"Este
mítico cuerpo británico fue la primera fuerza aérea independiente del mundo.
Durante décadas, la RAF se erigió en modelo organizativo y tecnológico para
cuerpos similares en todo el planeta".
Por
Enrique F. Sicilia Cardona
Cuando
en 1903, el biplano Flyer de los hermanos Wright despegó levemente en Kill
Devil Hills, se inauguró una nueva era. Aquella invención tecnológica experimentó
un creciente desarrollo por parte de las potencias de la época, que empezaban a
vislumbrar sus capacidades militares. Durante la Gran Guerra, el uso de la embrionaria
aviación vivió un impulso.
Al
principio, estos aparatos se utilizaron únicamente para el reconocimiento
aéreo, pero poco a poco aparecieron los aviones de combate capaces de derribar
a otros y, en rápida progresión, los adaptados para lanzar bombas sobre el
enemigo. En esta carrera por el dominio de los cielos, los británicos fueron
pioneros con la creación de la Royal Air Force (RAF) en 1918.
Para
trazar los antecedentes tenemos que retroceder hasta principios del Siglo XX, cuando
un comité militar, encabezado por lord Esher, previno sobre el potencial peligro
de los ataques aéreos. En 1912 los británicos crean, tras los iniciales vuelos de
guerra de los italianos contra los turcos, otro grupo para estudiar la
posibilidad de usar las aeronaves como armas ofensivas. Se recomendó la
creación de un cuerpo aéreo formado por un ala naval, un ala militar, una
escuela de entrenamiento de vuelo y una planta de producción. Dos meses
después, el naciente Royal Flying Corps (RFC) constaba de 133 oficiales, 12 globos
tripulados y 36 aviones. A su vez, la Royal Navy también quiso tener su propia
estructura aérea separada, y pronto fundó el Royal Naval Air Service (RNAS).
En
1913 construía una base para hidroaviones en la isla de Grain y otra para
aeronaves en Kingsnorth, y, en los meses siguientes empezó a trabajar en el
aterrizaje de aviones en barcos de superficie, origen del posterior y decisivo
desarrollo de los portaaviones.
Con el estallido de la guerra con Alemania, en agosto de 1914, los escuadrones disponibles del RFC –siete en ese momento– se organizaron en un sistema de vuelos por secciones. Los comandantes del escuadrón generalmente tenían empleo de Mayor, mientras que los comandantes de vuelo solían ser Capitanes. En estos primeros meses, los pilotos realizaban vuelos de reconocimiento de hasta dos horas y servían por un período continuado de seis meses, más otros tres de permiso.
"Tras
un informe sobre el peligro de los ataques aéreos, Gran Bretaña crea en 1912 el
antecedente de la RAF"
Todo
el concepto de guerra aérea cambiaría por completo el 5 de octubre de 1914, cuando
el piloto francés Louis Quenault abrió fuego contra un avión alemán por primera
vez con una ametralladora. El RFC incorporó este avance con el modelo biplano y
biplaza Vickers FB.5 a principios de 1915. Las tácticas diseñadas para luchar contra
otro aparato en el aire sufrieron cambios, y la experiencia pagada con sangre
dio paso a métodos que incluían el ataque desde arriba de un oponente con el
sol de frente o, atacando desde atrás y por debajo del punto ciego de los
enemigos.
La
paridad técnica con los germanos se consiguió con el excelente modelo de biplano
S.E.5, en 1917. En ese modelo conseguiría el as británico Mick Mannock la mayoría
de sus acreditadas 61 victorias en combate, hasta que fue derribado y muerto en
1918, al volar cerca de las trincheras enemigas. Fue un fin parecido al del más
legendario Barón Rojo, del que todavía se discute quién lo abatió. Quizá se
trató del Capitán canadiense Roy Brown, del 209º escuadrón de la RAF (que volaba
en un Sopwith Camel, uno de los mejores cazas de la guerra), o, más probablemente,
de tiradores australianos de la 24th Machine Gun Company, o incluso de los
artilleros de la 53rd Battery, de la 1402 Field Artillery Brigade.
Tanto
el RFC como el RNAS también tenían la tarea de interceptar otra particular
amenaza aérea alemana: el zepelín.
En
1915, el ejército alemán comenzó a usarlos contra Gran Bretaña para debilitar
su capacidad de respuesta. Los primeros intentos de derribar estos dirigibles, que
volaban a gran altura, fueron inútiles hasta que, en la noche del 2 al 3 de septiembre
de 1916, el Teniente William Leefe Robinson se convirtió en el primer piloto
del RFC en conseguirlo. Dos años después, los alemanes desplegaron sus bombarderos
pesados Gotha, capaces de realizar incursiones de largo alcance contra
territorio británico.
