21 de agosto de 2020
INICIOS DE LA AVIACIÓN EN MÉXICO[1]
El
vuelo de Alberto Braniff, que despegó de los llanos de Balbuena en la ciudad de
México el 8 de enero de 1910, fue también el primero efectuado en un país latinoamericano
En
plena efervescencia por las fiestas para conmemorar el Centenario de la
Independencia de México, el 8 de enero de 1910 se efectuó el primer vuelo de un
avión, que
despegó de unos llanos de la Hacienda de Balbuena situados junto a la ciudad de
México. La hazaña la llevó a cabo el mexicano Alberto Braniff a bordo de un
avión Voisin de fabricación francesa, iniciando así la historia de la aviación
nacional[2].
Para
que dicho vuelo se realizara fue necesario que, entre otras cosas, se
efectuaran los trabajos de acondicionamiento de un terreno de la hacienda, a
fin de que el avión se desplazara por el suelo, despegara y volviera a
aterrizar sin contratiempos graves. Esta labor estuvo a cargo de un pelotón de
zapadores enviado por el mando militar de la plaza, en respuesta a la petición
del gobernador del Distrito Federal.
Braniff
escogió los llanos de Balbuena por varias razones, todas ellas sumamente
importantes: estaban situados junto a la estación del ferrocarril de San
Lázaro, a la que el avión llegó desde Veracruz desarmado en cajas; los llanos
ofrecían grandes áreas libres de obstáculos, y no se requería de inversión para
utilizarlos, ya que eran propiedad de su familia. Vale mencionar que dicho vuelo
fue también el primero efectuado en un país latinoamericano, y el hecho de que
un avión volara a la altura de la ciudad de México (2240 msnm) proporcionó aún
más méritos a la hazaña.
Poco
tiempo después, el connotado deportista Miguel Lebrija, que se había
distinguido como piloto de globos y planeadores, además de conductor de
automóviles de carreras, obtuvo de la compañía cigarrera El Buen Tono un avión
Blériot cuyo piloto —un francés— no había podido hacer volar. Así, el 14 de
mayo de 1910 Lebrija realizó el primero de una larga serie de vuelos,
utilizando también los llanos de Balbuena.
Durante
parte de los meses de febrero y marzo de 1911, el grupo de pilotos, mecánicos y
aviones que integraba la Moisant International Aviation efectuó vuelos de exhibición
en las ciudades de Monterrey, México y Veracruz. Entre los pilotos estaban los
famosos Roland Garros, Edmond Audemars y Rene Simón, quienes emplearon aviones
Blériot XI.
En
Monterrey utilizaron como campo aéreo un llano junto al Parque Zambrano; en México,
actuaron en Balbuena, y en Veracruz utilizaron un terreno plano situado por el
rumbo de Santa Fe.
En
noviembre de 1911 la ciudad de México fue nuevamente el escenario de otra
presentación de la Moisant International Aviation, esta vez integrada por los
pilotos Geo Dyott, Richard Hamilton y las aviadoras Harriet Quimby y Matilde
Moisant; se emplearon aviones Blériot y Deperdussin. En Balbuena, donde estaban
instalados en carpas, el 30 de noviembre el presidente Francisco Ignacio Madero
González realizó un vuelo con el piloto Dyott a bordo de un Deperdussin,
convirtiéndose en el primer jefe de Estado en el mundo que voló en un avión.
Alberto
Braniff, que había roto el Voisin en un aterrizaje demasiado brusco, compró un
Farman equipado con un motor Renault de 80 HP; en él efectuó numerosos vuelos (partiendo
siempre de Balbuena), entre los que destaca el de la noche del 15 de diciembre
de 1911 por ser el primer vuelo nocturno que se llevó a cabo, para lo cual se encendieron
unas hogueras en el campo que le sirvieron para orientarse en su despegue, mientras
daba vueltas en el aire para luego aterrizar felizmente.
Durante
los días 2 y 4 de febrero de 1912 hubo en Progreso, Yucatán, unos vuelos de
exhibición aérea que estuvieron a cargo de los pilotos Dyott y Hamilton con aviones
Deperdussin, llegados desde Veracruz. Como no se encontró un campo adecuado en
los alrededores de Mérida, los vuelos se realizaron desde las playas de Progreso,
adonde acudió una gran cantidad de gente para presenciar el espectáculo.
