triunfo seguro. Pou y Tomás.
Alfonso
de Zayas y el propio Juan March pusieron dinero e iniciaron una colecta
popular. Sacaron además todo el oro de la sucursal del banco de España y en
tiempo récord recaudaron 3,4 millones de liras que cargaron en el barco
italiano Maestrale rumbo a Roma. Mussolini no movería un dedo hasta verlo
ingresado en un banco italiano[21].
El
16 de agosto comenzó el desembarco de la columna de Bayo en el este de
Mallorca. Cerca de 4.000 milicianos
catalanes tomaron una línea de costa en los municipios de Manacor, Sant Llorenç
y Son Servera. Controlaban el mar y el aire con hidroaviones. La noticia llegó
a Italia y Mussolini envió enseguida tres hidros Savoia-Marchetti S.55 que
amerizaron en la bahía de Pollença. El 19 de agosto atacaron las posiciones
republicanas pero su papel fue testimonial porque pronto se quedaron sin
bombas. Los hidros republicanos los localizaron en Palma y los inutilizaron sin
sufrir bajas. La ayuda fascista había sido irrisoria[22].
El
agregado naval a la Embajada Española en Roma, Rafael Estrada, cuenta en sus
memorias que la misión mallorquina se esperaba otro tipo de trato en Italia[23]
pero a partir del 20 de agosto todo cambió. Ese día todos eran conscientes de
que Mallorca necesitaba algo más que tres hidros mal equipados. Precisaba cazas
y bombarderos. Manuel Villegas redactó una ambiciosa propuesta titulada
“Utilización de Mallorca como base aérea puntual” que pedía la creación de una
fuerza aérea en la isla no sólo para defenderla sino para atacar todo el
Levante republicano. La envió al ministro de Exteriores, el conde Ciano, que la
valoró de “muy interesante” y la pasó al subsecretario del Estado para la
Aeronáutica, el General Giuseppe Valle, para que la pusiera en marcha. El 22 de
agosto Ciano añadió un mapa de Barcelona con los objetivos que debía “golpear”
marcados en rojo. Los documentos se guardan en el archivo del Ministerio de
Exteriores de Italia[24].
Desde
Palma, el Capitán Carlo Margottini, comandante del crucero italiano Fiume, fondeado
en la bahía, pedía también aviones en un telegrama del 24 de agosto: “Confirmo
la opinión de que, si bien la situación puede derrumbarse en cualquier
momento, todavía puede
ser dominada fácilmente
con una intervención
rápida y enérgica de un asesor y de la aviación”[25].
Italia
preparó un envío urgente en el barco Morandi con tres cazas Fiat CR32, tres
hidros Macchi 52, unos 300 bidones de gasolina, 12 ametralladoras, 97.000
proyectiles de batería antiaérea y un número indeterminado de bombas de
aviación. El arsenal estaba listo pero el navío tardó varios días en zarpar, al
parecer por falta de garantías económicas. Tuvo que personarse en Roma el
propio Juan March para resolver el problema[26].
Los
aviones llegaron desmontados a Mallorca el 27 de agosto de 1936. Se descargaron
de noche para burlar a los observadores internacionales del puerto de Palma y
se trabajó en ellos hasta el alba. Aquellos seis aviones fueron el origen de la
Aviación Legionaria de Baleares. Intervinieron a media mañana del 28 de agosto
y cambiaron el signo de la batalla. Inutilizaron tres hidros enemigos y
pusieron en fuga a varios barcos de transporte. Los republicanos perdieron el
control del aire y los nacionales lo celebraron. El falangista mallorquín
Ferrari Billoch escribió: “¡Ya teníamos aparatos de caza! Una alegría
desbordante elevó nuestros corazones. los soldados tiraban los fusiles al aire,
locos de contentos. Nos abrazábamos y saltábamos”[27].
A partir de ese día los republicanos empezaron a perder terreno y el 4 de
septiembre reembarcaron todos (o casi todos) rumbo a Barcelona. La batalla
había terminado. Aquellos días llegó también a la isla el asesor que había
pedido Margottini: un escuadrista fascista llamado Arconovaldo Bonaccorsi, más
conocido como el Conde Rossi. Las autoridades nacionales le siguieron el juego
al inicio porque era el responsable del arsenal italiano. Él aprovechó la
situación para desatar una salvaje represión[28].El
éxito de la ayuda italiana a Mallorca tiene varios padres. Sin embargo, creemos
determinante la gestión de Villegas a través de su propuesta firmada el 20 de
agosto. Refrenda esta tesis su Hoja de Servicios[29]:
Durante
los meses de agosto, septiembre y octubre colaboró con el representante en Roma
del Gobierno Nacional de Burgos en las gestiones encaminadas a lograr del
Gobierno italiano material de guerra, entre estos los primeros aparatos de
aviación que llegaron a Mallorca cuando en la isla se estaba efectuando el
desembarco del segundo escalón de milicianos rojos cuya misión era la ocupación
de dicha isla.
La
propuesta de Villegas
La
propuesta de creación de la base aérea en Mallorca y en, consecuencia, la
Aviación Legionaria de Baleares, tiene tres páginas escritas en castellano en
papel sellado del Agregado Militar de la Embajada de España en Italia. Termina con una fecha: 20 de agosto de 1936; y una firma
perfectamente legible: Manuel Villegas. En el encabezado aparece escrito a mano
y en rojo: “Confidencial-urgente”. Al final hay otra nota añadida: “Importante.
Los ataques catalanes a las Islas Baleares se hacen por orden expresa del
Frente Popular francés”[30].
Como vemos, Villegas recurrió a la “obsesión”[31]
de Mussolini para justificar la intervención.
En
el preámbulo se justifica la importancia del proyecto: la situación “más bien
desfavorable” en Mallorca “que a todo trance y sin pérdida de momento es
preciso hacer desaparecer”. Avisa de que la posible conquista “comunista” de la
isla “tendría irreparables consecuencias en el desarrollo de las futuras
operaciones contra Cataluña”. Por ello, “para asegurarnos ya desde ahora la
posibilidad de anular las ventajas iniciales conseguidas por los rojos, se
propone utilizar Mallorca como base aérea”.
El
documento[32]
establece dos misiones: una defensiva para impedir incursiones y desembarcos
desde Barcelona y Mahón, y otra ofensiva mucho más amplia y detallada. Pide a los italianos tres acciones:
“Continuos bombardeos sobre Mahón”, “impedir el tráfico marítimo desde la
frontera franco-española de Cataluña hasta Alicante e incluso Almería” y
“ejecutar acciones de bombardeo” sobre Barcelona y demás ciudades del
Mediterráneo. Sobre estas últimas, primero indica unos objetivos específicos
como puertos, aeródromos, ferrocarriles y fábricas de guerra. Cita las
“fábricas de pólvoras y explosivos de Murcia” y los “ferrocarriles
Madrid-Valencia y Barcelona-Valencia-Alicante” porque eran las principales vías
“por donde pueden llegar abastecimientos a las fuerzas rojas del centro de
España”. Luego añade un objetivo más
genérico que viene a dar carta blanca a los italianos: “Demás objetivos cuya
destrucción pueda tener repercusiones de carácter moral o material”. Para ello,
solicita 12 bombarderos (aumentables a 18), una escuadrilla de caza y “material
de bombardeo suficiente”. Añade que en cuanto la economía lo permita, “dichos
elementos aéreos convendrá reforzarlos todo lo posible, especialmente los
aparatos de gran bombardeo”.
