Recordado como uno de los episodios más negros del final de la II Guerra Mundial, el bombardeo de la localidad alemana de Dresde, una ciudad conocida como la Florencia del Elba, llevado a cabo entre el 13 y el 14 de febrero de 1945 por la aviación aliada (británicos y estadounidenses), supuso la muerte de entre 20.000 y 45.000 personas. Unos mil aviones sobrevolaron Dresde, destruyendo hasta los cimientos una ciudad que, hasta aquel momento, no había sido considerada una plaza con especial valor estratégico.
Por Josep Gavaldà
Unos mil aviones pertenecientes a las fuerzas aéreas estadounidense y británica bombardearon la ciudad de Dresde entre el 13 y el 14 de febrero de 1945, causando miles de bajas civiles (entre 20.000 y 45.000 personas) y destruyendo hasta los cimientos la que había sido considerada una de las ciudades más bellas de Alemania.
Museos
y monumentos destruidos
Dresde
contaba con hermosos edificios barrocos y el impresionante palacio de Zwinger,
que albergaba la famosa colección de porcelanas de Meissen y de Dresde. También
se podían visitar magníficos museos de todo tipo como la Pinacoteca de los
Maestros Antiguos, el Museo Histórico con su imponente colección de armas y los
Salones de Ciencias Físicas y Matemáticas. Todo ello quedó reducido a cenizas.
Aviones con una carga mortal
A
las 21:51 sonaron las alarmas antiaéreas y los habitantes de Dresde se dirigieron
corriendo hacia los sótanos de sus viviendas o a los escasos búnkers que
estaban operativos. En tan sólo ocho minutos, los bombarderos soltaron su
funesta "carga". Las bombas blockbuster destruyeron todos los
tejados, puertas y ventanas, creando una corriente de aire que alimentó los
incendios que se propagaron por la ciudad gracias a las bombas incendiarias.
Bombas incendiarias caen sobre la ciudad
Una
tercera oleada de aviones, conocida como Plate Rack, compuesta por 254
bombarderos Lancaster cargados con 500 toneladas de material explosivo,
incluidas las famosas bombas blockbuster de dos toneladas, llamadas así por su
capacidad de destruir una manzana de edificios entera, sobrevoló Dresde para
dejar caer sobre ella su carga mortal, lo que terminó de tumbar los pocos
edificios que quedaban en pie.
La desolación más absoluta
La
iglesia protestante de Nuestra Señora, Frauenkirche, con una forma única en su
género, era el monumento más característico de Dresde. El edificio resistió el
primer embate, pero finalmente se derrumbó por las tremendas temperaturas que
llegó a alcanzar. En la imagen, una estatua de la torre del ayuntamiento de
Dresde observa la desolación que se extiende a sus pies.
Dresde
en 1910
Tras
la fundación del Reich alemán en 1871, Dresde alojó una de las guarniciones
militares más grandes de toda Alemania. En la ciudad surgieron multitud de
cuarteles, especialmente en la parte norte. Se inició asimismo una ambiciosa
reforma urbanística que cambió por completo la imagen de Dresde: se tendieron
puentes sobre el Elba, se construyeron vías y estaciones de ferrocarril, se
creó el embarcadero sobre el río y en 1872 se puso en marcha la primera línea
de tranvía. Nuevos y modernos edificios completaron esta transformación: el
ayuntamiento (1910), la ópera (1878) y numerosos edificios municipales. En el
cambio de siglo, Dresde acogía una población de más de 500.000 habitantes, con
lo que se convirtió en la cuarta ciudad más poblada de Alemania.
Objetivos marcados
El
13 de febrero de 1945 era martes de Carnaval y las calles de Dresde estaban
atestadas de gente. Mientras tanto, en el Reino Unido, una vez confirmado que
las condiciones meteorológicas eran favorables, una escuadrilla de aviones
despegó para iluminar la ciudad de Dresde. Una vez sobre ella, lanzaron
paracaídas con bengalas de fósforo, los conocidos como "árboles de
Navidad" por los alemanes. Al poco rato llegó otra escuadrilla que se
encargaría de marcar con bengalas las zonas que debían ser bombardeadas.
Las víctimas
La
segunda oleada de ataques sobre Dresde se inició a las 01:23 de la madrugada.
Sin electricidad, las sirenas se tuvieron que manipular de forma manual. A esa
hora el incendio de la ciudad era tan pavoroso que podía verse a cien kilómetros
de distancia; la columna de humo se levantaba a 4.600 metros. Las operaciones
de extinción tuvieron que ser paralizadas y las altas temperaturas derritieron
el vidrio y el metal. Los habitantes de la ciudad murieron calcinados, a causa
de un shock térmico y asfixiados en los refugios por los gases de la combustión
o por la falta de oxígeno.
