3 de enero de 2020
"PODRÍAN HABER ENVIADO A UNA MUJER AL ESPACIO EN LUGAR DEL CHIMPANCÉ": LA INDIGNANTE FRASE DE UN ASTRONAUTA Y LAS 13 PILOTOS DISCRIMINADAS DEL PROYECTO MERCURY
El
Mercury fue el primer programa tripulado de los Estados Unidos, desarrollado
entre 1961 y 1963. Siete astronautas fueron los protagonistas, pero hubo una
historia que se ocultó: la de las mujeres, que lograron superar los duros test
para ir al espacio, pero fueron rechazadas y humilladas. Esta es la historia de
aquellas pioneras
Por
Matías Bauso
El
Proyecto Mercury, la respuesta de los Estados Unidos al impactante lanzamiento
del Sputnik (NASA)
La
Guerra Fría tuvo múltiples contiendas en los más diversos campos. Cada ocasión
en que la Unión Soviética y los Estados Unidos quedaban enfrentados se
entablaba una lucha sin tregua que ocupaba un gran centimil en los diarios y
que podía traer consecuencias militares, económicas, políticos, sociales o
propagandísticas (generalmente estas consecuencias eran acumulativas y no
excluyentes).
Los
soviéticos durante los 50 y los 60 aventajaban a sus enemigos en, al menos, dos
terrenos específicos: el ajedrez y la carrera espacial. Bobby Fischer y el Apolo
11 cambiarían radicalmente las cosas.
¿Quién
bautiza un proceso histórico? No siempre se sabe. A veces se trata de un
hallazgo lingüístico de un periodista, en una columna perdida, que otros
colegas van repitiendo sin darle los méritos necesarios a su creador. Para
conseguirlo son imprescindibles poder de síntesis y facilidad para el impacto.
No más de dos términos contundentes, que resuman una situación y que al ser
escuchados dibujen un mundo propio.
Quién
bautizó esa alocada contienda entre norteamericanos y soviéticos por conquistar
el espacio a lo largo de casi dos décadas con el nombre de Carrera Espacial era
un genio de la elipsis. Ambos países competían, trataban de llegar antes que el
otro. E iban corriendo el objetivo que en un momento era tan grande e
importante que parecía inalcanzable: llegar a la luna.
El
Programa Mercury fue el primero de los Estados Unidos en llevar tripulación al
espacio (NASA)
La
Unión soviética lideró con holgura esta carrera un largo tiempo. Los Estados
Unidos siempre iban detrás. El Sputnik, Laika, Yuri Gagarin, Valentina
Tereshkova. La primera nave espacial, el primer ser vivo, el primer astronauta,
la primera astronauta. Todos los vuelos pioneros eran soviéticos.
A
los norteamericanos sólo les quedaba acercarse vía la emulación. Llegaban, por
lo general, al mismo lugar que los rusos, pero con varios meses de retraso.
Los Siete de Mercury:
Alan Shephard, Gus Grissom y Gordon Cooper, Walter Schirra, Deke Slayton, John
Glenn y Scott Carpenter (NASA)
En
pocos años quedaron claras las ventajas de dominar el espacio en esos primeros
tiempos. Comunicaciones, inteligencia (un bien muy preciado de la época: la
posibilidad de espiar al otro) y la sensación de superioridad sobre el enemigo.
Todavía no se conocía cuál era la implicancia de dominar el espacio. Ese
desconocimiento conseguía que lo temores a la derrota se agigantaran: tal vez
quien conquistaba el espacio exterior tenía la Guerra Fría ganada. El otro
impacto psicológico era que los soviéticos lograban superar a los
norteamericanos en un rubro en el que se suponía nunca tendrían preeminencia:
la tecnología.
La
NASA ejecutó tres programas distintos en esos años. El Mercury, el Gemini y el
Apolo, el que finalmente lograría conquistar la luna.
El
Mercury fue la respuesta de Estados Unidos al impactante lanzamiento del
Sputnik (NASA)
Cuando
el futuro era negro para los Estados Unidos, cuando parecía que la brecha con
la URSS. sería insalvable, el presidente John Kennedy intentó insuflar de ánimo
y optimismo a la población y afirmó que "a fines de la década del sesenta
llegaremos a Luna". Parecía una bravuconada, una profecía irresponsable.
La investigación científica y tecnológica estaban en estado embrionario.
Parecía imposible que en menos de diez años se consiguiera.
