La escritora rusa Lyuba Vinogradova reconstruye en “Las brujas de la noche” la vida de Marina Raskova y el resto de mujeres pilotos
Por
Clara Felis
Lilya Litvyak, Katya Budanova y Masha Kuznetsov en Stalingrado, otoño de 1942.
Ninguna
de ellas superaba los 30 años. Su valentía, temeridad e inconsciencia, fruto de
su juventud, acabaron por convertir a muchas de las pilotos que formaron parte
de las fuerzas aéreas de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial en
mártires de la Rodina (madre patria en ruso).
Morir
por la causa no sólo estaba bien visto: era un final que muchas ansiaban tener
para parecerse aún más a su líder, Marina Raskova. La primera mujer que recibió
el título de Heroína de la URSS. Los hombres habían decidido la guerra, pero
las mujeres no se quedaron en casa. "Quiero ser como Marina Raskova",
escribían en la solicitud de ingreso de los clubes de aviación de la OSOAVIAJIM
(Unión de Sociedades de Asistencia para la Defensa y Aviación-Construcción
química de la URSS) todas aquellas que habían dejado atrás su pueblo, familia y
amigos para volar hacia la capital, Moscú. Nuevo destino. Nuevas alas y un
reto: Matar a todos los nazis que fuera posible.
Ansiaban
parecerse a su musa, Marina Raskova, primera mujer que recibió el título de
Heroína de la URSS
Sobre
las vidas, misiones y estrategias de ataque que llevaron a cabo cada una de las
pilotos soviéticas de aquel tiempo trata Las brujas de la noche (Pasado &
Presente, 2016) de la escritora Lyuba Vinogradova (Moscú,1973). "Las que
llegaron a los regimientos de Raskova eran mujeres excepcionales, valientes.
Todas eran muy jóvenes, ni tenían miedo, ni miraban mucho al futuro. Miraban al
presente", remarca la propia escritora sobre sus protagonistas.
Las
chicas solo quieren ser pilotos
La
pobreza, las aspiraciones a tener una vida mejor, la propaganda del régimen y
el reconocimiento social, - ser piloto en la época era similar a ser político-,
fueron los principales motivos para alistarse en el cuerpo de Raskova. Como le
sucedió a Katia Budánova. Huérfana de padre, y con una madre incapaz de
mantenerse por sí misma, la joven empezó a trabajar con nueve años para sacar a
su familia adelante. De cuidar a niños en su aldea a trabajar en una fábrica de
aeroplanos en Moscú.
La piloto Masha Dolina.
"Mi
dulce Yak alado es una máquina espléndida a la que he ligado mi vida. Si
morimos, será juntos"
Fue
allí donde su antigua y grisácea vida cambió de rumbo. Aunque esta vez dirigía
ella. Con el grado de instructora que obtuvo en la escuela de vuelo y su
dominio del salto en paracaídas, la chica rural se convirtió oficialmente en
piloto, con abrigo largo de cuero inclusive. "Desde luego que la
propaganda tuvo un papel fundamental porque había gente muy idealista, sobre
todo en las ciudades, pero durante la guerra, en la Unión Soviética se llamaba
a la igualdad de género, a la igualdad de raza, a la igualdad de todo. Esto es
lo que se vendía", matiza Vinogradova.
Alerta
roja en el Kremlin
Aunque
parezca contradictorio, para algunas la igualdad llegó con la guerra. El 30 de
septiembre de 1941 Alemania comenzó su ofensiva contra Moscú. Ciudades como
Kaluga o Viazma resistieron al enemigo, pero la actitud victoriosa de los
soldados de Stalin en estas zonas se esfumó el 13 de octubre de ese mismo año.
Las fuerzas alemanas habían cruzado el Volga y dos días más tarde tomarían
Kalinin. Tan sólo les separaba de Moscú 150 kilómetros. Cundió el pánico y en
el Kremlin saltaron todas las alarmas. Stalin, el hombre de hierro, se volvió
de barro.
Veteranas del 46 regimiento de bombarderos “Guardias de la Noche” frente al teatro Bolshoi, Moscú.
"En
Rusia la guerra era para todos. No había ni siquiera tiempo para ver quiénes
eran mujeres o quiénes eran hombres"
Aquel
día se produjo la firma del decreto Evacuación de Moscú, capital de la URSS en
el que se establecía que el líder político abandonaría la ciudad al día
siguiente o en los días posteriores. "Estamos en peligro. Abandonen la
ciudad", repetían desde Radio Moscú el 16 de octubre de 1941. Esa noche,
el 122º Grupo Aéreo había planificado una guerrilla urbana de resistencia. Se
llenó el Teatro Bolshói de explosivos. Se creó una barricada con troncos para
que el "enemigo alemán" no accediera a la ciudad y el gobierno empezó
a repartir a sus conciudadanos harina, cereales, conservas y algo de abrigo y
calzado.
La
guerra había empezado.
"En
Rusia la guerra era para todos. No había ni siquiera tiempo para ver quiénes
eran mujeres o quiénes eran hombres, y se consiguió ganarla casi por
casualidad. Con muchísima suerte", reflexiona la escritora.
