10 de agosto de 2020
EL VUELO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN
Por
Emilio Amade
El
23 de octubre de 1906, Alberto Santos Dumont consiguió realizar en París un
vuelo autónomo de siete segundos a bordo de su aeroplano 14 bis. Los 60 metros
recorridos a una altura de entre dos y tres metros suponían culminar con éxito
una aventura que había comenzado el verano del año anterior y que cambiaría la
historia de la aviación.
Gracias
a su ingenio consiguió lo que ningún otro hasta la fecha, despegar con la
potencia de su motor sin ningún tipo de ayuda, volar controlando en todo
momento la dirección y altura de la aeronave y aterrizar de una forma segura.
Aquella gesta significaría el inicio de la aeronáutica moderna.
La
capital francesa de comienzos del siglo XX se había convertido en el epicentro
tecnológico de la época a raíz de las dos exposiciones universales celebradas
en 1889 y 1900. El 8 de junio de 1905, el brasileño Santos Dumont, inventor y
piloto de globos y dirigibles, es testigo del vuelo que Gabriel Voisin hace
sobre un aparato que planea sobre el Sena con la ayuda de una lancha motora
para despegar. Con su máquina, muy parecida a lo que hoy en día sería un
hidroavión, el ingeniero francés se elevó 15 metros y recorrió una distancia de
150.
Alberto
Santos Dumont a los mandos del 14bis. En la foto se puede apreciar la rueda que
por medio de poleas hacía girar el timón de dirección y justo detrás, la
palanca de profundidad.
Dumont,
nacido en el estado de Minas Gerais en 1873 y afincado en París, era ya por
aquel entonces muy popular por haber ganado el reputado Premio Deutsch tras
realizar un vuelo controlado de 11 kilómetros con un dirigible desde
Saint-Cloud a la Torre Eiffel y regreso. Sin embargo, aquel día, mientras observa
el vuelo de Voisin sobre el Sena, globos y dirigibles desaparecen de su mente.
El nuevo artefacto volador dispara su imaginación e inquietud y le hace reparar
en algo evidente: el futuro desarrollo de la aviación está inevitablemente
relacionado con el aeroplano.
Pero
ni Voisin ni Dumont eran los primeros en apostar por un artefacto con alas. En
Alemania, el ingeniero Otto Lilienthal ya había realizado más de un millar de
planeos desde 1891, hasta estrellarse mortalmente en 1896.
Justo
en las antípodas, en 1884, el ingeniero e inventor británico, Lawrence
Hargrave, había experimentado en Australia con cometas en forma de caja con
superficies curvas (células de Hargrave). Fue él quien estableció que una
superficie curva tiene mayor sustentación que una plana. Hargrave se elevó con
ellas hasta cinco metros y su influencia en las siguientes generaciones le ha
otorgado la condición de verdadero padre de la aeronáutica.
También
los hermanos Wright habían volado tres años antes que Voisin. El 17 de
diciembre de 1903, su avión Flyer recorrió 50 metros sobre las dunas de la
playa de Kitty Hawk en Carolina del Norte (EEUU), aunque los Wright necesitaron
una catapulta para el empuje inicial y colocar el avión sobre un raíl en los
primeros metros del despegue. Dos elementos externos que, sin duda, siguen
generando discusión entre historiadores y estudiosos en la materia.
Primeras
pruebas, el avión 14 bis colgado del dirigible Nº 14
Además,
los vuelos de los Wright, al contrario que los de sus competidores en el resto
del mundo, no se convertían en eventos multitudinarios. Se realizaban ante un
reducido número de asistentes y, quizás por eso, el reciente organismo
regulador aeronáutico francés, el Aero Club, no contabilizaba ni reconocía los
logros obtenidos por los norteamericanos al otro lado del océano.
Santos
Dumont, hijo de un ingeniero que alternaba su profesión con la explotación de
minas de oro y el cultivo del café, comenzó a interesarse ya de niño por las
máquinas que su padre utilizaba en la plantación. Cuando un grave accidente dejó
parapléjico al padre, la familia viajó a Francia en busca de tratamiento. Allí,
el joven Alberto, descubrió su pasión por la mecánica al visitar una feria. Su
padre decidió entonces donarle en vida parte de su fortuna para que pueda
centrarse en su formación.