El
primer paso fue la puesta en marcha del Proyecto Mercury, la respuesta de los Estados
Unidos al impactante lanzamiento del Sputnik.
Pero esos primeros pasos fueron experimentales. Los científicos debían
resolver una serie de problemas que a primera vista parecían irresolubles.
Debían
lograr que la nave soportara la aceleración brusca, las temperaturas extremas,
el reingreso a la atmósfera, la radiación de los recientemente descubiertos
Anillos de Van Allen, entre otros desafíos técnicos. En un principio esos
vuelos fueron no tripulados, con un maniquí o un chimpancé a bordo. Luego
llegaría el tiempo de los astronautas.
Los
hombres elegidos para integrar las misiones debieron superar duras pruebas.
Primero fueron llamados los 110 mejores pilotos militares del país. Luego de
una criba brutal sólo quedaron 7 (NASA)
Los
hombres elegidos para integrar las misiones debieron superar duras pruebas.
Primero fueron llamados los 110 mejores pilotos militares del país. Luego de
una criba brutal sólo quedaron 7. Los primeros 7 astronautas. Un grupo selecto,
especie de superhéroes para la opinión pública, que rápidamente fueron
identificados como los Mercury 7.
Scott Carpenter,
Gordon Cooper, John Glenn, Gus Grissom, Wally Schirra, Alan Shepard y Deke
Slayton. Se
convirtieron en celebridades. John Glenn al ser el primero en completar un
viaje orbital fue el de mayor conocimiento público. Había sido condecorado en
la Segunda Guerra Mundial, a su regreso del viaje orbital recibió un
recibimiento callejero masivo, luego fue senador casi un cuarto de siglo y en
1998, a los 77 años, volvió al espacio exterior en el Discovery convirtiéndose
en el astronauta más longevo de la historia. Murió en 2016 con 95 años.
El
Proyecto Mercury fue el primer paso de los norteamericanos en su largo camino
por llegar a la Luna.
Sin
embargo, tal vez una de las historias más interesantes relacionadas con el
Proyecto Mercury sea la de un subproyecto no oficial y que se truncó casi antes
de su inicio.
El
doctor Randy Lovelace era el encargado de diseñar y ejecutar las pruebas de
capacidad física y psicológica que debían atravesar quienes deseaban ser
astronautas. Los test eran implacables, complejos y nada usuales para su
tiempo.
En
1960 decidió estudiar en su clínica privada a Jerrie Cobb, una piloto de 30
años que se encontraba entre las mejores de su país. Los resultados de Cobb
fueron sorprendentes para lo que se esperaba de una mujer en esa época: en
muchos de los rubros, los resultados fueron superiores a los de los hombres.
En
1960 el doctor Lovelace decidió estudiar en su clínica privada a Jerrie Cobb,
una piloto de 30 años que se encontraba entre las mejores de su país. Los resultados
de Cobb fueron sorprendentes. En muchos de los rubros superiores a los de los
hombres (NASA)
Lovelace
no sabía si eso se trataba de que Cobb ostentara cualidades excepcionales o si
otras mujeres también podían alcanzar esos rendimientos físicos y psíquicos.
Así convocó a más de una veintena de jóvenes mujeres que piloteaban aviones.
Todas concurrieron a la cita. Y se agregó una más, una leyenda de la aviación,
contemporánea de ese mito moderno que era Amelia Earhart. A pesar de tener más
de 50, Jacqueline Cochran se consideraba una de las principales candidatas.
Entre otros logros aeronáuticos, ella había sido la única mujer en vencer la
barrera del sonido. Cochran tenía fama, prestigio y muchísimo dinero. Su
matrimonio con el millonario Floyd Oldum además le proporcionaba formidables
contactos políticos.
El
doctor Randy Lovelace era el encargado de diseñar y ejecutar las pruebas de
capacidad física y psicológica que debían atravesar quienes deseaban ser
astronautas. Los test eran implacables, complejos y nada usuales para su
tiempo. (NASA)
Las
candidatas fueron desfilando (de a una, sin cruzarse entre sí) por la clínica
del doctor Lovelace. Habían reclutado un dream team de aviadoras por todo el
país. Las mejores mujeres arriba de un avión se hicieron los estudios. Ese era
el primer paso. Luego vendría otra tanda de pruebas de aptitud y por último un
entrenamiento específico en Pensacola. Se suponía que de ese proceso de
selección, capacitación y entrenamiento saldrían las primeras astronautas.