Recuerda
que su actividad deberá coordinarse con la Armada nacional: “En el momento que
la flota adicta a nuestra causa, terminada su misión en la costa del
Cantábrico, se traslade al Mediterráneo, la presencia en Mallorca de una fuerza
aérea importante puede ser de carácter decisivo”. Insiste en que hay que
bloquear los puertos y tiene una frase subrayada en rojo: “Los eventuales
envíos de Rusia tienen forzosamente que hacerse por vía marítima y precisamente
por los puertos de la costa este”.
Como
vemos, el objetivo inicial era defender la isla con los cazas y a medio plazo
bloquear los puertos y destruir todas las vías de suministro del enemigo. No
obstante, los bombardeos fueron más allá y afectaron de lleno a la población
civil. Insistimos en la carta blanca que da Villegas a los italianos al añadir
objetivos de “carácter moral”. Sabemos que dos días después se añadió un mapa
de Barcelona a la propuesta con objetivos marcados en rojo. Como hemos
explicado, Ciano pasó la propuesta al General Valle para que la pusiera en
marcha.
Llama
la atención que, en un momento tan crítico para Mallorca, en pleno desembarco
miliciano, el documento haga constantes referencias a Barcelona. El mando franquista era consciente del valor
de Cataluña en la retaguardia enemiga y sabía que bloquear sus suministros era
clave en el transcurso de la guerra. Además, la Columna de Bayo procedía de allí
y Palma era la segunda ciudad franquista más bombardeada (la primera fue
Córdoba), así que urgía organizar una defensa y contraataque. Sólo el primer
mes de guerra, Palma había sido atacada desde el aire 24 veces. Las bombas
sobre Mallorca provocaron en toda la guerra 108 víctimas mortales. La isla tenía 300.000 habitantes, así que en
términos relativos afectó a un 0,03% de la población, una cifra muy baja en
términos comparativos gracias a la menor agresividad de los bombardeos
republicanos y al éxito de la “resistencia pasiva” por parte de la población
(en Palma se construyeron cientos de refugios en tiempo récord)[33].
La
Aviación Legionaria de Baleares
A
principios de septiembre de 1936 llegaron tres bombarderos trimotores
Savoia-Marchetti SM81. La aviación legionaria tenía ya nueve aparatos (con los
tres cazas Fiat CR32 y los tres hidros Macchi 52 del 27 de agosto) y 50 hombres
en Mallorca[34].
Aquello sería el origen de un contingente llamado Aviazione Legionaria delle
Baleari que creció en pocos meses hasta los 300 hombres y dependía del MMIS
(Missione Militare in Spagna).
Los
relevos fueron muy frecuentes, incluso en los mandos. En poco más de dos años
hubo cinco Generales al frente, por este orden: Gallo, Appignani, Velardi,
Monti y Maceratini[35].
En 1937 llegó a Mallorca Ramón Franco, hermano del generalísimo, como
comandante de toda la aviación de la isla, pero los italianos siguieron
actuando por su cuenta. Seguían órdenes directas de Roma (sin pasar por los
mandos del Corpo Truppe Volontarie –CTV–, en la península)[36],
en concreto Valle y Ciano, incluso en los
bombardeos. Esto les causaría
algunos problemas con el propio Francisco Franco[37].
En
Mallorca no había ninguna base aérea en condiciones así que tuvieron que crear
la suya propia. Los italianos adaptaron
las pistas de Son Sant Joan (actual aeropuerto de Palma), Son Bonet, Inca,
Alcudia y Ses Salines. La única que no localizarían los republicanos sería la
de Ses Salines[38]. De hecho, todavía hoy no se ha publicado un
trabajo que demuestre dónde se encontraba exactamente. La más importante, por su cercanía a la
capital, sería la de Son Sant Joan. Los italianos se alojaron en el Hotel
Mediterráneo y el Gran Hotel, los mejores de Palma, e instalaron su sede
administrativa al este de la ciudad, en la casa del último alcalde republicano
de Palma, Emili Darder[39].
El
primer bombardeo de la Aviación Legionaria sobre una población se realizó
contra Ibiza el domingo 13 de septiembre de 1936. Los SM81 arrojaron 2.000
kilos de bombas contra el puerto y asesinaron a 40 personas. Una de ellas cayó
en un restaurante, la Fonda Can Cires, y mató a 20 personas en el acto[40].
La
fuerza aérea italiana fue creciendo hasta contar a finales de 1937 con 64
aparatos. Había 15 cazas Fiat CR32 biplanos que se encargaban de defender la
isla, escoltar bombarderos y realizar labores de observación. Estaban divididos
en dos brigadas y se hacían llamar Falchi delle Baleari (Halcones de
Baleares). Luego había 12 bombarderos
SM81 también divididos en dos grupos que se usaban para operaciones nocturnas a
causa de su baja velocidad y limitado armamento defensivo. Como solo actuaban
de noche, les llamaban Pipistrelli delle Balleari (Murciélagos de Baleares). A
partir de febrero de 1937 contarían con otros mejores: 15 aviones de bombardeo
SM79, lo mejor que tenía Italia. Eran trimotores modernos y rápidos, con récord
de velocidad en formación. Ni siquiera necesitaban los cazas de escolta para
efectuar una media de tres misiones al día, con formaciones alternas de tres,
cinco, diez o más aviones. Uno de sus pilotos fue Bruno Mussolini, tercer hijo
del duce, que no se quiso perder la aventura mallorquina bajo el seudónimo de
“señor López”. Massot i Muntaner ha concluido que sólo su avión arrojó más de
ocho toneladas de bombas sobre el Levante republicano. Por último, había 22
hidroaviones bastante viejos para controlar las actividades de Menorca[41].
A
pesar de ser una fuerza aérea importante en el contexto de la guerra civil, la
Aviación Legionaria de Baleares sufría algunas carencias. Por ejemplo, los
aviones no tenían radares ni radios de contacto con tierra. El Capitán Luigi
Mancini cuenta en sus memorias que en las labores de observación tenían que
avisar al personal de tierra con una serie de piruetas en el cielo. En una de
estas, el Teniente Alfredo Sangiorgi, alias Alfredo Sambocuccio (según su
seudónimo para la guerra), perdió el control del avión y murió. Fue enterrado en el cementerio municipal de
Palma. Todavía se conservan allí
los restos de
los 66 italianos
que murieron en
Mallorca durante la guerra civil[42].
La
Aviación Legionaria de Baleares convirtió a Mallorca en, como dijo el
historiador Joan Maluquer, “un enorme portaaviones imposible de hundir[43].
Realizó más de 3.000 acciones de bombardeo contra las ciudades del litoral
republicano, desde Gerona a Murcia, y causaron cerca de 5.000 víctimas
mortales. Derribaron 54 aviones, cortaron las líneas de suministro republicano
y acosaron a la marina enemiga en todo el Mediterráneo[44].
La misión cumplió con creces la propuesta de Villegas. Los objetivos de
“carácter moral”, es decir, indiscriminados, fueron muy frecuentes[45].La
estrategia de Villegas coincide con la afirmación del jefe de la aviación
franquista, Alfredo Kindelán: “Franco ordenó un ensayo de actuación desmoralizadora
de la población mediante bombardeos aéreos”. Mussolini comunicó que la aviación
de Baleares iba a “aterrorizar las líneas rojas, sobre todo los centros
urbanos”[46].
También Ricardo de la Cierva habla de una “guerra psicológica”[47].