Después
de la derrota del General José González Salas en Rellano, el presidente Madero
designó como comandante de la División del Norte al General Victoriano Huerta,
que habría de seguir combatiendo a Orozco. Huerta concentró una gran cantidad
de efectivos militares en Torreón desde mayo de 1912. Para incorporarse a esas
tropas llegaron de los Estados Unidos dos aeroplanos con los aviadores Héctor Worden
y Francisco Álvarez. Uno de los aviones chocó con los cables de la línea del
tranvía Torreón-Gómez Palacio y el otro tuvo muy escasa aplicación por las dificultades
para volar debido a la poca potencia del motor.
Por
entonces, Juan Guillermo Villasana llevaba casi dos años trabajando en la
construcción de un avión encargado por Jacques Poberejsky. Dicha labor
consistía en reproducir un Deperdussin de Martín Mendía empleando materiales
mexicanos, aunque el motor y la hélice se trajeron de Francia. El 19 de abril
de 1912, en los llanos de Balbuena y ante un numeroso grupo de amigos y compañeros
de la incipiente aviación, Poberejsky hizo un exitoso primer vuelo, provocando
un gran entusiasmo en los asistentes; mas el aeroplano se rompió al aterrizar
ya que se salió del campo y se estrelló en una zanja. Fue el avión Latinoamérica,
el primero de los construidos en México.
Teniendo
también como escenario los Llanos de Balbuena, el 27 de abril de 1913 el General
Manuel Mondragón, secretario de Guerra y Marina durante la gestión de Victoriano
Huerta, organizó una prueba de bombardeo aéreo que estuvo a cargo de Miguel
Lebrija como piloto y Juan Guillermo Villasana como bombardero, quienes a bordo
de un aeroplano Deperdussin lanzaron unas bombas Martin Hale que cayeron en el
blanco, el cual era un círculo de cal de 10 m de diámetro.
El
13 de mayo de 1913 el piloto mercenario Didier Masón, acompañado del
constitucionalista Joaquín Bauche Alcalde, lanzó unas bombas sobre los barcos
de guerra huertistas
en la bahía de Guaymas, aunque sin resultados prácticos. Para dicho vuelo
emplearon un improvisado campo situado junto a Estación Moreno, Sonora, adonde habían
llegado desde Hermosillo en ferrocarril.
Procedente
de Nueva York, vía El Paso, en febrero de 1914 arribó a Ciudad Juárez el primer
avión de los tres que pidió Alberto Salinas Carranza para las tropas constitucionalistas.
Con el avión modelo Morane-Moisant, llegaron también el piloto Harold Kantner y
el mecánico Francisco Santarini. A fin de apoyar a las tropas del General
Francisco Villa, los aviones, mecánicos y pilotos fueron instalados en Estación
Mápula, Chihuahua, en cuyos alrededores improvisaron un campo. Allí volaron el estadounidense
Kantner y los mexicanos Alberto Salinas y Federico Cervantes; estos últimos
sufrieron un accidente, por lo que el avión debió ser enviado a Chihuahua para
su reparación en los talleres del ferrocarril, perdiéndose así la oportunidad
de que acompañaran a Villa en su avance hacia Torreón y Aguascalientes.
El
avión Sonora era el biplano Martin que había usado Didier Masón en los intentos
de bombardeo a los barcos huertistas en Guaymas. Antes de regresar a los Estados
Unidos Masón
enseñó a Gustavo Salinas Camina el manejo del aeroplano, y llegó a hacer
numerosos vuelos utilizando terrenos ubicados junto a las estaciones del
ferrocarril; en los
vagones viajaban el avión y su personal, que formaban parte de las tropas de Álvaro
Obregón.
El
14 de abril de 1914 tuvo lugar una acción de guerra aeronaval en Topolobampo,
Sinaloa, en la que participaron los cañoneros Guerrero, por el lado huertista,
y el Tampico, por el lado constitucionalista, además del avión Sonora tripulado
por Gustavo Salinas y desde el cual su ayudante Madariaga lanzó varias bombas
sobre el Guerrero —que combatía con el Tampico a cañonazos—, poniéndolo en
fuga. Esta confrontación es considerada el primer combate aeronaval del mundo.
Acompañando
a Venustiano Carranza en su desplazamiento hacia Veracruz con motivo de la
división de las fuerzas constitucionalistas tras la Convención de
Aguascalientes, los integrantes de la Flotilla Aérea Constitucionalista se
establecieron en la Playa Norte, emplazando en ella su base de operaciones.
Allí realizaron una serie de vuelos, algunos de ellos para que los observara
don Venustiano, quien, el 5 de febrero de 1915, en su calidad de primer jefe
del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo de la nación,
firmó un acuerdo mediante el cual se creaba el Arma de Aviación en el Ejército
Constitucionalista.
