Por
Enrique Pérez
La
bomba atómica fue lo que terminó por derrotar a Japón durante la II Guerra
Mundial, pero durante meses fueron los bombarderos Boeing B-29 “Superfortress”
los que decantaron la guerra a favor de los estadounidenses. Cientos de estos
bombarderos sobrevolaban y destruían las ciudades japonesas, demostrando su
superioridad como el avión más avanzado de la época.
En
la lucha contra el eje, Reino Unido, la Unión Soviética y los Estados Unidos
compartían información y recursos, pero cada nación reservaba para sí algunos
avances tecnológicos. Y los super bombarderos B-29 eran una de las armas de
guerra más envidiadas.
Los Boeing B-29 disponían de ametralladoras controladas a distancia, compartimentos presurizados, ruedas dobles, un sistema de aterrizaje avanzado y los motores más potentes. Como bombarderos, tenían capacidad para transportar unas 9 toneladas de bombas y arrojarlas sobre objetivos a 5.000 kilómetros de distancia.
Eran
bombarderos de largo alcance, pudiendo volar a gran altitud fuera del alcance
de las defensas japonesas. Como describe Amusing Planet, en comparación, el
bombardero soviético más avanzado por entonces utilizaba alerones cubiertos de
tela. Nada que ver con el aluminio del B-29.
El
Boeing B 29 Superfortress
El
presidente Roosevelt compartió con Stalin una enorme cantidad de recursos,
vehículos y aviones, pero ninguno de estos bombarderos. Ni siquiera bajo
alquiler. Una tecnología de largo alcance que los soviéticos podrían utilizar
en su contra.
Como
recoge Neatorama, a los B-29 se les ordenó aterrizar en tierras rusas en caso
de emergencia. Y en verano de 1944 llegó el momento esperado por Stalin.
Tres
Boeing B-29 (“General H.H. Arnold Special”, “Ding How” y “Ramp Tramp”) se
detuvieron en Vladivostok. La tripulación estadounidense volvió a casa, pero
las demandas de devolución de los Estados Unidos fueron ignoradas. Con esos
tres aviones, dio comienzo uno de los ejercicios de ingeniería inversa más
complejos de la historia.
Tupolev
Tu-4: uno de los grandes trabajos de ingeniería inversa de la historia
Los
ingenieros rusos desmantelaron por completo uno de los tres B-29. El segundo de
ellos fue utilizado como referencia y con el tercer modelo se hicieron tests y
pruebas de vuelo. En menos de dos años, los rusos construyeron el Tupolev Tu-4
"Bull", en honor a Andrei Tupolev, ingeniero jefe del proyecto.
Visualmente
el Tu-4 era idéntico a los B-29, con el mismo tamaño, rango y velocidad. Pero
el proceso no fue fácil y se tuvieron que realizar algunos compromisos. La URSS
no disponía de las mismas láminas de aluminio y se tuvo que apostar por un
material más grueso, lo que provocó que el Tu-4 pesara unos 340 kilogramos
extra.
Las
ametralladoras de calibre .50 fueron sustituidas por cañones Nudelman-Suranov
NS-23. Los motores fueron sustituidos por los Shvetsov ASh-73TK. Pero el mayor
desafío fue replicar el sofisticado centro de control de disparo. Los Boeing
B-29 utilizaban cinco computadoras de General Electric para gestionar las armas
y el sistema estaba fabricado con gran precisión teniendo en cuenta las
características del avión. Finalmente, tras un par de años de trabajo lograron
un sistema funcional.
El
primer vuelo de un Tu-4 data de 1947. En agosto de ese mismo año se realizó el
día de la aviación en la Unión Soviética, donde también estaban presentes los
embajadores estadounidenses. Según describe el libro “The Arrow”, de James Dow,
ese día volaron tres grandes bombarderos que se presuponían eran los B-29, pero
la sorpresa llegó cuando un cuarto bombardero idéntico sobrevoló Moscú.
Fue
entonces cuando los analistas occidentales concluyeron que los soviéticos
habían sido capaces de replicar bajo ingeniería inversa una de las grandes
armas de los estadounidenses. Era solo el inicio de la Guerra Fría.
Imagen
de portada | Andrey Korchagin (Flickr)
Fuente:
https://www.xataka.com