Participó en la defensa aérea de Inglaterra tras la caída de Francia
Por
Jacinto Antón
No
fueron muchos, una docena, y sus logros no son comparables a los de otros
extranjeros que formaron parte de los Few, los pocos pilotos de caza que se
encaramaron al cielo para detener el ataque de las águilas de Hitler durante la
Batalla de Inglaterra, cuando todo parecía perdido. A diferencia de los
polacos, los checos o los canadienses, los franceses que participaron en esa
gran aventura aérea de 1940 no tuvieron un gran papel (dos victorias seguras y
tres probables) y no murió ninguno -de los 143 polacos murieron 29 y de los 21
australianos, 14-, pero allí estuvieron, corajudos y versátiles, demostrando
que una parte de Francia seguía desafiando a los nazis.
Henry
Lafont, que a principios de diciembre emprendió, con 91 años, su último vuelo,
fue uno de esos aviadores irreductibles, aunque no alcanzó en la II Guerra
Mundial la categoría de as, ni siquiera con la laxa contabilidad francesa. Se
le atribuyen solo dos cazas alemanes a Lafont, abatidos en enero y marzo de
1941. No era nuestro hombre, pues, un Marcel Albert (23 derribos), un
Leyrargues, que abatió una vez ¡a Mölders! o un Maridor, de la escuadrilla de
las cornejas, estrellado al tratar de detener una bomba volante V-1
disparándole desde demasiado cerca. O un Pierre Le Gloan, uno de los dos únicos
pilotos de la II Guerra Mundial que consiguió cinco victorias en una única
salida: cuatro Fiat CR-42 y un BR-20 italianos. Sin embargo, su peripecia
bélica nos permite recordar lo que fue la interesantísima (y agitada) vida de
los pilotos franceses durante la contienda.
Nacido
en Cahors en 1920, Henri Gaston Lucien Lafont (lo de Henry se lo pondría en
Inglaterra: los pilotos que pasaron a la isla se cambiaban el nombre para
evitar las represalias de los alemanes sobre sus familias) se había hecho aviador
de combate y se encontraba en África del Norte al ganar los nazis la batalla de
Francia y firmarse el armisticio. A diferencia de buen número de pilotos
franceses, que decidieron ser fieles a Vichy -con lo que pasaron de combatir
codo con codo con los británicos a enfrentarse con sus antiguos aliados en los
cielos de África y Oriente Medio, hasta el siguiente cambio de marea de la
guerra (Le Gloan, de hecho, derribó seis Hurricane de la RAF)-, Lafont resolvió
desde el principio seguir luchando contra los nazis. Rechazó la rendición y con
otros dos pilotos, Guérin y el célebre René Mouchotte, robaron en Orán un
aeroplano de transporte y volaron a Gran Bretaña para unirse a las Fuerzas
Francesas Libres (FFL) de De Gaulle. Enrolado en el Escuadrón N° 615 de la RAF,
voló en Hurricane para luego integrarse en el famoso grupo de caza Alsacia -con
el que luchó en Libia y en 1943 en Europa- y acabar la guerra en Spitfire IX.
Herido
por antiaéreos en 1942, Lafont perdió la oportunidad de participar en la mayor
aventura de la aviación libre francesa en la II Guerra Mundial, la escuadrilla
Normandie-Niémen, adscrita a la fuerza aérea soviética, que luchó en el frente
del Este y logró el mayor palmarés de una unidad de caza francesa de todos los
tiempos.
Lafont
efectuó durante la guerra 195 misiones y totalizó la friolera de 230 horas de
vuelo de combate. Condecorado con la Orden de la Liberación, Croix de Guerre,
Legión de Honor, el aviador sirvió en Argelia y en el alto mando de OTAN antes
de retirarse como Coronel en 1966 y convertirse en director del famoso
espectáculo aéreo de París en Le Bourget, hasta 1984.
En
el libro Aviateurs de la liberté (2002) recordó a los pilotos franceses caídos
en la II Guerra Mundial. Decía que había visto guerra suficiente para no querer
librar ninguna más, pero apuntaba que alguna vez, como con Hitler, tratar de
evitar el conflicto solo conducía a tener que acabar luchando en peores
condiciones y demasiado tarde.
Descanse en paz el valiente y honorable piloto de chasse, reunido allá arriba al fin con el resto de su patrouille.
Fuente:
https://elpais.com