Por
Mariano Sciaroni*
La
fiesta de la embajada
El 3 de mayo de 1982, Sir Nicholas Henderson, embajador del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte en los Estados Unidos, oficiaba de anfitrión de una fiesta, que se estaba llevando a cabo en los jardines de la embajada[1]. Altos funcionarios del gobierno estadounidense, entre ellos Alexander Haig y Caspar Weinberger, se encontraban presentes.
“Nico”,
como se lo conocía era, desde el año 1946, un diplomático de carrera. Retirado
en 1979[2],
había sido llamado especialmente por el gobierno conservador de Margaret
Thatcher para cubrir la estratégica embajada en Washington, donde lo sorprendió
la crisis por las Islas Malvinas.
Si bien
se lo consideraba algo excéntrico (un carácter bien británico), luego de
presidir las embajadas ante Polonia, Alemania y Francia, y dados sus amplios
contactos en el Ministerio de Relaciones Exteriores (el poderoso FCO – Foreign
and Commonwealth Office) poseía la experiencia suficiente para enfrentar las
turbulencias que el conflicto generaba en la relación entre el Reino Unido y
los Estados Unidos.
Washington,
en un primer momento, había intentado hacer de mediador, comisionando al General
Alexander Haig (el Secretario de Estado) para las tratativas. Mientras ello
sucedía, en el interior del gobierno norteamericano chocaban las posturas que
exteriorizaban (principalmente) Jeane Kirkpatrick, embajadora ante la ONU, que
estaba por preservar la relación con la Argentina y los demás países
latinoamericanos, y antagónicamente, Caspar Weinberger (Secretario de Defensa),
que se volcaba por la ayuda hacia su viejo aliado.
Es
bueno recordar que, desde el inicio, los Estados Unidos no fue imparcial, ya
que, aún cuando pretendía mediar, facilitaba logística, comunicaciones y puntos
de apoyo a las fuerzas británicas. Weinberger canalizaba gran parte de dicha
ayuda.
Para el
30 de abril, era claro que no se llegaría a ningún punto común, por lo que los Estados
Unidos abandonó su postura inicial y explicitó su apoyo a la causa británica. Henderson,
en la fiesta de la embajada, sabía que no tendría mucho tiempo para hablar con
Weinberger. La principal tarea que le fuera encargada por el FCO, en ese
momento, era la de lograr que los Estados Unidos impidiera las importaciones
argentinas: dada la intensa relación comercial, se entendía que ello ahogaría
financieramente a la Argentina y sería un motivo más para que abandonara su
posición en Malvinas. El día anterior, el domingo 2 de mayo, Francis Pym (el
titular del FCO) había estado visitando a Alexander Haig en Washington, pasando
dos horas de la mañana en una reunión privada, sin ningún asesor[3]
ni oído indiscreto. En el ámbito económico, Pym había pedido que se prohíban
las importaciones argentinas, como lo habían hecho ya los países de la
Comunidad Económica Europea[4].
Hasta dejó claro que la Primer Ministro Thatcher estaba pensando en enviarle
una carta personal a Ronald Reagan (el presidente de los Estados Unidos),
señalándole el mismo punto[5].
También
Pym había mencionado (entre otros tantos temas), que si las operaciones
militares británicas se prolongaban, el problema de la cobertura aérea de la
flota podría agudizarse. Si bien no hizo mención a ningún portaaviones, le
señaló a Haig que podría este ir pensando alguna solución a ese interrogante[6].
El Secretario de Marina John F. Lehman Jr. firma el libro de visitantes a bordo del USS Dwight D. Eisenhower. Agosto de 1983. Foto: Department of Defense, EE.UU.
Como fuera, el problema central de Henderson ese día era, claramente, continuar las conversaciones de su jefe, y lograr el corte de las importaciones desde nuestro país. Y con ese tema en mente se llevó a un costado a Caspar Weinberger, el anglófilo.
Weinberger
fue muy receptivo, pero no se centró (pareciera que en forma obvia, en tanto era
el Secretario de Defensa...) en el problema económico que acuciaba al embajador
de la reina. Tomó, sin embargo, el guante en lo que hacía a la protección aérea
de la Royal Navy.
