Si los
hitos que marcaron el Sputnik, la perra Laika o Yuri Gagarin son hoy
reconocibles en todo el mundo fue gracias al trabajo de un hombre oculto en las
sombras: hablamos de Serguéi Korolev.
Por Héctor
Rodríguez
La
historia de la exploración espacial está repleta de nombres que marcaron un
antes y un después: Yuri Gagarin, el primer hombre en viajar al espacio; Valentina Tereshkova, la primera mujer en
completar la misma hazaña; Neil Armstrong, el primer hombre el pisar la Luna; o
el astronauta ruso Valeri Polyakov, quien con 438 días en órbita ostenta el
récord de ser la persona que más tiempo ha pasado en el espacio.
Sin
embargo, las hazañas de todos estos superhombres y mujeres no habría sido
posible sin el trabajo, en ocasiones mucho menos reconocido, de algunas de las
mentes más privilegiadas de su tiempo, las cuales trabajaron en la sombra para
llevar a la Humanidad cada vez un paso más allá. Y en este sentido uno de los
grandes nombres a recordar es el de Serguéi Pávlovich Koroliov.
Serguéi
Korolev, como también es conocido, nació el 12 de enero de 1907 en la hoy
ciudad ucraniana de Zhitómir, entonces integrada en el imperio ruso. Fruto de
un matrimonio infeliz de conveniencia, sus padres se separaron cuando este solo
tenía 3 años, por lo que el joven Korolev se crio junto a sus abuelos en la
ciudad de Nizhyn, cercana a Kiev, donde recibiría una buena educación temprana
por deseo de su madre, y ya desde joven mostraría unas buenas aptitudes
académicas, especialmente para las matemáticas.
En los
años siguientes, tras la disolución del Imperio Ruso en 1917 y los conflictos
derivados de esta, ante la clausura de las escuelas locales Korolev continuaría
con su educación en casa junto a su madre y su nuevo marido en Odessa, donde
más allá de formase como carpintero, se interesaría por el mundo de la
aviación, concretamente por la operaciones de un destacamento de hidroaviones
militares ubicado en su misma ciudad.
En
1923, se uniría a la Sociedad de Aviación y Navegación Aérea de Ucrania y
Crimea -OAVUK- y solo un año después, en 1924, diseñaría el K-5, un planeador
aceptado para su construcción por la propia OAVUK. Fue así que ese mismo año
decidió inscribirse en Instituto Politécnico de Kiev, el cual ya contaba con
una rama de aviación. Solo dos años después fue aceptado por la Escuela Técnica
Superior de Moscú, donde después de diseñar varios planeadores, se licenciaría
como ingeniero en 1929.
Koroliov a los mandos del Koktebel, planeador de su diseño. 1930
Durante
su etapa en Moscú, Korolev empezó a trabajar en la Oficina de Diseño
Aeronáutico OPO-4 de la URSS junto a algunos de los mejores diseñadores de
aviones de su tiempo, donde apenas tras licenciarse llegó a ser el ingeniero
jefe encargado del diseño del bombardero soviético Túpolev TB-3. Finalmente
obtendría su licencia de piloto en el año 1930, el mismo que empezó a
interesarse por los cohetes de propulsión líquida, lo que de la mano del
ingeniero de origen letón, Friedrich Zander, autor del diseño del primer cohete
a propulsión ruso, le llevó un año después a participar en la creación del Grupo
de Investigación de Propulsión a Reacción -GIRD- del cual fue designado jefe de
grupo en 1932.
Durante
los años siguiente el GIRD desarrollaría 3 modelos distintos de propulsión para
cohetes, a cada cual mejor. Su mayor éxito llegaría de manos del GIRD-9, el
primer cohete de propulsión ruso, lanzado en 1933. Así, los avances del GIRD
despertaron el interés militar de esta nueva tecnología, lo que culminó en la
creación del Instituto de Investigación de Propulsión a Reacción -RNII- del
cual Korolev llegó a ser subdirector .
Del
gulag al espacio
Tal y
como podía suceder, y sucedía, en la Unión Soviética, el 27 de junio de 1938
Korolev sería arrestado bajo acusaciones poco esclarecedoras durante la Gran
Purga. Sobre él se verterían los cargos de pertenencia a una organización
contrarrevolucionaria soviética, lo que en ausencia de juicio acabaría con sus
huesos en el Gulag de Kolima, en Siberia, famoso por su alto índice de
mortalidad entre los prisioneros.