Durante
la campaña de Campeche y Yucatán, la flotilla formó parte de las tropas que, al
mando del General Salvador Alvarado, reconquistaron la península. El viaje de
Veracruz a Campeche lo hicieron a bordo del vapor Oaxaca y, una vez desembarcados,
se establecieron en unos vagones de ferrocarril e improvisaron un campo junto a
la estación de Campeche. Siguiendo la vía del tren acompañaron a los
constitucionalistas que combatían al secesionista Benjamín Argumedo, y lograron
derrotarlo y entrar en Mérida el 19 de marzo de 1915. Una vez en la hermosa
ciudad, la flotilla se instaló en los talleres
de
Ferrocarriles Unidos de Yucatán. Con objeto de proporcionar un motivo de
alegría y esparcimiento a los meridanos, el General Alvarado ordenó que se
hiciera un vuelo y se invitara a la población a presenciarlo. Se buscó un
terreno adecuado, y se encontró apto el campo de béisbol El Fénix; el piloto
Jorge Plufea voló para admiración de miles de personas.
El
primer avión construido en México, en 1912, se llamó Latinoamérica
La
flotilla pasó inmediatamente de Yucatán a Tampico, con la finalidad de apoyar
la defensa que las tropas constitucionalistas hacían de El Ébano, San Luis
Potosí, para evitar el paso de los villistas que pretendían tomar el puerto de
Tampico y tener acceso a la importante zona petrolera de la región. La
flotilla, como ya era costumbre, ocupaba varios vagones del ferrocarril, que se
encontraba estacionado en una vía auxiliar junto al muelle. En las madrugadas,
en el propio tren, el personal y los aviones se trasladaban hasta la estación
de Chila, donde el ingeniero militar Antonio Sánchez Saldaña había
acondicionado un campo, además de otro en Chijol, más cerca aún de la zona de
combate. Aunque ambos campos eran sumamente rudimentarios, resultaron muy útiles
para los aviones, que llegaron a prestar valiosos servicios, entre otros, un
vuelo de observación sobre las trincheras villistas en el que iba a bordo el General
Pablo González, comandante en jefe del Ejército del Noreste.
Una
vez que Venustiano Carranza se instaló definitivamente en la ciudad de México,
el 15 de noviembre de 1915 y mediante una ceremonia especial, se inauguró el
primer curso de la Escuela Nacional de Aviación en las instalaciones
seleccionadas para tal efecto en el antiguo picadero de la Escuela de Tiro de
Artillería, en San Lázaro, junto a los llanos de Balbuena, en los que se
instaló el campo de operaciones de la incipiente aviación militar. Allí se establecieron
también los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas que, al igual que
la Escuela, dependían de la Secretaría de Guerra y Marina.
Así,
Balbuena fue también el sitio donde se inició y desarrolló la aviación militar
mexicana.
Como
es natural, a partir de entonces y por bastantes años, los principales
acontecimientos aeronáuticos del país tuvieron por escenario los tan
mencionados llanos que,
al cobrar forma oficial y práctica la aviación militar, recibieron el nombre de
Aeródromo Nacional de Balbuena.
Entre
tales sucesos destacan el vuelo de un avión totalmente hecho en México, un
biplano Serie A equipado con motor Áztatl y hélice Anáhuac, que tripulado por Horacio
Ruiz se elevó el 16 de mayo de 1917. Asimismo, cabe mencionar el vuelo de
correo aéreo en la República Mexicana, realizado también por Horacio Ruiz con
otro biplano Serie A en un viaje de Pachuca a la capital del país, el 6 de
julio de 1917, y la graduación del primer piloto aviador mexicano en la
Escuela, que fue Samuel C. Rojas, el día 22 de febrero de 1918.
Otro
hecho relevante lo llevó a cabo el Coronel Alberto Salinas Carranza, quien
decidió organizar una flotilla de exhibiciones aéreas cuyo objetivo primordial
era mostrar a los mexicanos los avances logrados por la aviación nacional. El
22 de septiembre de 1917 se efectuó en Balbuena la primera exhibición, que tuvo
un gran éxito entre el público.
Cuatro
días después la flotilla llegó a Toluca, y en un llano adjunto a la estación de
Mexicaltzingo se hicieron varios vuelos que congregaron a una multitud de
espectadores.