Señaló,
en primer lugar, que estaba más que dispuesto a brindar ayuda total para las
fuerzas británicas y, para sorpresa de su interlocutor, indicó que le gustaría
saber si podía enviar a un portaaviones al Atlántico Sur:[7]
este podía servir como una pista de aterrizaje móvil para las fuerzas
británicas. La limitación, según Weinberger, sería que fuerzas estadounidenses no
enfrentarían a fuerzas argentinas, aun cuando, pareciere, se autorizaba
implícitamente a vuelos de reconocimiento de la U.S. Navy partiendo de dicha
plataforma[8].
Ese
portaaviones era el USS Eisenhower y, según informaba Weinberger en los
jardines de la Embajada Británica en Washington, se encontraba en las cercanías
de Gibraltar y, en 15 días, podía estar ayudando a la causa imperial sobre
Malvinas[9].
Para
él, “tener un portaaviones disponible como pista de aterrizaje alternativa
sería mucho más efectivo que cualquier cosa que pudiera hacerse en el terreno
de las importaciones”[10].
Ciertamente,
habría que darle la razón[11].
El Ike
No era
la primera vez que, en relación a Malvinas, el CVN-69 USS Dwight D. Eisenhower (conocido
familiarmente como “Ike”), estaba en los pensamientos del Secretario de Defensa
Weinberger.
El 30
de abril, en una reunión de poco menos de una hora, presidida por Reagan en la
Sala de Gabinete de la Casa Blanca[12]
(en la cual se decidió el volcarse hacia Gran Bretaña), Weinberger informó
acerca de los planes de evacuación de ciudadanos norteamericanos y personal de
la embajada en Buenos Aires.
Posiblemente
aún influido por los sucesos en Teherán (Irán) pocos años antes, indicaba que el
apoyo a esa operación la haría el Eisenhower, en ese momento en las costas de
Túnez, haciendo saber que, a 22 nudos, tardaría unos 15 días en arribar a las
costas argentinas[13].
También
hizo notar que el material sensible ya había sido removido de la embajada y
que, a todo evento y si las cosas se ponían complicadas (es decir, si los
argentinos se resistían a la evacuación), no se podía hacer nada salvo una
invasión a gran escala del territorio argentino.
Mientras
en Washington, a las 10:30 hs, la reunión finalizaba y el gobierno
estadounidense preparaba un comunicado de prensa dando por finalizadas las
tareas de mediación, la tripulación del Ike se paseaba por el puerto de
Nápoles, Italia[14].
Es que, al contrario de lo informado por Weinberger al presidente, el buque
había llegado a Nápoles el 26 de abril, donde permanecería hasta el 1º de mayo.
El
portaaviones nuclear de 101.000 toneladas, aún hoy activo en la Armada de los
Estados Unidos, ingresó al servicio activo en el año 1977 y, para el año 1982,
era uno de los buques más modernos y poderosos de la flota.
El USS Dwight D. Eisenhower (CVN 69) en el ejercicio DRAGON HAMMER ‘90. Atrás, se puede distinguir la silueta del HMS Invencible. Foto: Department of Defense, EE.UU.
Había
partido el 5 de enero de 1982, desde la base de Norfolk (en el Estado de
Virginia) para un período de servicio en el Mar Mediterráneo. El 17 de enero,
ya en estación, había reemplazado al USS Nimitz, convirtiéndose entonces en la
nave insignia del Comandante de la Fuerza de Tareas 60, parte de la Sexta
Flota. La fuerza incluía, por supuesto, escoltas en forma de cruceros y destructores,
amén de los siempre presentes y necesarios buques logísticos.
Su
misión, para el despliegue de 1982, era la de “proveer poder aéreo táctico
embarcado para la defensa de los derechos estadounidenses sobre la libertad del
mar, así como proteger la soberanía de los Estados Unidos”[15]
y su principal medio para lograrlo era el Ala Aérea Embarcada Nº 7 (CVW-7).
