Fue el primer triunfo norteamericano en la Segunda Guerra Mundial, en un plan improvisado tras el ataque de Japón a la base naval.
El 18 de abril de 1942, Estados Unidos concretó la Operación Doolittle. Foto: Captura video.
Por Santiago
Puddington
"Isoroku
Yamamoto, el comandante japonés que ideó el ataque a Pearl Harbor, había pasado
mucho tiempo viviendo y estudiando en los Estados Unidos, así que conocía muy
bien cómo pensaban. Él sabía dos cosas. La primera, que los estadounidenses
adoraban sus buques de guerra. Así que si los hundían en ese primer ataque les
harían sentir que les quitaron su arma más poderosa. Lo segundo es que los
norteamericanos tenían buenos portaaviones y grandes aviones y pilotos. Ese era
uno de los blancos claves y el peor resultado posible era destruir los buques
de guerra y dejar intactos los portaaviones. Eso fue exactamente lo que
pasó".
Timothy
Orr, profesor de historia en Old Dominion University, definió en el documental
"Eventos de la Segunda Guerra Mundial" lo que pasaba por la cabeza
del único japonés que estaba preocupado después de lo que había sido el exitoso
ataque sorpresa contra la base naval americana, aquella mañana del domingo 7 de
diciembre de 1941.
Por
distintas tareas, los portaaviones estadounidenses Hornet, Enterprise, Yorktown
y Lexington se encontraban muy lejos de Pearl Harbor cuando cayeron las bombas
y los torpedos. De modo que, tras el hundimiento de ocho acorazados por las
fuerzas japonesas, ahora eran prácticamente lo único que tenía la marina del
flamante comandante en jefe Chester W. Nimitz como para responder al enemigo
asiático.
Los portaaviones estadounidenses Hornet, Enterprise, Yorktown y Lexington se encontraban muy lejos de Pearl Harbor (AP)
El otro
factor que no habían tenido en cuenta los altos mandos nipones al planificar su
bombardeo, era la reacción que tendría en el pueblo estadounidense. La sociedad
respondió de inmediato. El orgullo nacional había sido severamente dañado y
había furia y sed de revancha entre los ciudadanos, que corrían a en listarse y
esperaban por una revancha urgente.
Apenas
dos días después del sanguinario ataque, que se llevó la vida de más de 2 mil
personas, las fuerzas militares comenzaron a organizar lo que luego se
conocería como la Operación Doolittle. La venganza, que marcaría el desembarco
definitivo de los Estados Unidos en el conflicto bélico.
Tras el bombardeo a Pearl Harbor se organizó la operación Doolittle. (REUTERS)
Una
"misión suicida"
Mientras
Japón avanzaba sobre el resto de las islas del pacífico y se extendía aún más
en el territorio chino, el presidente Franklin Roosevelt se reunía con el
Estado Mayor Conjunto para exigir un bombardeo tan pronto como fuera posible.
Era imperioso dar un golpe de efecto para levantar la moral del pueblo y
marcarle al enemigo que su victoria no sería tan sencilla como imaginaba.
"Un
ataque a la patria japonesa causaría confusión en las mentes de los japoneses y
sembraría dudas sobre el confiabilidad de sus líderes... los estadounidenses
necesitaban urgentemente un impulso moral", contó en su biografía James
Doolittle, el encargado de llevar adelante aquel plan, que había sido
diagramado por el capitán de la marina Francis Low.
El Arizona quemándose tras el ataque japonés en Pearl Harbor
La idea
surgió en enero de 1942, en medio de una oleada de críticas hacia el presidente
que llegaban desde los gobernadores de Virginia, Georgia y Carolina del Sur,
cuestionando la nula capacidad de reacción al bombardeo a Pearl Harbor. No hubo
tiempo para dudas, los portaaviones Lexington y Hornet, trasladarían a los
bombarderos B-25 hasta la costa nipona para atacar Tokio, Yokosuka y Nagoya.
