Por
Carlos Javier Frías Sánchez *
El
Ejército norteamericano organizó el U.S. Army Aerial Service (USAAS) en 1918,
como un elemento surgido de su Arma de Transmisiones. En 1920 se le concedió
legalmente el carácter de “Arma de Combate”, pese a lo cual, siguió manteniendo
el nombre de “Servicio” (en la terminología militar norteamericana, los “Servicios”
eran organizaciones auxiliares, no de combate). Hasta ese año se nutría de
personal de otras Armas, y desde entonces empezó a recibir personal propio o se
asignó permanentemente al USAAS al personal destinado en él. La Armada mantenía
su propio Cuerpo de Aviación. Hasta bien entrados los años 20, el papel que
tanto la Armada como el Ejército concedían a su elemento aéreo era puramente
auxiliar.
Como
sus contemporáneos, el USAAS (y su homólogo en la Armada) no escaparon a la
lucha doctrinal entre los defensores del papel de la Fuerza Aérea como apoyo a
las fuerzas de superficie y los del “Poder Aéreo Estratégico”. Puesto que la
jefatura del Army y de la Navy estaba ocupada por antiguos combatientes de la I
GM, ambas instituciones se decantaron claramente por la primera de las
opciones. Así, en 1928, el Estado Mayor del Ejército todavía priorizaba la
adquisición de aviones de reconocimiento y observación (empleados
fundamentalmente como elementos de corrección del tiro de Artillería, a imagen
de los franceses – principal fuente de inspiración doctrinal del U.S. Army –
pero también para descubrir posibles elementos adversarios en los grandes
espacios del Medio Oeste del país) y de cazas para proteger a las fuerzas
terrestres, sobre la compra de aviones de bombardeo.
En
1925, en caso de movilización, el Army contemplaba asignar a cada Gran Unidad
Ejército (de las que se esperaba organizar seis) un Ala (Wing), compuesta de
cuatro Grupos (Groups), dos de ataque, uno de caza y uno de observación. Cada
Grupo se componía de dos o más Escuadrones (Squadrons) con un número variable
de aviones, desde unos veinte hasta cincuenta. Cada Cuerpo de Ejército y cada
División recibirían un Escuadrón de Observación propio, y la Jefatura de la
Fuerza tendría una unidad mixta de caza y observación. Estas unidades aéreas
estarían directamente subordinadas a la correspondiente unidad terrestre.
Sin
embargo, en la realidad, el Servicio solo disponía de un Ala permanente, y
siete Grupos con 32 Escuadrones. Un programa de expansión aprobado en 1926
organizó nueve Grupos más, con un objetivo total de 63 Escuadrones, que nunca
se llegó a alcanzar, mientras que los existentes eran muy deficitarios en
aeronaves y personal. Todavía en 1933 solo existían 50 Escuadrones (21 de caza,
13 de observación, 12 de bombardeo y 4 de ataque a tierra), frecuentemente
mandados por Tenientes en lugar de su mando teórico de Comandante.
Pese
al enfoque oficial hacia un papel auxiliar de la Aviación, apareció muy pronto
en el USAAS una fuerte corriente partidaria de adoptar una doctrina de “Poder
Aéreo Estratégico”. Su figura más destacada fue el General William “Billy”
Mitchell, principal impulsor de la creación de la USAF, y un destacado divulgador
(más que creador) de las teorías del “Poder Aéreo Estratégico”. Mitchell,
seguidor y amigo del General británico Hugh Trenchard, batalló tenazmente por
la creación de una Fuerza Aérea independiente, claramente orientada hacia el
uso independiente y ofensivo del Poder Aéreo. Mitchell pensaba que la Aviación
representaba una revolución militar, cuya principal utilidad era la de ser
empleada de forma ofensiva para ganar el dominio del espacio aéreo, con el fin
de atacar centros de población enemigos e industrias clave. De hecho, pensaba
que una Fuerza Aérea independiente sería capaz de vencer por sí sola en
cualquier conflicto.
