La Fuerza Aerea estadounidense actualiza sus aviones para intentar mantener su posición en un sector en el que Rusia y China empiezan a pegar muy fuerte
Por
Juanjo Fernández
Desde
el final de la Guerra Fría muchas cosas han cambiado en materia de Defensa. El
armamento se ha modernizado y la tecnología ha cambiado por completo el aspecto
de las guerras, pero aún hay detalles que aguantan al paso de los tiempos.
Símbolos como los aviones especializados, sobre todo los bombarderos. Todo
apuntaba a que desaparecerían, pero su adiós se ha quedado a medias. Lejos de
desprenderse de estos modelos, norteamericanos, rusos y chinos están trabajando
en una nueva generación de aviones especializados en el bombardeo estratégico.
Los estadounidenses son los que van más avanzados y el programa que conducirá a
que su nuevo bombardero, el B-21, levante el vuelo, avanza a buen ritmo. Por
eso es buen momento para analizar las claves de este programa y tratar de
atisbar lo que nos deparará el futuro de estos grandes ingenios.
El B-21 responde a un programa lanzado por la Fuerza Aérea norteamericana (USAF) para dotarse de un bombardero que sea capaz de reemplazar a los B-1, B-2 y B-52, actualmente en servicio y de los que al final daremos unas pinceladas. El programa se denomina LRS-B (Long Range Strike Bomber) y se lanzó en julio de 2014 con un requerimiento básico planteado por las instituciones para, en octubre de 2015, adjudicarse el proyecto a la compañía Northrop – Grumman un contrato de desarrollo. El hecho de que haya sido esta empresa la adjudicataria del contrato no es casual, al contrario, parece lo más lógico ya que se trata de la misma empresa que diseñó y fabricó el B-2.
El
costoso camino de un programa militar
El
siguiente hito del programa tuvo lugar el 14 de marzo de 2016, coincidiendo con
el “32nd Air Warfare Symposium”, una especie de congreso anual sobre guerra
aérea, donde se designó oficialmente al avión objeto del programa como B-21.
Posteriormente fue bautizado como Raider en honor de la acción de bombardeo
llevada a cabo sobre Japón el 18 de abril de 1942 por 16 bombarderos B-25 (que
despegaron del portaaviones Hornet) bajo el mando del Teniente Coronel James
“Jimmy” Doolittle.
Actualmente
el programa ha superado la “revisión de diseño preliminar”, donde se da luz
verde a una primera aproximación que hace el fabricante sobre el modelo y más
recientemente, en 2017, se aprobó igualmente el llamado CDR o Critical Desing
Rewie, documento que desarrolla el anterior y donde se analizan y revisan ya aspectos
de bastante detalle del aparato.
Sin
embargo, el secreto envuelve todo lo concerniente al programa y parece lógico,
pues el B-21 está llamado a convertirse en un arma estratégica de los Estados
Unidos. La USAF es reacia incluso a dar cualquier dato sobre los costes pues
“podrían revelar o dar pistas sobre algunas de las capacidades del nuevo
avión”. Son relevantes, sin embargo, las cifras que se han estado barajando
sobre el número de aviones que se fabricarían. La USAF habla de “no menos de
100 aviones” aunque también afirman que esta cantidad podría verse aumentada a
180 e incluso 200 ejemplares. Para un avión al que se le van a pedir muchas
tareas, como a continuación veremos, 100 unidades pueden resultar excesivamente
pocas si tenemos en cuenta que cualquier cifra de material militar hay que
reducirla un mínimo de un 30% (averías, mantenimientos, etc.) para saber el
número real de aviones disponibles en un momento dado.
Nada
de esto es extraño pues lo que no tenía sentido es lo que ocurrió con el B-2.
Una flota de tan solo 21 aparatos (de los que se perdió uno en accidente) para
un modelo con unos costes de desarrollo exagerados que termina elevando el
precio unitario al infinito y los costes operativos, lo que se denomina el
'coste por hora de vuelo' a cifras prohibitivas. Para el B-2, del que es casi
imposible precisar una cifra de coste unitario mínimamente realista, se citan
valores de unos 750 millones de dólares cada uno, algo que se nos antoja escaso
si se considera el coste total de desarrollo. Con todo, se habla de que un
posible precio podría situarse entre 550 y 600 millones.
Capacidades
futuristas
Aunque
no se conoce oficialmente ningún dato sobre las capacidades del B-21, se han
revelado detalles con los que podremos adivinar algunas de sus características.
El primer aspecto es que se va a basar en mucha de la experiencia adquirida con
el bombardero B-2 y con los cazas de quinta generación F-22 y F-35. Se define
como “bombardero supersónico de gran radio de acción” y este es un tema
importante pues, por ejemplo, el B-2 siempre tuvo el hándicap de ser un avión
subsónico, apostando todo a su bajísima detectabilidad al radar. Las
características “Stealth” van a ser de un nivel hoy desconocido. Tiene que ser
así si quiere sobrevivir, pues ha de ir necesariamente por delante de los
avances en radares. Sera también un avión muy polivalente ya que además de
bombardero táctico y estratégico en el sentido clásico, debe ser capaz de
actuar como avión de reconocimiento e inteligencia y como elemento de
coordinación de guerra, lo que permitiría aplicar lo que se denomina “networked
sensor-shoot”, algo de difícil traducción literal pero que implica una doctrina
de mando y control muy avanzada con elevadísima integración de fuentes de
información.