Solé y Villaroya dicen que los bombardeos fueron “un factor determinante en el
deterioro de la moral”: “Por primera vez en la historia, la aviación fue
utilizada intensamente en misiones de bombardeo sobre la retaguardia”[48].
El
propio Manuel Villegas disertó sobre el tema desde un punto de vista
estrictamente militar en un libro que publicó sobre la Segunda Guerra Mundial
en 1954. En él habla del concepto de “guerra total” que había creado el uso de
la aviación: “Durante la última contienda [Segunda Guerra Mundial] se vio que
la totalidad de cada país beligerante llegó a ser un verdadero campo de
batalla, en el que todos los habitantes, cualquiera que fuese su edad, sexo o
condición, al igual que las fuerzas armadas, estaban expuestos a sufrir los
riesgos y peligros de los medios bélicos”. Destaca el poder devastador que
tienen los bombardeos sobre la “cohesión anímica” de los pueblos[49].
Los
ataques de la base aérea en Mallorca contra el litoral republicano se agravaron
en 1938 debido a la batalla de Teruel y la ofensiva del ejército nacional en el
frente de Aragón. Sólo en el mes de enero hubo en Barcelona más muertos que en
todo 1937. El más grave fue el que realizaron los italianos entre el 16 y el 18
de marzo de 1938. Lanzaron 12 ataques masivos con 44 toneladas de bombas sobre
la población civil de Barcelona. Murieron 1.000 personas. El embajador alemán
afirmó que había sido “terrible”[50]:
No
hay ningún indicio de que se hayan querido tocar objetivos militares. Centenares de casas y calles han sido
destruidos por las bombas (...) Creo que los bombardeos de destrucción cuando
no pretenden objetivos netamente militares, no producen el efecto moral que se
busca (...) Estoy convencido de que después de la guerra, tanto en España como
en el extranjero, se nos criticará duramente. Hay muchas imágenes que
atestiguan este horror. De hecho, uno de los principales pasatiempos de los
italianos en Mallorca era la fotografía.
Documentaron ellos mismos con fotos desde el avión la destrucción de las
ciudades enemigas. Tenían su propio laboratorio en Palma y llegaron a editar en
Roma un periódico con las mejores imágenes de los ataques a Cataluña. Se llamó
Catalogna, documentario fotografico dell’assedio aereo. Se guarda una copia en
el Archivio Centrale dello Stato de Roma. También hay un archivo de fotos de
varias ciudades en el fondo Operazione Militare Spagna del Ufficio Storico
dell’Aeronautica Militare[51].
El
6 de marzo se había hundido el crucero Baleares y la ofensiva franquista sobre
Aragón había empezado el 9 de marzo. La orden del salvaje bombardeo del 16-18
de marzo la dio directamente Mussolini para acabar con la moral enemiga. Franco
no sabía nada. Así lo cuenta Ciano en sus memorias[52]:
La
verdad sobre los bombardeos de Barcelona es que Mussolini se los ha ordenado a
Valle [General Subsecretario de aviación militar] en la cámara, pocos minutos
antes de pronunciar el discurso sobre Austria. Franco no sabía nada y ha pedido
suspenderlos, pues crean complicaciones en el extranjero. Mussolini piensa que
abaten muy eficazmente la moral de los rojos, mientras las tropas avanzan en
Aragón.
El
General Valle pasó el siguiente telegrama al General Vincenzo Velardi, jefe de
la Aviación Legionaria en Baleares: “Iniciar desde esta noche acción violenta
sobre Barcelona con martilleo espaciado en el tiempo”[53].
Tras
este ataque, Burgos emitió una orden para prohibir ataques contra la población
civil sin permiso expreso. Decía lo siguiente[54]:
En
P.M. al 28 de marzo de 1938 – II Año Triunfal.
Objeto:
Prohibición de bombardear el casco urbano de poblaciones.
Referencia:
Orden del Generalísimo.
I.–
En lo sucesivo y a partir de la fecha de la presente Instrucción no se
efectuarán bombardeos del casco urbano de poblaciones, sin una orden expresa de
la Jefatura del Aire.
II.–
Si fuera necesario a alguna Gran Unidad de tierra el bombardeo de determinada
población, hará la petición por conducto del jefe de enlace de aviación al C.G.
del C. de E.
III.–
Las unidades aéreas que reciban como misión atacar objetivos que se expresan
con el nombre de alguna población entenderán deben atacar los alrededores de la
población y no el casco urbano de la misma.
El
General Jefe del Aire.
El
historiador José Luis Infiesta ha hecho un concienzudo trabajo sobre estos
ataques y dice que la Aviación Legionaria de Baleares “gozó de una autonomía
casi absoluta, sin duda aún mayor que la que actuaba en la península”. Infiesta
llega a exonerar a los aviadores porque ellos se limitaban a cumplir órdenes de
sus superiores. A veces las decisiones se tomaban en Roma. Otras directamente
en Mallorca[55].Los
pilotos siempre han negado estos bombardeos indiscriminados. El Capitán De
Luise dice en el libro de Infiesta que se debieron a errores de puntería[56]:
Puedo
afirmarle que en más de 25 bombardeos efectuados por mí sobre el puerto de
Valencia y otros tantos sobre el de Barcelona, ninguna bomba tocó dichas
ciudades, si acaso alguna casa en las inmediaciones (...) Y fue sólo debido a
error de mira, defectos en el sistema de enganche de las bombas o al fuerte
viento.
A
pesar de las órdenes de Burgos, las acciones de la Aviación Legionaria contra
el litoral republicano continuaron y, a medida que los nacionales iban ocupando
ciudades, el número de objetivos se reducía.
El
tema llegó a la Asamblea de la Sociedad de Naciones en Ginebra que resolvió el
30 de septiembre de 1938 que el bombardeo de poblaciones civiles no respondía
“a ninguna necesidad militar” y que no hacía “más que causar sufrimientos
superfluos”. Por ello, estableció tres principios:
1.
El bombardeo intencionado de poblaciones civiles es contrario al derecho.
2. Los objetivos a que se apunte desde el aire
deben ser objetivos militares legítimos y deben poder ser identificados.
3. Todo ataque contra objetivos militares
legítimos debe ser ejecutado de manera que las poblaciones civiles próximas no
resulten bombardeadas por negligencia.
La
Asamblea felicitó al Reino Unido por enviar una comitiva a España para evaluar
los daños de los bombardeos en poblaciones civiles[57].
A
pesar de Burgos y la Sociedad de Naciones, los ataques continuaron. Solé
y Villarroya apuntan que “una
parte considerable” de los bombardeos se produjeron a partir del 22 de
diciembre de 1938, cuando la guerra estaba totalmente decidida: “No existe
justificación alguna para los bombardeos que sufrieron muchos pueblos catalanes
y levantinos en los últimos meses de la contienda, y menos si tenemos en cuenta
que, en algunos de estos bombardeos, la mayoría de las víctimas fueron mujeres
y niños”[58].
En
los primeros meses de 1939 se disolvió la Aviación Legionaria de Baleares muy a
pesar de los deseos de Mussolini. Recordemos que la propuesta de Villegas
especificaba en el título que la base aérea era “eventual”, es decir, temporal.
Saz asegura que Mussolini nunca pretendió “la adquisición de una parte del
territorio español[59]”.
