Por Blas Vicente Marco.
Se tiene noticia de que, en 1932, el Capitán de Ingenieros D. Cipriano Rodríguez Díaz, alias “Cucufate”, diseñó un revolucionario lanzabombas que suplió a los anticuados y engorrosos lanzabombas usados en los Breguet XIX.
Al
parecer, en los aviones C.A.S.A. Breguet XIX de la época, los lanzabombas
usados eran bastante incómodos al uso y poco efectivos, además requerían de una
preparación excesivamente molesta tanto para el observador como para el propio
piloto.
Rodríguez
Díaz se propuso eliminar estos problemas diseñando un lanzabombas eléctrico más
efectivo que los anteriores. Lo que pretendía era “hacer disparos de las bombas
de forma sencilla y en cualquier posición del observador”, además de “aumentar
la precisión”.
Básicamente, las condiciones que pretendía reunir este diseño eran las siguientes:
- Suprimir el esfuerzo del observador y permitirle que hiciese los disparos en cualquier posición.
- Suprimir el retardo entre el momento de hacer el disparo y el de la salida de la bomba del avión.
- Permitir realizar el lanzamiento de bombas con intervalos regulares de tiempo, a poder ser, con una décima de segundo como mínimo.
- Poder disparar las bombas de una en una, por ráfagas de tres, por ráfagas de seis, o tirando todas las bombas a la vez.
Así,
en 1932 diseñó lo que él denominó “Lanzabombas Eléctrico C.R. (Tipo IV A-5)”.
La patente fue obtenida en Junio de 1932 bajo el número 122.123 de la Aviación
Militar Española. Fue diseñado para ir montado en el interior del fuselaje del
Breguet XIX (para 32 bombas), al lado del depósito de combustible. También se
diseñó una versión para ser montada en el avión Loring III (para 30 bombas).
El
modelo estándar era el diseñado para el avión de reconocimiento C.A.S.A.
(Breguet XIX), preparado para lanzar 32 bombas Hispania A-5 de 12 kilos, en
cuatro filas de a 8 bombas cada una. Las bombas se disponían suspendidas por la
cola y cuando recibían el impulso eléctrico se desprendían de su sujeción.
El lanzabombas se componía de 4 partes fundamentales:
- El Carter de Mecanismos, colocado al alcance del observador (en su asiento y a la izquierda), en el que van alojados el buscador, el combinador, el seguro y el contador de disparos.
- El disparador, también al alcance del observador (a la izquierda del mismo) y unido al cárter de mecanismos mediante un enchufe.
- El cajón de bombas, construido en chapa de “duraluminio” unido al cárter mediante un enchufe y sus 32 cables de mecanismos (uno por bomba).
- Las transmisiones, con las palancas necesarias para el tiro, al alcance del observador y del piloto.
Los
impulsos eléctricos llegaban de la propia batería con que contaba el avión, que
iba alojada en el lugar destinado a ella y conectada con cables al lanzabombas
y su cajón de mecanismos.
En
definitiva, y según he podido saber, fue una revolución total en los sistemas
de bombardeo de la época que, sin duda, suplió las carencias manifiestas de
principios de los años 30. También es de imaginar que quedó, junto a los
aviones para los que fue diseñado, anticuado, con la llegada de los nuevos
bombarderos alemanes e italianos en el año 1936, pero que, sin duda, merece el
pequeño reconocimiento que con este artículo pretendo.
Bomba Hispana A-5 con espoleta entera. (Archivo Antonio Alonso).
Lanzabombas colocado en el Breguet XIX.
El 21 de julio de 1933, el presidente del Consejo de
Ministros y ministro de la Guerra recompensó a Rodríguez Díaz, con la Cruz de 1ª
Clase del Mérito Militar, con distintivo blanco, pensionada con el 20 por
ciento de su actual sueldo hasta su ascenso al empleo inmediato por haber
ideado y construido un aparato de transmisión eléctrica para lanzar bombas
desde avión denominado “Lanzabombas eléctrico marte”.
Noticia aparecida en prensa con la recompensa recibida por Cipriano Rodriguez. (Archivo Blas Vicente vía Carlos Mallench).
Fuente:
http://museoaviacionmilitarespaola.blogspot.com