Avanzada
la II Guerra Mundial (1943) y cuando los bombardeos aliados contra ciudades
alemanas eran cada vez más frecuentes, la Luftwaffe desarrolló un intrincando
sistema de defensa aéreo basado en el, todavía, incipiente sistema de radar.
Este
sistema de detección y defensa denominado Himmelbett (cama con baldaquín),
alarde de tecnología de la época, la formaban una gran cantidad de estaciones
de radar diseminadas por toda la costa de la Europa ocupada. En cada estación
estaban instalados unos radares de dos tipos diferentes. Un radar del tipo
Freya que era grande y cuadrado con un alcance bastante largo (50 Kms.) aunque
de poca precisión (foto cabecera e inferior).
Y
un radar tipo Würzburg, más pequeño y redondo. Tenía menos alcance, pero eran
más preciso.
El
tercer elemento del sistema defensivo eran los cazas nocturnos. Aviones,
algunos de motor a reacción, que eran modificados para llevar un radar en su
morro.
El
sistema funcionaba así. El primer radar tipo Freyar (haz beige) localizaba los
bombarderos que se acercaban y lo comunicaba a unos de los radares Würzburg(haz
azul claro). Este "enfocaba" en la dirección indicada y en cuanto se
acercaban lo suficiente para "enganchar" un objetivo, lo comunicaba a
los cazas que sobrevolaban el cielo nocturno. Con la ayuda del segundo radar
Würzburg(haz azul claro) el caza es guiado hasta el objetivo y puede
localizarlo él mismo con el radar que lleva incorporado.
En
esta situación, el avión aliado estaba vendido. En mitad de la noche, los cazas
nocturnos acostumbraban a acercarse por encima y por un costado del objetivo.
Desde esta posición, realizaban un picado sobre el avión que lo barrían, desde
la cola hasta el morro, con sus ametralladoras cargadas con proyectiles
explosivos. La tripulación del bombardero no se enteraba de nada hasta que
comenzaba a recibir los impactos sobre el fuselaje.
Las
pérdidas de la aviación aliada empezaron a ser preocupantes, aparte de la
escasa efectividad que conseguían los bombardeos. Había que "cegar"
de alguna manera esos radares y rápidamente pusieron a trabajar en ello a sus
mejores ingenieros.
Como
suele ser habitual, las ideas más sencillas suelen ser las más efectivas y no
hizo falta ni una gran tecnología ni un derroche de medios, simplemente... unas
pequeñas tiras de aluminio. Estas tiras eran de unos 30 ctms, las llamaron
windows y se arrojaban desde los aviones atadas con una goma en manojos de 2000
tiras. En el aire la goma se soltaba y una "nube" de tiras quedaban
flotando en el cielo.
Estas
"nubes" metálicas devolvían una señal parecida a la de un bombardero.
Lanzando un manojo por minuto en una formación de aviones, era suficiente para
saturar la señal del radar, siendo imposible guiar a los cazas. Han nacido las
primeras contra-medidas aéreas.
Fuente:
https://www.lasegundaguerra.com