Sin embargo, Quartararo sí cree podría haber habido una promesa verbal por
parte de Franco de poder utilizar las bases que los propios italianos
construyeran en Mallorca. De ahí el
esfuerzo en construir el aeródromo de Son Sant Joan. Quartararo dice que esa
era la aspiración mínima de Mussolini: el uso de las bases. Su máxima era
“poner Mallorca bajo el directo control político y militar de Italia”. Creemos
que la renuncia definitiva a hacerlo viene de la presión internacional. Las
posiciones de Reino Unido y Francia hacían inviable el mantenimiento de los
pilotos italianos en Mallorca. Ambas potencias temían que en una futura guerra
desde la isla se cortaran las líneas de suministro de Francia con Argelia y Marruecos
y de Reino Unido con Gibraltar, Malta y Egipto.
Por ello, habían consultado en varias ocasiones a Mussolini y éste les
había garantizado que no mantendría ninguna base en la isla. Hay decenas de
referencias a estas consultas en los archivos del Foreign Office. El gobierno y
la prensa británicas estaban muy pendientes de lo que pasaba en Mallorca[60].
El
Capitán Villegas
Manuel
Villegas Gardoqui nació en Valladolid el 25 de noviembre de 1894. Su padre era Capitán
y con sólo 16 años ingresó en el arma de Caballería. Con 28 años alcanzó el
grado de Capitán y fue trasladado al Ejército de África: de la comandancia
general de Larache a la de Ceuta[61].
En 1931 ya sabía italiano y tradujo junto al Coronel José María Troncoso
Sagredo la obra Síntesis político militar de la Guerra Mundial, escrita por el Coronel
italiano Caracciolo.
En
1932 fue nombrado profesor de la Escuela Superior de Guerra[62]
y publicó su primer libro: La guerra en Rumanía (operaciones de
Transilvania, año 1916). En diciembre de
1935 pasó al puesto de Agregado Militar a la Embajada de España en Roma y las
delegaciones de Sofía, Bucarest, Estambul y Atenas.
Como
hemos contado, tras el golpe franquista Villegas se hizo con el control de la
Embajada y la puso al servicio de la sublevación. El 13 de septiembre de 1936 la República
inició un juicio sumarísimo contra él y el Agregado Naval Rafael Estrada por
“delito de rebelión” y por haber “participado y exteriorizado en la radio su
adhesión” al alzamiento de Franco. El
Tribunal Popular de Responsabilidades Civiles de la República condenó a ambos y
el juez José Orbeta les impuso una pena que, evidentemente, nunca cumplieron:
cadena perpetua, una indemnización de tres millones de pesetas, y la pérdida de
sus empleos, sueldos, pensiones, honores y derechos militares[63].
El
5 noviembre de 1936, “dada por terminada su misión en Italia y por propia
iniciativa”, embarcó en Nápoles y llegó a Gibraltar el día 7. Primero fue a
Sevilla y después a Salamanca para servir en el Estado Mayor de Franco como
jefe de la 4ª sección (abastecimientos, comunicaciones y transportes). El 24 de
noviembre sirvió en el frente de Madrid como enlace entre Franco y Varela.
Participó en la ocupación de los pueblos de Humera y Pozuelo de Alarcón. El 21
de diciembre se le confirmó en el cargo de Agregado Militar a la Embajada de
España en Roma, pero sirviendo en el Estado Mayor de Franco y terminó el año
sirviendo de nuevo en Madrid de enlace entre Franco y Orgaz.
En
1937 participó en operaciones de Madrid en Villanueva del Pardillo, Las Rozas y
Majadahonda. En marzo estuvo en Navalcarnero como jefe de Operaciones en el
Estado Mayor del General Andrés Saliquet. Dirigió la última fase de la
importante toma del Pingarrón en la Batalla del Jarama.
El
19 de marzo de 1937, después de la derrota italiana en Guadalajara, Franco lo
eligió como emisario para ir a Roma y convencer a Mussolini de que sus tropas
actuaran bajo órdenes españolas. Mussolini recibió a Villegas en el Palazzo
Venezia y éste le entregó la carta de Franco. La reunión fue un éxito porque
Mussolini aceptó todas las exigencias[64].
Volvió
el 31 de marzo al Estado Mayor de Franco.
El 26 de abril salió para el frente de Bilbao como enlace entre Franco y
el General José Solchaga, jefe de las brigadas de Navarra. Participó con la
brigada mixta “flechas negras” en la ocupación de Durango, Lekeitio, Guernica y
Bermeo. El 3 de mayo volvió a Italia en otra comisión de servicio hasta el día
28.
Volvió
a Italia el 17 de junio hasta el 6 de septiembre de 1937. En octubre de 1937
estuvo en Asturias como enlace entre Franco y el General Aranda y participó en
la ocupación de Gijón. El 3 de enero de 1938 estuvo en Teruel como enlace de
Franco con el Cuerpo de Ejército de Galicia y participó en las operaciones de
defensa ante la ofensiva republicana, concretamente en la muela de Teruel y la
conquista de las alturas al este de Villalba Baja y Tortajada[65].
El
16 de marzo de 1938 volvió a Italia en comisión de servicio hasta el 25 de
abril. En marzo 1938 ascendió a Teniente Coronel. En mayo y junio sirvió de
enlace en los frentes de Aragón y Castellón y luego fue nombrado jefe de enlace
del Ejército del Norte en el frente de Teruel.
El
14 de septiembre de 1938 fue enviado de nuevo a Roma hasta el 27 de noviembre.
El 5 de enero de 1939 sirvió en el frente de Andalucía para detener la ofensiva
republicana en el sector de Extremadura.
Fue nombrado jefe de Estado Mayor de las divisiones del General
Francisco García Escámez. En Badajoz
dirigió las operaciones en Castuera, Monterrubio de la Serena y Peraleda del
Zancejo. Consiguió conquistar los pueblos cordobeses de Los Blázquez y
Valsequillo. Por último, el 28 de marzo de 1939 estuvo en la ocupación de
Madrid.
Mussolini
le concedió las medallas de Comendador de la Orden de la Corona de Italia y del
mérito de guerra italiana “como recompensa a su colaboración con las tropas
voluntarias italianas” en la campaña española. También tenía la Cruz del Mérito
de la Orden del Águila alemana de 1ª clase con espadas[66].
En
agosto de 1939 se instaló definitivamente en Roma como Agregado Militar de la
Embajada y secretario de la misión militar española en Italia hasta fin de
marzo de 1943. Llegó a estar en el frente de guerra de Italia contra Francia.
Manuel
Ros y Morten Heiberg revelan que en enero de 1944 el servicio de inteligencia
de los EEUU lo tenía vigilado por ser el “enlace personal de Franco con
Mussolini”, pues “se consideraba que probablemente fuera de tendencias
alemanas”. La documentación, no obstante, no deja claro qué papel desempeñaba
Villegas dentro de los servicios de inteligencia españoles[67].
Acabada
la II Guerra Mundial y de vuelta a España tuvo varios cargos. El 27 de junio de 1946 era Coronel de Estado
Mayor y fue recibido por Franco en El Pardo[68].
En 1952 fue ascendido a General de División y nombrado director de la Escuela
de Estado Mayor. En 1954 publicó su
segundo libro: La Segunda Guerra
Mundial. En 1957 era gobernador militar de Navarra encargado de la lucha contra
los maquis. El 13 de noviembre volvió a
recibirle Franco. El 28 de noviembre de
1962 pasó a la reserva. En 1972 ascendió a Teniente General con carácter
honorífico. Falleció el 27 de enero de 1981[69].