El plan
era improvisado y extremadamente arriesgado. Los aviones B-25 habían entrado en
funciones el año anterior y todavía no habían sido testeados en combate.
Tampoco habían sido diseñados para las pistas de un portaaviones y para
sumarles mayor dificultad, tendrían que despegar en aguas enemigas, confiando
en no ser descubiertos hasta arribar al lugar propicio para el lanzamiento.
James Doolittle, un mes antes del ataque. (AP)
La
última etapa de la propuesta de Low, apuntaba que, tras el ataque, los
bombarderos se dirigieran hacia aeródromos seguros en China, aunque no estaba
clara la autonomía que tendrían los aviones para llegar hasta allí. Todo
dependía de lo que pudieran hacer los pilotos y de las condiciones del clima y
el viento.
Sin
embargo la necesidad de un triunfo pesaba más que las inconsistencias del plan
y los trabajos comenzaron de inmediato. Muchos la definieron como una
"misión suicida" por el altísimo riesgo y por eso se seleccionó al
experimentado aviador James Doolittle para ponerse al frente de la compleja
tarea.
En cinco bombas se colgaron las medallas de "amistad" (AP)
El 2 de
Enero de 1942, Doolittle había sido ascendido al rango de Teniente Coronel y
poco después, se presentó como voluntario para desarrollar y ejecutar el plan.
Los
preparativos
El 1 de abril de 1942, la Operación Doolittle se puso en marcha. (AP)
Con la
estrategia delineada y los pilotos que protagonizarían el ataque seleccionados,
se trabajó sobre los aviones. Es que prácticamente hubo que volver a armarlos
para que pudieran cargar el combustible y el peso de los explosivos.
Durante
todo el mes de marzo se realizaron los entrenamientos, hasta que el 1 de abril
de 1942, la Operación Doolittle se puso en marcha.
Los 16
bombarderos modificados, sus tripulaciones de cinco hombres y el personal de
mantenimiento del Ejército (un total de 71 oficiales y 130 soldados), abordaron
el portaaviones Hornet en la Estación Aérea Naval Alameda.
La
operación Doolittle en el film "Pearl Harbor"
La
película mostró una recreación de lo que fue el bombardeo estadounidense en
Japón
Cada
B-25 llevaba cuatro bombas de 225 kg especialmente construidas. Tres de ellos
eran municiones de alto explosivo y uno era un paquete de incendiarios. En
cinco de aquellos proyectiles se les colgaron las medallas de
"amistad", que habían sido otorgadas por el gobierno japonés a los
militares estadounidenses antes de la guerra.
Un
pesquero quemó los planes
Eran
las 7.38 de la mañana del 18 de abril cuando un pesquero armado japonés, Nittō
Maru descubrió al portaaviones y dio aviso sobre el ataque. Si bien la nave
nipona fue hundida, el Capitán Marc Mitscher decidió lanzar a los aviones antes
de que fuera demasiado tarde. Aún no estaban en la posición planificada para el
lanzamiento por lo que los B-25 tendrían que viajar 300 kilómetros por su
cuenta hasta llegar a Japón y prácticamente no tendrían combustible para llegar
a China.
El
veterano Richard Cole, copiloto aquella mañana, contó en una entrevista lo que
sucedió cuando los planes debieron cambiar: "Doolittle nos dio a todos la
oportunidad de retirarnos antes de despegar, pero nadie lo hizo".
20 minutos después de las 8, el primer avión, piloteado por el propio Doolittle despegó del Hornet. (AP)
20
minutos después de las 8, el primer avión, piloteado por el propio Doolittle
despegó del Hornet. "Cuando el bombardero despegó del portaaviones hubo un
momento en el que se sumergió bajo la proa. Parecía que estaba a punto de
hundirse en el océano, porque llevaba demasiado peso de las bombas. Luego,
rápidamente levantó vuelo y poco a poco se elevó en el horizonte",
describió Timothy Orr, profesor de historia en Old Dominion University.
