Estos
son algunos de los hitos que marcaron aquella época.
El
primer avión derribado desde el aire - 5 de octubre de 1914
En un campo de aviación cerca de Lhéry, en Francia, dos franceses se subieron a un avión para espiar (y bombardear) posiciones alemanas en el Frente Occidental. Era el 5 de octubre de 1914. El Sargento Joseph Frantz y el Cabo Louis Quenault estaban a punto de hacer historia.
Poco
después de que empezaron a lanzar sus bombas (a mano), se encontraron con un
Aviatic, un biplaza de reconocimiento alemán. Decidieron acercarse con su Voisin
III, un biplano hecho de madera y lona que alcanzaba una velocidad máxima de
100 kilómetros por hora.
Los
zepelines eran difíciles de interceptar por aeronaves de poca potencia en los
primeros años de la guerra.
El
Voisin estaba armado con una sola ametralladora, pero sus dos tripulantes
también llevaban armas en la cabina, para poder dispararle al enemigo cada vez
que lo tenían a su alcance.
Y
es que los duelos aéreos ocurrían tan de cerca, que se podía ver el miedo en la
cara del oponente.
Frantz
maniobró y se acercó a 10 metros del avión alemán. La ametralladora de Quenault
pronto se atascó. Los alemanes aprovecharon para atacarlos con un rifle.
Quenault respondió con una pistola.
El
aeroplano alemán se precipitó al vacío y explotó. Frantz y Quenault se
convirtieron, así, en los primeros aviadores en derribar otra aeronave.
Tras
aquel episodio se disparó un frenesí de invención e ingenio, en la competencia
entre los enemigos por la dominación aérea.
El
nacimiento del portaaviones - 10 de diciembre de 1914
En vísperas de la I Guerra Mundial, el poder naval reinaba en forma suprema. La carrera armamentística entre Alemania y Reino Unido se basaba en la construcción de enormes buques de guerra, blindados y lentos.
El
6 de septiembre de 1914, aviones militares japoneses atacaron barcos
austrohúngaros y alemanes en el puerto de Tsingtao, en China. Fue la primera
ofensiva aérea contra navíos de guerra. Y otras naciones tomaron nota de la
nueva estrategia.
Para
llevarla a cabo, sin embargo, los aeroplanos debían ser lanzados desde el
océano.
El
10 de diciembre se terminó de construir el HMS Ark Royal, el primer buque con
un espacio interior para transportar aviones. Esto cambiaría la forma de hacer
la guerra por mar.
“Este
hecho marcó el inicio de una evolución que llevó al portaaviones a sustituir al
acorazado como nave principal”, dijo Ross Mahoney, historiador del Royal Air
Force Museum y secretario de la Royal Aeronautical Society, ambos del Reino
Unido.
La
primera noche de bombardeos - 21 de diciembre de 1914
En
1914 la mayoría de los aviones militares tenían como función observar
posiciones enemigas y sólo algunos llevaban un modesto cargamento de
explosivos.
Pero
en diciembre unos aviadores británicos decidieron probar una nueva táctica:
bombardear de noche.
El Comandante Charles R. Samson ya había hecho historia en 1912, al convertirse en el primer piloto británico en hacer volar un avión desde un barco. Ahora se proponía bombardear objetivos alemanes en la Bélgica ocupada, en la oscuridad.
“Debió
ser difícil. Hasta entonces se le había prestado poca atención a la navegación
nocturna”, señaló Mahoney.
“Llevaba
una linterna de bolsillo para ver los diales y el manómetro”, contó Samson en
un artículo periodístico publicado varios años después de la guerra.
“Piloté
con calma sobre los tejados y en cierto momento uno de sus reflectores iluminó
una batería de artillería pesada. ¡Era el objetivo perfecto!”.
Lanzó
las bombas y evadió el fuego alemán de regreso a su base.
El
cielo nocturno se volvió un arma en sí mismo, un manto de oscuridad para
ocultar los aviones.
La primera victoria de un avión de combate - 1 de abril de 1915
Mientras
tanto, el combate aéreo a la luz del día era casi cuestión de azar.
Los
pilotos debían maniobrar para que los observadores pudieran disparar. También
podían utilizar la ametralladora colocada en el arco de la hélice.
Era
difícil y peligroso: las aspas de los aviones eran de madera y quedaban
expuestas a un resultado desastroso.
Fue
al aviador francés Roland Garros a quien se le ocurrió la primera solución
práctica. Forró el interior de las hélices con cuñas metálicas, de tal forma
que las balas no las destrozaran cuando eran disparadas.
Con
su avión de combate Morane Saulnier, Garros derribó un Albatros, un aeroplano
de vigilancia alemán, el 1 de abril de 1915.
“Fue
una solución tosca, pero un gran avance conceptual en términos del combate
aire-aire”, aseguró Peter Jakab, curador jefe del National Air and Space Museum
de Washington, EE UU.
Pero
no acabaron aquí los avances.
En
junio de 1915 los pilotos alemanes empezaron a utilizar un nuevo tipo de avión.
Éste
seguía disparando a través de las hélices, pero unos engranajes de
sincronización aseguraban que las balas pasaran entre las aspas, sin dañarlas.
Un método mucho más efectivo que el del francés.
El
aparato en cuestión, el monoplano Fokker Eindecker, supuso un salto tecnológico
tal que su periodo de supremacía sobre las trincheras del Frente Occidental se
conoce como “el látigo de Fokker”…
Fuente:
https://aerolatinnews.com