La
misma incluía interceptores F-14A “Tomcat” (escuadrillas VF-142 y VF-143),
aviones de ataque A-7E “Corsair II” (VA-12 y VA-66) y A-6E “Intruder” (VA-65),
de guerra electrónica EA-6B “Prowler” (VAQ-132), antisubmarinos S-3A “Viking”
(VS-31), aviones de alerta temprana E-2C “Hawkeye” (VAW-121), de reconocimiento
EA-3B “Skywarrior” así como helicópteros antisubmarinos (VS-5, con Sea King) y
otros medios aéreos. Todo ello implicaba unos 90 aviones y helicópteros
disponibles para cumplir la misión encomendada.
En el
momento que los invitados disfrutaban la fiesta de la embajada británica
(recordando, el 3 de mayo), el Eisenhower se encontraba en el Mar Tirreno
(también a considerable distancia de donde lo situaba Weinberger), participando
del importante Ejercicio anfibio “Tambor Lejano” (“Distant Drum”), junto a
otros buques y fuerzas de la OTAN.
Para el
17 de mayo, finalizado el ejercicio el día anterior, ya había regresado a
Nápoles.
La
oferta
A la
tarde del 3, la oferta de un portaaviones yankee para la reina, telegrama
cifrado de Henderson mediante[16],
se encontraba en Londres, en el despacho de varios funcionarios y hasta de la
Primer Ministro Margaret Thatcher[17].
Por
diversos canales, se procuró establecer que significaba contar con un
portaaviones norteamericano. Es decir, si la oferta era del portaaviones
solamente, o con su grupo aéreo embarcado, o (el mejor escenario para los
británicos) incluía también a todo el Grupo de Batalla.
Según
afirmara posteriormente el Almirante Henry Leach, entonces Primer Lord del Mar (cabeza
de la Royal Navy), la propuesta era solo por el portaaviones, vacío de aviones
o siquiera personal[18].
Sería responsabilidad de los marinos de Gran Bretaña operarlo.
Ello
era, realmente, impracticable: se hubiera necesitado mucho tiempo para aprender
a operar un buque tan grande y complejo, no existía personal suficiente y, por
sobre todo, no existían en la Armada Británica aviones de ala fija que hicieran
útil la presencia de un portaaviones de ese tamaño en el teatro de operaciones[19].
Como
detalle, durante la reunión en la embajada, Henderson había preguntado a
Weinberger acerca de su opinión que despegaran desde el Eisenhower aviones de
ataque Blackburn Buccaneer, operados por la Royal Air Force (RAF). Weinberger
no tuvo inconveniente pero, lo cierto, es que los problemas hubieran sido
operativos.
Ciertamente,
los Buccaneer con personal de la RAF jamás habían volado desde portaaviones, y
hubiera llevado una considerable cantidad de tiempo el entrenamiento para
operaciones embarcadas.
Ya el 4
de mayo, Leach consideraba que estaba (para ese momento) en contra de la
propuesta estadounidense[20]
y, más tarde, Thatcher la evaluaba como “más alentadora que práctica”[21].
Henderson,
entonces, se quedó esperando una respuesta que jamás llegó, interpretándose el
silencio como negativa.
Ciertamente,
no se notaba urgencia en el lado británico en hacerse de un portaaviones de reemplazo.
Pocas horas más tarde, el Almirante John “Sandy” Woodward (a cargo del grupo de portaaviones en el teatro de operaciones del Atlántico Sur) informaba a Londres que un misil Exocet había impactado contra el HMS Sheffield, el cual corría peligro de hundimiento (lo cual sucedió días más tarde).
¿Y si
el próximo misil hundía a uno de sus portaaviones?
El
despliegue
El HMS
Hermes y el HMS Invincible eran los dos portaaviones desplegados en el
Atlántico Sur por las fuerzas británicas.
El
Hermes, de 24.000 toneladas, había sido botado como portaaviones liviano en el
año 1944, pero no fue completado hasta 1959, variados cambios de diseño
mediante[22].
En el año 1977 se convirtió en un portahelicópteros y, tres años más tarde,
recibió modificaciones menores para poder operar los Sea Harrier, de despegue
vertical.
El
Invincible era más pequeño (16.000 toneladas), pero mucho más moderno, habiendo
entrado en servicio en Junio de 1980[23].