Conclusiones
La
creación de la base aérea italiana en Mallorca y la Aviación Legionaria de
Baleares respondió a una petición formal de los militares sublevados a través
del Agregado Militar en la Embajada de España en Roma. El Capitán Manuel Villegas Gardoqui fue un
elemento clave en el inicio de la Guerra Civil Española. Él fue quien puso la
Embajada de España en Roma al servicio de la sublevación militar y quien
tramitó la imprescindible ayuda de Mussolini a Mallorca. Gracias a Villegas llegaron los primeros
cazas y bombarderos a la isla, cuya intervención el 28 de agosto de 1936 fue
clave para la derrota del desembarco republicano. Su hoja de servicios le
arroga el éxito de conseguir “los primeros aparatos de aviación que llegaron a
Mallorca”.
En
la propuesta de creación de la base aérea se aprecia que Villegas veía la
importancia de Mallorca en el transcurso de la guerra, algo que el gobierno
republicano, sobre todo Prieto, no supieron ver. Villegas y las autoridades
franquistas sabían que la isla era clave para cortar los suministros del
enemigo. Coinciden con él la mayoría de los autores. El General
Ramón Salas Larrazábal
ha escrito que
la isla “era
una auténtica necesidad militar”[70].
Javier Rodrigo también ha recordado que el control de las Baleares, y sobre
todo Mallorca, era “fundamental”: “Evidentemente, ahí se jugaba uno de los elementos
clave para comprender
la decisión mussoliniana
de entrar en guerra, el del
control del tráfico marítimo en el Mediterráneo occidental”[71].
El
Agregado Militar a la Embajada sentó las bases de la Aviación Legionaria de
Baleares al solicitar formalmente a Mussolini el 20 de agosto de 1936 la
creación de una base aérea italiana en Mallorca con una escuadrilla de caza y
12 bombarderos. Así lo demuestra el documento inédito que lleva su firma y se
guarda en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano. Además,
Villegas diseñó la estrategia de bombardeo del Levante republicano para acabar
con los objetivos militares y añadió en su redacción cualquier “objetivo de
carácter moral o material”. Esto dio carta blanca a los italianos para atacar a
la población civil sin esperar órdenes de Franco. Este fue un tipo de guerra
psicológica que martilleó sin descanso la moral de la retaguardia republicana.
Las acciones de la Aviación Legionaria de Baleares acabaron con la vida de
cerca de 5.000 civiles. La ciudad más
castigada con diferencia fue Barcelona.
Mussolini
aspiraba a conservar una base aérea o naval en Mallorca para afianzar el
control del Mediterráneo occidental y amenazar las vías de suministro
británicas y francesas. Sin embargo, la oposición de Franco, Reino Unido y
Francia le obligaron a abandonar la isla al final de la guerra.
Franco
contó con Villegas en sus contactos con Mussolini y reunía las condiciones para
ser considerado el emisario oficial. También sirvió de enlace directo del
generalísimo en varias batallas importantes de la guerra. En el momento más
crítico en las relaciones entre ambos dictadores, tras la derrota italiana en
Guadalajara, Franco recurrió a él para arreglar el problema y la reunión con
Mussolini fue un éxito. En la Segunda Guerra Mundial siguió sirviendo en la
Embajada en Roma y de vuelta a España fue ascendiendo en la carrera militar
hasta llegar a Teniente General. En definitiva, Manuel Villegas fue un
personaje clave en el devenir del conflicto[72].
Referencias
bibliográficas
Aguilera
Povedano, Manuel: Un periodista en el
desembarco de Bayo. Gafim y la guerra civil en Mallorca. Palma, Lleonard
Muntaner, 2017. – “Mallorca improvisó cientos de refugios durante la guerra
civil”. El Mundo/El Día de Baleares. 26 de
julio de 2009. En https://manuelaguilerapovedano.wordpress.com/2010/08/17/mallorca-improviso-cientos-de-refugios-durante-la-guerra-civil/
Alía
Miranda, Francisco: Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda
República. Barcelona, Crítica, 2011.
Balcells,
Laia: “La muerte está en el aire: los bombardeos en Cataluña, 1936-1939”.
Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 136, octubre-diciembre 2011.
Campo
Rizo, José Miguel: La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra Civil Española.
Madrid, Arco Libros, 2009.
Capellà,
Llorenç: “Antoni Mestre, capità d’aviació, agregat a l’expedició italiana”.
Memoria Civil, núm. 21. Baleares, 25 mayo 1986. En https://www.fideus.com/antoni_mestre%20-%20memoria.htm
Casanova
Gómez, Marina: “El inicio de la guerra civil y sus repercusiones en los
diplomáticos españoles acreditados ante el Quirinal y el Vaticano”. Espacio,
Tiempo y Forma, S. V, Hf Contemporánea, t. IV, (1991), pp. 31-40.
Ciano,
Galeazzo: Diarios 1937-1943. Barcelona, Crítica, 2003.
Coverdale,
John F: La intervención fascista en la Guerra Civil Española. Madrid, Alianza,
1979.
De
Azcárate, Pablo: Mi embajada en Londres durante la Guerra Civil Española.
Barcelona, Ariel, 2012.
De
la Cierva, Ricardo: Historia esencial de la Guerra Civil Española. Madrid,
Fénix, 2001.
Díez
Pomares, Gaspar: “Los bombardeos italianos sobre el País Valenciano durante la
Guerra Civil española: un estudio fotográfico”. Pasado y Memoria. Revista de
Historia Contemporánea, 15, 2016, pp. 181-202.
Ferrari
Billoch, Francisco: Mallorca contra los rojos. Palma, Amengual y Muntaner,
1936.
Ferrer,
Joan Lluís: “Ibiza, un minuto antes de las bombas”. Diario de Ibiza, 22 de
agosto de 2010.
Garí Salleras,
Bartomeu: “La repressió
a Mallorca durant
la Guerra Civil
española (1936-1939)”. Memòria
d’investigació. Palma, Universitat de les Illes Balears, 2009, p. 98.
Enhttp://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/memoriesUIB/archives/Gari_Sal.dir/Gari_Salleras_Bartomeu.pdf
Grassia,
Edoardo: “Barcellona, 17 e 18
marzo 1938”. Diacronie, Studi di
Storia Contemporanea, nº 7, 3,
2011. En https://journals.openedition.org/diacronie/3237.
Heiberg,
Morten: Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la Guerra Civil Española.
Barcelona, Crítica, 2003.
Heiberg,
Morten; Ros Agudo, Manuel: La trama oculta
de la Guerra Civil: los servicios secretos
de Franco 1936-1945. Barcelona, Crítica, 2006.
Infiesta
Pérez, José Luis: Los bombardeos del litoral mediterráneo durante la guerra
civil. Valladolid, Quirón, 1998.
Juliá
Díaz, Santos (coord.): República y Guerra en España (1931-1939). Madrid,
Espasa, 2006.
Kindelán
Duany, Alfredo: Mis cuadernos de guerra. Madrid, Plus Ultra, 1945.
Maluquer
Wah, Joan: La aviació de Catalunya els primers mesos de la guerra civil,
Barcelona, Pòrtic, 1978.
Mancini,
Luigi: “Un año en Mallorca”. Memorias inéditas. Archivo personal de Claudio Mancini. Publiqué
un extracto en El Mundo / El Día de Baleares, 4 de diciembre de 2010.
Marcaró
Pasarius, Josep: Historia de Mallorca. Tomo II. Palma, Marcaró Pasarius, 1975.
Martínez
Bande, José Manuel: La invasión de Aragón y el desembarco en Mallorca. Madrid,
San Martín, 1989.
Massot
i Muntaner, Josep: El desembarcament de Bayo
a Mallorca.
