En la mañana del 18 de abril de 1942, 16 bombarderos B-25 Mitchell del Ejército de EEUU despegaron del portaaviones USS Hornet con una misión: vengar el ataque japonés a Pearl Harbor. Fue el primer ataque estadounidense sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial.
A bordo
de esos aparatos iban 80 hombres. El protagonista de esta entrada era uno de
ellos: el Teniente Coronel retirado Richard Cole, nacido el 7 de septiembre de
1915 y que tiene ahora, por tanto, 101 años.
Durante meses, las tripulaciones de esos 16 B-25B fueron entrenadas para despegar sus aparatos desde la pista del portaaviones. Aunque la película "Pearl Harbor" (2001) situase a dos pilotos de caza entre los voluntarios, en realidad todos los aviadores fueron seleccionados de miembros del 17º Grupo de Bombardeo, la primera unidad estadounidense que contó con los B-25. Cada uno de los aviones, con 5 tripulantes a bordo, debería cargar cuatro bombas de 500 libras (225 kilos) especialmente hechas para la ocasión y lanzarlas sobre diversos objetivos situados en Tokio, Yokohama, Yokosuka, Nagoya y Kobe. Era una operación muy audaz, ideada no tanto para provocar un daño real a Japón, como para inyectar moral al propio pueblo estadounidense, que se sentía ultrajado por el ataque japonés a Hawái y, a la vez, vivía con temor a un nuevo ataque nipón, esta vez contra el propio territorio continental de los EEUU. Un temor que se hizo aún más fuerte mes y medio después con la invasión japonesa de las islas Aleutianas, en Alaska.
Aunque
estaba previsto lanzar los aviones a 400 millas de Japón, tuvo que adelantarse
el despegue cuando la flota estadounidense que los transportaba se topó con un
patrullero japonés. Ante el riesgo de perder el factor sorpresa, los aviones se
lanzaron a 645 millas de la costa. Aunque no todos los aviones alcanzaron sus
objetivos, el impacto del ataque en Japón fue enorme y pilló por sorpresa al
Estado Mayor nipón. La mayoría de los aviones llegaron a China. Uno de ellos,
el número 8, aterrizó en Vladivostok (URSS), recibiendo sus tripulantes un
trato propio de prisioneros de guerra por parte de los soviéticos. Doolittle
pensó que se someterían a un consejo de guerra por la pérdida de todos los
aviones, pero para su sorpresa a su regreso a los EEUU se le concedió la
Medalla de Honor y fue ascendido a General de Brigada.
De los
80 hombres que participaron en la incursión, dos murieron cerca de la costa de
China, y uno ya en territorio chino. Ocho fueron hechos prisioneros por los
japoneses, de los cuales tres fueron ejecutados y uno murió durante su
cautiverio. Seis de los aviadores fueron gravemente heridos. En el teatro de
operaciones del Pacífico siguieron combatiendo 28 de los tripulantes, muriendo
en acción cinco de ellos. Otros 19 combatieron en el teatro del Mediterráneo,
donde cuatro de ellos murieron y otros cuatro fueron hechos prisioneros.
Finalmente, 9 de los raiders combatieron en el teatro europeo, muriendo en
acción uno de ellos. Tras la guerra, los Doolittle Raiders siguieron viéndose
en reuniones anuales hasta 2013. Ese año hicieron su última reunión en Fort
Walton Beach, Florida, cerca de la base aérea de Eglin, donde habían sido
entrenados para su audaz misión de 1942. Ya sólo quedaban cuatro de ellos, con
edades comprendidas entre los 92 y los 98 años. El pasado 22 de junio murió el
penúltimo de ellos que aún vivía, David Thatcher. Ese día Cole se convertía en
el último superviviente de aquella incursión.
Richard
Cole, como se ha señalado, volaba como copiloto en el avión número 1, con
matrícula 40-2344. Este avión acabó en Quzhou, China, en una zona tomada por
los japoneses, pero sus tripulantes pudieron ser rescatados por guerrilleros
chinos y por el misionero estadounidense John Birch. El pasado mes de julio en
una entrevista en Historynet le preguntaron si se sentía un héroe: "No,
sólo estábamos haciendo nuestro trabajo".
Fuente:
https://www.outono.net