El primero de su clase, que se complementaría con el Illustrious y el Ark
Royal, estaba pensado que fuera vendido a Australia apenas sus gemelos estuvieran
operativos. Como el Hermes, solamente podía operar aviones de despegue y aterrizaje
vertical, aun cuando poseían ambos una rampa a proa para facilitar el decolaje
de las aeronaves con cierto movimiento horizontal.
Ambos portaaviones eran los buques más
importantes de la Fuerza de Tareas, en tanto sus aviones Sea Harrier brindaban
protección antiaérea a todas las fuerzas británicas, amén de su utilidad como
plataforma de helicópteros pesados (Sea King, en este caso), antisubmarinos y
de transporte. Más tarde embarcarían aviones Harrier Gr.3 de la Royal Air Force,
con misión principal de ataque a tierra.
Sea Harrier británico operando desde el USS Dwight D. Eisenhower, en octubre de 1984. Foto: Department of Defense, EE.UU.
Los dos
buques estaban en alerta de 4 horas desde la madrugada (británica) del 2 de
abril, aún antes que se hubiera concretado el desembarco principal argentino[24],
y zarparon pocos días después: el Invincible con 12 Sea Harrier del 801º Naval
Air Escuadrón (y 40 misiles aire-aire Sidewinder), así como el Hermes con 8
aviones (800º Escuadrón) y 30 misiles. 33 Sidewinder más irían al sur con el
RFA Resource[25].
Con muy
poca diferencia, recalaron en la Isla de Ascensión y luego partieron hacia
aguas de Malvinas, con el fin de obtener el bloqueo total de las islas (el
bloqueo marítimo lo impusieron los submarinos nucleares el 12 de abril) y
comenzar las operaciones que terminarían en el desembarco, por parte de la
fuerza anfibia.
Según
estimaciones realizadas a la mitad de abril[26],
los portaaviones podrían permanecer en estación solamente hasta principios de
agosto, cuando se evidenciarían problemas mecánicos y logísticos de magnitud
que afectarían seriamente su capacidad operativa.
Teniendo
en cuenta este problema y que “los portaaviones eran cruciales para las operaciones
anfibias y para mantener la superioridad aérea y naval”[27],
las operaciones anfibias no podrían retrasarse sino hasta finales de mayo, como
límite.
Woodward y el cuartel general de la flota en Northwood tenían sumamente claro que “daños mayores en el Hermes o en el Invincible… probablemente causarían el abandono de las operaciones en las Islas Malvinas”[28].
Obviamente,
los problemas mecánicos y el desgaste producido por operaciones prolongadas en
un clima adverso eran mucho menos de la mitad del asunto. El gran problema, exteriorizado
desde el 4 de mayo, eran los Super Etendard y sus misiles Exocet.
Nuevas
y viejas alternativas
Con el
desgaste mecánico como principal problema en la cabeza del staff de Estado
Mayor (es decir, antes del ataque al Sheffield), se consideraba al Illustrious,
gemelo del Invincible, como el sucesor natural de uno cualquiera de los
portaaviones en el Atlántico Sur.
A
mediados de abril, se entendía que podría estar operando los primeros días de
agosto, pero con una capacidad limitada, en tanto no habría completado para esa
fecha las pruebas de mar y la adaptación de su tripulación[29]
al nuevo buque. Dichos tiempos resultaban aceptables para la flota, dado que no
se consideraba que las fuerzas argentinas pudieran, realmente, dañar a los
portaaviones.
El
cambio de paradigma modificó el grado de urgencia para contar con un
portaaviones de reemplazo en el Atlántico Sur.
El 12
de mayo, en una reunión de Jefes de Estado Mayor se consideraron tres
alternativas[30]
para poder mantener una fuerza aeronaval en el teatro.
La primera alternativa era adelantar aún más la fecha de entrada en servicio del Illustrious, algo que estaba en marcha y resultaba, en la práctica difícil de lograr, ya que implicaba realizar en pocas semanas el trabajo pautado para casi un año. Para peor, se había decidido, dadas las deficiencias antimisil ya experimentadas, que el nuevo portaaviones llevara cañones Vulcan/Phalanx (que fueron proporcionados por los Estados Unidos el día 14 de mayo[31]) lo que llevó a modificaciones en el diseño original y sus consiguientes retrasos.
