A
finales de la década de 1930, la Marina imperial japonesa (que iba, en asuntos aeronáuticos
y en general a lo suyo, sin contar para nada con el Ejército de tierra) se dio
cuenta con desconsuelo que su mejor avión, el todavía en fase de prototipo G4M,
no daba la talla para ciertos trabajos de bombardeo pesado a muy larga
distancia que serían necesarios para la construcción del Imperio agrandado
japonés. En concreto, era necesario un avión capaz de llevar del orden de
cuatro toneladas de bombas a cerca de 6.000 km de distancia.
La
industria aeronáutica japonesa dominaba ya la construcción de bombarderos
bimotores de 10-15 toneladas de peso total, pero no tenía experiencia en
cuatrimotores de 30 toneladas, aparte de su lejana tentativa de convertir en
bombardero el Junkers G.38. En la otra orilla del océano Pacífico, en concreto
en el sur de California, la compañía Douglas había dado un paso en falso
después de su gran éxito comercial, el DC-3. En junio de 1938 había volado por
primera vez el DC-4E (por Experimental). Se trataba de un avión enorme de 42
metros de envergadura y triple cola, repleto de complejos y experimentales
mecanismos, incluyendo un tren aterrizaje triciclo. El único ejemplar no gustó
a la compañía United Airlines, que había hecho el pedido, y fue puesto a la
venta. Mientras tanto, Douglas se dedicó a poner a punto el auténtico DC-4, más
pequeño, compacto y simplificado, que voló en febrero de 1942 y que se
convirtió en un gran clásico de la aviación civil.
El
DC-4E fue comprado en octubre de 1939 oficialmente por la compañía de bandera
japonesa Dai Nippon, la aerolínea imperial, trasladado a Japón y llevado
discretamente a los talleres de Nakajima, donde sus ingenieros se pusieron a la
ardua tarea de convertirlo en un bombardero pesado. Los vicios del modelo
original se trasladaron, multiplicados, al modelo transformado, y el resultado
final fue un avión bastante más pesado de lo previsto, incapaz de alcanzar las
prestaciones de distancia y carga especificadas y extremadamente complicado de
operar. Los prototipos construidos se usaron como aviones auxiliares de apoyo y
transporte para la Marina, y se planeó una versión mejorada para el Ejército
que no se terminó. De la frustrante experiencia, no obstante, Nakajima obtuvo
mucho saber hacer que le sirvió para desarrollar el G8N Renzan, un bombardero
cuatrimotor adecuadamente mortífero.
Fuente: https://aeropinakes.com