La
igualdad de sexos en el frente
Se
necesitaban manos, armas y disposición. Daba igual el sexo o la condición
social. Lo importante era luchar y proteger a la patria y a su líder. A ellos
mismos. Las seleccionadas por Raskova para combatir tuvieron que someterse a un
control exhaustivo de sus diarios y documentos personales, así como a duras
pruebas de resistencia física y psicológica. Se despertaban antes de que
amaneciera con el grito de alerta "¡Pódium!" (¡Arriba!). Nada más lo
escuchaban, saltaban automáticamente de la cama se ponían en fila y comenzaban
su marcha. "¡Vista a la derecha! ¡Firmes! ¡Media vuelta!", repetían
una y otra y otra vez. Las que resistieron, vencieron. Fue el 8 de diciembre de
1941 cuando se consolidó el 586º Regimiento femenino de caza. Iban a ser
pilotos de guerra, a pesar de que desconocieran la magnitud y riesgo de la
misma. Al fin y al cabo, eran niñas pequeñas vestidas con grandes uniformes de
hombre.
Marina Raskova, heroína de la URSS y posible agente de la NKVD.
Marina
Raskova se estrelló en la orilla del Volga cuando se dirigía con sus
bombarderos hacia Stalingrado
Galia
Dokutóvich se autoconfesaba de esta manera en una carta. "Aunque la guerra
ha hecho mella en mí por fuera, en el interior es poco lo que ha cambiado. Sigo
siendo la misma niña de siempre. Quizá la mayoría de los de la retaguardia
piense que aquí, en el frente, ocurren a diario actos heroicos extraordinarios.
¡Tonterías! Todo es muy mundano: Lo normal de una guerra. Tal vez nos hemos
acabado por acostumbrar a todo: al mal tiempo, a los reflectores, a las
baterías antiaéreas y a noches tan oscuras que no se ven ni el cielo ni las
estrellas".
Los
fantasmas de la guerra comenzaron a planear de manera habitual a partir de la
Batalla de Stalingrado (1942-1943). El hastío, la incomunicación con la familia
y la escasa alimentación que recibían desanimaron a muchas de las pilotos.
Katia Budánova se pasó más de un año sin saber de los suyos, hasta que el 7 de
octubre de 1942 una misiva procedente de su casa le confirmaba que su madre
seguía con vida, que todo estaba en orden.
Nos
hemos acabado por acostumbrar a todo: al mal tiempo, a los reflectores, a las
baterías antiaéreas...
Pero
su melancolía nunca superó sus ganas de venganza. Como le dijo ella misma a su
hermana Valia por carta. "Mi vida pertenece ahora a la lucha contra los
bárbaros fascistas. Quiero que sepas que no me da miedo la muerte, pero tampoco
la busco: si tengo que morir, pienso vender cara la vida. Mi dulce Yak alado es
una máquina espléndida a la que he ligado mi vida de forma inextricable. Si
morimos, será juntos y sólo convertidos en héroes. ¡Cuídate! Que tu amor a la
Patria sea cada vez más intenso y mayor tu pericia por su causa. No me
olvides".
Raskova:
la muerte de la belleza rusa callada
El
4 de enero de 1943 todo se desmoronó. "La belleza rusa callada y
discreta", como había calificado el corresponsal de guerra, Konstantín
Símonov, a Marina Raskova, enmudeció para siempre. Un fallo de cálculo y la
densa niebla que encontró mientras se dirigía con sus bombarderos hacia
Stalingrado, hicieron que la heroína de la Unión Soviética se estrellara contra
la orilla diestra del Volga. El Pravda, periódico oficial del Partido
Comunista, escribía aquel día un editorial titulado “Moscú asiste al funeral de
Raskova” en el que se ensalzaba la labor y la "gloriosa trayectoria"
de una de las "mujeres más notables de nuestro tiempo".
¿Era
Raskova realmente una espía de la NKVD? ¿Cómo logró hacerse con el puesto de
navegante si casi no tenía experiencia en este oficio?
Al
funeral, un asunto de Estado, asistieron "Representantes del Gobierno
soviético, comisarios del pueblo, héroes del Trabajo Socialista, héroes de la
Unión Soviética y el resto de las gentes más destacadas de la URSS se
encuentran hoy al lado del féretro de Raskova. Las manecillas del reloj se
aproximan a las tres. La guardia de honor forma ante el secretario del partido
en Moscú, A. S. Sherbakov; el Mariscal S. M. Budionni, y V. P. Pronin,
presidente del concejo municipal moscovita".
Su
muerte dejó numerosas cuestiones sin resolver. ¿Era Raskova realmente una espía
de la NKVD? ¿Cómo logró hacerse con el puesto de navegante si casi no tenía
experiencia en este oficio? ¿Actuó de alguna manera en la época de represión
del régimen soviético?
"Es
cierto que ella formaba parte de la NKVD, pero lo más probable es que su misión
fuera informar sobre temas de aviación, que era donde tenía los contactos. Ella
vigilaba, anotaba y lo comunicaba, aunque sí que es verdad que durante un
tiempo en el que trabaja para la NKVD se produce una represión brutal con los
pilotos. Es posible que jugara un papel en este proceso, pero obviamente nunca
vamos a poder encontrar fuentes documentales que lo demuestren", concluye
Viogradova.
Fuente:
https://www.elmundo.es