El
20 de octubre las exhibiciones se llevaron a cabo en Puebla, también con gran
éxito, en el campo de Manzanilla, próximo a la ciudad. El mes siguiente, al
iniciarse los vuelos de la flotilla en la Playa Norte de Veracruz, el 3 de
noviembre, se accidentó el piloto Amado Paniagua, quien murió en el acto. Ante
este hecho tan lamentable se dieron por terminadas
las exhibiciones.
Con
objeto de probar la capacidad de los motores Hispano-Suiza se decidió someterlos
a una prueba contundente y se preparó, para el 20 de noviembre de 1918, un
vuelo de circuito entre las ciudades de México, Pachuca, Tula y México, que
habría de efectuar el biplano
Serie A número 19 equipado con uno de estos nuevos motores recientemente
adquiridos en Barcelona.
El
piloto fue el Teniente Felipe H. García, que para hacer el vuelo usó como
referencia las vías del tren, para no perderse, ya que el avión volaba muy alto
debido a la gran capacidad del motor.
El
ascenso de Venustiano Carranza al gobierno de la República en calidad de
presidente constitucional no habría de traer la tan ansiada paz, pues aún quedaron,
en varias regiones, grupos de tropas armadas que el gobierno central debió
combatir.
Biplanos de fabricación nacional Serie A durante un festival en Balbuena en 1918
Por
ello, se organizaron las flotillas aéreas de operaciones en campaña, que
acompañaron a las tropas gubernamentales por diversos estados. El 26 de marzo de
1918 se integró la Flotilla Aérea de Operaciones Militares Número 1, que se
desplazó por Querétaro, San Luis Potosí, Monterrey, Celaya, Irapuato y
Guadalajara.
A
su regreso a México fue reorganizada y enviada a San Martín Texmelucan y El
León, en Puebla. Nuevamente en la capital del país fue rebautizada con el
nombre de "Amado Paniagua" y estuvo en campaña en el estado de
Veracruz, participando en las acciones de Escamela, Fortín de las Flores y
Córdoba. El día 28 de mayo de 1919 regresó definitivamente a Balbuena y se
desintegró.
En
estas campañas la flotilla se transportó en ferrocarril y utilizó campos
improvisados junto a las estaciones ferroviarias.
La
Flotilla Aérea de Operaciones en Campaña Número 2 se formó el día 15 de marzo
de 1918; estaba bajo el mando de Plutarco Elias Calles y fue trasladada a
Hermosillo en ferrocarril-barco-ferrocarril. Para sus operaciones utilizó un
campo habilitado junto a la ciudad, donde se usaron unos hangares tipo tiendas
de campaña.
La
flotilla número 4 quedó formada el 8 de abril de 1919 y fue enviada por
ferrocarril a Chihuahua. Tuvo bases en la propia capital del estado, así como
en Ciudad Juárez, Parral y Ciudad Camargo.
Avión
Lincoln Standard con el que nació, en 1920, la Compañía Mexicana de Transportación
Aérea, antecedente de la actual Mexicana que voló sobre numerosos y rudimentarios
campos del país.
Todas
estas flotillas estuvieron formadas por aviones hechos en México (Series A, B y
H) y por pilotos mexicanos. Dadas las grandes distancias que habrían de salvar
en sus desplazamientos para su transporte, generalmente se empleó el
ferrocarril y, en ocasiones, el barco. Siempre se instalaron en campos
preparados de forma por demás rudimentaria, junto a las estaciones de tren,
empleando vagones como dormitorios, almacenes y talleres; para resguardar los
aviones se usaron unas tiendas de campaña especiales que servían de hangares.
Por lo regular, los campos eran terrenos de forma cuadrangular a los que
quitaban arbustos, matorrales y piedras, y en uno de cuyos lados se colocaba el
cono de vientos. En ese tiempo no existía ningún sistema de aeronavegación, por
lo que, para orientarse, lo más frecuente era que los pilotos siguieran la vía
del tren.
Fuente:
https://www.revistas.unam.mx
[1] 'Primera parte del
Capítulo 1, "Los primeros vuelos", del libro AEROPUERTOS. Historia de
la construcción, operación y administración aeroportuaria en México, Aeropuertos
y Servicios Auxiliares. México, Primera edición: 2003. Archipiélago agradece a
su amigo, el arquitecto Ernesto Velasco León, director general de ASA, el haberle
facilitado dicho libro, de donde ha sido tomado el presente material.
[2] "Desde que la
prensa o los documentos de 1910 hicieron referencia a la Hacienda de Valbuena,
siempre lo escribieron con V inicial. Entrados los años veinte comenzó a escribirse
Balbuena, como ha llegado a nuestros días y como hemos decidido hacerlo desde
el principio para evitar confusiones.