En
respuesta a estas nuevas amenazas, el General Jan Smuts recibió autorización del
Gabinete Imperial de Guerra para llevar a cabo una revisión de la estrategia a seguir
en el aire que fructificaría en el llamado Informe Smuts. En él se recomendaba
la creación de una fuerza aérea separada de la Marina y del Ejército, que debería
ser la única responsable de llevar a cabo la guerra en el aire. El Parlamento debatió
y aprobó la ley de la Fuerza Aérea de 1917, sancionada por el rey Jorge V en noviembre
de aquel año.
Meses
después, el Royal Naval Air Service y el Royal Flying Corps se fusionaban para
dar lugar a la primera fuerza aérea independiente del mundo, la RAF. Ese mismo
1 de abril de 1918, los tripulantes de un Bristol F.2B del 22º escuadrón
llevaban a cabo las primeras misiones oficiales de la RAF. Hacia el final de la
guerra, en noviembre, el cuerpo había obtenido la superioridad aérea en el
frente occidental y contribuyó a la victoria de los aliados sobre las potencias
centrales. Se había convertido, además, en la fuerza aérea más grande del planeta
en ese momento, con unos 290.000 oficiales y aviadores, más otros 9.000 miembros
del WRAF (Women’s Royal Air Force, creada en 1918 y disuelta dos años después),
junto a la espectacular cifra de más de 22.000 aviones en inventario.
Precursores
y modelos
En
los años de entreguerras, la mejora técnica de los aviones se vio acompañada de
nuevos retos para los pilotos osados y con ganas de aventura. El Capitán John Alcock
y el Teniente Arthur W. Brown realizaron el primer trayecto sin escalas a través
del océano Atlántico, desde St. John’s, en Terranova, a Clifden, en el condado
irlandés de Galway. Volaron en un bombardero Vickers Vimy modificado durante 16
horas y 27 minutos, hasta que se estrellaron sin consecuencias graves en una
zona pantanosa que confundieron con tierra firme. Fue en 1919. Quedaba casi un
decenio hasta el famoso vuelo transatlántico del Spirit of St. Louis del norteamericano
Charles Lindbergh.
Mientras,
la RAF preparaba su salto tecnológico con la incorporación del primer caza
construido enteramente de metal –una aleación de aluminio–, el Armstrong Whitworth
Siskin III, que entró en servicio en 1924. Y ese mismo año, tras la botadura
del portaaviones HMS Hermes, los británicos demostraban con la aviación embarcada
cuál podía ser el futuro de la guerra naval, tal como se demostraría durante la
II Guerra Mundial. Tampoco descuidaban otras categorías, como por ejemplo el
prestigioso Trofeo Schneider de velocidad. En un recorrido de 62 millas, el
hidroavión Supermarine S.6B, pilotado por John Boothman, lo completó en 1931 a
una velocidad promedio de 547,3 km/h.
Conseguía
con ello la tercera victoria consecutiva de Gran Bretaña en esta competición,
algo nunca antes visto.
Con los vientos de una nueva guerra cada vez más cerca, el ingeniero inglés R. J. Mitchell ideó para la RAF un modelo de caza legendario, el Supermarine Spitfire, desarrollado sobre un motor Rolls-Royce Merlin 45. Con los medios necesarios a su disposición y exclusividad para decidir el camino a seguir sin trabas, Mitchell entregó un prototipo que voló por primera vez el 5 de marzo de 1936 (el primer Mk I no fue entregado hasta el 4 de agosto de 1938). En septiembre de 1939 ya estaban operativos diez escuadrones, y la cifra subiría hasta 19 en vísperas de la mítica confrontación con la Luftwaffe alemana durante la batalla de Inglaterra.
"El
Hurricane era menos maniobrero y veloz que el Spitfire, pero resultaba más
estable y sólido"
El
Spitfire fue uno de los mejores y más icónicos cazas de aquel decisivo período.
Sus diferentes modelos llegaron a volar nada menos que hasta 1954. Tampoco
podemos olvidar otro modelo construido en aquellos años treinta, menos
maniobrero y veloz que su hermano mayor, pero más estable y sólido. El Hawker
Hurricane entró formalmente en producción en junio de 1936. A medida que aumentaban
las tensiones con la Alemania nazi, la cantidad de Hurricane encargados por el
Ministerio del Aire continuó creciendo.
