30 de abril de 2021

LA RAF 100 AÑOS EN LOS CIELOS

 

Varios Blenheim MK IV en formación, 1941


"Este mítico cuerpo británico fue la primera fuerza aérea independiente del mundo. Durante décadas, la RAF se erigió en modelo organizativo y tecnológico para cuerpos similares en todo el planeta".

 

 

Por Enrique F. Sicilia Cardona

 

 

Vuelo de los Wright, 1903. 


Cuando en 1903, el biplano Flyer de los hermanos Wright despegó levemente en Kill Devil Hills, se inauguró una nueva era. Aquella invención tecnológica experimentó un creciente desarrollo por parte de las potencias de la época, que empezaban a vislumbrar sus capacidades militares. Durante la Gran Guerra, el uso de la embrionaria aviación vivió un impulso.

 

Al principio, estos aparatos se utilizaron únicamente para el reconocimiento aéreo, pero poco a poco aparecieron los aviones de combate capaces de derribar a otros y, en rápida progresión, los adaptados para lanzar bombas sobre el enemigo. En esta carrera por el dominio de los cielos, los británicos fueron pioneros con la creación de la Royal Air Force (RAF) en 1918.


Lord Esher
 

Para trazar los antecedentes tenemos que retroceder hasta principios del Siglo XX, cuando un comité militar, encabezado por lord Esher, previno sobre el potencial peligro de los ataques aéreos. En 1912 los británicos crean, tras los iniciales vuelos de guerra de los italianos contra los turcos, otro grupo para estudiar la posibilidad de usar las aeronaves como armas ofensivas. Se recomendó la creación de un cuerpo aéreo formado por un ala naval, un ala militar, una escuela de entrenamiento de vuelo y una planta de producción. Dos meses después, el naciente Royal Flying Corps (RFC) constaba de 133 oficiales, 12 globos tripulados y 36 aviones. A su vez, la Royal Navy también quiso tener su propia estructura aérea separada, y pronto fundó el Royal Naval Air Service (RNAS).


Anuncio de alistamiento de la Flying Corp
 

En 1913 construía una base para hidroaviones en la isla de Grain y otra para aeronaves en Kingsnorth, y, en los meses siguientes empezó a trabajar en el aterrizaje de aviones en barcos de superficie, origen del posterior y decisivo desarrollo de los portaaviones.

 

Con el estallido de la guerra con Alemania, en agosto de 1914, los escuadrones disponibles del RFC –siete en ese momento– se organizaron en un sistema de vuelos por secciones. Los comandantes del escuadrón generalmente tenían empleo de Mayor, mientras que los comandantes de vuelo solían ser Capitanes. En estos primeros meses, los pilotos realizaban vuelos de reconocimiento de hasta dos horas y servían por un período continuado de seis meses, más otros tres de permiso.


"Tras un informe sobre el peligro de los ataques aéreos, Gran Bretaña crea en 1912 el antecedente de la RAF"


Todo el concepto de guerra aérea cambiaría por completo el 5 de octubre de 1914, cuando el piloto francés Louis Quenault abrió fuego contra un avión alemán por primera vez con una ametralladora. El RFC incorporó este avance con el modelo biplano y biplaza Vickers FB.5 a principios de 1915. Las tácticas diseñadas para luchar contra otro aparato en el aire sufrieron cambios, y la experiencia pagada con sangre dio paso a métodos que incluían el ataque desde arriba de un oponente con el sol de frente o, atacando desde atrás y por debajo del punto ciego de los enemigos.


Instrumentación de cabina de un S.E.5
 

La paridad técnica con los germanos se consiguió con el excelente modelo de biplano S.E.5, en 1917. En ese modelo conseguiría el as británico Mick Mannock la mayoría de sus acreditadas 61 victorias en combate, hasta que fue derribado y muerto en 1918, al volar cerca de las trincheras enemigas. Fue un fin parecido al del más legendario Barón Rojo, del que todavía se discute quién lo abatió. Quizá se trató del Capitán canadiense Roy Brown, del 209º escuadrón de la RAF (que volaba en un Sopwith Camel, uno de los mejores cazas de la guerra), o, más probablemente, de tiradores australianos de la 24th Machine Gun Company, o incluso de los artilleros de la 53rd Battery, de la 1402 Field Artillery Brigade.