Las
funciones de inteligencia son obvias para una aeronave de gran radio de acción,
baja detectabilidad al radar y una carga de sensores desconocida hoy en día. La
función de elemento de coordinación de guerra indica que, gracias a sus
capacidades, podrá actuar como una plataforma que integre, no sólo la
información de sus sensores, sino la de cualquier elemento presente en el campo
de batalla, desde la observación directa por una unidad de infantería, otros
aviones, un dron o un satélite. Esta integración asociada a una capacidad de
computación sin precedentes, permitirá al B-21 coordinar otros medios en el
ataque o la defensa de las unidades propias. Lo que viene siendo un centro
neurálgico volante. Estas capacidades se ven reforzadas por el dato de que se
ha previsto que el futuro B-21 actúe conjuntamente con el también
revolucionario y futurístico caza PCA (Penetrating Counter Air), al que ya
dedicamos un artículo en fechas pasadas. La utilización conjunta de ambos aviones,
diseñados para entrar hasta la cocina del enemigo y con la posibilidad de
controlar aviones no tripulados simultáneamente, puede dar lugar a acciones de
guerra que hoy serían de película de ciencia ficción.
Del
B-2 va a heredar mucho más que el diseño de ala voladora. Heredará sobre todo
métodos de producción y, más mundano, la misma factoría donde se construyeron
los B-2 y las mismas bases donde ahora operan tanto el B-1 como el B-2. Del
F-22 cogerá, sin duda, la experiencia adquirida (en lo bueno y en lo malo) de
los materiales y tecnología de baja detectabilidad y, por supuesto, de su
fantástico radar AESA. Del F-35 también tomará algo, de entrada, los futuros
motores del B-21, que estarán basados en el motor Pratt & Whitney F135, el
motor que lleva el F-35. Esto supondrá, además, un ahorro sustancial de costes
tanto en el programa del bombardero como en el del caza por elementos compartidos.
Pero también utilizará como punto de partida la gran capacidad de 'Situational
Awareness' o 'conciencia situacional' del controvertido F-35, algo en lo que
hoy no tiene rival. Con todo, el desarrollo de este nuevo avión es una realidad
y así lo ha afirmado recientemente el teniente general Arnold W. Bunch, Asesor
Militar del Subsecretario de Adquisiciones para la USAF. “El B-21 sigue
logrando un progreso positivo y continúa en el buen camino para estar operativo
a mediados de la década de 2020. La Fuerza Aérea sigue comprometida con una
flota mínima de 100 B-21 que proporcionarán las capacidades necesarias para
cumplir con los futuros requisitos del Mando de Combate. El B-21 sigue siendo
una prioridad absoluta de la defensa nacional”.
Bombarderos
de hoy y de mañana
Hemos
visto lo que los Estados Unidos está preparando para el futuro, pero antes
desarrolló dos grandes bombarderos, el B-1 Lancer y el revolucionario B-2
Spirit. Ambos aviones y sobre todo el segundo, extraordinariamente caros. El
B-2 recuperó la idea de Ala Volante de los YB-35 e YB-49, naves de finales de
los años 40 e inspirados en los diseños alemanes de los hermanos Horten. El B-2
es espectacular. Un gran avión con una capacidad de hasta 32 toneladas de
bombas y un RCS (índice de detección al radar) de tan solo 0,1 m, cuando, por
ejemplo, el correspondiente a un Rafale o a un F-18 es de 1 m (10 veces más) y
el del Eurofighter es 0,5 m. Por el contrario, un F-35 tiene un RCS de 0,005 y
el F-22 de 0,0001 m.
Frente
a este derroche tecnológico y económico, aún mantienen en activo al más que
famoso B-52. Un avión enorme, antiguo (en servicio desde 1955) y continuamente
renovado, modernizado y en primera línea. El viejo BUFF (Big Ugly Fat Fucker o
Big Ugly Fat Fellow, cuando se quiere ser más “políticamente correcto”), como
se le conoce, parece eterno. Ni el B-1 ni el B2 han podido con él y veremos si
el B-21 es capaz de jubilarle de verdad. Por parte rusa, el principal
bombardero pesado es el Tupolev Tu-160 Blackjack, un enorme pájaro de diseño un
tanto anticuado (finales de los 80) pero de prestaciones impresionantes:
velocidad de Mach 2 (el doble de la velocidad del sonido) y carga de bombas de
45 toneladas. Tienen solo 16 ejemplares, pero se van a modernizar a la versión
M2 incorporando características “Stealth” (fantasmas).
Además
de estos, también disponen del Tupolev Tu-22 Backfire, igualmente supersónico,
pero más antiguo, de principios de los 70. Ahora Rusia está trabajando en un
futuro bombardero de la oficina Tupolev denominado PAK-DA, supersónico y
también de largo alcance que utilizaría la experiencia adquirida con el caza
PAK-FA. De diseño muy innovador, aunque aún poco desarrollado, se estima que
podría estar operativo para 2030. Como bombardero pesado o estratégico China
únicamente utiliza en la actualidad el Xian H-6, una versión autóctona del
Tupolev Tu-16, que, aunque muy mejorado, no deja de ser un diseño de los años
50. Ciertamente ha llegado más tarde que americanos y rusos a este campo, pero
ya está aquí y también están desarrollando un nuevo tipo de bombardero al que
denominan Xian H-20, un avión que será subsónico, “stealth” y que se parece
demasiado a un B-2 e incluso a un B-21. Podría entrar en servicio a partir de
2025.
Fuente:
https://www.elconfidencial.com