Al
estallar la guerra en 1939, unos 500 estaban en servicio con la RAF, con otros
3.000 en la cadena de producción. Las razones de este éxito hay que
fundamentarlas en su fácil y rápida fabricación frente al más complejo y avanzado
Spitfire, además de ser mucho más cómodo de reparar y mantener. De hecho, de
1939 a 1942, sería el caballo de batalla de la RAF, y lograría más victorias
frente a todo tipo de adversarios que el resto de la defensa aérea británica.
La
hora de la verdad
Al
estallar la guerra, la RAF estaba preparada con 157 escuadrones y 3.700 aviones
operativos, divididos en tres ramas administrativas y estratégicas: el Fighter Command
(6 grupos de caza), el Bomber Command (5 grupos de bombardeo) y el Coastal
Command, el más desconocido, formado por cazas de largo alcance e hidroaviones
como el PBY Catalina o el Short 25 Sunderland. Este vital servicio costero realizó
240.000 operaciones entre 1941 y 1945, hundiendo 212 U-boats y 366 buques
mercantes alemanes, por unas pérdidas propias de 2.060 aviones y 5.866 hombres
en acción. En sus operaciones de rescate recogieron a 10.663 personas, incluidas
tripulaciones aliadas y enemigas, personal y marineros mercantes.
Junto a esta estructura, la RAF contaba con unas instalaciones secretas denominadas Chain Home (CH), un nombre en clave que representaba al anillo de estaciones de radar de alerta temprana costera construidas para detectar y rastrear aviones. Este secreto militar constituyó el primer sistema de radar militar operacional del mundo. Estaba integrado con las salas de control y el Royal Observer Corps, que dirigían las operaciones de caza y la respuesta rápida a cualquier enemigo que volara hacia las islas británicas. No se dejó nada al azar: desde 1939 se instauró el Air Commonwealth Training Plan, una ambiciosa iniciativa de capacitación que reclutó para la RAF a miles de candidatos idóneos de muchas partes del mundo.
En el verano de 1940, después de la caída de Francia y la milagrosa evacuación de Dunkerque, Hitler planeaba la invasión de Gran Bretaña, pero, para realizar ese desembarco con garantías, antes necesitaba destruir a la RAF. Churchill anunció a la nación la inminencia del ataque en el Parlamento, y el 26 de junio de 1940 dio comienzo la batalla de Inglaterra, la hora de la verdad. En su primera fase, los alemanes se concentraron en destruir las bases de la RAF y las estaciones de radar, con grandes pérdidas para ambos bandos. Al no poder limitar por completo la capacidad aérea británica, se decidió un cambio estratégico, y la Luftwaffe comenzó a atacar las principales ciudades, como Londres, tanto de día como de noche, en lo que se conocería más tarde como el Blitz.
El
15 de septiembre hubo un gran combate en los cielos, y los alemanes perdieron 57
aviones por 29 de los británicos. Hitler, cansado de esperar una victoria que
no llegaba, canceló poco después la planeada invasión y focalizó sus esfuerzos
contra la URSS. Occidente se había salvado, y la RAF conquistó el imaginario
colectivo como un aéreo centinela de la libertad.
Superada
esta grave crisis con éxito, la RAF defendió su espacio (con, entre otros, el
multipropósito de Havilland Mosquito) y comenzó a desplegarse contra blancos alemanes
en la Europa ocupada, mientras operaba en Oriente Medio y defendía la isla de
Malta.
De
1942 a 1944, el Bomber Command tomó el testigo ofensivo. Con los nuevos bombarderos
pesados Handley Page Halifax y Avro Lancaster, emprendió una campaña sin
restricciones que intentó destruir las ciudades alemanas y quebrantar, de paso,
la moral de la población.
Esta
discutible estrategia, iniciada en Lübeck en 1942, implicó matanzas como las perpetradas
en Hamburgo (1943, 42.000 muertos), Berlín (1943-45, 350.000 muertos) o Dresde
(1945, 25.000).
Aparte
de estos grandes raids sobre el suelo alemán, la RAF puso a prueba sus habilidades
con las operaciones especiales, que incluyeron, entre otros, los éxitos de la
conocida incursión Dambusters contra dos presas del Ruhr (Operación Chastise) o
el hundimiento del acorazado alemán Tirpitz (Operación Catechism), junto al
raid contra el cuartel general de la Gestapo en Copenhague (Operación Carthage).
El objetivo de este último ataque fue arrasado, aunque, por desgracia, también
se destruyó por error una escuela católica cercana, lo que provocó la muerte de
86 escolares y 39 adultos.
