Mientras
que el Tercer Imperio alemán creó toda clase de armas extraordinariamente
mortíferas y de aspecto muy amenazador en todos los compartimentos de la
tecnología militar – ahí están los ejemplos del Stuka o el carro de combate
Tiger– fracasó completamente a la hora de crear un equivalente de los
mortíferos y amenazadores bombarderos estratégicos aliados.
Tras
dejar de lado los prototipos del Uralbomber Ju-89 y Do19, el RLM (literalmente
“el Ministerio de la Aviación Imperial) encargó a la industria en 1936 un
bombardero estratégico, al mismo tiempo que Gran Bretaña hacía lo mismo. El
Imperio británico obtuvo tres bombarderos pesados que, en número total de
15.000, machacaron noche tras noche Alemania hasta reducir sus ciudades a
escombros humeantes. El Tercer Imperio alemán consiguió menos de mil ejemplares
de un avión que nadie sabía muy bien cómo emplear.
El
He177 Greif (Grifo, por el animal fabuloso con cuerpo de águila y patas de
león) se apartó del diseño fácil que era de esperar a base de cuatro motores
montados en el ala, un amplio fuselaje y torretas armadas repartidas por todo
el avión. En su lugar los ingenieros de Heinkel trazaron un estilizado fuselaje
sin apenas protuberancias y dos únicos motores (en apariencia) moviendo grandes
hélices. El avión voló por primera vez el 19 de noviembre de 1939, diez semanas
después del ataque a Polonia que comenzó la gran masacre.
La
máquina tenía una velocidad punta de 500 km/h y un largo radio de acción (5.000
km) con mucho tonelaje de bombas. Así considerada, parecía un bombardero
todavía más peligroso que el Lancaster o la Fortaleza Volante, pero ese no fue
el caso, afortunadamente para los aliados. El desarrollo del avión se retrasó
mucho y hasta 1942 no empezó su despliegue, que tuvo muchos problemas
principalmente por la decisión de empaquetar cuatro potentes motores
Daimler-Benz de unos 1.500 HP cada uno en dos estrechas barquillas.
Tanta
potencia en límites tan estrechos era propensa al fallo y al incendio, y costó
mucho conseguir que los 24 cilindros acoplados en total funcionaran
razonablemente bien. La razón de tomarse tantas molestias en lugar de colocar
los cuatro motores separados era que los planificadores del RLM no tenían en
mente una solemne procesión de camiones aéreos portabombas dirigiéndose contra
una ciudad enemiga, sino un enjambre de mortíferas aves de presa rápidas y
maniobreras, algo así como un Stuka de 31 toneladas mucho más rápido y con mucho
mayor alcance.
Del
millar de He177 fabricados nunca hubo más de un centenar en servicio
simultáneo, y para cuando los hubo en cierta cantidad la situación en el Este
cada vez estaba más fea, así que fueron desplegados allí. Allí intentaron hacer
retroceder al Ejército rojo sin mucho éxito, con variantes a las que se
atornilló un pesado cañón en el morro para destruir tanques, una visión sin
duda espeluznante para los tanquistas, pero un derroche de recursos en términos
militares. Otros Grifos fueron utilizados como cargueros para intentar
abastecer a Stalingrado.
La
oportunidad de funcionar por fin como avión del terror llegó en enero de 1944,
cuando la Superioridad nazi exigió bombardeos de represalia sobre Londres como
respuesta al duro ataque que los Halifax y Lancaster de la RAF ejercían noche
tras noche sobre Berlín. Se consiguió reunir unos 500 aparatos, la mayoría
Junkers Ju-88 y Dornier Do-217, con tal vez medio centenar de He-177 como
únicos bombarderos pesados estratégicos participantes. La operación Capricornio
(Steinbock) consiguió matar a unos 1.500 civiles en Inglaterra, en su mayoría
mujeres, ancianos y niños, en Londres y otras ciudades, a lo largo de sus
varios meses de desarrollo. Desde ese punto de vista fue un fracaso, pues esa
mortandad la conseguía el mando de bombardeo de la RAF fácilmente en una sola
noche, y en dos ocasiones al menos (Hamburgo en 1943 y Dresde en 1945) la
multiplicó por 25.
Los
He177 volaban a gran altura la corta distancia que separaba sus bases en la
costa francesa y belga de Inglaterra y una vez en posición se lanzaban en un
picado a 700 km/h, difícil de detener por los Mosquito y Beaufighter que
funcionaban como cazas nocturnos de la RAF por entonces (no hubo Spitfire ni
Hurricane como en el Blitz). La precisión de esta técnica era inexistente, los
procedimientos de navegación no eran tan afinados como los de la RAF y en
general nunca se consiguió una concentración de blancos y de incendios como los
que sufrían las ciudades de allende el Rhur.
Si
hubiera existido una bomba atómica alemana, la tendría que haber llevado el
He177, pero eso no llegó a ocurrir, y el gran bombardero se hundió en la
debacle final del imperio nazi sin saber ni siquiera para qué servía en
realidad. Sin duda hay alguno esperando en el fondo de algún lado helado en
Rusia.
Fuente: https://aeropinakes.com