Tal es
así que, aún con un importante refuerzo al personal naval y de astilleros para
acelerar su construcción, el “Lusty” (nombre que se daba al Illustrious en la
Royal Navy) no partió para aguas malvineras sino el 2 de agosto[32].
La
segunda opción implicaba reactivar al HMS Bulwark, un portahelicópteros no tan diferente
al HMS Hermes (de la misma clase Centaur, modificado en el año 1979 para el rol
antisubmarino). El buque se encontraba inactivo desde Abril de 1981 y poseía
una de sus calderas dañadas por un incendio pero, aun así, se lo inspeccionó
(se encontraba en Porstmouth) y evaluó para volverlo al servicio.
Sin
embargo, luego de un año de abandono (y la utilización de muchas de sus piezas
para mantener operativo al Hermes), su deterioro era mayúsculo, y se consideró
imposible su recuperación en un escaso lapso de tiempo.
La
última de las opciones implicaba procurar un portaaeronaves en un tercer país,
que pudiera ser operado en forma eficiente, y en un lapso de tiempo razonable,
por la Royal Navy.
Y,
teniendo en cuenta que los únicos aparatos de ala fija para operar embarcados
en la Royal Navy eran de despegue vertical (sean los Sea Harrier del Fleet Air
Arm o los Harrier de la Royal Air Force), fue hasta natural que se comenzara a
mirar con interés a los buques anfibios de los Estados Unidos, sobre los cuales
operaban los más que similares AV-8ª Harrier del Cuerpo de Marines.
El
pedido de una plataforma anfibia se realizó entonces, directamente de Armada a Armada,
con intervención de John F. Lehman (Secretario de Marina de los Estados Unidos)[33].
Cursándose el pedido a la Segunda Flota (con responsabilidad en el Atlántico
Norte), se estimó que sería el USS Iwo Jima la opción más adecuada para la
petición británica[34].
En
servicio desde 1961, y con 11.000 toneladas de desplazamiento, el Iwo Jima fue
el primer buque del mundo diseñado exclusivamente para operar helicópteros[35]
y, desde 1972, poseía las modificaciones necesarias para embarcar hasta 12
Harrier de los Marines.
Una vista de proa del USS Iwo Jima, en mayo de 1979. Foto: Department of Defense, EE.UU.
El Iwo
se encontraba en puerto (en la Costa Este de Estados Unidos) y listo para
entrar en operaciones. Dada la reticencia del gobierno norteamericano para
aportar personal que interviniera en las acciones de combate, se comenzaron a
identificar “contratistas”, esto es marinos retirados con conocimiento del
buque, que embarcarían en el mismo como civiles a las órdenes del (limitado)
personal británico[36].
El sistema no era distinto a los Tigres Voladores de China, en la Segunda
Guerra Mundial.
Los
términos del ofrecimiento norteamericano no resultaban, entonces, tan
diferentes a los del Eisenhower: sólo el buque, sin escoltas y sin aviones. El
problema de hacerlos navegar y combatir quedaba para la Royal Navy, aun cuando
en este último caso se había pensado en una ingeniosa solución alternativa en
lo que hace al personal embarcado.
Las
hostilidades terminaron el 14 de junio, con ambos portaaviones británicos
operativos (aún con limitaciones mecánicas) y, con ello, nunca se materializó
la alternativa planeada.
Vale
indicar, también, que la base aérea adelantada en San Carlos (RNAS Sheathbill
según la Royal Navy y RAF Port San Carlos para la fuerza aérea británica) se
declaró operativa el 2 de junio[37].
Desde allí, con una pista de 260 metros, podían operar y reabastecerse (pero no
recargar armas) los aviones y helicópteros.
La
construcción de esta base alivianó la urgencia para conseguir otra plataforma
naval y, por ello, quizá no se siguió profundizando en planes alternativos para
reemplazar a uno de los portaaviones si este resultaba dañado.
