El Tu-144, el avión de pasajeros supersónico de Tupolev, estuvo plagado de problemas técnicos. Al punto tal que los soviéticos le pidieron ayuda a BAC, uno de los fabricantes del Concorde, para tratar de solucionarlos.
Por
Gabriel Erard
En la
historia de los vuelos supersónicos de pasajeros, dos aeronaves acapararon
todas las miradas. Por un lado, el mítico Concorde de Aérospatiale y British
Aircraft Corporation (BAC); por el otro, el Tu-144 de Tupolev. La historia de
este último estuvo plagada de condimentos que, incluso hoy, siguen generando
mucho interés entre los fanáticos de la aviación.
El
Tupolev Tu-144 venció al Concorde en dos puntos que hoy son anecdóticos, pero
que en su momento fueron vistos como grandes victorias de la URSS sobre
Occidente. El prototipo soviético voló por primera vez dos meses antes que su
rival anglofrancés, y también fue el primero de los dos en volar a velocidades
supersónicas. Sin embargo, sus éxitos en esta carrera se detuvieron allí.
Si bien
el Concorde nunca llegó a operar en la cantidad de rutas y aerolíneas que se
habían pensado originalmente, sí tuvo un historial de servicio mucho más
destacado que el de su par ruso. El Tupolev Tu-144 sirvió apenas por tres años
como avión de pasajeros —de 1975 a 1978—, y luego tuvo un poco glamoroso
desempeño como aeronave de carga hasta 1983.
A lo
largo de los años, mucho se ha hablado sobre los motivos del fracaso del
“Concorde soviético”, o Concordski. El consenso entre los expertos es que la
aeronave nunca logró ser confiable. Es cierto que sufrió de muy mala publicidad
tras el famoso accidente aéreo del Salón Aeronáutico de París de 1973; pero los
problemas técnicos del Tu-144 fueron un obstáculo permanente para Tupolev. Y si
el proyecto no se descartó antes fue simplemente por motivos políticos, para no
mostrar debilidad ante los Estados Unidos y el resto del mundo.
Un claro
ejemplo de esto se dio a comienzo de 1978, cuando un Tupolev Tu-144 sufrió
múltiples fallos durante un vuelo de pruebas en el que viajaban periodistas de
distintos países. Los problemas iniciaron desde el momento en el que se
encendieron los motores; al punto tal que Alexander Larin, el piloto, le pidió
a su ingeniero de vuelo que le informara de los inconvenientes de forma
calmada, sin gritar, para no llamar la atención de los pasajeros.
Según
su relato, más de 20 sistemas fallaron en ese vuelo, y hasta último momento no
supo si el tren de aterrizaje se desplegaría correctamente. Años más tarde
reconoció que tuvo el poder de cancelar el despegue, pero que optó por no
hacerlo. “No puedes pasar vergüenza frente a los extranjeros”, fue su
explicación.
Golpeando
la puerta de los fabricantes del Concorde en busca de ayuda
Con una lista interminable de problemas técnicos en sus manos, Tupolev salió a buscar ayuda para salvar al Tu-144. En primer lugar, acudió a Lucas Industries, la empresa británica que proveía algunos de los sistemas computarizados que se utilizaban en el Concorde. Fue en 1977, cuando intentó obtener algunos de los equipos destinados a la gestión de los motores del avión supersónico anglofrancés. No obstante, su pedido no fue escuchado.
Así las
cosas, el buró soviético fue a golpear la puerta de British Aircraft
Corporation, uno de los fabricantes del Concorde. En principio, Tupolev
pretendía mejorar el diseño de las tomas de aire del Tu-144, pero las dificultades
a resolver eran, en realidad, mucho más complejas. Los rusos también debían
reforzar el fuselaje, así como impedir el congelamiento de los bordes de ataque
de las tomas de aire. Otras falencias se encontraban en las válvulas de drenaje
de los tanques de combustible, los sistemas de navegación y el equipamiento de
protección contra incendios, por solo mencionar algunas.
Como se
podrán imaginar, Tupolev volvió a recibir una negativa a su súplica ante su
principal competidor. El gobierno del Reino Unido vetó la ayuda a los
soviéticos por temor a que la tecnología que pudiera ser implementada en el
Tu-144 luego se utilizara en desarrollos militares de Tupolev. No olvidemos
que, por entonces, los rusos ya trabajaban en el Tu-160, un bombardero pesado
supersónico con alas de geometría variable y aires de Concorde.
¿Qué
tan distinta pudo haber sido la historia si BAC ayudaba a Tupolev a resolver
los problemas del Tu-144? ¿El destino de la aviación comercial supersónica
habría sido diferente? ¿Era válido el temor de las autoridades a confiar en los
soviéticos? Son todos interrogantes que hoy no tienen respuesta, claramente.
Pero es imposible no plantearlos.
El
Tupolev Tu-144 y la salvación que no fue
El
pedido de ayuda de Tupolev a BAC no pasó desapercibido para la prensa
internacional. De hecho, la prestigiosa revista Aviation Week le dedicó
cobertura al suceso en su edición del 4 de diciembre de 1978. “Solicitan ayuda
técnica para el Tu-144. Se notó la franqueza soviética en las discusiones con
los expertos del Concorde luego de dos accidentes fatales y la cancelación del
servicio”, indicaron los estadounidenses. La segunda fatalidad referida en el
artículo había ocurrido en mayo de ese año y llevó a que la aeronave dejara de
utilizarse en vuelos de pasajeros.
La
negativa británica al pedido de asistencia de Tupolev terminó siendo crucial
para el destino final del Tu-144. El programa del avión de pasajeros
supersónico se canceló en 1983, sin poder erradicar todos sus problemas de
confiabilidad. Pese a ello, la aeronave logró mantenerse activa en años
subsiguientes.
En
primera instancia, se la utilizó para entrenar a los pilotos del Transbordador
Buran, aunque este último voló una sola vez y sin tripulación. En la segunda
mitad de la década de 1980, en tanto, se transformó en un laboratorio médico y
biológico para investigaciones a gran altura. Pero lo verdaderamente curioso
fue su uso tras la caída de la Unión Soviética.
En los
noventa, de la mano de la NASA, sirvió como plataforma experimental para el
desarrollo de un avión de pasajeros supersónico estadounidense. Un proyecto que
los norteamericanos ya habían abordado con el fallido Boeing 2707. Sin embargo,
la iniciativa quedó en la nada y el Tupolev Tu-144 pasó a retiro definitivo en
1999. Una historia con más sombras que luces, sin dudas, pero que aún hoy sigue
despertando pasiones.
Fuente: https://hipertextual.com