En
mayo de 1945, los aliados vencieron en la conflagración europea y, desde luego,
la RAF, con su resistencia, su innovación puntual y su capacidad de superación y
emulación, fue una de las claves para ese final. Durante la contienda sirvieron
180.000 hombres en sus fuerzas, de los que 67.421 causaron baja en acción, un 37,4%,
la mayoría de ellos en las tripulaciones de los masivos bombarderos.
La
Guerra Fría
Un
nuevo invento, el motor a reacción, dominaría los cielos de aquellas tensas décadas
siguientes. La RAF, no tan adelantada al principio como su enemigo alemán,
fabricó el caza Gloster Meteor, con el que consiguió el récord de velocidad en noviembre
de 1945, al volar su modelo MK IV a 975,67 km/h. Basándose en él, la RAF siguió
apostando por esta tecnología para defenderse del nuevo enemigo soviético y de
las incursiones que se pudieran producir en su espacio aéreo. El de Havilland
Venom es un exponente de esta tendencia, si bien, a mediados de los años
cincuenta, se necesitaba un salto cualitativo para crear un nuevo interceptor
de caza de alta velocidad.
El
English Electric Lightning fue un jet que voló por primera vez el 4 de agosto
de 1954.
Seis
años después ingresó en el 74º escuadrón, y estuvo operativo hasta 1988, una larga
vida. Presentaba un diseño plateado con alas en flecha pronunciada y dos motores
Rolls Royce Avon, que le proporcionaban velocidades incluso por encima de los
2.000 km/h, y podía ir armado con dos cañones automáticos ADEN de 30 mm, más
dos misiles aire-aire. Curiosamente, el Lightning nunca vio el combate durante
su servicio con la RAF, pero su maniobrabilidad y velocidad eran extraordinarias.
En 1985, en el marco de un ejercicio de la OTAN, fue el único avión aliado
capaz de interceptar y adelantar al Concorde, el avión de pasajeros más rápido
del mundo.
La
disuasión nuclear fue una de las claves estratégicas de este período, y la RAF
se sumó a ella con la formación de la V Force Bomber, encarnada en el
enigmático modelo Avro 698 Vulcan. Este avión de ala en delta entró en servicio
en 1956. Los aparatos se organizaron en escuadrones activos las 24 horas
durante los 365 días del año y en aeródromos dispersos, para no ser destruidos
en un único ataque. Al estar en alerta constante, los pilotos de los Avro 698
llegaron a dormir en caravanas muy cercanas a las pistas. Su capacidad de vuelo
subsónico a baja cota y su armamento nuclear los hacía, en teoría, ideales para
internarse en territorio soviético en caso de conflicto, aunque, al no portar
ningún armamento defensivo, eran vulnerables a cualquier tipo de interceptación.
Pilotos veteranos comentaron que dieron gracias al cielo por no tener que volar
nunca en una alerta real... Hasta las Malvinas y la Operación Black Buck (cinco
incursiones completadas contra posiciones argentinas en aquellas islas, que hoy
en día siguen siendo motivo de debate por su efectividad real).
De
las Malvinas hasta hoy
"El
de las Malvinas fue un triunfo agridulce para los británicos por las pérdidas
humanas y materiales"
El
agridulce triunfo británico en ese conflicto colonial (tuvieron que lamentar la
pérdida de hombres, bastantes buques de guerra y material) nos transporta hasta
el siguiente episodio bélico, que tuvo lugar durante la guerra del Golfo
(1991). En los desiertos de Kuwait e Irak, el avión de combate bimotor y con
ala de geometría variable Panavia Tornado GR tuvo un destacado protagonismo,
aunque sufrió algunas pérdidas en ataques a baja cota.
Tras
las actuaciones en Kosovo (1999) y, de nuevo, Irak y Afganistán, la RAF actual cuenta
con una plantilla de 39.400 personas, que operan desde 12 bases dentro del Reino
Unido y otras en el exterior, con unos 1.100 aviones operativos en cuatro capacidades
principales: control de aire, movilidad, inteligencia y ataque. La última joya
recibida por la RAF ya estará operativa este año en la base de Marham (Inglaterra):
es el avión de última generación norteamericano Lockheed Martin F-35B. Diseñado
para ataques en tierra y misiones de superioridad aérea, este polivalente avión
manifiesta la merma de la tecnología británica y el vigoroso vínculo anglosajón
instaurado desde el siglo pasado.
Fuente:
https://www.academia.edu