Por
Javier Pastor
La
II Guerra Mundial había acabado por fin, y el auge de la televisión parecía
imparable. Había un problema, no obstante: no había forma sencilla de emitir la
señal televisiva a toda la población de los Estados Unidos.
Fue entonces cuando Charles E. Nobles, un joven ingeniero de Westinghouse, ideó un sistema sorprendente: uno que hacía que varios aviones sobrevolaran ciertas regiones con antenas especiales montadas en ellos para retransmitir todas esas señales televisivas a la población. Aquello se bautizó con un nombre inevitable para la época: Stratovision.
Una
idea loca que funcionó a la perfección
Westinghouse
puso la idea de Nobles —que por entonces tenía 27 años— rápidamente en marcha.
Creó un equipo con varios ingenieros para que planteasen la puesta en escena, y
ellos indicaron que bastarían 14 aviones para cubrir el 51% del área de los Estados
Unidos y el 78% de la población. Aquello pintaba bien.
La
idea, que se propuso inicialmente en 1944, avanzó rápido. En septiembre de 1946
ese grupo de ingenieros ya tenía preparado un diseño factible. En él cada avión
volaría a una altitud de 30.000 pies y distribuiría las señales originadas en
estaciones terrestres.
El
23 de junio de 1948 se realizó la primera prueba de este sorprendente servicio.
La empresa Glenn L. Martin Company ofreció un B-29 Superfortress —un bombardero
utilizado durante la II Guerra Mundial— que había sido modificado para incluir
una cabina presurizada.
El
avión orbitó sobre Pittsburgh y reemitió la convención republicana que estaba
emitiéndose en la cadena WMAR-TV en Baltimore entre las 9 y las 10 PM EDT.
Para
hacerlo al bombardero se le acopló un mástil de casi tres metros en su
estabilizador vertical con el que recibía los programas. Esa señal se enviaba
de la antena a la cabina, y de allí a la antena de transmisión que colgaba
nueve metros —casi irónicamente— del compartimento que originalmente había sido
diseñado para las bombas que lanzaba ese avión. Ahora lanzaba ondas de
televisión.
Cables
1, aviones 0
Westinghouse
invitó a la prensa a una de sus instalaciones de recepción en Zanesville, Ohio,
justo en el borde de una de las áreas de recepción. Demostraba así poder llegar
a pequeñas ciudades y casas rurales, y aquella primera prueba fue un éxito
rotundo.
La
idea parecía poder estar preparada para ponerse en marcha, pero se enfrentó a
dos problemas. El primero, el coste. Cada uno de los 14 aviones que tenía que
estar en vuelo debía tener uno de repuesto por si algo iba mal. Tener a 28
aviones volando las 24 horas del día y los 365 días del año no era barato, y se
esperaba que el coste por hora fuera de unos 150.000 dólares ajustados a la
inflación.
El
segundo, la aparición de la verdadera solución, que no fue otra que la
instalación del primer gran cable coaxial que AT&T "tiró"
atravesando (sobre todo de forma subterránea) todo el medio oeste de los Estados
Unidos en 1949.
A
ello se sumó el hecho de que fueron apareciendo más y más emisoras televisivas,
lo que hacía menos útil que una señal de Nueva York se viera en San Francisco
cuando San Francisco ya tenía su propia estación de televisión.
Stratovision
jamás demostró su viabilidad comercial aun cuando la solución tecnológica era
válida, y el proyecto se abandonó en 1950.
Stratovision
murió como proyecto, pero no como idea
Aquello
no fue el fin de la historia, no obstante. En 1961 una ONG llamada Midwest
Program on Airborne Television Instruction puso brevemente en marcha el
servicio de Stratovision desde la Universidad de Perdue.
Se
realizaron una serie de emisiones de programas educativos durante cuatro días
que según las estimaciones pudieron ser seguidas por cinco millones de
estudiantes en 13.000 escuelas y universidades, pero de nuevo la viabilidad
económica quedó en evidencia.
La
idea fue vuelta a ser aplicada como método propagandístico en la guerra de
Vietnam, en el bombardeo de la OTAN de 1999 a la República Federal de
Yugoslavia durante la Guerra de Kosovo, y también en la Guerra de Iraq.
La
idea original de Nobles y el equipo de Westinghouse es desde luego
sorprendente, y quizás tuviera que ver en aquella propuesta que en 1945 publicó
el escritor de ciencia ficción Arhur C. Clarke, que propuso la puesta en marcha
de una red global de comunicación basada en tres satélites situados en
distintas órbitas.
Aquella idea le hizo ganar un premio en 1963, pero además tuvo repercusión en la puesta en marcha del primer sistema de televisión por satélite que comenzó a funcionar en 1962.
Ahora
estamos viendo una aplicación real mucho más ambiciosa aún: el proyecto de
SpaceX con Starlink, esa internet satelital de banda ancha, es en esencia una
iteración más de la idea que propuso originalmente el proyecto de Stratovision
y de esa propuesta de Clarke. Fascinante.
Fuente:
https://www.xataka.com