Una
vez finalizada la primera etapa sólo quedaron 13 mujeres, la más aptas. Cochran
fue descartada, por su edad no pudo superar las exigentes pruebas. En la
segunda serie se sometió a las mujeres a ejercicios de aislamiento y
resistencia. Varias batieron los récords impuestos por los hombres.
A
pesar de tener más de 50, Jacqueline Cochran se consideraba una de las
principales candidatas. Entre otros logros aeronáuticos, ella había sido la
única mujer en vencer la barrera del sonido. No pudo superar la exigente
pruebas de selección (Wikipedia)
Pero
muy pocas horas antes del inicio de la última parte, las mujeres fueron
desafectadas. La NASA no estaba interesada en esta cuestión. Para la NASA
quienes viajaban al espacio sólo podían ser hombres.
En
este punto aparecen brumas en esta historia. ¿Es posible que Lovelace se
animara a una maniobra de esta magnitud por cuenta propia, sin contar con apoyo
oficial? ¿Pondría en juego su prestigio, posición e influencia sin tener ningún
respaldo? Parece imposible que así fuera, aunque los historiadores no suelen
prestar atención a este hecho. La NASA desestimó a las candidatas, no le
reconoció entidad alguna a la selección de las 13 mujeres. La respuesta oficial
fue que sólo podían ser astronautas quienes tuvieran experiencia piloteando jets
militares. Eso para ellas era imposible: estaba prohibido por ley que una mujer
lo hiciera.
Inicialmente
el programa que abarcaba a las mujeres se llamaba Programa de Mujeres en el
Espacio (o Programa de entrenamiento de las primeras astronautas). Pero luego
fueron conocidas como las Mercury 13. La historia se encargó de lo que las
autoridades de su época les impidieron: las reconoció como parte de ese
programa pionero de la exploración espacial.
La
NASA desestimó a las candidatas, no le reconoció entidad alguna a la selección
de las 13 mujeres. La respuesta oficial fue que sólo podían ser astronautas
quienes tuvieran experiencia piloteando jets militares. Eso para ellas era
imposible: estaba prohibido por ley que una mujer lo hiciera. (NASA)
Los
motivos que aducían quienes clamaban por la incorporación de mujeres eran
varios. Por un lado, la igualdad de oportunidades (no eran la mayoría quienes
esgrimían este, el más lógico y razonable de los argumentos). Por otro, la
estructura corporal: más bajas y más pequeñas se adaptaban mejor a los mínimos
módulos espaciales, y por último uno de los argumentos que esgrimió Lovelace,
que convencido de que en pocas décadas se instalarían bases permanentes en la Luna
o en la órbita, insistía que allí se necesitarían mujeres que oficiaran de
secretarias, hicieran de enfermeras y se encargaran del papeleo y de cuestiones
domésticas.
Cuando
la NASA negó el programa y dio de baja los últimos test, las 13 mujeres no se
resignaron y decidieron seguir peleando.
Llegaron
hasta el Congreso que en audiencias especiales decidió investigar si se estaba
ante un caso de discriminación.
La
representación la asumieron Jerrie Cobb y Janey Hart, bellas, decididas,
capaces y articuladas, defendieron su proyecto, su sueño. Respondieron cada
pregunta con solvencia y gracia.
Parte
de las Mercury 13 durante las pruebas para ir al espacio
Hart
era madre de 8 hijos y la pregunta sobre esa situación siempre sonaba
acusatoria. Ella, según la ocasión, elegía el sarcasmo o la respuesta paciente.
Al primer congresista que sacó el tema, no lo dejó terminar. Lo interrumpió con
un oportuno: "Si usted tuviera 8 hijos también quisiera estar en la
Luna". La sala se inundó de carcajadas. Pero Janey luego se extendió:
"No sólo tuve 8 hijos. También los crié. Y aun así también logré tener más
de 2000 horas de vuelo, y ayudar a mi marido en sus campañas políticas. Usé
bien mi tiempo, mientras crié a mis hijos, sin sacrificar mi vida
familiar".