Con
19 años y libre de preocupaciones económicas, Santos Dumont inició en París sus
estudios de Mecánica, Electricidad, Física y Química, y no tardó en sentirse
atraído por los vuelos en globo. Con tan sólo 25 años, comenzó una larga y
fructífera producción de artefactos voladores. Con su primer globo, el Brazil,
de seis metros de diámetro, realizó una treintena de vuelos y adquiere la
experiencia necesaria para darse cuenta de que, sin la capacidad de controlar
la dirección del vuelo, el globo no tendría mayor evolución.
Ese
mismo año batió el récord de altitud con su segundo y último globo, L'Amerique,
y construyó su primer dirigible, el Nº 1. Con un pequeño motor modificado de
3,5 caballos, una hélice y un timón, la aeronave con forma de salchicha se
convirtió en el primero de los 17 dirigibles que llegó a crear.
Con
el Nº 6, alcanzó el que sería su mayor reconocimiento hasta la fecha, al rodear
la Torre Eiffel en un trayecto que requería el control absoluto de la dirección
de la aeronave. Sin duda, un enorme avance para la época.
Pero,
tras presenciar el vuelo de Voisin, Santos Dumont centró todos sus esfuerzos en
construir su avión, tarea en la que empleó sólo un par de meses. Utilizó los
diseños de Hargrave para las alas. El aeroplano tenía forma de T y, al
contrario de los aviones actuales, Dumont colocó el timón de profundidad en la
parte delantera y, el motor, en la parte trasera del fuselaje.
La
estructura de bambú y madera con juntas de aluminio estaba forrada con seda
japonesa, de gran ligereza y resistencia. La aeronave se completaba con dos
ruedas de bicicleta a modo de tren de aterrizaje y un cesto de mimbre desde el
que poder pilotar. En total, 290 kilogramos de peso.
El
nuevo artefacto recibió el nombre de 14 bis debido a que, para realizar las
primeras pruebas de estabilidad y dirección, el brasileño colgó el avión de su
dirigible Nº 14. Tras estos primeros test, Santos Dumont colgó el 14 bis de un
cable atado entre dos mástiles para comprobar que las cajas de Hargrave
proporcionan la estabilidad necesaria. Se trató del primer simulador de vuelo
de la historia.
Alentado
por el resultado, el inventor vuelve a amarrar el aparato al dirigible Nº 14,
esta vez con el fin de probar la dirección y el motor, utilizando la capacidad
de vuelo del propio dirigible. Por último, para completar las pruebas, volvió a
colgar el avión de un cable y esta vez utilizó una mula para impulsarlo.
Cuando,
en agosto de 1906, realizó su primera prueba de vuelo autónoma, comprobó que el
motor de 24 caballos no tenía suficiente potencia. Uno de los principales
problemas a los que se enfrentaban los aviadores de la época era precisamente
el propulsor. Los Wright construyeron el suyo para el Flyer con 12 caballos
insuficientes para el despegue.
Santos
Dumont conocía los motores disponibles en aquel momento y se decidió por el
Antoinette V-8 de Léon Levavasseur, utilizado habitualmente en lanchas rápidas.
Los 24 caballos del motor tampoco le ofrecían la potencia necesaria para
despegar y Levavasseur modificó uno para obtener el doble de potencia a 1.500
revoluciones por minuto. Tras colocar el nuevo motor de 50 caballos y reducir
40 kilos el peso en la parte posterior del avión, el 14 bis estaba preparado.
CÓMO
CONTROLAR LA AERONAVE
El
23 de octubre de aquel año, junto al río Sena, en el parque de Bagatelle de
París y, en presencia de un consejo técnico y el Aero Club de Francia, Santos
Dumont consiguió despegar ayudado tan sólo por la propulsión de su motor
Antoinette. Gracias a las células de Hargrave, sus alas levantaron la aeronave
y mantuvieron la estabilidad necesaria durante su corto vuelo.
El
12 de noviembre del mismo año, el 14 bis reapareció en el mismo lugar con una
importante novedad: con el objetivo de aportar mayor estabilidad se le habían
añadido unos alerones en forma de octógono. Santos Dumont mejoró su pilotaje y
el rendimiento del aparato logrando volar durante 21 segundos a seis metros de
altura y recorriendo 220 metros a una velocidad de 41 kilómetros por hora.
Con
estos experimentos y avances, Alberto Santos Dumont, consiguió establecer las
bases técnicas que marcarían el rumbo del desarrollo de la aviación y a las
siguientes generaciones de aeronautas.
Fuente:
https://www.elmundo.es