Por María
Alexándrova
S-16 Sikorski en 1915.
Este caza ligero fue diseñado originalmente como un avión de entrenamiento. Pero durante la guerra actuó como el primer caza de serie que protegió los bombarderos S-22 Iliá Múromets.
Durante
la Primera Guerra Mundial, Rusia luchó principalmente con aviones franceses: en
el fragor de las operaciones de combate no hubo tiempo para desarrollar la industria
aeronáutica nacional. Sin embargo, gracias al destacado diseñador de aviones
Ígor Sikorski, incluso en los duros tiempos de la guerra, Rusia pudo alcanzar
cierto éxito. En primer lugar, para demostrarse a sí mismos que la industria
aeronáutica nacional tenía un potencial, y grande. La obra más famosa de ese
periodo fue el primer bombardero multimotor de serie Iliá Múromets, según
recuerda Rossíiskaia Gazeta.
Junto
con Sikorski, sus verdaderos compañeros, el piloto militar Gueorgui Lavrov y el
profesor Anatoli Serébrenikov, trabajaron en el caza. El avión se fabricó en
Petrogrado en la Fábrica de Vagones Ruso-Báltica. El S-16 se completó en enero
de 1915, y se produjeron 34 máquinas en total.
Algunos
investigadores creen que Sikorski se inspiró en el Sopwith Tabloid inglés, que
dio un impulso a la construcción de pequeños aviones de alta velocidad en
varios países. Gracias a los Tabloid apareció un grupo de biplanos monoplaza
que estuvieron en uso hasta la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el avión de
reconocimiento Lébed.VII ("Cisne".VII).
Sin
embargo, del biplano inglés, el S-16 obtuvo sólo los parámetros generales. Las
partes separadas y los detalles fueron desarrollados por el propio Sikorski
sobre la base de otros modelos anteriores propios. El caza no era una copia de
nada.
El
biplano de madera tenía un asiento para el piloto y a veces estaba equipado con
un asiento para un observador en la parte trasera. El fuselaje estaba revestido
de aluminio en la parte delantera, y de tela con aerolac. El ala superior era
bastante alta, proporcionando una buena vista para el piloto.
El S-16
era relativamente fácil de controlar. El volante era de aluminio y los pedales
de latón, algo poco habitual en los aviones pequeños. A ambos lados del piloto
estaban los controles del motor.
El
primer caza nacional estaba equipado con dos ametralladoras. En el lado
izquierdo del fuselaje había una fija, originalmente una “Maxim” rusa y más
tarde las importadas Vickers y Colt. La segunda ametralladora estaba donde el
observador, que se sentaba detrás del piloto. Por lo general, se trataba de
carabinas danesas Madsen o de fabricación rusa o austriaca. En 1916 se fabricó
un lote de bombas de 900 gramos para el S-16.
Inicialmente
estaba previsto equipar el S-16 con motores de la fábrica Motor de Riga, pero
(debido a la guerra) había una aguda escasez de producción, por lo que los
cazas recibieron motores franceses Gnome de 80 caballos. En general, la
producción en serie, iniciada durante la guerra, se vio constantemente
obstaculizada debido a la falta de piezas de repuesto. Por lo tanto, los
diseñadores tuvieron que reelaborar y rediseñar constantemente algo para que el
S-16 pudiera seguir produciéndose.
El caza
ruso obtuvo un rendimiento de vuelo bastante bueno incluso con su débil motor.
Era capaz de alcanzar una velocidad de 125 km/h. En 4 minutos podía subir hasta
1.000 metros. A finales de 1915, pasó de ser un avión de entrenamiento y
reconocimiento a un caza completo.
La
primera batalla en la que participó el S-16 tuvo lugar en abril de 1916 en
Galitzia, y pocos días después el avión obtuvo su primera victoria aérea al
derribar un avión de reconocimiento austriaco. Ese año el ejército ruso recibió
un lote de 17 cazas S-16. Con mayor o menor éxito, los aviones fueron
utilizados por la aviación nacional hasta 1923.
Fuente:
https://es.rbth.com