Barcelona,
Abadia de Montserrat, 1987. – Vida i miracles del ‘Conde Rossi’.
Barcelona,
Abadia de Montserrat, 1988. – Els
bombardeigs de Mallorca durant la Guerra Civil (1936-1938).
Barcelona,
Abadia de Montserrat, 1998. – Aspectes de la guerra civil a les Illes Balears.
Barcelona, Abadia de Montserrat, 2002.
Mastrorilli, Edoardo:
“Guerra civile spagnola,
intervento italiano e
guerra totale”. Revista Universitaria de Historia Militar. Vol.
3, Núm. 6. 2015. Págs. 68-86. En http://ruhm.es/index.php/RUHM/article/viewFile/64/56.
Mattioli,
Guido: L’Aviazione Legionaria in Spagna. Roma, L’Aviazione, 1940.
Moradiellos,
Enrique: El reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la Guerra
Civil Española. Barcelona, Península, 2001.
–
Franco frente a Churchill. Barcelona, Península, 2005.
Murias,
Carlos; Castañón, Carlos; Manrique José María:
Militares italianos en la Guerra Civil Española. Madrid, La Esfera de
los Libros, 2010.
Negreira Parets,
Juan José: Mallorca
1936. La sublevación militar y el
desembarco republicano.
Palma,
Lleonard Muntaner, 2006.Olaizola, Iñaki: “El señor López estuvo aquí”. Diario
de Mallorca, 13 de julio de 2008.
Preston,
Paul: La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos
durante la Guerra Civil. Barcelona, Península, 1999.
Quartararo,
Rosaria: “Politica fascista nelle Baleari (1936-1939)”. Quaderni della FIAP, nº
23, (1977), Roma.
Rodrigo,
Javier: La guerra fascista. Italia en la Guerra Civil española, 1936-1939.
Madrid, Alianza, 2016.
Rovighi,
Alberto; Stefani, Filippo: La partecipazione
italiana alla guerra civile spagnola. Roma, Stato Maggiore Ufficio Storico
dell’Esercito, 1992.
Salas
Larrazábal, Ramón: Historia del Ejército Popular de la República. Tomo I.
Madrid, La Esfera de los Libros, 2006.
Saz,
Ismael: “El fracaso del éxito: Italia en la guerra de España”. Espacio, Tiempo
y Forma, Serie V, H. Contemporánea, t. V, (1992), pp. 105-128.
Solé,
Josep María, y Villarroya, Joan: España
en llamas. La guerra civil desde el aire.
Madrid, Temas de Hoy, 2003.
Suárez,
Luis: Franco, Crónica de un tiempo. Madrid, Actas, 2010.
Vaquero
Peláez, Dimas: Mussolini y España, Franco y Mussolini. Unas relaciones
difíciles. Zaragoza, Comuniter, 2017.
Villegas
Gardoqui, Manuel: La Segunda Guerra Mundial. Madrid, Editora Nacional,
1954.Viñas, Ángel: Los mitos del 18 de julio. Barcelona, Crítica, 2013.9.
Anexo
UTILIZACIÓN
DE MALLORCA COMO BASE AÉREA EVENTUAL
Por
la circunstancia de encontrarse la costa de levante dominada aún por las
milicias rojas y también por haberse estas apoderado de Menorca, con su puerto
militar de Mahón, se ha creado a la causa nacional una situación militar, en
esta parte del teatro de lucha, más bien desfavorable, que a todo trance y sin
pérdida de momento es preciso hacer desaparecer. La parte del archipiélago
balear aún en nuestras manos ha estado desde hace un mes expuesto a las
agresiones de las fuerzas aéreas de Barcelona y de Mahón; los desembarcos de
los rojos en diferentes islas (intentado últimamente en Mallorca) han sido
posibles gracias a contar con toda la costa este de la península y, sobre todo,
con el apoyo de Mahón y de las unidades de la Escuadra aún fieles a la causa
comunista.
Para
hacer desaparecer los peligros de esta situación que, de
empeorar o prolongarse, podría tener irreparables
consecuencias en el desarrollo de las futuras operaciones contra Cataluña, así
como para asegurarnos ya desde ahora la posibilidad de
anular las ventajas
iniciales conseguidas por
los rojos, se
propone utilizar Mallorca como
base aérea, situando en la isla los elementos necesarios para realizar las
siguientes misiones generales:
A) Defensivas.
a.
Impedir las incursiones aéreas procedentes de Barcelona y Mahón, hasta ahora
realizadas por los rojos casi impunemente;
b.
Oponerse mediante oportunos bombardeos desde el aire a eventuales desembarcos en
dicha isla, objetivo inmediato, al parecer, de las milicias y la Marina roja;
B) Ofensivas:
a. Neutralizar el puerto militar de Mahón
mediante la ejecución de continuos bombardeos, cuya finalidad debe ser la
destrucción de los medios aéreos rojos allí situados, unidades de la Escuadra,
submarinos principalmente e instalaciones fijas;
b. Dificultar, o si es posible, impedir, el
tráfico en los puertos situados en la costa desde la frontera franco-española
de Cataluña hasta Alicante e incluso Almería, con lo que el abastecimiento de
elementos de guerra para los rojos se haría tanto más difícil cuanto más eficaz
resulte este bloqueo aéreo. No debe olvidarse la circunstancia de que los
eventuales envíos de Rusia tienen forzosamente que hacerse por vía marítima y
precisamente por los puertos de la costa este [subrayado en lápiz rojo en el
original] de España;
c.
Ejecutar acciones de bombardeo:
– Contra la base aérea de Barcelona,
establecimientos industriales dedicados a la fabricación de material de guerra
y demás objetivos cuya destrucción pueda tener repercusiones de carácter moral
o material;
– Contra los demás puertos del
Mediterráneo, fábricas de pólvora y explosivos de Murcia, obras de arte de los
ferrocarriles Madrid-Valencia y Barcelona-Valencia-Alicante, única línea
ferroviaria por donde pueden llegar abastecimientos a las fuerzas rojas del
centro de España.
C) De cooperación con la Marina de guerra
(eventualmente):
En
el momento que la flota adicta a nuestra causa, terminada su misión en la costa
del Cantábrico, se traslade al Mediterráneo, la presencia en Mallorca de una
fuerza aérea importante puede ser de carácter decisivo y, en todo caso, de la
mayor utilidad para la eficacia de un bloqueo de la costa en poder de los
rojos.
Para
la ejecución de las misiones antes indicadas, es preciso disponer
inmediatamente [subrayado en negro en el original] de un mínimo, a mi juicio,
de:
– Doce aparatos de gran bombardeo, en
condiciones de vuelo;
– Una escuadrilla de caza;
– Material de bombardeo suficiente para poder
batir eficazmente los objetivos antes indicados.
Apenas
lo consientan los medios económicos disponibles y la capacidad de los campos de
aviación de la isla de Mallorca, dichos
elementos aéreos convendrá
reforzarlos todo lo posible, especialmente los aparatos de gran
bombardeo hasta aumentarlos, por lo menos, en un 50 por ciento.
Roma,
20 de agosto de 1936.
EL
COMANDANTE DE ESTADO MAYOR (sic)Manuel Villegas
[1] Centro de Enseñanza
Superior Alberta Giménez (CESAG) – Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE
(España).
[2] “Italia no
proporcionará a la juez una lista de pilotos que participaron en los bombardeos
de Barcelona”. Europa Press, 3 de mayo de 2015.
En http://www.europapress.es/nacional/noticia-italia-no-proporcionara-juez-lista-pilotos-participaron-bombardeos-barcelona-20150503121806.html.