El
primer objetivo de Mitchell fue demostrar la vulnerabilidad de los grandes
acorazados frente a los bombarderos. Para ello, en 1921 obtuvo permiso para
bombardear a título de experimento el acorazado “Ostfriesland” (incautado a la
Marina alemana tras el armisticio). El rápido hundimiento del acorazado alemán,
junto con la proeza de Lindbergh en 1927 al cruzar el Atlántico, tuvieron un
gran impacto en el público norteamericano, popularizando la Aviación.
No
obstante, la pugna de Mitchell con la Armada (Mitchell quería suprimir los
acorazados, por anticuados, y confiar la defensa de las costas a una nueva
Fuerza Aérea independiente), le costó un Consejo de Guerra por insubordinación,
pero también dejó aparte al Ejército de Tierra, que no se sintió tan atacado
como la Armada. En consecuencia, en términos de doctrina y de organización, el
Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos (U.S. Army Air Corps o USAAC –
nuevo nombre del USAAS desde 1926), siguió siendo un elemento auxiliar y
relativamente marginado dentro de la estructura del Ejército. No obstante, las
ideas de Mitchell seguían vigentes en el profesorado y los alumnos de la Air
Corps Tactical School (ACTS).
En
1935, se creó el Cuartel General de la Fuerza Aérea (General Headquarters Air
Force), como elemento de mando de las unidades aéreas, pasando la jefatura del
USAAC a quedar como un mando institucional y de organización, pero sin
autoridad sobre el empleo de las unidades aéreas. La idea de este GHQ Air Force
era la de centralizar el mando de las unidades aéreas, dejando bajo la
autoridad de los jefes de las unidades terrestres únicamente a los Escuadrones
de Observación.
Sin
embargo, esta duplicidad de cadenas de mando, en la que la doctrina, la
logística, el adiestramiento y el desarrollo de nuevos modelos lo hacía el
USAAC, mientras que el mando táctico era responsabilidad del GHQ Air Force, dio
lugar a no pocos problemas: los tipos de aviones favorecidos por el USAAC no
siempre eran los que pedía el GHQ, ni las prioridades en el adiestramiento o la
entrada en servicio se hacían de modo acordado. En realidad, estas disfunciones
venían de la tensión entre el USAAC – mandado por el General Patrick,
partidario del ‘papel auxiliar’ de la Aviación con respecto a las fuerzas de
superficie – y el GHQ, reducto de los defensores del “Poder Aéreo Estratégico”.
Los
defensores del “Poder Aéreo Estratégico” consiguieron una victoria aparentemente
menor, pero de grandes consecuencias posteriores, cuando, en 1931 y en el marco
de las penurias económicas de la posguerra, la Armada presionó para que el
Ejército de Tierra asumiera en exclusiva la defensa de costas en el territorio
continental de los Estados Unidos. El Ejército de Tierra, a su vez, asignó esta
tarea al USAAC. El cumplimiento de esta misión implicaba disponer de bombardeos
de largo alcance, capaces de localizar a una posible flota enemiga en alta mar,
y destruirla antes de que alcanzase las costas norteamericanas. Esta misión fue
el origen de la fuerza de bombarderos norteamericana, que se emplearía
contundentemente contra Alemania y Japón durante la II Guerra Mundial.
Las
sucesivas publicaciones doctrinales norteamericanas previas a la II Guerra
Mundial, fueron un compromiso entre los dos enfoques de empleo de las Fuerzas
Aéreas. Sin embargo, los partidarios del “Poder Aéreo Estratégico” fueron ganando
terreno progresivamente, reconociéndose cada vez más la posibilidad de que las
Fuerzas Aéreas ejecutasen operaciones “independientes” de las fuerzas de
superficie.
Hasta
1939, los defensores del “Poder Aéreo Estratégico” continuaron ganando
influencia, por lo que el USAAC se centró en desarrollar procedimientos de
bombardeo estratégico, y conseguir aeronaves aptas para este papel. La
cooperación con las Fuerzas Terrestres recibió una atención muy escasa.
* Coronel Jefe de la Secretaría Técnica de la
División de Planes Estado Mayor del Ejército español
Fuente:
https://global-strategy.org