Se desata el infierno
En
la Estación Central Haupt-bahnhof la barbarie superó todo lo que se pueda
imaginar. Los refugiados se apiñaban en vagones de carga, otros atestaban los
pasillos y los túneles. Dos trenes acababan de llegar de Königsbruck con
cientos de niños que habían sido evacuados al Este y ahora volvían a ser
evacuados para salvarlos del ejército ruso que se estaba acercando. Con las
primeras bombas incendiarias, los pasillos y los túneles se inundaron de humo.
En el segundo ataque, concentrado en bombardear la estación, los refugiados
perecieron asfixiados o quemados vivos. La intensidad del calor era tal que
derretía los cuerpos sobre el pavimento. En palabras del periodista Phillip
Knightley: "Las llamas devoraron toda la materia orgánica a su paso: todo
lo que era combustible ardió. La gente murió derretida, incinerada o por
asfixia. Al día siguiente llegaron aviones norteamericanos para ametrallar a
los sobrevivientes que intentaban alcanzar la orilla del Elba".
Limpiando los destrozos
Los
bombardeos de Dresde no fueron los únicos. El principal objetivo de estos
ataques eran los núcleos urbanos de ciudades como Colonia, Düsseldorf,
Duisburg, Essen, Lübeck, Fráncfort o Hamburgo. En esta última población se
calcula que sólo en el desarrollo de la llamada Operación Gomorra (que
consistió en una serie de bombardeos sobre la ciudad) murieron alrededor de
42.600 civiles y otras 37.000 personas resultaron heridas. El objetivo aliado
era castigar a la población civil y desmoralizar al pueblo alemán. En la
imagen, un grupo de voluntarios limpia los escombros de la calle Martin Luther
King de Dresde.
Himler pasa revista en Dresde
El
21 de marzo de 1937, en pleno apogeo del régimen nazi, tuvo lugar en Dresde el
Primer campeonato de marcha con equipo. En la imagen, el Reichsführer Heinrich
Himler pasa revista a la tripulación del SS Germany después de que sus
componentes hayan realizado la marcha cargados con su impedimenta.
Conmemorando el 40 aniversario ante las ruinas de la iglesia Frauenkirche
Una
superviviente del bombardeo, Eleonore Kompish, que por aquella época tenía 22
años, llegó a afirmar que dejó de ser creyente el 15 de febrero de 1945:
"Antes del ataque de Dresde fui una persona muy creyente, pero después de
la ofensiva perdí la fe por completo. No podía más. Todo se había extinguido.
Fue un shock psicológico que se llevó por delante muchas cosas; entre otras, la
fe". Tras la guerra, Dresde formó parte de la República Democrática
Alemana. Para conmemorar el 40 aniversario del bombardeo, en 1985, la RDA y la
República Federal Alemana hicieron público un comunicado conjunto: "Que
nunca más se inicie una guerra desde suelo alemán".
El renacer de la Florencia del Elba
Tras
ser totalmente destruida por el bombardeo aliado de 1945, Dresde inició su
reconstrucción, primero durante las décadas de régimen comunista y luego tras
la reunificación alemana. Las autoridades de la antigua Alemania del Este
recuperaron edificios históricos como la Hofkirche (la catedral), el palacio
Zwinger y la Ópera Semper. Después, tras la caída del Muro de Berlín en 1989,
las subvenciones europeas contribuyeron a la restauración de la ciudad. La
catedral católica volvió a ser consagrada en 1980, aún bajo el gobierno de la
RDA, mientras que la protestante Frauenkirchelo lo fue en 2005, cuando se culminó
su hermosa cúpula. Este hermoso edificio barroco se convirtió en el símbolo del
renacimiento y de la paz.
Hitler en Dresde
El
presidente de la República alemana, Paul von Hindenburg, había encargado en
enero de 1933 la formación de gabinete al líder del Partido Nazi, Adolf Hitler.
Desde su nueva posición, Hitler pudo empezar a desplegar su política, que
combinaba nuevas leyes, propaganda y uso de la violencia para acabar desde el
interior con la República de Weimar, un sistema que el nuevo canciller
detestaba. La muerte de Hindenburg en agosto de 1934 fue aprovechada por Hitler
para declarar vacante la presidencia de la república y asumirla junta a la
cancillería en el nuevo cargo de Führer. En la imagen, Hitler visita Dresde el
30 de mayo de 1934, poco antes de hacerse con el poder absoluto en Alemania.
Fuente:
https://historia.nationalgeographic.com.es