[3] Solé, Josep María, y
Villarroya, Joan: España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid,
Temas de Hoy, 2003, p. 315.
[4] Vaquero Peláez,
Dimas: Mussolini y España, Franco y Mussolini. Unas relaciones difíciles.
Zaragoza, Comu-niter, 2017, p. 96.
[5] Quartararo, Rosaria:
“Politica fascista nelle Baleari (1936-1939)”. Quaderni della FIAP, nº 23,
(1977), Roma, p. 9; Coverdale, John F: La intervención fascista en la Guerra
Civil Española. Madrid, Alianza, 1979, p. 61-62; Rodrigo, Javier: La guerra
fascista. Italia en la Guerra Civil española, 1936-1939. Madrid, Alianza, 2016,
p. 62.
[6] Campo Rizo, José
Miguel: La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra Civil Española. Madrid,
Arco Libros, 2009, p. 16.
[7] Saz, Ismael: “El
fracaso del éxito: Italia en la guerra de España”. Espacio, Tiempo y Forma,
Serie V, H. Contem-poránea, t. V (1992), p. 107; Preston, Paul: La República
asediada. Hostilidad internacional y conflictos inter-nos durante la Guerra
Civil. Barcelona, Península, 1999, p. 43; Moradiellos, Enrique: El reñidero de
Europa. Las dimensiones internacionales de la Guerra Civil Española. Barcelona,
Península, 2001; Rovighi, Alberto; Stefani, Filippo: La partecipazione italiana
alla guerra civile spagnola. Roma, Stato Maggiore Ufficio Storico
dell’Esercito, 1992.
[8] Heiberg, Morten:
Emperadores del Mediterráneo. Franco, Mussolini y la Guerra Civil Española.
Barcelona, Crítica, 2003, p. 63.
[9] Rodrigo, Javier: La guerra... p. 59.
[10] Coverdale, John F: La
intervención... p. 81-82; Saz, Ismael: “El fracaso... p. 114.
[11] Viñas, Ángel: Los
mitos del 18 de julio. Barcelona, Crítica, 2013, p. 93.
[12] Campo Rizo, José
Miguel: La ayuda... 17; Rodrigo, Javier: La guerra... p. 71.
[13] Alía Miranda,
Francisco: Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda
República. Barcelona, Crítica, 2011, p. 80-81; Juliá Díaz, Santos (coord.):
República y Guerra en España (1931-1939). Madrid, Espa-sa, 2006, pp. 225n y
367; De la Cierva, Ricardo: Historia esencial de la Guerra Civil Española.
Madrid, Fénix, 2001, pp. 71 y 412.
[14] Heiberg, Morten:
Emperadores... pp. 56-57.
[15] Frente Popular, 5 de
agosto de 1936, p. 3.
[16] Casanova Gómez,
Marina: “El inicio de la guerra civil y sus repercusiones en los diplomáticos
españoles acredi-tados ante el Quirinal y el Vaticano”. Espacio, Tiempo y
Forma, S. V, Hf Contemporánea, t. IV, (1991), pp. 31-40; Suárez, Luis: Franco,
Crónica de un tiempo. TI. Madrid, Actas, 2010, p. 442; Rodrigo, Javier: La
guerra...pp. 82-83 y 224.
[17] “Hoja de Servicios
del general Manuel Villegas Gardoqui”. Ministerio de Defensa. Archivo general
militar de Segovia, Caja 96, Exp. 31, p. 11.
[18] Massot i Muntaner,
Josep: El desembarcament de Bayo a Mallorca. Barcelona, Abadia de Montserrat,
1987, p. 157.
[19] Coverdale, John F: La
intervención... p. 130.
[20] “Telegrama de Pou y
Tomás al Marqués de Zayas”. Sin fecha. Archivo del Ministero degli Affari
Esteri. Gabi-netto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.
[21] Negreira Parets, Juan
José: Mallorca 1936. La sublevación militar y el desembarco republicano. Palma,
Lleo-nard Muntaner, 2006, pp. 241-4;
Massot i Muntaner, Josep: Aspectes de la
guerra civil a les Illes Balears. Barcelona, Abadia de Montserrat, 2002, pp.
139-144.
[22] Marcaró Pasarius,
Josep: Historia de Mallorca. Tomo II. Palma, Marcaró Pasarius, 1975, pp. 802-8;
Massot i Muntaner, Josep: El desembarcament... pp. 86 y 396; Aguilera Povedano,
Manuel: Un periodista en el desem-barco de Bayo. Gafim y la guerra civil en
Mallorca. Palma, Lleonard Muntaner, 2017, p. 60.
[23] “Actuación de la
Embajada de España en Roma durante el primer mes de la revolución libertadora”.
Memoria del Agregado Naval D. Rafael Estrada. Archivo de Comandancia. Estado
Mayor. 2ª Sec. Pág. 41. En Negreira Parets, Juan José: Mallorca... pp. 241-244.
[24] Propuesta de la
Embajada de España en Italia “Utilización de Mallorca como base aérea
eventual”. 20 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli Affari Esteri.
Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111; El mapa no está en el archivo.
Cartas de Ciano a Valle. 20 y 22 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli
Affari Esteri. Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.
[25] Coverdale, John
F: La intervención... p.
132; Massot i Muntaner, Josep:
Vida i miracles del ‘Conde Rossi’. Barcelona, Abadia de Montserrat,
1988, p. 48.
[26] Negreira Parets, Juan
José: Mallorca... pp. 241-4.
[27] Massot i Muntaner,
Josep: El desembarcament... pp. 264-5; Martínez Bande, José Manuel: La invasión
de Aragón y el desembarco en Mallorca. Madrid, San Martín, 1989, pp. 194-6;
Ferrari Billoch, Francisco: Mallorca contra los rojos. Palma, Amengual y
Muntaner, 1936, p. 130.
[28] Massot i Muntaner, Josep: Vida...
[29] “Hoja de Servicios
del general Manuel Villegas Gardoqui”. Ministerio de Defensa. Archivo general
militar de Segovia, Caja 96, Exp. 31, p. 11.
[30] Propuesta de la
Embajada de España en Italia “Utilización de Mallorca como base aérea
eventual”. 20 de agosto de 1936. Archivo del Ministero degli Affari Esteri.
Gabinetto del Ministro 1923-1943. Nº 1111.
[31] Vaquero Peláez,
Dimas: Mussolini... p. 96.
[32] Se puede consultar
íntegramente en el anexo.
[33] Solé, Josep Maria, y
Villarroya, Joan: España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid,
Temas de Hoy, 2003, pp. 313-6; Massot i Muntaner, Josep: Els bombardeigs de
Mallorca durant la Guerra Civil (1936-1938). Barcelona, Abadia de Montserrat,
1998; Aguilera Povedano, Manuel: “Mallorca improvisó cientos de refugios
durante la guerra civil”. El Mundo / El Día de Baleares. 26 de julio de 2009.
En https://manuelaguilerapove-dano.wordpress.com/2010/08/17/mallorca-improviso-cientos-de-refugios-durante-la-guerra-civil/;
El censo de Mallorca se ha cogido de Garí Salleras, Bartomeu: “La repressió a
Mallorca durant la Guerra
Civil española
(1936-1939)”.
Memòria d’investigació. Palma, Universitat de les Illes Balears, 2009, p. 98.
En
http://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/memoriesUIB/archives/Gari_Sal.dir/Gari_Salleras_Bartomeu.pdf.