HSM Hermes
 

Tanto el RFC como el RNAS también tenían la tarea de interceptar otra particular amenaza aérea alemana: el zepelín.

 

En 1915, el ejército alemán comenzó a usarlos contra Gran Bretaña para debilitar su capacidad de respuesta. Los primeros intentos de derribar estos dirigibles, que volaban a gran altura, fueron inútiles hasta que, en la noche del 2 al 3 de septiembre de 1916, el Teniente William Leefe Robinson se convirtió en el primer piloto del RFC en conseguirlo. Dos años después, los alemanes desplegaron sus bombarderos pesados Gotha, capaces de realizar incursiones de largo alcance contra territorio británico.

 

En respuesta a estas nuevas amenazas, el General Jan Smuts recibió autorización del Gabinete Imperial de Guerra para llevar a cabo una revisión de la estrategia a seguir en el aire que fructificaría en el llamado Informe Smuts. En él se recomendaba la creación de una fuerza aérea separada de la Marina y del Ejército, que debería ser la única responsable de llevar a cabo la guerra en el aire. El Parlamento debatió y aprobó la ley de la Fuerza Aérea de 1917, sancionada por el rey Jorge V en noviembre de aquel año.

 

Meses después, el Royal Naval Air Service y el Royal Flying Corps se fusionaban para dar lugar a la primera fuerza aérea independiente del mundo, la RAF. Ese mismo 1 de abril de 1918, los tripulantes de un Bristol F.2B del 22º escuadrón llevaban a cabo las primeras misiones oficiales de la RAF. Hacia el final de la guerra, en noviembre, el cuerpo había obtenido la superioridad aérea en el frente occidental y contribuyó a la victoria de los aliados sobre las potencias centrales. Se había convertido, además, en la fuerza aérea más grande del planeta en ese momento, con unos 290.000 oficiales y aviadores, más otros 9.000 miembros del WRAF (Women’s Royal Air Force, creada en 1918 y disuelta dos años después), junto a la espectacular cifra de más de 22.000 aviones en inventario.

 

Precursores y modelos

 

En los años de entreguerras, la mejora técnica de los aviones se vio acompañada de nuevos retos para los pilotos osados y con ganas de aventura. El Capitán John Alcock y el Teniente Arthur W. Brown realizaron el primer trayecto sin escalas a través del océano Atlántico, desde St. John’s, en Terranova, a Clifden, en el condado irlandés de Galway. Volaron en un bombardero Vickers Vimy modificado durante 16 horas y 27 minutos, hasta que se estrellaron sin consecuencias graves en una zona pantanosa que confundieron con tierra firme. Fue en 1919. Quedaba casi un decenio hasta el famoso vuelo transatlántico del Spirit of St. Louis del norteamericano Charles Lindbergh.


Sala de operaciones del Fighter Command, sector G, en Duxford, 1940
 

Mientras, la RAF preparaba su salto tecnológico con la incorporación del primer caza construido enteramente de metal –una aleación de aluminio–, el Armstrong Whitworth Siskin III, que entró en servicio en 1924. Y ese mismo año, tras la botadura del portaaviones HMS Hermes, los británicos demostraban con la aviación embarcada cuál podía ser el futuro de la guerra naval, tal como se demostraría durante la II Guerra Mundial. Tampoco descuidaban otras categorías, como por ejemplo el prestigioso Trofeo Schneider de velocidad. En un recorrido de 62 millas, el hidroavión Supermarine S.6B, pilotado por John Boothman, lo completó en 1931 a una velocidad promedio de 547,3 km/h.

 

Conseguía con ello la tercera victoria consecutiva de Gran Bretaña en esta competición, algo nunca antes visto.