En
retrospectiva los Estados Unidos proporcionó variada ayuda logística, así como
muy exacta información de inteligencia, lo que permitió que fueran las fuerzas
británicas las que prevalecieran en la contienda en el Atlántico Sur.
Los
ofrecimientos de portaaviones a Gran Bretaña, aun cuando no se concretaran, demuestran
que los Estados Unidos estaba dispuesto a llevar su tarea en las sombras al
límite.
Malvinas
era una guerra que Gran Bretaña no podía perder. Y, si estaba a punto de hacerlo,
su gran aliado vendría inmediatamente en su ayuda.
Dicho
de otra forma, si las piezas argentinas estaban en posición de dar Jaque Mate,
sería el Tío Sam quien patearía el tablero.
Bibliografía
ENGLISH,
Adrian y Watts, Anthony. Battle for the Falklands. Naval Forces. Londres.
Osprey. 1982
FREEDMAN,
Sir Lawrence. The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres.
Routledge.
2005.
THATCHER,
Margaret. The Downing Street Years. Harper Collins e-books. 2010.
WEST,
Nigel. The Secret War for the Falklands. Londres. Warner Books. 1998.
WOODWARD,
John F y Robinson, Patrick. One Hundred Days. Londres. Harper Collins
Publishers. 2012.
Dr.
Mariano Pablo Sciaroni Abogado (UCA / 1999) y Magister en Estrategia y
Geopolítica (ESG-EA / 2007). Es autor de “Malvinas – Tras los Submarinos
Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010,
así como de numerosos artículos sobre temas navales en revistas especializadas
y páginas de Internet.
Es
profesor ayudante en las materias Derecho Procesal Civil y Comercial II y
Seminario de Práctica Profesional, en la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Católica Argentina. En su actividad profesional, se
ha especializado en litigios y derecho de seguros, habiendo escrito varios
artículos sobre la temática. Fue finalista de la edición 2004 del Premio
Nacional del Seguro.
Fuente:
http://190.12.101.91/jspui/bitstream/1847939/769/1/RESGN-60-Malvinas.%20Portaaviones.pdf
[1] Henderson, Nicholas
en ‘The Falklands War’, seminario llevado a cabo el 5 de junio de 2002 (Centre
for Contemporary British History), 2005, p.64.
[2] Su informe final
confidencial, fechado el 31 de marzo de 1979 y dirigido a Sir David Owen
(Ministro de Relaciones Exteriores Británico del momento), acerca del declive
británico, sus causas y consecuencias se filtró a la prensa y causó gran
revuelo por su franqueza. Ver The Economist (Londres), edición del 2 de Junio de
1979.
[3] Telegrama de Henderson, del 2 de mayo, en PREM 19-646. PREM es la sigla de clasificación que los National Archives británicos, en Kew, dan a los archivos correspondientes a la oficina del Primer Ministro. A su vez, DEFE son los archivos del Ministerio de Defensa, FCO del Ministerio de Relaciones Exteriores, etc. Estos archivos, en lo que concierne al período de la guerra, fueron desclasificados (con algunas limitaciones) a fines del año 2012.
[4] Telegrama de
Henderson, del 2 de mayo, en PREM 19-646.
[5] Lo que hizo el 4 de
mayo, y amén de agradecerle las limitaciones que Estados Unidos ya había
impuesto en lo que hace a venta de armamento, decía “Me gustaría urgir el tema,
que vaya más allá, y que se imponga un completo bloqueo de las importaciones de
los Estados Unidos desde Argentina” Ver PREM 19-624.
[6] Telegrama de
Henderson, del 2 de mayo, en PREM 19-646.
[7] Telegrama de
Henderson, del 3 de mayo, en PREM 19-624.
[8] Telegrama de
Henderson, del 3 de mayo, en PREM 19-624.
[9] Telegrama de
Henderson, del 3 de mayo, en PREM 19-624.
[10] Telegrama de
Henderson, del 3 de mayo, en PREM 19-624.