[34] Coverdale, John F: La
intervención... 134.
[35] Mattioli, Guido: L’Aviazione
Legionaria in Spagna. Roma,
L’Aviazione, 1940, p. 301; Rodrigo, Javier: La guerra... p. 88.
[36] Mastrorilli, Edoardo:
“Guerra civile spagnola, intervento italiano e guerra totale”. Revista Universitaria de Historia Militar.
Vol. 3, Núm. 6, 2015, p. 78.
[37] Ramón Franco murió en
accidente de aviación en Mallorca el 28 de octubre de 1938.
[38] Infiesta Pérez, José
Luis: Los bombardeos del litoral mediterráneo durante la guerra civil. TI.
Valladolid, Quirón, 1998, p. 54.
[39] La dirección actual es calle Antoni Planas i
Franch, nº 9. Darder fue fusilado el 24 de febrero de 1937. El edificio
pertenece ahora al Ministerio de Defensa.
En 2018 el Ayuntamiento pidió sin éxito su devolución. “Defensa no devolverá la casa de Emili Darder
que confiscó al alcalde asesinado”. Diario de Mallorca, 27 de febrero de 2018
[40] Ferrer, Joan Lluís:
“Ibiza, un minuto antes de las bombas”. Diario de Ibiza, 22 de agosto de 2010.
[41] Murias, Carlos;
Castañón, Carlos; Manrique José María: Militares italianos en la Guerra Civil
Española. Ma-drid, La Esfera de los Libros, 2010, p. 178; Mancini, Luigi: “Un
año en Mallorca”. Memorias inéditas. Archivo personal de Claudio Mancini.
Publiqué un extracto en El Mundo / El Día de Baleares, 4 de diciembre de 2010;
Olaizola, Iñaki: “El señor López estuvo aquí”. Diario de Mallorca, 13 de julio
de 2008.
[42] Mancini, Luigi. “Un
año...
[43] Maluquer Wah, Joan:
La aviació de Catalunya el primers mesos de la guerra civil, Barcelona, Pòrtic,
1978, p. 270.
[44] Solé, Josep Maria, y
Villarroya, Joan: España... p. 315.
[45] Laia Balcells asegura
que se bombardearon más las poblaciones con más tradición de izquierdas.
Balcells, Laia: “La muerte está en el aire: los bombardeos en Cataluña,
1936-1939”. Revista Española de Investigaciones So-ciológicas, 136,
octubre-diciembre 2011, pp. 25-48.
[46] Pedriali, Ferdinando:
Guerra di Spagna e aviazione italiana, Roma, Ufficio Storico dell’Aeronautica
Militare italiana, 1992, p. 346. En Mastrorilli, Edoardo: “Guerra civile..., p.
80.
[47] Kindelán Duany,
Alfredo: Mis cuadernos de guerra. Madrid, Plus Ultra, 1945, p. 33; Solé, Josep
Maria, y Vi-llarroya, Joan: España... p. 170.
[48] Ibid p. 9-10.
[49] Villegas Gardoqui,
Manuel: La Segunda Guerra Mundial. Madrid, Editora Nacional, 1954, pp. 210-211.
[50] Solé, Josep Maria, y
Villarroya, Joan: España... pp. 147 y 179; Grassia, Edoardo: “Barcellona, 17 e
18 marzo 1938”. Diacronie, Studi di Storia Contemporánea, nº 7, 3, 2011.
[51] Díez Pomares, Gaspar:
“Los bombardeos italianos sobre el País Valenciano durante la Guerra Civil
española: un estudio fotográfico”. Pasado y Memoria. Revista de Historia
Contemporánea, 15, 2016, p. 186.
[52] Ciano, Galeazzo:
Diarios 1937-1943. Barcelona, Crítica, 2003, p. 15; Solé, Josep Maria, y
Villarroya, Joan: España... p. 170.
[53] Solé, Josep María, y
Villarroya, Joan: España... pp. 170, 176 y 315.54 Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos...
p. 37 (II).
[54] Infiesta Pérez, José
Luis: Los bombardeos... p. 37 (II).
[55] Ibid p. 163 (II).
[56] Ibid pp. 2-3 (I).
[57] De Azcárate,
Pablo: Mi embajada en Londres durante la
Guerra Civil Española. Barcelona, Ariel,
2012, pp. 289-291.
[58] Solé, Josep Maria, y
Villarroya, Joan: España... 313; Infiesta Pérez, José Luis: Los bombardeos...
p. 147 (II).
[59] Saz, Ismael: “El
fracaso... p. 118.
[60] Quartararo, Rosaria:
“Politica... p. 34; Moradiellos, Enrique: Franco frente a Churchill. Barcelona,
Península, 2005, p. 21; Foreign Office. 11 de octubre de 1937. Public Record
Office. CAB/24/271.
[61] Hoja de Servicios del
general Manuel Villegas Gardoqui.
Ministerio de Defensa. Archivo general
militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31; Diario Oficial del Ministerio de la
Guerra, 24 de febrero de 1922.
[62] ABC, Madrid, 11 de
junio de 1932.
[63] Expte. nº 47
instruido contra Estrada Arnáiz, Rafael, y Villegas Gardoqui, Manuel por el
delito/s de Rebelión Militar. Tribunales populares y jurados de urgencia y
guardia de Madrid. Archivo
Histórico Nacional. Causa
General. Caja 79/2. Expediente 44; La Vanguardia, 8 de septiembre de 1938.
[64] Heiberg, Morten:
Emperadores... p. 144; De la Cierva, Ricardo: Historia... p. 519.
[65] Hoja de Servicios del
general Manuel Villegas Gardoqui.
Ministerio de Defensa. Archivo
general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, p. 2, 11-14.
[66] Hoja de Servicios del
General Manuel Villegas Gardoqui.
Ministerio de Defensa. Archivo
general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, pp. 3, 11-14.
[67] Heiberg, Agudo,
Manuel: La trama oculta de la Guerra Civil: los servicios secretos de Franco
1936-1945. Barcelona, Crítica, 2006, p. 252.
[68] La Vanguardia, 27 de
junio de 1946.
[69] Decreto 3255/1962;
Hoja de Servicios del general Manuel Villegas Gardoqui. Ministerio de Defensa.
Archivo general militar de Segovia. Caja 96. Exp. 31, p. 18.
[70] Salas Larrazábal, Ramón: Historia del Ejército Popular de la República. Tomo I.
Madrid, La Esfera de los Libros, 2006, p. 449 (I).
[71] Rodrigo, Javier: La
guerra... p. 88.
[72] Su hijo, Juan
Villegas Urzaiz, tiene 83 años (2015) y recuerda a su padre como “una persona
excepcional”. No conocía la responsabilidad de su padre en la base italiana de
Mallorca: “En casa se hablaba poco de la guerra, ya bastante habíamos sufrido
todos”. “Mi padre hizo lo que tenía que hacer. Lo que le ordenaba Franco”.
Sobre la relación de su padre con Franco, asegura que era estrictamente
“profesional, no personal” y que él jamás conoció al generalísimo. El hijo de
Manuel Villegas dice que no entiende la reciente investigación judicial de los
bombardeos: “No sé adónde quieren llegar porque todos los responsables están
muertos. No me imagino a un inglés pidiendo responsabilidades a un alemán por
los bombardeos de Londres. Si no se juzgó a Carrillo, por qué buscan ahora
estas cosas”. Entrevista telefónica del autor con Juan Villegas Urzaiz. 15 de
septiembre de 2015.
Fuente: https://revistas.ucm.es