Luego,
Jerrie Cobb leyó una declaración contundente. Recordó que menos de 100 años
atrás no se aceptaban mujeres en los hospitales, no se las consideraba capaces
de soportar el dolor y que cuando empezaron a ser aceptadas como enfermeras se
elegía a mujeres que para los cánones de su tiempo eran feas: esas estaban más
predispuestas, decían. Cobb les recordó a todos que el espacio exterior no era
un club de hombres. Y que ahí tenían a 13 mujeres dispuestas y capaces para
emprender la aventura. Los estudios científicos habían demostrado que la
supuesta fragilidad física y emocional que solía asociarse con las mujeres era
una superstición, una afirmación que carecía de cualquier fundamento.
"Ningún país envió todavía una mujer al espacio. Ustedes tienen la
oportunidad de ser los primeros. Nosotras les ofrecemos 13 voluntarias",
finalizó Jerrie.
Las
mujeres se sometieron a las mismas pruebas que los astronautas hombres, pero la
NASA desestimó los resultados (NASA)
La
impresión que causaron las dos mujeres se borró al día siguiente. Las
comparecencias de ese día sepultaron sus ilusiones. Primero se sentó frente a
los congresistas Jacqueline Cochran, ferviente impulsora del proyecto y
aspirante frustrada a integrarlo. Ante la sorpresa de todos, y en especial de
las aviadoras presentes, dijo que el programa no debía seguir adelante. Que eso
sólo lo demoraría, que no era momento para mujeres. Desestimó toda
participación femenina como imposible.
Fueron
palabras lapidarias que más que por la convicción fueron dictadas por la
ambición (Cochran aspiraba a dirigir un proyecto femenino en los siguientes
años), por la conveniencia (con su marido tenían importantes contratos con las
Fuerzas Armadas) y por la frustración (todavía no podía digerir haber quedado
fuera del programa; no estaba acostumbrada a los papeles secundarios).
El
golpe de gracia lo propinó John Glenn, el héroe americano. Con desdén respondió
las preguntas, como si el tema no fuera serio. Le resultaba inconcebible que
alguien pensara que una mujer pudiera convertirse en astronauta. Si el
interrogatorio hubiera tenido un marco menos formal, las hubiera mandado a
lavar los platos. "Nosotros vamos a la guerra, nos subimos a los aviones,
y cuando volvemos del campo de batalla ayudamos a diseñarlos y probarlos. Las
mujeres no pertenecen a este campo. ¿Alguien se imagina a una mujer comandando
un jet o cualquier nave peligrosa? ¡Por Dios, no!".
A
los astronautas les resultaba increíble que una mujer pudiera querer ir al
espacio (NASA)
El
otro astronauta consultado ese día fue Scott Carpenter, otro de los Mercury 7.
Sostuvo que en uno de los primeros viajes orbitales podrían haber enviado a una
mujer… "en lugar del chimpancé", terminó su frase y provocó risas
fáciles. Pasaron unos meses y el vicepresidente, Lyndon Johnsson dio la orden
de que este tema no volviera a ser tratado y que el proyecto de las mujeres en
el espacio se archivara.
Luego
de estas declaraciones, de estas sentencias dadas por autoridades morales, los
congresistas desistieron de la investigación y las 13 mujeres debieron volver a
sus trabajos en la aviación civil. Pocos meses después, la Unión Soviética puso
en el espacio a la primera mujer, Valentina Tereshkova. Dio 48 vueltas a la Tierra.
Doble derrota para John Glenn. Una mujer dio 45 vueltas más que él.
En
los Estados Unidos las mujeres debieron esperar más de dos décadas. La primera
mujer en integrar una tripulación espacial fue Sally Ride, una física que viajó
en el Challenger en 1983.
La
astronauta Eileen Collins, la primera mujer piloto de una nave espacial:
comandó el Discovery (NASA) (NASA)
Pero
el gran hito debió esperar bastante más. En 1995 Eileen Collins se convirtió en
la primera mujer piloto de una nave espacial de la NASA comandando el Discovery
en una misión. En esa ocasión ella invitó personalmente a las sobrevivientes de
las Mercury 13 y en medio de la conferencia de prensa les agradeció por su
labor pionera. Reconoció que, sin su ejemplo, ella no hubiera estado ahí. Les
pidió que se pusieran de pie y todos los presentes saludaron a las viejas
aviadoras.
Las
Mercury 13 se convirtieron en leyendas. Con su coraje, habilidad y obstinación
marcaron un inicio a la participación femenina en la carrera espacial. Pero en
especial se enfrentaron contra la ceñida lógica de su tiempo. No triunfaron,
pero dejaron su huella indeleble y sirvieron como inspiración a las que las
siguieron.
Fuente:
https://www.infobae.com