Su
suerte cambiaría dos años después, en 1940, probablemente debido a su utilidad
como ingeniero, y tras un juicio en Moscú y una reducción de condena de 8 años
sería enviado a una sharashka, que era el nombre informal de los laboratorios
secretos soviéticos del sistema Gulag en los cuales los prisioneros eran
científicos e ingenieros. Aislado de su familia y conocidos, Korolev pasaría 4
años entre diversas sharaskas hasta ser liberado en el 1944.
Tras
ello, probablemente sin posibilidad de negarse a hacerlo, continuaría
trabajando para el gobierno soviético. Solo un año después, en 1945, sería
condecorado con la Divisa de Honor por su contribución al desarrollo de motores
de cohete para aeronaves militares. Al final de la Segunda Guerra Mundial fue
destinado al Ejército Rojo con el rango de Coronel, donde dirigió a otros
ingenieros en la tarea de construir una réplica soviética del Cohete V-2, el
famoso misil balístico alemán. Dicha réplica fue denominada R-1 y probada por
primera vez en octubre de 1947.
Bajo el mando de Korolev, al R-1 siguieron en los años consecutivos nuevas versiones del cohete, y así nacieron los cohetes R-2, R-3, R-5 o su última versión, el R-7, capaz de transportar la bomba nuclear soviética más grande a una distancia de 7.000 kilómetros.
No
obstante los logros balísticos de Korolev no tuvieron una aplicación militar
idónea. Fue así que en 1952, tras unirse al Partido Comunista de la Unión
Soviética, quizá la única manera de contar con la financiación necesaria para
nuevos proyectos, el ingeniero se interesó por el empleo de cohetes como
tecnología espacial.
Fue así
que el primer satélite enviado al espacio, el Sputnik, tras ser desarrollado en
tan solo un mes, fue propulsado, precisamente, por un cohete R-7. Le seguiría el envío al espacio de la perra
Laika, así como el desarrollo del posterior programa Luna, para el cual se
emplearía una versión modificada del R-7, y en el marco del cual se envió a
nuestro satélite el primer objeto que impactó en su superficie, la sonda
Luna-2, y el primero en fotografiar su cara oculta, el Luna-3.
En el
marco de la Carrera Espacial, el programa Luna fue pronto sucedido por el
programa Vostok, que enviaría a Yuri Gagarin al espacio el 12 de abril de 1961
a bordo de la Vostok-1, y a Valentina Tereshkova el 16 de junio de 1963, a
bordo de la Vostok-6.
Serguéi Pávlovich Korolev junto a Yuri Gagarin y Kirill Moskalenko
El
siguiente paso natural seria enviar una misión capaz de transportar a varios
cosmonautas al espacio, lo cual culminó con el envío de Pável Beliáyev y Aléxei
Leonov a la órbita terrestre en el marco del programa Vosjod, en el que este
segundo realizaría el primer paseo espacial de la historia apuntándose un nuevo
tanto ante los Estados Unidos en la carrera por alcanzar la Luna, para la cual
Korolev ya se encontraba inmerso en el diseño del cohete N1 y de la nave Soyuz,
aunque aquejado desde hace varios años por varios y serios problemas de salud.
De
hecho Korolev moriría inesperadamente un 14 de enero de 1966, a la edad de 59
años, antes de ver realizados su planes. Su fallecimiento estuvo rodeado de
cierto misterio, y aunque parece seguro que murió en un hospital durante una
operación, son varias las versiones de las causas de su deceso. Fue solo entonces,
tras su muerte, que el pueblo soviético y el mundo pudieron saber sobre la
identidad de Korolev y sus logros, ya que esta, con el fin de proteger de
agentes extranjeros los avances tecnológicos soviéticos, permanecía en estricto
secreto.
Serguéi Pávlovich Korolev en un sello soviético de 1969
Durante
su carrera recibió dos veces el título de Héroe del Trabajo Socialista, en 1956
y 1961, el Premio Lenin en 1957 y la Orden de Lenin en 3 ocasiones. En 1958 fue
también elegido como miembro de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética.
También
sería galardonado con el premio Nobel, sin embargo el entonces líder soviético,
Nikita Jruschov, irónicamente al contrario que con las distinciones que Korolev
recibió por parte de la propia URRS, rechazó que se usara el nombre de Koroliov
para el galardón bajo la premisa de que el creador del "Sputnik" era
el pueblo soviético.
Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es