 

Con los vientos de una nueva guerra cada vez más cerca, el ingeniero inglés R. J. Mitchell ideó para la RAF un modelo de caza legendario, el Supermarine Spitfire, desarrollado sobre un motor Rolls-Royce Merlin 45. Con los medios necesarios a su disposición y exclusividad para decidir el camino a seguir sin trabas, Mitchell entregó un prototipo que voló por primera vez el 5 de marzo de 1936 (el primer Mk I no fue entregado hasta el 4 de agosto de 1938). En septiembre de 1939 ya estaban operativos diez escuadrones, y la cifra subiría hasta 19 en vísperas de la mítica confrontación con la Luftwaffe alemana durante la batalla de Inglaterra.


Spitfire en una versión posterior a la batalla de Inglaterra, en 2015.

 

Un Hurricane participante en aquella batalla, 2014.


"El Hurricane era menos maniobrero y veloz que el Spitfire, pero resultaba más estable y sólido"


El Spitfire fue uno de los mejores y más icónicos cazas de aquel decisivo período. Sus diferentes modelos llegaron a volar nada menos que hasta 1954. Tampoco podemos olvidar otro modelo construido en aquellos años treinta, menos maniobrero y veloz que su hermano mayor, pero más estable y sólido. El Hawker Hurricane entró formalmente en producción en junio de 1936. A medida que aumentaban las tensiones con la Alemania nazi, la cantidad de Hurricane encargados por el Ministerio del Aire continuó creciendo.

 

Al estallar la guerra en 1939, unos 500 estaban en servicio con la RAF, con otros 3.000 en la cadena de producción. Las razones de este éxito hay que fundamentarlas en su fácil y rápida fabricación frente al más complejo y avanzado Spitfire, además de ser mucho más cómodo de reparar y mantener. De hecho, de 1939 a 1942, sería el caballo de batalla de la RAF, y lograría más victorias frente a todo tipo de adversarios que el resto de la defensa aérea británica.

 

La hora de la verdad


El Hidroavión Short Sunderland 25 Mk. V ExCC

 

Al estallar la guerra, la RAF estaba preparada con 157 escuadrones y 3.700 aviones operativos, divididos en tres ramas administrativas y estratégicas: el Fighter Command (6 grupos de caza), el Bomber Command (5 grupos de bombardeo) y el Coastal Command, el más desconocido, formado por cazas de largo alcance e hidroaviones como el PBY Catalina o el Short 25 Sunderland. Este vital servicio costero realizó 240.000 operaciones entre 1941 y 1945, hundiendo 212 U-boats y 366 buques mercantes alemanes, por unas pérdidas propias de 2.060 aviones y 5.866 hombres en acción. En sus operaciones de rescate recogieron a 10.663 personas, incluidas tripulaciones aliadas y enemigas, personal y marineros mercantes.


Un londinense vigila los cielos durante la batalla de Inglaterra, 1940
 

Junto a esta estructura, la RAF contaba con unas instalaciones secretas denominadas Chain Home (CH), un nombre en clave que representaba al anillo de estaciones de radar de alerta temprana costera construidas para detectar y rastrear aviones. Este secreto militar constituyó el primer sistema de radar militar operacional del mundo. Estaba integrado con las salas de control y el Royal Observer Corps, que dirigían las operaciones de caza y la respuesta rápida a cualquier enemigo que volara hacia las islas británicas. No se dejó nada al azar: desde 1939 se instauró el Air Commonwealth Training Plan, una ambiciosa iniciativa de capacitación que reclutó para la RAF a miles de candidatos idóneos de muchas partes del mundo.