[11] Hay que indicar que,
en un seminario llevado a cabo en 2003, Weinberger afirmaba respecto la
historia del portaaviones “…no podía recordar cómo empezó. Creo que en algunas
discusiones con el embajador y probablemente con la Señora Thatcher y dos o
tres otras personas, alguien me preguntó en broma: ¿Y si queremos un
portaaviones? Y yo contesté: Claro, por supuesto, no hay problema”. O
Weinberber no lo recordaba, o no quería quedar, frente a la historia, como la
persona que había realizado tamaña oferta. Ver Weinberger, Caspar en ‘The
Falklands Roundtable, seminario llevado a cabo el 15 y 16 de mayo de 2003 (Ronald
Reagan Oral History Project), 2003, p.20. A todo evento, los papeles personales
de Weinberger se encuentran depositados en la Librería del Congreso (en
Washington DC) y, pedida por el suscripto la autorización para poder examinarlos,
la misma fue denegada por sus herederos.
[12] Reagan Library:
Executive Secretariat, NSC: Meeting File (Box 91284)
[13] Reagan Library:
Executive Secretariat, NSC: Meeting File (Box 91284)
[14] Naval History and
Heritage Command (US Navy), Command History for USS Dwight D. Eisenhower (CVN
69) for calendar year 1982, archivo CVN69:114:gwf del 6 de mayo de 1983.
[15] Naval History and
Heritage Command (US Navy), Command History for USS Dwight D. Eisenhower (CVN
69) for calendar year 1982, archivo CVN69:114:gwf del 6 de mayo de 1983.
[16] Telegrama de
Henderson, del 3 de mayo, en PREM 19-624.
[17] Thatcher, Margaret
“The Downing Street Years”, Harper Collins e-books, julio 2010, p.88
[18] Leach, Henry en ‘The
Falklands War’, seminario llevado a cabo el 5 de junio de 2002 (Centre for Contemporary
British History), 2005, p.64.
[19] Leach, Henry en ‘The
Falklands War’, seminario llevado a cabo el 5 de junio de 2002 (Centre for Contemporary
British History), 2005, p.64.
[20] Minuta del Chief of
Staff Comitee, del 4 de mayo de 1982. En ALQ-050/1.
[21] Thatcher, Margaret
“The Downing Street Years”, Harper Collins e-books, julio 2010, p.88.
[22] English, Adrian y
Watts, Anthony. Battle for the Falklands. Naval Forces, Londres. 1982, p.8.
[23] Jane’s Fighting
Ships, Edición 1981/82, p. 562.
[24] Freedman, Sir
Lawrence. The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres.
Routledge. 2005, p. 42.
[25] Freedman, Sir
Lawrence. The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres.
Routledge. 2005, p. 43.
[26] “Study into the scope
for delaying landing operations on the Falkland Islands”, borrador del 17 de
abril de 1982, en FCO 7-4561
[27] Study into the scope
for delaying landing operations on the Falkland Islands”, borrador del 17 de
abril de 1982, en FCO 7-4561
[28] Woodward, John F y
Robinson, Patrick. One Hundred Days. Londres. Harper Collins Publishers. 2012, p.
6.
[29] Study into the scope
for delaying landing operations on the Falkland Islands” borrador del 17 de
abril de 1982, en FCO 7-4561
[30] Freedman, Sir Lawrence.
The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres. Routledge. 2005, p. 381.
[31] Freedman, Sir
Lawrence. The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres.
Routledge. 2005, p. 329.
[32] Revista Navy News, Edición de Septiembre de
1982, p.5
[33] USNI News, Reagan
Readied U.S. Warship for ’82 Falklands War, 27 de junio de 2012, en
http://news.
usni.org/2012/06/27/reagan-readied-us-warship-82-falklands-war-0
[34] Lehman, John F. Reflections
on the Special Relationship, Revista Naval History (United States Naval Institute),
Octubre 2012, p. 43.
[35] Jane’s Fighting
Ships, Edición 1981/82, p. 669.
[36] USNI News, Reagan
Readied U.S. Warship for ’82 Falklands War, 27 de junio de 2012, en
http://news.
usni.org/2012/06/27/reagan-readied-us-warship-82-falklands-war-0
[37]
Freedman, Sir
Lawrence. The official history of the Falklands campaign. Tomo II. Londres.
Routledge. 2005, p. 464.