Por Javier Sanz
Entre los dos millones de italianos que emigraron a los EEUU entre 1900 y 1914 estaban los padres del protagonista de esta historia, Vincent Joseph Patriarca. Cuando el padre de Vincent llegó a New York montó una barbería en pleno distrito del Bronx que a duras penas conseguía mantener a su familia. En 1914 nació Vincent y desde muy pequeño mostró su predisposición a volar. Cuando tuvo edad para ello, solicitó el ingreso en la United States Air Force (USAF) pero fue rechazado porque no llegaba a la altura mínima (172 cm.). Aun así, siguió adelante con su deseo de convertirse en piloto, realizó varios cursos de vuelo y algunas prácticas en aviación comercial. No era suficiente… quería ser piloto de caza, pero en los EEUU tenía las puertas cerradas. Así que, utilizó su origen italiano para solicitar el ingreso en la Regia Aeronautica (Real Fuerza Aérea Italiana) en 1933 recorría el viaje que habían hecho sus padres en sentido contrario.
En
apenas dos años ya era Sargento y un experto piloto de los cazas italianos Fiat
CR30 y CR32. Participó en la Segunda Guerra Italo-Etíope (1935 y 1936) y a su
regreso se encontró con la oportunidad de mostrar su valía; Franco había pedido
ayuda al gobierno de Italia y se estaban reclutando voluntarios para luchar en
la Guerra Civil Española. El 5 de agosto de 1936, partía del puerto de La
Spezia el carguero italiano Nereide con 12 pilotos (Capitán Vincenzo Dequal
-alias Limonesi-, Vittor Ugo Ceccherelli –Vaccarese-, Ernesto Monico –Preti-, Giuseppe
Cenni –Stella-, Giuseppe Avvico –Nannini-, Bruno Castellani –Ribaudi-, Sirio
Salvadori –Salvo-, Angelo Boetti –Ilacqua-, Adamo Giuglietti –Guglielmotti-,
Giovanni Magistrini –Marietti-, Vicenzo Patriarca –Boccolari-, Guido Presel
–Sanmartano-), tres ingenieros, tres mecánicos, 12 Fiat CR32 desmontados y
piezas de repuesto… nueve días más tarde llegaban a Melilla, donde fueron
recibidos por el cónsul italiano y los oficiales sublevados. Se volvieron a
montar los aviones y cruzaron a la península para reagruparse en Sevilla donde
quedaron adscritos a la Legión Extranjera formando la Primera Escuadrilla de
Cazas del Tercio. Las primeras misiones de la escuadrilla consistieron en
patrullas de reconocimiento, proteger el avance de la infantería y escoltar a
los bombarderos, hasta que el 11 de septiembre la escuadrilla tuvo su bautismo
de fuego en un enfrentamiento en Cáceres con varios Nieuport (cazas
republicanos de fabricación francesa) del que salieron victoriosos.
Otra
cosa es lo que ocurrió dos días más tarde, Vincenzo Patriarca salió en misión
de cobertura de varios bombarderos junto a Joaquín García Morato -el mejor
aviador español de los sublevados- y otro aviador italiano. En los cielos de
Talavera de la Reina se encontraron con dos cazas republicanos escoltando a
otros bombarderos. Los dos aviadores republicanos (Felix Urtubi y Carlos Colom)
fueron derribados y murieron en el enfrentamiento. Antes de caer, uno de los
cazas impacto con el de Vincenzo y también fue derribado, pero nuestro
protagonista pudo saltar en paracaídas y salvar la vida. Cayó en territorio
enemigo y fue capturado, lo llevaron a una fábrica abandonada en Santa Olalla
(Toledo) donde fue interrogado por el General José Asensio Torrado.
"Soy
estadounidense, soy estadounidense, repetía una y otra vez".
Aquello
le salvo la vida, porque después de haber perdido a un héroe republicano
-Urtubi- los ánimos estaban muy caldeados. Torrado decidió trasladarlo a Madrid
donde volvió a ser interrogado por Indalecio Prieto, Ministro de la Marina y
del Aire. Los republicanos decidieron aprovechar el hecho de haber capturado a
un piloto italiano -no les interesaba revelar su nacionalidad estadounidense-
para demostrar a la opinión pública internacional que Italia apoyaba con
aviones y efectivos el levantamiento de Franco, pero el periodista
estadounidense Jay Allen, que cubría la contienda para el Chicago Daily
Tribune, se enteró de que un estadounidense estaba preso. Consiguió
entrevistarse con él y el 30 de septiembre el Chicago Daily Tribune publicaba
al otro lado del Atlántico:
“Joven
piloto estadounidense, con lágrimas en los ojos, cuenta una historia de guerra”.
Durante
la entrevista, Vincenzo estaba abatido, arrepentido e incluso mostró admiración
por Urtubi que se lanzó a derribarle antes que salvarse él mismo. Sólo hacía
que acordarse de la pena que embargaría a su padre y rogaba ser repatriado a
los EEUU. Allen le prometió que haría todo lo posible por sacarle de allí. La
historia publicada en el diario conmovió a la opinión pública estadounidense
que se movilizó para pedir la libertad de Vincenzo. La Casa Blanca ordenó al
embajador en Madrid iniciar negociaciones con Indalecio Prieto para liberar a
Vincenzo; el 6 de noviembre 1936 era liberado y recluido en la embajada
americana. Desde Madrid se telegrafió:
“Está
a salvo en la embajada […] las autoridades españolas han pedido la máxima
discreción con la prensa para no poner en peligro la seguridad de la Embajada”.
Lo
sacaron de incógnito de Madrid hasta Valencia donde embarcó rumbo a Marsella y
desde allí a París donde se alojó en la embajada de los EEUU hasta poder
tramitar su regreso a casa: El 10 de diciembre llegaba a New York donde fue
recibido como una estrella de Hollywood. Entre la multitud y los numerosos
medios de comunicación estaba su padre, con el que se fundió en un fuerte
abrazo. Durante un tiempo fue la persona más popular de los EEUU: todos los
medios querían entrevistarlo, daba conferencias, era invitado a toda clase de
eventos sociales, hasta que los focos se apagaron. Volvió a solicitar el
ingreso en United States Air Force, pero debía hacer un curso de instrucción
durante dos años. Recurrió aquella decisión y mientras esperaba estuvo ayudando
a su padre en la barbería. A pesar de sus años de combate en caza, debía hacer
el curso. Así que, decidió regresar a Italia y pedir el reingreso en Regia
Aeronautica.
Volando
para Italia participó en la II Guerra Mundial hasta que los EEUU entraron en
guerra. No lucharía contra sus compatriotas. Lo dejaron en tierra con la misión
de formar nuevos pilotos. En 1943, durante la ofensiva de los aliados desde
Sicilia y ante la pasividad de Mussolini, los alemanes toman las riendas en la
Italia. La base aérea en la que estaba Vincenzo pasó a manos de la Luftwaffe.
Vincenzo, se negó a luchar junto a los alemanes y fue arrestado. Intentó escapar,
pero fue capturado. Su próximo destino fue un campo de concentración en
Polonia. Tras dos años de reclusión consiguió ser liberado por la mediación del
gobierno de Italia.
Terminada
la guerra, Vincenzo se reenganchó al ejército, del que se retiró el 12 de enero
de 1959, con 46 años.
Fuente: https://historiasdelahistoria.com