En el verano de 1940, después de la caída de Francia y la milagrosa evacuación de Dunkerque, Hitler planeaba la invasión de Gran Bretaña, pero, para realizar ese desembarco con garantías, antes necesitaba destruir a la RAF. Churchill anunció a la nación la inminencia del ataque en el Parlamento, y el 26 de junio de 1940 dio comienzo la batalla de Inglaterra, la hora de la verdad. En su primera fase, los alemanes se concentraron en destruir las bases de la RAF y las estaciones de radar, con grandes pérdidas para ambos bandos. Al no poder limitar por completo la capacidad aérea británica, se decidió un cambio estratégico, y la Luftwaffe comenzó a atacar las principales ciudades, como Londres, tanto de día como de noche, en lo que se conocería más tarde como el Blitz.

 

El 15 de septiembre hubo un gran combate en los cielos, y los alemanes perdieron 57 aviones por 29 de los británicos. Hitler, cansado de esperar una victoria que no llegaba, canceló poco después la planeada invasión y focalizó sus esfuerzos contra la URSS. Occidente se había salvado, y la RAF conquistó el imaginario colectivo como un aéreo centinela de la libertad.


A la izquierda, varios de Havilland Mosquito B.XVI. A la derecha, un bombardero Avro 683 Lancaster B1 en 1997.

 

Superada esta grave crisis con éxito, la RAF defendió su espacio (con, entre otros, el multipropósito de Havilland Mosquito) y comenzó a desplegarse contra blancos alemanes en la Europa ocupada, mientras operaba en Oriente Medio y defendía la isla de Malta.


Dos Gloster Meteor III con la góndola corta original

 

De 1942 a 1944, el Bomber Command tomó el testigo ofensivo. Con los nuevos bombarderos pesados Handley Page Halifax y Avro Lancaster, emprendió una campaña sin restricciones que intentó destruir las ciudades alemanas y quebrantar, de paso, la moral de la población.

 

Esta discutible estrategia, iniciada en Lübeck en 1942, implicó matanzas como las perpetradas en Hamburgo (1943, 42.000 muertos), Berlín (1943-45, 350.000 muertos) o Dresde (1945, 25.000).

 

Aparte de estos grandes raids sobre el suelo alemán, la RAF puso a prueba sus habilidades con las operaciones especiales, que incluyeron, entre otros, los éxitos de la conocida incursión Dambusters contra dos presas del Ruhr (Operación Chastise) o el hundimiento del acorazado alemán Tirpitz (Operación Catechism), junto al raid contra el cuartel general de la Gestapo en Copenhague (Operación Carthage). El objetivo de este último ataque fue arrasado, aunque, por desgracia, también se destruyó por error una escuela católica cercana, lo que provocó la muerte de 86 escolares y 39 adultos.

 

En mayo de 1945, los aliados vencieron en la conflagración europea y, desde luego, la RAF, con su resistencia, su innovación puntual y su capacidad de superación y emulación, fue una de las claves para ese final. Durante la contienda sirvieron 180.000 hombres en sus fuerzas, de los que 67.421 causaron baja en acción, un 37,4%, la mayoría de ellos en las tripulaciones de los masivos bombarderos.

 

La Guerra Fría

 

Un nuevo invento, el motor a reacción, dominaría los cielos de aquellas tensas décadas siguientes. La RAF, no tan adelantada al principio como su enemigo alemán, fabricó el caza Gloster Meteor, con el que consiguió el récord de velocidad en noviembre de 1945, al volar su modelo MK IV a 975,67 km/h. Basándose en él, la RAF siguió apostando por esta tecnología para defenderse del nuevo enemigo soviético y de las incursiones que se pudieran producir en su espacio aéreo. El de Havilland Venom es un exponente de esta tendencia, si bien, a mediados de los años cincuenta, se necesitaba un salto cualitativo para crear un nuevo interceptor de caza de alta velocidad.


English Electric Lightning T.4 en 1964
 

El English Electric Lightning fue un jet que voló por primera vez el 4 de agosto de 1954.