Golpe
inesperado
Fueron
tres horas de vuelo en medio de turbulencias y un cielo brumoso, hasta que
finalmente a las 12, los 16 bombarderos B-25 llegaron a tierra firme. 30
segundos en el cielo de Tokio y el resto de las ciudades elegidas para
bombardear demandó el ataque. Todos lograron descargar su carga causando
conmoción en una sociedad que no imaginaba que podría llegar a sufrir un
ataque.
"Todo Japón estaba consternado". (AP)
El
golpe más contundente lo otorgaron las bombas que aterrizaron en los terrenos
del palacio del emperador. "Esto fue increíble. Todo Japón estaba
consternado. Los emperadores son figuras divinas, no es como un presidente, que
se elige a otro y listo. Para la cultura japonesa son algo superior y si por un
descuido militar, el emperador es asesinado, el suicidio masivo de todo el alto
mando japonés habría seguido al instante", sentenció el historiador Andrew
Labert.
"Fue
un shock para la población japonesa, porque era en ese momento, en la primera
etapa de la guerra, que se decía que Japón estaba ganando. El ataque al palacio
imperial causó mucha indignación", describió Sayuri Guthrie Shimizu,
profesora de historia de Rice University en el documental "Eventos de la
Segunda Guerra Mundial".
Cuántos
pilotos sobrevivieron a la Incursión Doolittle
Concluido
el ataque, ahora era la hora de escapar. Las condiciones climáticas habían
cambiado completamente y 15 de los 16 B-25 se dirigieron a China en búsqueda de
aquellos aeródromos soñados. Ninguno llegó hasta allí.
La
potencia del clima, las horas de vuelo acumuladas, el agotamiento de los
pilotos y el poco combustible restante, hicieron que los tripulantes tuvieran
que saltar de los aviones y encontrar la manera de llegar a un lugar seguro en
medio de un territorio en plena disputa entre China y Japón. Ya era de noche y
el objetivo ya simplemente pasaba a ser evitar el mar, donde sería casi
imposible sobrevivir.
El escape tras los ataques.
Al no
llegar a los aeródromos, la mayoría de las tripulaciones se lanzaron en
paracaídas sobre distintas ciudades chinas. El sexto avión cayó al mar; dos de
sus tripulantes se ahogaron y tres lograron salvarse; al tocar tierra fueron
capturados por los japoneses.
El
tercer avión se quedó sin gasolina en pleno vuelo y la tripulación saltó en
paracaídas sobre la Cordillera de Chuchow. Falleció por heridas el piloto
Leland Faktor, antes de que el resto de sus compañeros fueran rescatados por
las tropas chinas.
15 aviones llegaron a China.
La
historia fue aún más compleja para el Comandante Edward J. York quien ni
siquiera contaba con el combustible como para intentar llegar a China. De modo
que decidió dirigirse hacia territorio ruso. Aterrizó cerca de Vladivostok y
fue arrestado por los soviéticos, que tenían un pacto de no agresión con Japón.
Casi un año más tarde York y su tripulación fueron entregados a las autoridades
inglesas en un consulado británico cercano a la frontera con Irán.
Doolittle,
héroe nacional
Se
lanzó en paracaídas y cayó en medio de un montón de estiércol, en un arrozal de
Quzhou. Allí, recibió asistencia del misionero norteamericano John Birch, quien
lo sacó de las líneas japonesas.
Doolittle fue recibido con honores.
Antes
de arribar nuevamente a los Estados Unidos creía que su labor iba a ser
cuestionada, ya que todos los aviones B-25 que formaron parte de la misión se
perdieron. Sin embargo, el éxito del ataque trajo un fuerte impacto anímico y
fue recibido como un héroe nacional. La Fuerza Aérea Estadounidense lo ascendió
a Brigadier General y fue condecorado con la Medalla de Honor del Congreso.
Roosevelt
celebraba por fin su primer triunfo en la Segunda Guerra Mundial, aunque este
era apenas el inicio de un conflicto que se sellaría con dos bombas nucleares.
Fuente:
https://www.clarin.com