Seis años después ingresó en el 74º escuadrón, y estuvo operativo hasta 1988, una larga vida. Presentaba un diseño plateado con alas en flecha pronunciada y dos motores Rolls Royce Avon, que le proporcionaban velocidades incluso por encima de los 2.000 km/h, y podía ir armado con dos cañones automáticos ADEN de 30 mm, más dos misiles aire-aire. Curiosamente, el Lightning nunca vio el combate durante su servicio con la RAF, pero su maniobrabilidad y velocidad eran extraordinarias. En 1985, en el marco de un ejercicio de la OTAN, fue el único avión aliado capaz de interceptar y adelantar al Concorde, el avión de pasajeros más rápido del mundo.


Un Avro Vulcan B. MK 2, bombardero de la RAF empleado durante la Guerra Fría, en 1985.
 

La disuasión nuclear fue una de las claves estratégicas de este período, y la RAF se sumó a ella con la formación de la V Force Bomber, encarnada en el enigmático modelo Avro 698 Vulcan. Este avión de ala en delta entró en servicio en 1956. Los aparatos se organizaron en escuadrones activos las 24 horas durante los 365 días del año y en aeródromos dispersos, para no ser destruidos en un único ataque. Al estar en alerta constante, los pilotos de los Avro 698 llegaron a dormir en caravanas muy cercanas a las pistas. Su capacidad de vuelo subsónico a baja cota y su armamento nuclear los hacía, en teoría, ideales para internarse en territorio soviético en caso de conflicto, aunque, al no portar ningún armamento defensivo, eran vulnerables a cualquier tipo de interceptación. Pilotos veteranos comentaron que dieron gracias al cielo por no tener que volar nunca en una alerta real... Hasta las Malvinas y la Operación Black Buck (cinco incursiones completadas contra posiciones argentinas en aquellas islas, que hoy en día siguen siendo motivo de debate por su efectividad real).


 

 

 

De las Malvinas hasta hoy


"El de las Malvinas fue un triunfo agridulce para los británicos por las pérdidas humanas y materiales"


Cuatro Sea Harriers FA2 en formación en 2005


En 1982, la invasión argentina de las Malvinas sorprendió al Reino Unido por completo. La preparación de la respuesta militar a tantos miles de kilómetros de la metrópoli requirió de una adecuada logística naval y una imprescindible cobertura aérea. Esta recayó principalmente en la RAF, y se materializó en un eficaz avión de despegue vertical que voló por primera vez en 1965, el Harrier. La RAF contó con los GR 3 (14 desplegados, 4 perdidos) y, asegurando la superioridad británica en los cielos de las islas, la Royal Navy dispuso de los Sea Harrier (28 desplegados y 6 perdidos). A esos roles vitales contribuyeron otros dos modelos no tan conocidos, el Hawker Nimrod de patrulla marítima y el Handley Victor, modificado como cisterna para el reabastecimiento en vuelo y que operaba desde la isla Ascensión. 


El agridulce triunfo británico en ese conflicto colonial (tuvieron que lamentar la pérdida de hombres, bastantes buques de guerra y material) nos transporta hasta el siguiente episodio bélico, que tuvo lugar durante la guerra del Golfo (1991). En los desiertos de Kuwait e Irak, el avión de combate bimotor y con ala de geometría variable Panavia Tornado GR tuvo un destacado protagonismo, aunque sufrió algunas pérdidas en ataques a baja cota.


Un Handley Page Victor en 1961
 

Tras las actuaciones en Kosovo (1999) y, de nuevo, Irak y Afganistán, la RAF actual cuenta con una plantilla de 39.400 personas, que operan desde 12 bases dentro del Reino Unido y otras en el exterior, con unos 1.100 aviones operativos en cuatro capacidades principales: control de aire, movilidad, inteligencia y ataque. La última joya recibida por la RAF ya estará operativa este año en la base de Marham (Inglaterra): es el avión de última generación norteamericano Lockheed Martin F-35B. Diseñado para ataques en tierra y misiones de superioridad aérea, este polivalente avión manifiesta la merma de la tecnología británica y el vigoroso vínculo anglosajón instaurado desde el siglo pasado.

 

 

Fuente: https://www.academia.edu